lunes, mayo 31, 2010

GRUPO B // Argentina: cita con la historia


Pasaron largos 24 años de México '86, segundo título conseguido por el Seleccionado argentino en la copa del mundo. Y transcurrieron 20 almanaques desde la última final disputada por el equipo nacional, ante Italia, también de visitante. Como se advierte, demasiado tiempo para un país futbolero por excelencia, potencia de este deporte de acuerdo con el surgimiento de jugadores que trascendieron -y trascienden- en el ámbito local y en el exterior, tierra que deslumbró al mundo con un estilo reconocible basado en el esplendor de su juego, en el espíritu aguerrido, en la solidaridad de conjunto.

Algo de aquello se perdió en el último tiempo, si bien cuentan los matices y las diferencias a la hora de analizar desempeños, contextos, formas de encarar la competencia. No son lo mismo, por ejemplo, aquel equipo que arribó a la final de Italia '90, austero, mañoso y opaco, que el seleccionado eliminado en octavos de final en Estados Unidos '94, ofensivo y protagonista. Tampoco hay grandes similitudes entre las selecciones de Passarella, en Francia '98, y de Pekerman, en Alemania 2006, eliminadas ambas en cuartos y con trayectos distintos en la idea futbolística aplicada por los entrenadores: más precauciones y apego al contrataque, en el caso de Passarella, más control del balón y decisión para atacar, en el de Pekerman. El ciclo de Marcelo Bielsa, por último, definitivamente estuvo signado por un hecho gravitante para la suerte del entrenador y de un trabajo que podría haber reportado cambios significativos en materia organizativa: la prematura eliminación del mundial de Corea-Japón 2002 que engrosó, de este modo, la lista oscura del Seleccionado (las otras dos ocasiones en las cuales el conjunto nacional no superó la primera ronda fueron en Suecia '58 y Chile '62). Las críticas, desmedidas y crueles en la derrota, minaron la estada de Bielsa en el cargo pese a que la historia lo recordará como el entrenador del primer equipo argentino campeón olímpico (Atenas 2004) y un hombre de firmes convicciones.


Lo cierto es que Argentina, en este período, cedió terreno, acumuló reveses en cuanto a resultados y promovió lecturas homogéneas: el pasado reciente lleva la marca inconfundible del fracaso. Por eso, la partida del equipo dirigido por Maradona, uno de los símbolos nacionales, a Sudáfrica motivó entusiasmo y esperanza, algo lógico en un deporte que se sostiene desde la ilusión y desde la posibilidad de revancha, pero también reparos, dudas, críticas por las controversias y polémicas internas en la plana mayor del seleccionado, luego trasladas al campo de juego.

Así, el cuadro de Maradona llega al primer mundial sin el rótulo de gran candidato, inmerso en dudas y escepticismos varios que, de todos modos, no lo aparta del lote de favoritos. Alcanza con revisar el plantel, cotizado y lleno de figuras como Messi, Milito, Higuaín, Tévez, Di María, Mascherano, Samuel -por citar algunos destacables- para convencerse de que hay recursos de sobra para cumplir un buen papel. Ocurre, sin embargo, que en Argentina el enunciado "un buen papel" implica -para amplios segmentos del público- disputar la final, cualquier otro desenlace redunda en feroces cuestionamientos sin importar las cualidades exhibidas, los desarrollos de los encuentros en los cuales intervienen dos factores que explican el encanto de este juego: el azar y los componentes psicológicos.

Por esto último, justamente, en lo relativo a sopesar la importancia de lo psicológico, el Seleccionado -se presume- tiene chances concretas de revertir un tiempo de desaciertos. Dispone de Maradona, el referente primero, y de un grupo de futbolistas capaces de protagonizar hechos más relevantes que acumular goles y distinciones con las ropas de equipos del exterior. E incide, desde luego, la fecha alusiva a los 200 años de la Patria. Allí también hay miles de historias donde el deporte en general y el fútbol en particular fueron proeza y orgullo, los pasadizos de una trayectoria que obliga a reencontrar sus núcleos más poderosos, sus finales inconclusos.

viernes, mayo 28, 2010

MUNDIAL 2010 // Fiesta Sudaca


A escasos días del inicio de la 19ª Copa del Mundo, crece la expectativa en nuestra querida y revitalizada América del Sur, especialmente entre los 5 países que integran los grupos A,B,F,G y H del trascendental evento, 4 de ellos sedes de mundiales en distintas épocas y coyunturas, algunas muy tristes, ciertamente.

