miércoles, octubre 28, 2009

Punta Tatengue


Luego de varias frustraciones y más de un lustro en la B Nacional, Unión figura como uno de los principales candidatos a conseguir el ascenso a Primera, divisional en la que merece estar por historia, cantidad de hinchas y pertenencia a una provincia apasionada por el fútbol que tiene un clásico interesantísimo aunque desdibujado en los últimos años.

Afirmado en el trabajo de dos emblemas de la entidad -Nery Pumpido, el manager, y Fernando Alí, el técnico-, el cuadro tatengue presenta un equipo bien estructurado en todas sus líneas que consiguió, hasta aquí, triunfos importantes de la mano de su goleador, Claudio Guerra, y rendimientos interesantes como los de Gonzalo Saucedo, Derlis Martínez y Ariel Cólzera, tres piezas claves en el esquema concebido por el entrenador que vienen de jugar en primera la temporada pasada. Asimismo, cabe apuntar un dato que robustece sus aspiraciones y es su racha en condición de local, ya que registra 14 fechas sin perder en el estadio 15 de abril.

Si bien es prematuro conjeturar sobre sus chances en un campeonato que recién acaba de despuntar, parece oportuno decir que, a diferencia de campañas anteriores, el Tatengue tiene razones para soñar con el retorno. En once fechas demostró jerarquía en muchos de sus jugadores, carácter para sostenerse arriba (cosechó 10 de sus 22 puntos en los últimos minutos) y, como sugiere su nombre, unidad entre los representantes del club. A raíz de esos conflictos, precisamente, hace un año desperdició la chance de volver al perder la promoción ante Gimnasia de Jujuy. Probablemente todos los actores hayan tomado nota de aquellos errores y devuelvan a Unión al lugar que le corresponde.

lunes, octubre 26, 2009

Jugar a jugar


La sabiduría popular, parte insustituible del fenómeno del fútbol, designó con perspicaz ingenio el mote de "pecho frío" a aquellos equipos lánguidos, indómitos, faltos de carácter para acreditar logros resonantes. Indirectamente generó un mensaje puertas adentro, es decir a los del bando propio: jugar con pasión, sin regalar nada, a tono con el linaje y los pergaminos de los colores queridos. Todo un riesgo, cabe decir, cuando el ingenio no aparece y las pulsaciones aceleradas de los players nublan las ideas, confunden hombría con torpes guapezas, horadan las fortalezas de conjunto. Porque la actitud, elemento importante, exige un respaldo que remite ineludiblemente al juego.

San Lorenzo desde el arribo del mecenas Tinelli es un buen ejemplo de esto último. En el período 2008-2009 registra una andanada de expulsiones, amén de mala conducta generalizada y conflictos internos resueltos entre piñas y discusiones por los premios. Una explicación posible alude a la presión de saberse favorito y candidato de cuanta competencia se dispute, dado que hay un contrato tácito entre partes; así como el grupo económico invierte dinero, los jugadores también deberían invertir sudor y esfuerzo para lograr triunfos. Algo lógico, en definitiva, que presenta situaciones similares en otros clubes. Sin aportes de afuera pero ofreciendo las mejores condiciones de trabajo, dirigentes de diversas entidades esperan el buen rendimiento del equipo a partir de brindar salarios al día y exhibir un sólido orden institucional. No abundan, es cierto, pero en el fútbol argentino hay casos de este tipo.

Aunque, de todos modos, existe un matiz que diferencia a San Lorenzo del resto si se considera que se trata de un proyecto exclusivamente supeditado a conseguir resultados ya, sin tiempo para permitirse malas actuaciones ni jugadores carentes de espíritu, a tono con los compromisos convenidos. Una muestra, entre otras, la aportó Santiago Solari, jugador reconocido por su educación europea que terminó cautivo de esa maquinaria que reclama éxitos como sea y olvida las formas. Aquel Solari de lenguaje pulido y comportamiento ejemplar mutó en un bravucón maltrecho, sudamericanizado según el análisis de quienes creen ver -con anteojeras- pulcritud y corrección en el Viejo Continente. Otro tanto ocurre hoy con Bernardo Romeo, más preocupado en el roce y la ingrata lucha de amedrentar defensores que en armar sociedades con sus compañeros, reclamar asistencias, ratificar su estirpe goleadora.

