martes, junio 29, 2010

OCTAVOS DE FINAL // Cuestión de potencia


La serie entre brasileños y chilenos tuvo semejanzas con el duelo de Francia 1998: misma instancia, ídéntico vencedor y notorias asimetrías entre los contrincantes manifiesta en la chapa final (diferencia de tres goles). No obstante, cabe puntualizar matices relativos a la performance de los chilenos, el seleccionado que llegó a Sudáfrica después de una eliminatoria brillante -finalizó 2º- con varios hitos incluidos, por ejemplo el primer triunfo oficial ante Argentina, en 2008, y la racha de cinco victoria como visitante. Equipo que no tuvo a la dupla atacante conformada por Marcelo Salas e Iván Zamorano, como 12 años atrás, pero que consiguió una victoria en un mundial después de casi medio siglo, relegó al incipiente y promisorio combinado suizo y mantuvo la premisa de atacar y brindarse por el espectáculo durante su breve estada mundialista, algo que no abunda en el certamen de Sudáfrica.

Queda, por supuesto, la sensación de que el seleccionado de Bielsa no pudo sortear uno de los obstáculos previstos, consignados en este sitio, tendiente a achicar la brecha con las potencias a raíz del visible cambio de mentalidad que supo inculcar el entrenador argentino a sus jugadores desde su arribo a La Roja. Chile, en este sentido, pagó carísimo errores ante España y Brasil, conforme evidenció que le falta jerarquía y le sobra audacia. Justamente, y como consecuencia de sus planteos ambiciosos, la evaluación debería contemplar que el cuadro trasandino progresó en variados aspectos y que el intento cotiza alto entre tanta cautela y oportunismo, más allá de que prevalece lo que admitió Bielsa consumada la eliminación en Sudáfrica. "Las distancias entre los grandes equipos y nosotros aún existen". Se notó bastante en el duelo ante Brasil, lo cual alimenta un debate sobre trabajos formativos y proyectos dirigenciales en el país trasandino, sometidos -muchas veces- a los arbitrios del dinero expresado en millonarios que desembarcan en los clubes para otros propósitos y a una política referente al Seleccionado que -da la sensación- parece vacilante, hermética y aún no dispuesta a desplegar todos sus recursos para lograr otros resultados que ubiquen a Chile en el umbral de los grandes equipos.




 La contracara es Brasil, clasificado una vez más a cuartos de final luego de una actuación convicente y esperanzadora. Hay un meríto que debe adjudicarlesele a Dunga: haber ideado a una formación sólida, efectiva y en cierta medida austera, a tono con el fútbol moderno, pero desde la indiosincracia de los brasileños que remite, inequívocamente, a jugar con aplomo y motivación. Sin apartarse, además, de las enormes cualidades técnicas surgidas en los futbolistas de ese país, ese virtuosismo que sigue marcando diferencias independientemente de los nuevos y promocionados abordajes tácticos.

Habrá que ver si ante Holanda, el seleccionado que ganó todo lo que jugó hasta aquí junto con Argentina, le bastará con su juego que no desdeña ni lo pragmático ni el talento ni la alegría. Esa alegría tan suya que lo hace más potencia, más firme y más candidato que nunca.

lunes, junio 28, 2010

OCTAVOS DE FINAL // Paraguay, extraño en una tierra conocida

El balance de Octavos arrojará, lamentablemente, la eliminación de al menos un seleccionado sudamericano. Hecho que supone decepción y hasta cierto sabor a injusticia, si bien no borra de un plumazo lo que ya es un acontecimiento digno de encomio: por primera vez en un mundial todos los representantes de América del Sur superaron la fase inicial. Con números y derivaciones elocuentes, incluso, ya que de los 5 países intervinientes, 4 de ellos ganaron sus respectivos grupos con suficiencia, templanza y un plan bien concebido y mejor ejecutado.