El torneo de Sudáfrica, en ese marco, presenta para Brasil, Argentina, Uruguay, Paraguay y Chile un incentivo adicional, un objetivo que no figura en sus cálculos pero que reviste importancia, mucha importancia a la hora de escribir la biográfia de los próximos mundiales. Es que además de procurar intentar abrirse paso en la competencia por separado, sobre ellos recaerá, nada menos, el desafío de impedir que Europa incline la balanza en la cantidad de títulos ganados. Recordemos que de los 18 campeonatos disputados, 9 fueron para países del Viejo Continente y 9 para los de América del Sur, una marcada paridad que abre un interesante abanico de posibilidades entre los 18 seleccionados que serán de la partida.

Así, y en caso no mediar sorpresas -por ejemplo una final entre asiáticos y africanos u otra con noveles participantes-, el próximo Mundial configura un verdadero reto deportivo-cultural para saber quién predominará en el historial y, al mismo tiempo, advertir si naciones de otras procedencias y con menos tradición en este tipo de certámenes, lograrán aminorar el dominio de europeos y sudamericanos.

Por tanto, desde Tres por el Pozo focalizaremos en los encuentros y en las noticias de los 5 representantes en cuestión mediante un despliegue especial que incluirá, entre otras cosas, análisis con curiosidades y perlas de los partidos, perfiles, apostillas, declaraciones, y todo aquello que refiera a Sudamérica y sus días en África. Creemos que se trata de un acontecimiento singular para el pueblo sudaca que merece seguimiento: dentro de la cancha, porque abunda la garra, los buenos jugadores y un estilo que remite a una manera de disfrutar y de sentir el fútbol. Y también fuera de ella, porque los entrenadores -esta vez- juegan un partido aparte: allí estarán los debutantes Maradona, Dunga y Martino, el maestro Tabárez y Bielsa. Todos con ínfulas de grandes motivadores, o bien, con ambiciones. Dunga y Maradona, asimismo, podrían robustecer aún más sus currículum y, paralelamente, aportar otra marca a la estadística ya que -en caso de que Brasil o Argentina ganen el título- se convertirían en el tercer entrenador de la historia del certamen en salir campeones como jugador y técnico (los otros: Mário Zagalo y Franz Bekenbahuer).

Esa es la propuesta, entonces. Seguir el mundial con los lenguajes que nos identifican. Que no son solo el castellano, el portugués o el guaraní. Son mucho más que eso.

miércoles, mayo 26, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Con A de All Boys y de Ascenso


La emoción no cesa pese al inevitable transcurrir de las horas. Se propaga. Se extiende en cada esquina del barrio y en cada hincha. Se disfruta como nunca. Y es comprensible, claro. All Boys, el club nacido en 1913 e intímamente ligado a Floresta que prolonga sus simpatías en Monte Castro, Villa Mitre, Flores, Villa Devoto, Parque Avellaneda y Villa del Parque, consiguió el mayor triunfo de su larga trayectoria deportiva. Una victoria que supera aquel título obtenido en 1972 teniendo en cuenta los cambios organizativos de los campeonatos, el escenario de la coronación, los continuos avatares de un equipo que supo revertir momentos adversos, presiones exageradas y otras cuestiones ceñidas a una época signada por el exitismo y la intemperancia, muy distinta de aquella coyuntura de 38 años atrás cuando el juego y los humores de la tribuna eran otros, cuando la derrota era aceptada como alternativa posible, cuando el fútbol no era ni pretendía ser el último refugio de las almas rotas.

Este ascenso del cuadro de Floresta, por tanto, tuvo tonos de auténtica epopeya. Porque lo logró con autoridad ante un rival con historia, respaldado por una ciudad apasionada, grande por donde se lo mire, capaz de reconocer al adversario aún en la derrota, y porque irrumpió con fuerza en la élite del futbol argentino a partir de un categórico 3 a 0, después de una temporada con claroscuros en la B Nacional. Los números indican que All Boys fue, junto con Olimpo, el de más victorias (19); sin embargo la cantidad de derrotas (finalmente 13, las mismas que el descendido Platense) y las intermitencias en el rendimiento generaron dudas sobre las chances reales de subir a Primera, en tanto promovieron voces que -a priori- parecían sensatas de acuerdo con el diagnóstico, por ejemplo aquellas que evaluaban sumar la mayor cantidad de puntos para afianzarse en una categoría compleja como la B Nacional y, luego sí, focalizar en eventual regreso a la A.

Los tiempos, no obstante, se aceleraron, y hoy el Blanco y Negro celebra su vuelta a la máxima categoría, 30 años después de soportar algo más que un circunstancial descenso si se consideran los años siguientes, ese prolongado derrotero en distintas divisionales del fútbol de los sábados, esa herida abierta ante sucesivas gestas del clásico rival, Nueva Chicago, envalentonado en determinado momento para que un importante aunque minoritario segmento de sus hinchas olvidara tradiciones, duelos entrañables, perfumes de un recorrido que los emparentaba con su vecino en infinitos aspectos y los situaba, al mismo tiempo, en un campo de posibilidades, expectativas y horizontes compartidos.