Así, San Lorenzo es un equipo de pecho inflado, caluroso, consciente de sus atributos. Los futbolísticos, presumiblemente, serán los que lleven al ansiado éxito.


viernes, octubre 23, 2009

Cuatro arriba


Con ausencias de equipos coperos en los cruces decisivos, la 8º edición de la Sudamericana ingresa en su etapa final. Tras los encuentros de ida, los cuatro mejores perfilados para disputar las semis son San Lorenzo, Universidad de Chile, Liga de Quito y Cerro Porteño, candidatos con historia en su liga doméstica, la mayoría de ellos con gran arraigo popular. En este marco, y de no mediar sorpresas, tendremos partidos entre argentinos y ecuatorianos, por un lado, y paraguayos y chilenos, por otro. Nada anormal si no fuera por un déficit congénito de este torneo: el poco interés que le brinda el público brasileño a la competencia. Basta ver sus estadios cuando juegan de local, casi siempre vacíos, y el historial de la competencia: una sola Taza levantaron los clubes del país más ganador (Inter, el año pasado).

Así, los probables semifinalistas, cada uno con su estilo, desplegarán todos sus recursos para ganar el certamen debido a hechos y situaciones que difieren y conviene puntualizar de modo sintético.

-San Lorenzo buscará despegar en el plano internacional y consolidar un novedoso proyecto futbolístico que, hasta aquí, no acredita títulos. Un antecedente lo avala: ya ganó el torneo en 2002.

-Liga es otro de las entidades que amaga con dejar su sello en el Continente, ya que ganó la Libertadores en 2008, recuperó cconfianza en el juego tras la partida del técnico Edgardo Bauza, y exhibe rasgos de equipo mañoso, ordenado y desequilibrante, más acorde con la tradición rioplatense que con la pausa y el toque que identifica a países como Colombia y Ecuador.

-La U de Chile y Cerro Porteño, finalmente, coinciden en un aspecto indeseable: a diferencia de Colo Colo y Olimpia, clásicos rivales, no computan Libertadores. Más aún: no computan títulos internacionales. Al margen de las presiones, los azules sí presentan una formación de jerarquía que intentará continuar con el buen momento que atraviesa el país trasandino luego de la refundación iniciada por Marcelo Bielsa. El cuadro dirigido por Pedro Troglio, en tanto, viene recibiendo duras críticas por su nivel de juego y obtener la Sudamericana, de este modo, ofrece la oportunidad de recomponer el vínculo con los hinchas.

Claro que este análisis, como advertíamos, supone la eliminación de Vélez, River de Montevideo, Botafogo y Fluminense, equipos capacitados para revertir las respectivas series.

Esbozos, en definitiva, de un certamen mal promocionado teniendo en cuenta que la gloria se la lleva uno solo. Aunque, no menos cierto, muchos quisieran disputar las finales dado que también la Sudamericana es un plan B interesante, pródiga en billetes, y generosa en cuestiones de marketing.

jueves, octubre 22, 2009

Bazán


El Indio Daniel Bazán Vera es un personaje curioso del fútbol. Hosco, malhumarado, por momentos rencoroso, su carrera no revista mayores logros que haber llegado a la B Nacional jugando para Unión, Atlético Rafaela y Olimpo. Siempre identificado con Almirante Brown de San Justo, Bazán exhibe rasgos del jugador-barra, del tipo que se mueve entre las turbias aguas del exceso, del calentón del barrio que se pelea con los adversarios y hasta con los de su propio equipo. A veces, claro, tiene éxito. Muchos recuerdan el variado repertorio de goles que hizo jugando en Temperley, en 1999, que culminó con ascenso e idolatría por parte del equipo celeste.
Sin embargo nada queda de aquel amor gasolero. Bazán tuvo un retorno opaco en 2008 y enseguida acordó su regreso al cuadro Mirasol por tercera vez, donde también sufrió la inquina de una hinchada partida en dos y distinguida por su buen comportamiento.

Recientemente, el nueve de Bron calentó el clásico con Nueva Chicago por que sí y recibió la correspondiente descarga de gozos y chicanas de los hinchas del Torito. Nuevo episodio de una larga lista de episodios. Alguna vez lo llamaron el "Batistuta del ascenso" por su parecido en el aspecto físico y por su condición de goleador implacable. No pudo ser. Bazán jamás terminaría en pacatas canchas de polo. Ni siquiera con un Cambiaso y la mismísima verdinegra Adolfina frente a sus ojos.

miércoles, octubre 21, 2009

Itinerarios y Modernidad


Después de algunos conflictos con la empresa constructora y tras una peregrinación por escenarios diversos (Racing, Huracán, Lanús), Independiente reinaugurará oficialmente el estadio "Libertadores de América" el próximo miércoles, cuando el cuadro dirigido por Gallego reciba a Colón de Santa Fe. Una fecha esperada por la falange roja que suscita algunas lecturas: por un lado, revitaliza claramente la gestión Comparada, por otro, configura -según testimonios calificados- un hito en el fútbol argentino por la dimensión de la obra y por su estructura de estadio moderno, primero en seguir la recomendaciones de seguridad dispuestas por la FIFA, "el mejor del país", como susurran en voz baja los dirigentes del Rojo.

