Los dos últimos empates atenuaron el envión inicial aunque Banfield, invicto y tercero en la tabla en companía de otros clubes, parecería perfilarse como uno de los principales animadores del campeonato. Razones para afirmarse en la cima no le faltan. Con refuerzos valiosos, propios de una entidad con ambiciones, el cuadro dirigido por Falcioni es un equipo difícil, incómodo para los rivales y capacitado para abrir cerradas defendas mediante sus dos delanteros nacidos en Uruguay. En rigor Santiago Silva y Sebastián Fernández, como se dijo en reiteradas oportunidades, conforman una dupla temible que, en cierto modo, asombra. Daría la sensación que juegan en función del otro, sin egoísmos, conscientes que su aportes resultan fundamentales. Y vaya si lo son: llevan 23 tantos convertidos entre los dos en lo que va del año. Asimismo, uno u otro aparecen en momentos clave, como pasó ante Lanús y Arsenal, por citar dos casos en éste campeonato. Conviene, eso sí, descreer de la empiria estéril a la que son tan afectos ciertos analistas: Banfield puede ganar y perder con y sin la dupla oriental en el primer equipo.
Otro factor importante es la calidad del plantel, que está entre los mejores del fútbol argentino e incluso es superior al de algunos clubes grandes. No es un factor para minimizar. Por el contrario, y ensayando una posible lectura, la cotizada plantilla de Banfield supone que redefinió sus objetivos a partir del título de Lanús y propició con la llegada de Falcioni un cambio en la política institucional tras los ciclos fallidos de Leeb, Burruchaga y Llop. Sin olvidar, además, el gran trabajo realizado en las divisiones menores. Un par de datos en relación a esto último: el club suele ubicarse en las primeras ubicaciones del torneo de reserva -hoy, por ejemplo va quinto-, promueve juveniles con asiduidad y acredita otros logros significativos durante la gestión de Silvio Marzolini, el coordinador de las Inferiores durante diez años.
Datos y situaciones, en suma, que explican la auspiciosa actualidad del Taladro, uno de los más regulares de un torneo desparejo e inestable. Con las actuaciones influyentes de los uruguayos, un aceptable funcionamiento colectivo y algunos fallos arbitrales favorables, posiblemente le alcance para sostenerse en los primeros puestos y recuperar el protagonismo de otras épocas, que es, en definitiva, el reto principal.
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