Razones, por tanto, que explican el ruidoso festejo de All Boys entre la noche del domingo y la madrugada del lunes. Un ascenso, además, con notas llamativas. En lo estadístico, diversos medios hicieron hincapié en los trazos de una historia que vuelve a repetirse: el campeonato de Argentinos Juniors y la pérdida de la categoría de Rosario Central (1984 y 2010). Pero, desde la óptica del vencedor de la promoción, cabe puntualizar que el cuadro de Floresta jugará nuevamente en Primera con Tigre y Quilmes, los dos clubes con los cuales bajó a la B en 1980, uno de ellos acreedor del ascenso este año. Por otra parte, también en los dos planteles que ascendieron a la A estuvo un nombre que, sin lugar a dudas, se erige hoy como el más importante de la trayectoria del club: José Pepe Romero. Medido en sus declaraciones, alejado de cualquier histrionismo, y con actitudes nobles en un ambiente que hace de la ventaja, de la trampa y de la mezquindidad en el juego un decálogo para "ganadores", Romero ideó una formación a tono con el gusto de los hinchas y mantuvo la calma para no renunciar ante las críticas del público en momentos difíciles, algunas atendibles desde luego, otras rozando la delgada línea que separa el cuestionamiento perpetuo del insulto desproporcionado.

A esto se añade el rol protagónico que asumió Roberto Bugallo, el presidente que como tantos otros divide su simpatía futbolera en dos equipos, quien basó su gestión en equilibrar la grave situación financiera que padecía el club, construir obras impensadas diez años atrás, trabajar con el barrio y la comunidad, y apostar a un proyecto futbolístico integral, a largo plazo, sustentado en las premisas que aplica en su ámbito laboral (laboratorios Casasco): cumplir con los pagos de los trabajadores, ofrecer comodidades y premios, evitar instancias de conflicto que pongan en riesgo la estabilidad institucional.

Así, Bugallo apostó por Romero en un momento difícil de la gestión y juntos armaron un plantel de jerarquía, con datos que reafirman la continuidad del mencionado proyecto: 17 jugadores estuvieron en los dos recientes ascensos. Situación que permite esbozar una hipótesis de cara a la exigente próxima temporada: lejos de desarmar una base, All Boys parecería inclinarse a la postura de conservar la estructura que le dio réditos en lo futbolístico, con los riesgos que supone, desde ya, tras las recientes experiencias de Chacarita, Atlético y San Martín de Tucumám. El debate instalado en la tribuna es precisamente saber si habrá inteligencia y si alcanzan los progresos recientes para evitar asemejarse a otros casos de clubes con pasado en la B que llegaron a Primera y retornaron enseguida (Almagro y Los Andes, ahora ambos en la B Metro).

Mientras tanto, el festejo por el regreso a Primera sigue su curso y arroja conclusiones; conviene no menospreciar al fútbol de los sábados. Equipos humildes y sacrificados como el de Floresta hay muchos, aunque este club acaba de instalarse en el círculo privilegiado con atributos de cuadro grande. De verdadero gigante del ascenso que, ya sea un año, dos o quince en la A, le agrega una estrella a su luminoso horizonte de blancos y negros.

Pablo Provitilo

sábado, mayo 22, 2010

OPINIÓN // La lógica de Estudiantes


La primera parte del año para Estudiantes terminó con escándalo y entendible desazón. No haber ganado ninguno de los dos torneos por los cuales el cuadro platense hizo sobrados méritos para conseguir el menos uno, constituye un fracaso, según enseña un tipo de periodismo que explica los acontecimientos desde la lógica del éxito, independientemente de las formas, los estilos, las cualidades exhibidas.

Curiosamente no hubo mayores críticas desde ese sector que editorializa y descalifica cuando los derrotados de turno se oponen a esa lógica binaria y engañosa. Y, en rigor, poco se le puede cuestionar al equipo de Sabella: jugó bien en muchos partidos, fue el único conjunto argentino que peleó hasta las instancias decisivas en ambos torneos y mostró compromiso y determinación para responderle a una hinchada exigente y, en algunas situaciones, ingrata. Precisamente, un segmento del público pincha cargó contra Sabella -especialmente tras la eliminación en la Libertadores- con argumentos conocidos: la falta de tacto para cerrar los partidos con las viejas recetas asentadas en la trampa, la dilación, esa zona de la mentada mística pincharrata que clausura cualquier debate sobre el juego y la ética. Sería saludable que esos hinchas, aun en la derrota, reflexionen sobre las virtudes del equipo proyectado por Sabella y que, en tren de buscar culpables, sepan que los responsables de esta "frustración" fueron Desábato y Verón, dos referentes que se apartaron del discurso sencillo y honesto de su entrenador con actitudes deplorables, reafirmando ciertos mandatos de la escuela de Zubeldía: no tolerar perder, nutrirse de las estrategias más perniciosas para vencer.