Para los hinchas se trata de una noticia auspiciosa. El último partido de Independiente en su cancha fue en 2006, cuando el equipo conducido por Jorge Burruchaga cayó 2 a 1 ante Gimnasia de Jujuy. En las tribunas hubo una multitud que concurrió jubilosa y contempló una derrota inesperada que llegó de la mano de un conocido: Darío Gandín, autor del segundo tanto jujeño. Tres años después, y pese a cerrarse la conscripción de socios y a los escasos 29 mil lugares disponibles, los hinchas asistirán masivamente para alentar al equipo y, si persiste la racha, para gritar goles del Chipi, ahora vestido de rojo (o blanco).

Como se dijo y se acordó oportunamente, "Libertadores de América" es la denominación que llevará el remozado escenario de Independiente. Aunque dificílmente se olvide que hubo un nombre patentado para siempre. Detrás de la modernidad, el lujo y las coquetas gargantas, anida otro estadio: el templo célebre, la Doble Visera de Cemento.

domingo, octubre 18, 2009

Proyecto Sur


Los dos últimos empates atenuaron el envión inicial aunque Banfield, invicto y tercero en la tabla en companía de otros clubes, parecería perfilarse como uno de los principales animadores del campeonato. Razones para afirmarse en la cima no le faltan. Con refuerzos valiosos, propios de una entidad con ambiciones, el cuadro dirigido por Falcioni es un equipo difícil, incómodo para los rivales y capacitado para abrir cerradas defendas mediante sus dos delanteros nacidos en Uruguay. En rigor Santiago Silva y Sebastián Fernández, como se dijo en reiteradas oportunidades, conforman una dupla temible que, en cierto modo, asombra. Daría la sensación que juegan en función del otro, sin egoísmos, conscientes que su aportes resultan fundamentales. Y vaya si lo son: llevan 23 tantos convertidos entre los dos en lo que va del año. Asimismo, uno u otro aparecen en momentos clave, como pasó ante Lanús y Arsenal, por citar dos casos en éste campeonato. Conviene, eso sí, descreer de la empiria estéril a la que son tan afectos ciertos analistas: Banfield puede ganar y perder con y sin la dupla oriental en el primer equipo.

Otro factor importante es la calidad del plantel, que está entre los mejores del fútbol argentino e incluso es superior al de algunos clubes grandes. No es un factor para minimizar. Por el contrario, y ensayando una posible lectura, la cotizada plantilla de Banfield supone que redefinió sus objetivos a partir del título de Lanús y propició con la llegada de Falcioni un cambio en la política institucional tras los ciclos fallidos de Leeb, Burruchaga y Llop. Sin olvidar, además, el gran trabajo realizado en las divisiones menores. Un par de datos en relación a esto último: el club suele ubicarse en las primeras ubicaciones del torneo de reserva -hoy, por ejemplo va quinto-, promueve juveniles con asiduidad y acredita otros logros significativos durante la gestión de Silvio Marzolini, el coordinador de las Inferiores durante diez años.
Datos y situaciones, en suma, que explican la auspiciosa actualidad del Taladro, uno de los más regulares de un torneo desparejo e inestable. Con las actuaciones influyentes de los uruguayos, un aceptable funcionamiento colectivo y algunos fallos arbitrales favorables, posiblemente le alcance para sostenerse en los primeros puestos y recuperar el protagonismo de otras épocas, que es, en definitiva, el reto principal.

viernes, octubre 16, 2009

Opciones


Los bajos rendimientos de Messi y Aimar, abren un enorme interrogante acerca del conductor del Seleccionado. Autoexcluido Riquelme y sin mayores variantes en el ámbito doméstico, daría la sensación que no hay razones para objetar una eventual convocatoria de Andrés D' Alessandro. Zurdo y carismático como Diego, el ex River podría resolver varios déficits en el equipo nacional. Hagamos un rápido repaso de sus virtudes: surgido en el árido suelo del potrero y capacitado en la liga brasileña, D'Alessandro reúne liderazgo, pegada precisa, inteligencia para construir pequeñas sociedades y, especialmente, rebeldía para no bajar los brazos ni apichonarse ante los primeros roces en el partido. Cualidades interesantes, vale decir, en épocas de claúsulas millonarias, ausencia de conductores fieles a la causa, y carencia de referentes menores de 30.

