Fue el partido típico entre dos formaciones apremiadas por las circunstancias. Chato, friccionado y con escasísimas situaciones de gol. Casi sin proponérselo, Argentina ganó una verdadera final en el mítico Centenario después de tres décadas. Y desató un mini festejo por la jerarquía del oponente y por lograr la clasificación al mundial tras un ciclo signado por los contratiempos y las propias impericias.
¿Qué tuvo el Seleccionado para conseguir el mejor triunfo de los últimos diez años? Principalmente la famosa actitud, un atributo que podía inculcarle Maradona al equipo a partir de sus ínfulas motivadoras y su condición de ídolo nacional. Asentado en la fortaleza espiritual, entonces, sobresalieron Verón, patrón del medio y líder del equipo; la firmeza de Heinze, Schiavi y De Michelis para anticipar a los buenos delanteros orientales y revertir el descalabro de los primeros minutos, y la vocación ofensiva de Bolatti, un cinco clásico que suele llegar al gol. También aportaron al triunfo el empeño de Jonás Gutiérrez, la marca de un recuperado Mascherano y algunas maniobras individuales de Di María, una alternativa por izquierda interesante con miras a Sudáfrica.
Claro que en lo respecta al juego, aquello que le da sentido a este deporte, el Seleccionado sigue en deuda. Abusa de pelotazos inocuos, no promueve sociedades ni desbordes por las bandas, tampoco saca provecho del consabido talento de sus figuras y carece de funcionamiento ante los reiterados cambios en la formación titular. Frente a Uruguay, prescindiendo de la fortuita maniobra que finalizó en el gol de Bolatti, no hubo inteligencia ni creatividad para elaborar una sola opción de gol. Apagado Messi, como casi siempre, ausente Aimar, un conductor capaz, Argentina pareció un equipo modelado para el contragolpe. Demasiado poco por nombres e historia futbolera.
En suma: la falta de un esquema definido, la improvisación constante y el bajo rendimiento de sus jugadores clave explican por qué el Seleccionado llegó a la última jornada con chances concretas de quedar eliminado. Esta vez, influyó la unidad del grupo para cumplir con el objetivo. Que no es poco si analizamos el rendimiento de estos jugadores en la competencia. Pero que seguramente no alcance si se pretende volver a levantar la copa después de 24 años.
De lo otro que dejó el partido (fellatios, internas, primicias, rencores), acaso sea tema de programas no solo circunscriptos al mundo del deporte.
1 comentario:
Lo que derive de las declaraciones de Maradona me tiene sin cuidado. Ni los grupos de Facebook, ni los comentarios de Ventura. Diego dijo lo que muchos pensamos.
Porque todos los contreras, mala leche, que deseaban la derrota para comer de las sobras y esperaban la victoria para viajar de arriba, una vez, la van a tener que chupar.
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