La lógica de Estudiantes, por tanto, obliga a consignar los hechos de acuerdo con ese paradigma que concibe como único relato posible el de los ganadores. Estudiantes perdió, ergo, no hay allí injusticia sino fracaso. Resonante fracaso. Y olvido, claro, porque la historia -aparentemente-recuerda a los vencedores. Ahora bien: ¿alguien de verdad puede avalar que a este corajudo y ambicioso equipo de Sabella se le achaque que no existe ni existirá en ninguna memoria?.

martes, mayo 11, 2010

B METRO // Un año aurinegro


Continuando con los festejos y posibles consagraciones de equipos con divisa amarilla y negra (Peñarol en Uruguay, Olimpo y ¿Santamirana de Tandil?, en Argentina, ¿Barcelona de Guayaquil, en Ecuador?), Almirante Brown retorna al Nacional B tras escasas dos temporadas en la tercera categoría del fútbol argentino, una divisional que ahora albergará a 22 equipos consumado el descenso de Platense, ratificando el sinuoso camino que deben recorrer quienes participan en ese certamen con solo consignar algunos de sus rasgos: un solo ascenso directo, cupos reducidos para disputar una promo -este solo año serán solo 4 debido a la cita mundialista-, abundancia de clubes con historia y estadios de Primera.

El logro de Almirante, en tal sentido, adquiere resonancias especiales. Un poco por los ítems mencionados, y otro tanto por el carácter de la definición del campeonato, dado que se descontaba el ascenso de Sarmiento de Junín, cómodo líder durante largos tramos de la competencia, entidad respaldada por una localidad pujante con variados atractivos turísticos y diversas fuentes de ingresos que explican el sostenido crecimiento experimentado en la región.

Sin embargo, la diferencia de puntos que sacó el cuadro de Junín a sus rivales -llegó a ser de 12 puntos-no amedrentó a Almirante Brown y a un grupo de jugadores calificado y perseverante liderado por Blas Giunta para conseguir, de este modo, el triunfo más importante de una historia construida en otro punto geográfico, el Partido de La Matanza, la "quinta provincia" de la Argentina, zona con más habitantes y más demandas sociales, educativas y culturales en comparación con otras localidades de la Provincia de Buenos Aires.
Un triunfo basado en la persistencia y el espíritu aguerrido expresado en la continuidad de su entrenador (dirige a Brown desde hace casi 5 años), quien siguió en el cargo pese a los crónicos conflictos de un club tumultuoso que pagó carísimo las disputas internas de su barra (le descontaron 18 puntos tras el ascenso obtenido 2007), y armó -en consecuencia- un equipo protagonista y experimentado en esta temporada con futbolistas que resultaron determinantes para arribar al título, entre ellos Daniel Bazán Vera (15 goles), Federico Maraschi, Gabriel Gandarillas, Federico León (tres jugadores regulares), Román Díaz (refuerzo de categoría que aportó 4 goles clave) y César Monasterio (el de más partidos jugados).

Con esos pilares Almirante construyó una campaña de 77 puntos, tres más que Sportivo Italiano, el último campeón, que le permiten coronarse por tercera vez en sus 88 años de trayectoria, en una coyuntura especial signada por el dramatismo y la mentalidad de un equipo que será recordado por su garra y su orgullo, atributos indispensables si se pretende abandonar esta categoría. Merecida consagración, entonces, para un club que ahora estará bien cerquita de cumplir un sueño mayor: debutar en un tiempo no muy lejano en la A, el destino final de las ilusiones.

domingo, mayo 09, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Yo, Argentinos


Argentinos Juniors vivió una tarde de reencuentros en sus tribunas coloridas y repletas de simpatizantes con edades diversas. Allí estaban los hinchas más grandes celebrando con voz ronca un triunfo épico ante Independiente, desbordados por la alegría, sumergidos en la multitud y entregados a la euforia de un día nuevamente feliz, aunque sin olvidar -probablemente- otras escenas de gloria y otros momentos de sosiego a lo largo de sus 105 años de trayectoria. Por ejemplo, uno muy doloroso: la transitoria clausura del Viejo Tifón de Boyacá enclavado en el corazón de la Paternal, el barrio de origen, la referencia primera de una institución que supo inspirarse en sus inicios en gestas heroicas como la de los Mártires de Chicago, aquellos obreros anarquistas asesinados un 1ero de mayo en Estados Unidos por exigir jornadas laborales de 8 horas.