De sus muchos goles aquí y alla, quien escribe recuerda uno que bien podría integrar un selecto grupo de mejores conquistas en la última década. Fue en un clásico ante Boca, en la caliente Bombonera, donde el Cabezón coronó con gol una jugada sublime para un River hoy lejano e impensable. Y si bien las fotos, los elogios y la dicha de aquel duelo se los llevó solo Guillermo, héroe de aquel 2 a 2, quedó grabado en no pocos aficionados la jugada magistral que culminó el diez millonario.

Se trata de una alternativa posible, al cabo, y un complemento a los cambios inducidos por Maradona. Si bien están locales promisorios como Bolatti y Otamendi, además de los curtidos Palermo y Schiavi, falta el conductor, el viejo y querido diez, alguien que recuerde -y honre- las aptitudes del entrenador argentino . Una búsqueda en la región, por tanto, acaso reporte menos marketing pero más espíritu de equipo y sentido de pertenencia que la desangelada legión europea.

miércoles, octubre 14, 2009

Triunfo y replanteo


Fue el partido típico entre dos formaciones apremiadas por las circunstancias. Chato, friccionado y con escasísimas situaciones de gol. Casi sin proponérselo, Argentina ganó una verdadera final en el mítico Centenario después de tres décadas. Y desató un mini festejo por la jerarquía del oponente y por lograr la clasificación al mundial tras un ciclo signado por los contratiempos y las propias impericias.

¿Qué tuvo el Seleccionado para conseguir el mejor triunfo de los últimos diez años? Principalmente la famosa actitud, un atributo que podía inculcarle Maradona al equipo a partir de sus ínfulas motivadoras y su condición de ídolo nacional. Asentado en la fortaleza espiritual, entonces, sobresalieron Verón, patrón del medio y líder del equipo; la firmeza de Heinze, Schiavi y De Michelis para anticipar a los buenos delanteros orientales y revertir el descalabro de los primeros minutos, y la vocación ofensiva de Bolatti, un cinco clásico que suele llegar al gol. También aportaron al triunfo el empeño de Jonás Gutiérrez, la marca de un recuperado Mascherano y algunas maniobras individuales de Di María, una alternativa por izquierda interesante con miras a Sudáfrica.


Claro que en lo respecta al juego, aquello que le da sentido a este deporte, el Seleccionado sigue en deuda. Abusa de pelotazos inocuos, no promueve sociedades ni desbordes por las bandas, tampoco saca provecho del consabido talento de sus figuras y carece de funcionamiento ante los reiterados cambios en la formación titular. Frente a Uruguay, prescindiendo de la fortuita maniobra que finalizó en el gol de Bolatti, no hubo inteligencia ni creatividad para elaborar una sola opción de gol. Apagado Messi, como casi siempre, ausente Aimar, un conductor capaz, Argentina pareció un equipo modelado para el contragolpe. Demasiado poco por nombres e historia futbolera.


En suma: la falta de un esquema definido, la improvisación constante y el bajo rendimiento de sus jugadores clave explican por qué el Seleccionado llegó a la última jornada con chances concretas de quedar eliminado. Esta vez, influyó la unidad del grupo para cumplir con el objetivo. Que no es poco si analizamos el rendimiento de estos jugadores en la competencia. Pero que seguramente no alcance si se pretende volver a levantar la copa después de 24 años.


De lo otro que dejó el partido (fellatios, internas, primicias, rencores), acaso sea tema de programas no solo circunscriptos al mundo del deporte.

El lenguaje de la derrota


Como se señaló oportunamente en crónica periodísticas de las más diversas, Argentina llega al partido definitorio ante Uruguay debilitado por las internas y en condiciones desventajosas. Sin entrenamiento suficiente y sin una estructura confiable para soportar los embates de un rival entonado, suena lógico que predomine la crítica anticipada y el escepticismo del público ante una derrota que se presume inevitable.

