martes, octubre 06, 2009

Decisiones


Todo indica que Leonardo Astrada cerrará el ciclo de técnicos bendecidos por Aguilar. Se trata, quién sabe, de un acierto o un nuevo desaguisado dirigencial en materia de elección de entrenadores, agravado ahora por un proceso eleccionario insidioso que promete mucho. Promete hasta lo inverosímil: Cuiña, Cavallero y Quintás, entre otros. Parafraseando a los primos: Esto es River!

La estrategia del aguilarismo-isaraelismo no resiste mayor análisis porque todo es demasiado obvio cuando las decisiones se basan en el daño, la maledicencia, lo siniestro inconfesable, el error no forzado.

Existe, sin embargo, una hendija para entrar al tema que, en este caso, remite al retorno de un jugador ganador y combativo que encontró la dirección técnica sin buscarla. Los antecedentes, en tal sentido, muestran claroscuros. En la primera experiencia de Astrada en el mismo banco donde fue suplente de Almeyda en 1996, se cuentan un título local tras brumoso empate ante Rafaela, dos semifinales de Libertadores, gravísimos conflictos de vestuarios, listados que incluyeron futbolistas clase C y despedida abrupta en un camarín visitante del sur bonaerense. Cada quién hará la evaluación que le plazca ya que hay para elegir: victorias, derrotas, papelones, amores cruzados, Obermans y Talamontis.

Con un detalle a considerar: de haber cometido errores y deslices, la responsabilidad absoluta no fue exclusivamente del Jefe sino también de sus letrados empleadores. Astrada, el contratado, es menos lesivo que el contratante, si bien ambos comparten un mismo sustrato ideológico: saber que todo está por hacerse, que todo comienza hoy.

Cómo no irían a reencontrarse a la hora del crepúsculo.

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