No casualmente este deporte debe buena parte de su encanto a los relatos orales y a las memorias escritas donde la tradición asume contornos primordiales. Por eso ayer, en La Paternal, sobresalió también el grito emocionado de jóvenes que oyeron las historias de un cuadro que puso de rodillas a la Juventus de Platini, que inscribió dos estrellas en la biografía nacional y una en el ámbito continental, que dejó una huella en el juego con su cantera lustrosa e inagotable, que levantó los cimientos de un nuevo estadio en el mismo barrio y en el mismo espacio y que, para cerrar una parábola de hechos destacados, vuelve a los primeros planos de la mano de un prócer de la casa como el Bichi Borgui, auténtico globetrotter de Argentinos debido a su estampa de jugador talentoso y desequilibrante. Ellos, los jóvenes, ahora saben de qué tratan aquellos relatos ajados por el tiempo, pero presentes en el anecdotario de un club que cobija ilusiones colectivas.

Sin embargo no solo los hinchas del Bicho disfrutaron de una jornada cuyos ecos perdurarán por largo tiempo. El fútbol, siempre emocionante y contradictorio, siempre cautivo de intereses y componendas, le entregó al gran público una tarde dramática y especial, de esas que quedan en la memoria de los hinchas y lo reconcilia con sus orígenes donde todos, en mayor o menor medida, éramos inocentes, menos sarcásticos, más sanos como espectadores apasionados de equipos, jugadores, estadísticas, cantitos de tribuna. Cada tanto ocurre este retorno a las raíces que, por un rato, deja en suspenso las sospechas, las rivalidades nocivas, las insidias mediáticas. Y se celebra, claro, al margen de los vencedores de turno.

De este modo, y lejos de minimizar la disputa, no hay certezas de que este Argentinos de la humildad y el coraje sea campeón, pero sí florece una certeza compartida, un sueño de muchos: la liga argentina será más noble y más transparente cuando dos conjuntos como Estudiantes y el Bicho dedican sus mejores notas a reivindicar una estirpe, aceptan que en un juego se gana y se pierde, y reconocen virtudes propias y ajenas. Los dos mostraron atributos interesantísimos a lo largo de un torneo que merecen ganar y nadie les retaceará elogios, independientemente del resultado final. Sería saludable, en consecuencia, que los protagonistas, en la fecha de cierre, transmitan un mensaje a tono con una definición que atrapó a los aficionados por el juego y centren sus prioridades en finalizar el certamen con grandeza, algo que les sobra de acuerdo con lo mostrado en el "verde césped", casualmente o no, denominación que remite a un personaje identificado con Argentinos, Ángel Labruna.

De acá

También es oportuno evaluar un torneo como el nuestro, habitualmente analizado desde sus variables críticas -reales, desde luego- que oscurecen otras lecturas posibles. Por caso, actualmente Argentina presenta un campeonato parejo y muy disputado, con partidos buenos o muy malos, con clubes que se esfuerzan para exhibir su campo de juego en las mejores condiciones, continúan con las obras y persisten en una premisa esencial: la de afirmarse en el concepto de que estas entidades son una construcción social de muchos años cuyas decisiones no pueden tomarse de espaldas a los asociados y al público. A veces ocurre lo contrario, por supuesto, pero a la larga reaparecen aquellos que creen que un club es un espacio de pertenencia y no una mesa para tramar negocios. Esta definición entre Estudiantes y Argentinos consagra la tarea silenciosa de quienes apuestan al trabajo de base, a la coherencia y a un proyecto despojado de actores externos que propician acuerdos usureros.

Así, y como se dijo desde este sitio, conviene reponer un estudio comparativo dado que semana a semana aparecen nuevas evidencias capaces de enorgullecer en otro ítem al futbol argentino, posiblemente menor para algunos, discutible para otros, pero con cierto fundamento para interpelar al enunciado "se emparejó todo para abajo". En la liga de España, un certamen seguido con atención por estas latitudes, se consagrará la semana próxima el Barcelona de Messi y lo secundará el Real Madrid de Cristiano Ronaldo con los siguientes números: entre el primero y el noveno median casi 50 puntos de distancia. Distinto sucede en Argentina si se toma como parámetro toda la temporada: 20 unidades separan a Argentinos Juniors y Banfield, los primeros, de Godoy Cruz, el noveno. Los imponentes escenarios, la jerarquía de las estrellas, la competencia entre dos muy poderosos que relegan las ilusiones del resto no bastan, por tanto, para ponderar la calidad de un certamen al que se le atribuyen elogios que, en muchos casos, parecen desmedidos. ¿El poder del dinero justifica todo, incluso la falta de competencia en torneos donde participan 20 equipos? ¿Por qué no cortan por lo sano y el Barcelona y el Real Madrid dirimen la liga entre ellos, con un fixture que incluya 38 clásicos, 19 en el Bernabeu y 19 en el Camp Nou? Si los dirigentes de nuestro país entendieran que el campeonato largo no atenta contra la emoción y la paridad, las alusiones positivas a España y otras ligas europeas menguarían bastante.