Conviene, eso sí, abrigar alguna chance en el carisma de algunos jugadores. Verón, Schiavi, Mascherano y Palermo, por caso, conocen de gestas heroicas cuando la noche oscurece y el relato del fracaso invade la escena. Una señal de aliento, tal vez, para esas tres generaciones de hinchas que no saben de mundiales sin Argentina y no recuerdan un sufrimiento semejante en el nuevo formato de las eliminatorias. Y una posibilidad, también, para los jugadores, estrellas despistadas que tendrán la posibilidad de redimir las ingratitudes con sus hinchas generosos, hinchas siempre disponibles para crear pequeños monstruos que, tarde o temprano, fabbianizarán el juego.

Tiempo, entonces, de buscar el equilibrio entre la creencia y la pasión. Tiempo de situar la crítica que corresponde: sin concesiones pero leal, profunda pero dispuesta a cambios estructurales que remuevan ropajes hediondos, corrosiva pero capaz de pavimentar un camino luminoso para el fútbol argentino.

Crítica que incorpore un nuevo lenguaje, heredero de las mejores tradiciones intelectuales del pueblo, para narrar el ciclo y narrar la época que parecen terminarse.

martes, octubre 13, 2009

"Van a venir más derrotas"


Leemos a Almeyda, hoy: "No se salva el año ganándole a Boca" . Traducido quiere decir: ni se ilusionen con ganar el clásico, nos quedan 11 derrotas por delante. Así de crudo es el presente de River. El ingeniero Pellegrini, todavía entrenador millonario, señaló lo mismo tras un 0-2 con Boca. Debe ser el único club en el mundo donde todo es groseramente previsible, donde todos sus referentes se saben impotentes (miren las caras de Astrada, Almeyda y Gallardo), donde todos los días hay un hincha menos.

Volvió el Beto


Con el estreno de Alberto Pascutti como entrenador, Platense rescató un valioso punto ante San Martín de Tucumán, el gran candidato al título de la temporada 2009-2010, que permite renovar expectativas en el Calamar tras un inicio complicado en el certamen (había sumado apenas 6 unidades, con una victoria, tres empates y cuatro derrotas). Si bien el juego resultó favorable al equipo de Saavedra -estuvo dos goles arriba a solo 15 minutos del final- el empate no es un mal resultado si se considera la envergadura del rival, la dimensión del escenario (casi 20 mil personas en las gradas, un verdadero clásico tucumano) y los serios los problemas internos que acarrea la entidad marrón en el plano institucional.

¿Qué cambió con Pascutti? Principalmente la motivación. Más ordenado tácticamente y con espíritu de pelear el partido en un cancha compleja, Platense golpeó en los momentos justos y mantuvo un nivel parejo durante los 90 minutos pese a algunas desconcentraciones heredadas del ciclo precedente. En ese línea de análisis, cabe destacar la performance de su joven figura, Emanuel Romero, quien aporta desequilibrio en los tramos finales y tiene gol, un déficit del equipo luego de la partida de Facundo Diz. Acaso Diego Ceballos, si logra atemperar su ímpetu, pueda ser un buen complemento de Romero y el reemplazante natural al ex Tigre y All Boys. Otra pieza clave del esquema delineado por el Beto fue Marcelo Scatolaro, un número cinco siempre bien ubicado y sostén anímico del cuadro calamar, que impuso su jerarquía en el juego y tuvo inteligencia para estructurar el mediocampo ante la avanzada ciruja.

Es cierto que no alcanzó. Pero no debe olvidarse, como decíamos anteriormente, que Tucumán es una de las plazas más difíciles de la competencia (las otras son San Juan y Córdoba) y, consecuentemente, un partido sindicado como "perdible" a la hora de analizar el fixture. Por tanto, fue buena, o muy buena, la presentación de Platense en el norte argentino porque el equipo demostró tener recursos para mejorar su juego y trepar en la tabla. Y porque lo tiene a Pascutti, nombre fundamental del ascenso como Caruso Lombardi, en el banco. Con Pascutti vayamos olvidándonos de esos equipos que juegan a reglamento, descafeinados y blanco de insultos, definitivamente no aptos para esta categoría.


jueves, octubre 08, 2009

Cuando juega Uruguay


Argentinos y uruguayos, rivales de un clásico rioplatense devaluado, jugarán la final menos deseada si es que el equipo Celeste se trae un empate ante el mejor equipo de las eliminatorias.
Lejos del clima armonioso de los últimos duelos en el Centenario (2001 y 2005), un eventual choque definitorio genera inquietud, mucha inquietud, en ambas orillas si pensamos en los íntimos vínculos construidos entre las dos naciones, a veces enojosos cuando afloran soberbias y veleidades, a veces más sólidos ni bien se advierten fuertes identidades arraigadas y costumbres compartidas que vale la pena defender. Algunos ejemplos recíprocos de la política, la literatura, la música y, obviamente, el deporte, testimonian que no hay enemigos del otro lado del charco. Como tampoco lo hay tras la delgada frontera que separa a argentinos y uruguayos de Brasil.

Pero detengámonos en el fútbol, que eso habla este blog, y dejemos el romanticismo rioplatense para después del match. Parecería llegar más exigido el equipo albiceleste al duelo con los orientales. Por el incómodo lugar en la tabla general -hoy en repechaje-, por cortocircuitos internos indisimulables, por los millones desparramados en el rectángulo y por la figura de Maradona, el símbolo de la patria para algunos, el técnico analfabeto para otros.
Sin embargo, y de arrancarle un empate en Quito al cuadrazo de Sixto Vizuete, Uruguay también jugará un partido especial y generoso en presiones. La crónica de la Celeste, últimamente, es sinónimo de marcada decadencia, anecdotario del '50, frustraciones de madrugada. Un dato, por caso, constituye una muestra categórica sobre el paisito de hoy que supo ser país en términos futboleros; de los últimos cuatro mundiales, Uruguay participó solo en uno (Corea Japón 2002). Demasiados fracasos acumulados para un seleccionado bicampeón olímpico y del mundo que acredita, además, la nada desdeñable cantidad de 14 Copas Américas (primer lugar del podio junto a Argentina, seis más que Brasil).
En consecuencia, y de evitar la derrota ante Ecuador, el juego ante el equipo de Maradona no será un partido más para los charrúas. Hablamos de un grande, al cabo, que tiene su mística, sus hinchas fervorosos, y sus muy buenos jugadores en las principales ligas del mundo. Forlán, Luiz Suárez, Walter Gargano, Cristian Rodríguez, Sebastián Eguren, Diego Pérez, Edinson Cavani -por citar algunos destacables- integran el plantel.
Cabe interrogarse, eso sí, cómo ocurrió que uruguayos y argentinos llegaran apremiados al cierre de las eliminatorias. Dirigida por el Maestro Tábarez desde 2006, la Celeste presentó un elenco estable de nombres que alternó buenas y malas, resignó muchos puntos en el Centenario, y hoy no le sobra nada pese a ser el tercer equipo más goleador detrás de Brasil y Chile. Argentina, en tanto, sufrió cambios de arqueros, de volantes y de delanteros en el proceso iniciado por Basile y culminado por Maradona, varió sin éxito la condición de local, pagó con goleada una fallida actuación ante Bolivia (anteúltima en la clasificación, derrotada por Uruguay 5-0 en el comienzo del certamen) y promovió un seleccionado nativo con jugadores menos cotizados y más idóneos.
Pasiones y nacionalismos aparte, cada hincha tendrá la posibilidad de analizar no un partido sino un ciclo. Y sabrá, claro que sabrá, quién merece ir a Sudáfrica.

martes, octubre 06, 2009

Rey y reyna

Messi, la reyna según enseña Carrasco, y ¿Villagra?

Con buen número de periodistas sudamericanos acreditados y entradas al público que oscilan entre los 40 y 320 pesos, Argentina-Perú se jugará a estadio cubierto, otra vez en River, otra vez con Messi en el once titular. Hablamos de un partido con carácter de clásico si consideramos antecedentes históricos y apuntes de actualidad, entre ellos jugadores destacados en ambas selecciones, episodios imborrables, rivalidad amplificada por chauvinismos indigeribles. Sobre este último aspecto, dice hoy el matutino El Bocón acerca de un supuesto incentivo para los peruanos: "El problema es que ahora jugamos contra los argentinos, los mismos a los que ayudamos -interesada o desinteresadamente- hace dos fechas. Sin embargo, nuestra fuente nos dijo algo más. Colombianos y uruguayos preparan una bolsa de 200 mil dólares para los peruanos si le ganan el sábado a Argentina. Ya está pactado, agregó. ¿Usted qué dice querido lector? Por supuesto, nadie lo va a aceptar, pero nosotros creemos que es cierto".