Es cierto que las culturas y los contextos son diferentes, que la organización de los torneos en el país ibérico tiene otras características. Pero un elemento central que explica la popularidad de este juego radica en que exista una oportunidad para todos, sin distinciones de ningún tipo ni aspiraciones recortadas de antemano. Lo saben Lanús y Banfield, entidades que se sumaron a la lista de campeones locales, y también Argentinos, el club de un barrio perdido de Buenos Aires que disfruta un presente soñado para el cual trabajó con su historia y sus recursos disponibles, con la convicción de procurar un regreso a la elite al contratar a Borgui, emparejando el torneo hacia arriba. Allí donde grandes y jóvenes, en el rojo de la tarde, hoy se miran y se reconocen mutuamente.

viernes, mayo 07, 2010

MUNDIAL // Sudáfrica 2010 en las escuelas


Un mundial de fútbol genera pasiones extendidas, altera la rutina diaria, invade la escena con sus goles, sus grandes jugadas, sus espectacularidad y presenta –sobre todo- a un actor protagónico como vehículo entre el acontecimiento y el público: los medios de comunicación, ese espacio enraizado en la cultura popular que moldea imágenes y conductas, desde las cuales los jóvenes construyen identidades.
De esto último, precisamente, trata el libro Los medios y el mundial de fútbol, una iniciativa del Ministerio de Educación de la Nación elaborado por el Programa Escuela y Medios, que será repartido en cerca de 25.000 colegios públicos de todo el país, a fin de que los docentes trabajen en el aula aspectos vinculados con la Copa del Mundo y sus representaciones, para que los educadores puedan aplicar contenidos del libro en una serie de asignaturas curriculares: Lengua, Historia, Geografía, Educación Cívica, Literatura. «Significa analizar la manera en que los medios hablan del Mundial y el modo en que los diferentes países y sociedades que participan, están representados», se explica en la introducción del material, estructurado en tres capítulos téoricos y tres con actividades prácticas.

Así, las casi 50 páginas del cuadernillo sugieren un amplio mosaico de preguntas incluidas en el libro: ¿Cómo hablan los medios del mundial?, ¿Qué titulares eligen los diarios?. ¿Qué palabras utiliza el relator radial para transmitir el partido? ¿Qué valores son los que más se destacan?, aparecen entre otros disparadores. Sobresalen, en tal sentido, varios apartados propicios para el aprendizaje y la reflexión, por ejemplo el titulado «Nosotros y los otros en el mundial», en el cual se exponen conceptos como identidad, valores y estereotipos, con el objeto de que mediante la interrogación sobre definiciones de los medios «la representación de los países deje de ser reducida, simplificada y parcial».

Prolijamente diseñado e ilustrado, el libro repone, además, el fluido vinculo entre fútbol y literatura ya que en sus página se encuentran frases de los escritores y periodistas Albert Camus, Eduardo Galeano, Roberto Fontanarrosa y Osvaldo Soriano. Siempre desde el enfoque que orienta a esta publicación pedagógica: concebir al mundial de fútbol como un hecho educativo.
Para fanáticos, docentes, comunicadores o interesados, el libro puede bajarse desde la web ingresando a la dirección www.me.gov.ar/escuelaymedios/.


Pablo Provitilo

jueves, mayo 06, 2010

B NACIONAL // Salvadores de Bahía


Jorge Ledo retornó a la presidencia de Olimpo, a fines de 2008, con una serie de desafíos por delante: ordenar las finanzas del club, evitar males mayores a nivel deportivo tras el descenso a la B Nacional ese mismo año y, lentamente, promover la resurrección futbolística de la institución bahiense, protagonista de diversas conquistas conseguidas en épocas recientes.

No parece casual, por tanto, que Ledo sea uno de los principales artífices de la reciente vuelta de Olimpo a la A y de los logros acumulados por el cuadro aurinegro en la última década, ya que desde su condición de presidente fue testigo de los tres ascensos a Primera División obtenidos por el club en 2001, 2006 y 2010, un hecho meritorio para una institución casi centenaria (el 15 de octubre celebra 100 años de vida), cuyo historial en la A hasta 2001 registraba apenas una participación en el Nacional de 1984, aquel equipo en el cual se destacó un jugador recordado por algunos futboleros mayores de 30 que archivan nombres e imágenes en su memoria, el rubio Raúl Daniel Schmidt.