Más allá de incentivos y componendas, existe un dato estadístico que merece la atención de todos, ya sea en el frío de Tierra del fuego o en el calor de Iquitos: Perú, hoy último en la clasificación, fue el único país que sacó -sin eufemismos- a Argentina de un mundial. Pasaron 40 años y la huella perdura. Dato contundente para alimentar morbos y fanstasmas, dato que todo peruano debe atesorar entre sus orgullos deportivos.

Sin apartarnos del tema, cabría hacer una reflexión respecto del hoy alicaído fútbol incaico. Perú, país que hace rato no participa de una copa del mundo, atravesó un gran momento deportivo entre 1970 y 1982 donde clasificó a 3 de los 4 mundiales (en el del 70 llegó a cuartos de final y en el 78 a la segunda ronda de un torneo plagado de sospechas). El presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) durante aquel exitoso período era de la misma nacionalidad, don Teófilo Salinas. Clasificado por cuarta vez consecutiva a la máxima competencia, Paraguay desarrolla un ciclo similar al peruano, en el marco de la gestión de Nicolás Leoz, guaraní de pura cepa y presi que sucedió a Salinas en la CSF. Una coincidencia sugestiva pero que de ninguna manera desmerece los logros futbolísticos de ambos países.

Con todo ese bagaje político-deportivo como telón de fondo, Argentina y Perú vuelven a enfrentarse en River. Ya no estarán Maradona ni Reyna en el vérded césped, pero sí Lionel Messi. Y con Messi y un equipo visitante vestido con esos colores, parece casi imposible gastar dinero a cuenta.

Decisiones


Todo indica que Leonardo Astrada cerrará el ciclo de técnicos bendecidos por Aguilar. Se trata, quién sabe, de un acierto o un nuevo desaguisado dirigencial en materia de elección de entrenadores, agravado ahora por un proceso eleccionario insidioso que promete mucho. Promete hasta lo inverosímil: Cuiña, Cavallero y Quintás, entre otros. Parafraseando a los primos: Esto es River!

La estrategia del aguilarismo-isaraelismo no resiste mayor análisis porque todo es demasiado obvio cuando las decisiones se basan en el daño, la maledicencia, lo siniestro inconfesable, el error no forzado.

Existe, sin embargo, una hendija para entrar al tema que, en este caso, remite al retorno de un jugador ganador y combativo que encontró la dirección técnica sin buscarla. Los antecedentes, en tal sentido, muestran claroscuros. En la primera experiencia de Astrada en el mismo banco donde fue suplente de Almeyda en 1996, se cuentan un título local tras brumoso empate ante Rafaela, dos semifinales de Libertadores, gravísimos conflictos de vestuarios, listados que incluyeron futbolistas clase C y despedida abrupta en un camarín visitante del sur bonaerense. Cada quién hará la evaluación que le plazca ya que hay para elegir: victorias, derrotas, papelones, amores cruzados, Obermans y Talamontis.

Con un detalle a considerar: de haber cometido errores y deslices, la responsabilidad absoluta no fue exclusivamente del Jefe sino también de sus letrados empleadores. Astrada, el contratado, es menos lesivo que el contratante, si bien ambos comparten un mismo sustrato ideológico: saber que todo está por hacerse, que todo comienza hoy.

Cómo no irían a reencontrarse a la hora del crepúsculo.

sábado, octubre 03, 2009

Lanús, paréntesis y prestigio intacto


No arrancó bien Lanús la segunda etapa del año. Después de la prometedoras victorias sobre River y Huracán en condición de visitante, hubo un pronunciado bajón en el juego que repercutió en los resultados. Y que motivó quejas de hinchas y asociados que esperaban más, mucho más, en el Apertura y la Sudamericana, las dos competencias que, transcurridas un puñado de fechas, ya no tendrán un club del sur color granate en lo más alto del podio.
Como ocurre casi siempre, ninguna crisis futbolística, por más circunstancial que fuera, surge por que sí ni depende de los caprichos del azar. Jugadores influyentes que ya no están (Bossio, Sand y Valeri), rendimientos bajos de las incipientes figuras (Blanco y Salvio) y desaciertos del conductor (Luis Zubeldía) son algunas de las claves que explican el presente mediocre de Lanús, a contramano de los últimos años en los cuales atributos como belleza y eficacia perfilaron un estilo reconocible. Un estilo que marcó el ritmo de la competencia en los certámenes domésticos.

Señaladas las probables causas del declive en los números, resulta pertinente interrogarse qué tiene Lanús para torcer la racha adversa y recuperar protagonismo. Salta a la vista que tiene poco aunque, en rigor, la abundancia no fue, ni es, ni problemente será un rasgo distintivo en sus jóvenes planteles. Más importante, en tal sentido, pareceria ser redefinir nuevos objetivos, modestos y sin tanto despliegue discursivo, para encarrilar a un grupo de jugadores que conocen lo que es jugar en Lanús y saben del valor de un club donde el esfuerzo colectivo no es la excepción, sino la única condición que lo hace posible. La frase "Lanús es una familia" no alude a un slogan vacío, sino a una reivindicación enarbolada desde el orgullo. Asimismo, plantearse otras metas no debería entenderse como conformismo bobo o falta de ambición. Por el contrario, se trata de persistir en un proyecto y una mentalidad, juntar energías para volver a los primeros planos con más y mejores recursos.
En ese marco, recordar de dónde se viene es una tarea aconsejable y un ejercicio que convoca todos: dirigentes, jugadores, cuerpo técnico e hinchas. Lanús, siguiendo el razonamiento, hizo de la coherencia y la continuidad de los procesos una virtud, algo reconocido hasta por sus enconados detractores. Sería bueno no olvidar ese dato, ahora que el podio quedó lejos y el prestigio permanece intacto.

jueves, octubre 01, 2009

De acá


La idea surgió tras el arribo de Diego Maradona al Seleccionado y tuvo su prueba de fuego en Santa Fe, ante Panamá, con el referente del club anfitrión de ese partido en el plantel (Bichi Fuertes) y una multitud en las tribunas. Fue un 3 a 1 inobjetable ante un equipo débil, convocado de apuro. Claro que se produjo poquito después del colapso en La Paz, algo que aceleró los tiempos reales y retrasó, en parte, los debates respecto de una iniciativa tendiente a promover y afianzar un equipo integrado con jugadores del medio local.

Con esos antecedentes, esta versión atípica del seleccionado jugó nuevamente un amistoso fuera de la Capital Federal, otra vez frente a un rival de escasa jerarquía luego de una derrota dolorosa y con dos grandes figuras en el rectángulo: una local (el cordobés y pirata Mario Bolatti) y otra de alcance nacional (Martín Palermo).

Prescindiendo de las discusiones sobre afueras y adentros, de las convocatorias polémicas y de las conveniencias de los organizadores, creemos que resulta provechoso insistir con la idea de jugar amistosos en condición de local, al margen de la delicada situación que atraviesa Argentina en las eliminatorias. ¿Por qué? Entre otras razones porque, precisamente, no se interrumpe un proyecto incipiente cuyos objetivos incluyen -y también exceden- la clasificación al mundial. No parecen temas menores fortalecer el resquebrajado vínculo con los aficionados, y renovar la itinerancia por ciudades y localidades futboleras de todo el país, dos aspectos que, incorporados en las agenda de dirigentes, técnico y manager, permiten proyectar un seleccionado fuerte, popular y con variantes mediante la realización de repetidos ensayos. En Córdoba hubo atisbos de un reencuentro entre el equipo y el público, quizás porque al faltar las figuras del exterior decrece la exigencia, o producto de otros dos factores como la identificación con algunos jugadores del torneo doméstico -Martín Palermo-, y ver de cerca nuevamente la camiseta albiceleste.

Suena sensato, en tal sentido, matizar los reparos ante las calidades de Ghana y los que vendrán, si bien éstos cuestionamientos se basan en razonamientos atendibles: los inminentes duelos definitorios de las eliminatorias, la envergadura del adversario, las conductas espasmódicas de Maradona y la futilidad de ciertas convocatorias. Argumentos, vale señalar, estrictamente de coyuntura, limitados al corto plazo. Con todo, la discusión en el equipo argentino no pasan por la jerarquía del rival ni por las elecciones del actual entrenador. Muchísimo menos por los dos compromisos de eliminatorias por delante.

Un dato importante para advertir es la ausencia de un plan estratégico conjunto, acaso el principal problema que golpea al equipo nacional. Da la sensación que hoy en el seleccionado prevalecen internas que dificultan, e incluso inciden de modo determinante, para que ésta y cualquier otra iniciativa inteligente prospere.

Es de esperar, en consecuencia, que se resuelvan los conflictos puertas adentro, si es que persiste la intención de construir una selección auténticamente nacional, no encapsulada en su propia gloria. Apta para volver a emocionar, aquí y allá, a esas mayorías que dice representar,