Este tercer ascenso, asimismo, presenta a un segundo responsable, no menos importante que el titular de la entidad. El actual técnico Omar De Felippe, en rigor, arribó hace menos de un año a un club y a una ciudad que conocía luego de su paso como jugador, como ayudante de campo junto con Julio Falcioni y como estudiante de primer año del curso de director técnico, aplicando en la práctica -en su debut de conductor- varios de los principios del decálogo falcionista: contracción al trabajo, unidad grupal y estudio meticuloso de rivales, escenarios y posibles tácticas a implementar. Así, De Felippe confeccionó un equipo consistente y ambicioso que, en el transcurso de la competencia, redefinió los objetivos para la temporada. Alejado de los puestos de retaguardia, la zona caliente de la tabla en la cual se ubicaba en el comienzo del campeonato, Olimpo dispuso de otra mentalidad y de otra predisposición para ir detrás de metas más relevantes, afirmado en un grupo de jugadores experimentados, entre ellos Tambolini, Delorte, Mosset, Cabrera y Martínez, quienes acompañados por otros valores como Rolle -de extraordinaria primera rueda-, Barrionuevo, Ricci, Zalazar, Concistre y Brum encaminaron al equipo hacia un logro merecido e indiscutible, dos fechas antes del epílogo.

De Felippe, por tanto, supo leer a tiempo las alternativas de un certamen cambiante, sin un dominador absoluto ni un candidato invencible. De hecho los sanjuaninos, favoritos al primer ascenso en en cierre de 2009, ya exhibían ciertas grietas en su juego que abrían una chance para el lote de atrás en el cual aparecía el cuadro bahiense, de aceptable primera rueda al acreditar 8 victorias, 9 empates y apenas 2 derrotas. Con paciencia, entonces, con entusiasmo y con aires renovadores en el plano institucional y deportivo, Olimpo continuó su ruta ascendente y logró enhebrar 7 tiunfos consecutivos, todos decisivos, todos en la instancia clave del torneo, que le permiten -al cabo-regresar a la A, la categoría que abandonó en junio de 2008 entre desazones y aplausos tras la derrota por dos a uno ante Estudiantes de La Plata en el Roberto Carminatti.

De aquí en adelante, en consecuencia, los retos del club seguramente se concentren en consolidarse en Primera tras fallidos intentos y aprender de los errores de otros ascendidos que regresaron rápidamente al Nacional, por ejemplo San Martín de San Juan (2007) San Martín y Atlético de Tucumán (2009 y 2010), Chacarita (2010) quienes duraron apenas una temporada debido a los rigores del promedio y a las desavenencias en la planificación. Esto último constituye un dilema, de acuerdo con los pasos a seguir, ¿conviene reforzar el equipo con jugadores de otra jerarquía? o, en cambio, ¿alcanza con mantener la base del cuadro campeón y sumar unos pocos refuerzos? La reciente experiencia sugiere ejemplos que avalarían cualquiera de las dos opciones: Tigre, por caso, se afianzó en Primera con muchos de los jugadores que provenían de la B Nacional. Chacarita y Atlético Tucumán, asimismo, sostuvieron a varios de los jugadores que lograron el ascenso aunque padecieron su estada en la A producto de la falta de conocimiento de la divisional y de no contar con reservas acordes con la envergadura de un certamen que será mediocre, malo o muy malo, pero que es indudablemente más exigente.
Encontrar el equilibrio, tarea nada sencilla desde luego, constituye un ítem prioritario para los dirigentes aurinegros, si se pretende mantener la categoría. Un asunto complejo y de difícil resolución que excede al cuadro bahiense e interpela, también, a los otros aspirantes a jugar en la A (Quilmes, Instituto, Atlético Rafaela, All Boys).

Incógnitas y debates de lado, es tiempo de festejos. Y lo cierto es que Olimpo, el club que cumple 100 años, celebra un rápido regreso a una divisional donde las miradas de los otros -más numerosas y más atentas al desempeño de sus protagonistas- se detendrán ahora en el estadio Roberto Carminatti, ese rectángulo reducido que cobija poco más de 15 mil personas y una historia menos conocida aunque sugerente según algunos nombres que desfilaron por Bahía Blanca. Jorge Martínez, Angel Matute Morales, Sebastián Chamagol González, Mauro Laspada, José Ramón Palacio (padre de Rodrigo, el ex jugador de Boca), Ángel Cappa, Carlos Roa, Leonardo Madelón, Silvio Carrario, Ismael Blanco, Marcelo Escudero, Gustavo Alfaro, Josemir Lujambio, Gastón Aguirre, Leandro Benítez, Delorte y Schmidt.

A esa nómina habría que agregarle dos apellidos y dedicarles, en futuras biografías, un apartado especial. Ledo y De Felippe ya están entre las figuras de ese imaginario y todavía incipiente olimpo.
Pablo Provitilo

martes, mayo 04, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Fútbol hablado


Se termina otro torneo sin festejos de los denominados clubes grandes, el tercero consecutivo tras el título ganado por Boca en diciembre de 2008. ¿Fenómeno de coyuntura? ¿Nuevos alineamientos en el fútbol argentino? ¿Impactos de la nueva etapa signada por un reparto más equitativo de los ingresos televisivos? Difícil hallar una respuesta frente a tantos interrogantes en una época dominada por el vértigo de los acontecimientos, por la incertidumbre como rasgo constitutivo de cada contienda, por la polémica situada en el tráfico de intereses económicos y en el devenir diario de vencedores y vencidos en clave de noticia de impacto.

De ganadores y perdedores, justamente, se habló bastante en el certamen que culmina en poco tiempo con Estudiantes y Argentinos en la cima. Empecemos por el final. Legitimados por los resultados y por un juego que cautiva a un importante segmento del público, los jugadores del cuadro platense reavivaron con declaraciones estridentes un debate maniqueo y enlodado, al afirmar, por ejemplo, "para hablar hay que ganar", "A Estudiantes le da igual dónde se juega, nosotros hablamos en la cancha" y otros dichos y gestos instituidos en ciertos aditamentos del cuerpo pincharrata, especialmente en aquellos que conciben un único relato de la historia para desestimar críticas y objeciones: el del triunfo.

La sucesión de frases recientes de los futbolistas de Estudiantes tienen, no obstante, explicaciones, entre ellas el retorno de Ángel Cappa y su discurso categórico, irritante para muchos, asentado en vehementes convicciones relativas a reivindicar el sentido primario de este juego. El riesgo es que Cappa, en algunas ocasiones, habla desde una supuesta verdad absoluta -preestablecida, además-, y adopta, en consecuencia, posiciones dogmáticas que sugieren dos cosas; por un lado, una enumeración de postulados en forma de tesis, por otro, la imposibilidad de aceptar que no existe "la verdad" o "el verdadero fútbol que le gusta a la gente". Invocar encuestas favorables supone apenas un indicio favorable, al margen de que esos estudios abarcan un universo acotado. Por lo tanto todo puede discutirse, de lo contrario la verdad adquiriría el lugar del credo religioso sin reparar que existen planteos enriquecedores desde distintas escuelas. Eso sí, hay un aspecto importante que repone Cappa con destacada lucidez : el itinerario de la trampa en el fútbol argentino.

En función de lo expuesto cuentan, y mucho, dos operaciones eficaces para delimitar una borrosa línea entre buenos y malos, lindos y feos, soberbios y humildes, dado que así como se señala con el dedo a los dueños del buen gusto, también desde la otra vereda figuran quienes se han apropiado de un discurso reservado para ellos, los ganadores, los que piden ejemplos fácticos (resultados) para sentarse a la mesa del debate. Eso también implica una tácita descalificación. Una pena, ciertamente, porque la pasión -saludable, necesaria, inevitable- en torno de un tema provechoso para reintroducir la discusión sobre el juego enceguece a los protagonistas. Peor aún: los protagonistas alimentan, sin proponérselo, el costado más ingrato de determinada agenda periodística-farandulera centrada en reflexionar sobre las cremitas de Cubero u Otamendi, las novias de Fabbiani y Mouche en ese mundo paralelo que transcurre en la nocturnidad, o los peculiares almuerzos de Riquelme en la concentración de Boca.

Pero además, el torneo que termina también deparó hechos y conclusiones ceñidos al citado eje ganadores-perdedores aunque con otros intérpretes. Américo Gallego, el entrenador de Independiente, hizo un culto del entrenador-protagonista que rige el show, con gestos ampulosos para las cámaras, frases provocativas y una declaración de principios ya consignada en otros medios: adueñarse de la victoria de sus jugadores y eludir la derrota al señalar errores de sus dirigidos, reclamar la contratación de jugadores más idóneos para disputar con mejor suerte el próximo torneo y desplegar un manual de excusas que no interpela los saberes de alguien que sabe lo que es ganar partidos y campeonatos. Argentinos Juniors, con chances concretas de coronarse, no escapa al clima imperante. José Luis Calderón, ex referente pincha, reparó en los fallos favorables a Estudiantes, instalando dudas y sospechas sobre los arbitrajes, la mayoría infundadas, sin pruebas y enmarcadas en el resultado final.

En definitiva, se trata de episodios conocidos, recurrentes en las instancias finales e improductivos cuando se pierden de vista algunos datos comunes que enaltecen el trabajo de todos, por ejemplo, el protagonismo que recuperó Independiente, los meritorios y atrapantes rendimientos de Estudiantes y Argentinos en el certamen (una disputa superior a la que protagonizaron Banfield y Newell's en el último Apertura) y esos ratos de fútbol bien jugado que suelen exhibir los equipos de Cappa.

Es que si el tópico es ganar porque si no gano no hablo ni soy ni existo, si la palabra que cuenta es solo la propia, si las culpas siempre son de los otros, no hay modo de volver a debatir con amplitud de criterios sobre el juego, al cabo lo que importa y perdura, en el epílogo de un torneo que -indudablemente- abrió un surtido abanico de temas para reflexionar y analizar. Lejos de las chicanas y las mezquindades que clausuran la discusión y, más grave aún, dilapidan una de esas oportunidades que no abundan para reencontrar la polémica que enriquece.