El desempeño de Paraguay, por caso, lleva el sello distintivo de la sorpresa, para una gran mayoría, y de la admiración, para otros. Alcanza con observar los antecedentes del cuadro guaraní para entender su venturoso presente y advertir, en ese trayecto, que este equipo lideró las eliminatorias durante buena parte de la competencia, plasmó un esquema definido respaldado por valores inestimables como la forteleza física y la audacia, producto de la conducción de un argentino del cual se habla poco -Gerardo Martino- al tiempo que fue cavilando la idea de llegar a la cita mundialista con algunas certezas, entre ellas ponderar las propias cualidades, asomarse a la actualidad de sus rivales de grupo y, especialmente, convencerse de que había una oportunidad en esa tierra de semejanzas en el plano social y deportivo. Tierra marcada por el sufrimiento, el atraso y todos los escollos, vergüenzas y anhelos incumplidos de las naciones tercermundistas.



Sellada la 3ª clasificación a Octavos y su inédita ubicación en la ronda de grupos, Paraguay se medirá ante un Japón entusiasta, bien preparado y con el anímo por las nubes tras abrochar su pasaje a la siguiente etapa por segunda vez en la historia (la anterior, en 2002). Un duelo que se presume áspero y cerrado, con pocos espacios y un aspecto clave que no debería desatender el seleccionado guaraní: imponerle ritmo e intensidad al partido a partir de la tenencia del balón, teniendo en cuenta que Japón mostró criterio para manejar los tiempos del partido y otros dos puntos altos que lo convierten en un rival de riesgo: la confianza grupal expresada en el mensaje de un entrenador que interrumpió el ciclo de extranjeros en el cargo, Takeshi Okada (previo al inicio de la Copa del Mundo dijo que el objetivo es llegar a Semifinales), y el rendimiento sobresaliente de Keisuke Honda, una de las figuras de Sudáfrica 2010 hasta aquí.

De modo que se vislumbra un duelo especial donde el ganador ingresará en la historia al arribar a Cuartos después de 8 participaciones, en el caso de Paraguay, y 4, en el de Japón. Para el cuadro guaraní la serie implica, también, comprobar que aquello desconocido no lo parece tanto. Sucede que sus actuaciones en Sudáfrica basadas en el coraje y entrega, así como la manera de adptarse a situaciones y escenarios diversos, colocan a Paraguay como un seleccionado afirmado y de experiencia, en visible contradicción con el breve resumen que atestigüan sus números mundialistas.

jueves, junio 24, 2010

GRUPO B // Argentina, un reconocimiento al diez

El ánimo festivo que invade cada rincón de la Argentina configura una fuerte señal de lo que genera el Seleccionado de Maradona, concluida la primera fase de Sudáfrica 2010. Esperanza, conformidad y lógicos desbordes dan cuenta de un escenario impensado semanas atrás, cuando influyentes medios discutían ausencias en la lista de convocados, modos de trabajo y otros aspectos vinculados con el posible desempeño del Seleccionado, siempre desde el juicio severo e implacable.

Lo concreto es que, insidias aparte, había razones para recorrer el camino del escepticismo y la duda, ya que Argentina venía de actuaciones discretas en las eliminatorias y en los amistosos, además de marcados cortircuitos internos en su conducción que desestimaban -al cabo- un clima alegre y esperanzador como el que acompaña al equipo nacional por estas horas. No obstante, y aceptado que la zona B se presumía accesible para el cuadro argentino, el juego exhibido por el equipo sorprendió gratamente a hinchas, jugadores y analistas de nuestro país. Lejos de los esquemas cautelosos y especulativos que dominan la competencia, el Seleccionado se reveló ambicioso, protagonista, una auténtica máquina de atacar que podría haber goleado en sus tres presentaciones. Con algunos futbolistas en altísimo nivel, por ejemplo Messi, Tévez, Heinze y Mascherano, pero también con reservas de jerarquía que aportaron decisivamente en determinados tramos de los encuentros.

Así, el provisorio balance en torno del rendimiento argentino indica que hay una máxima que suele cumplirse: el mundial es un torneo aparte, impredecible, a veces injusto, a veces muy exigente, y en el cual los antecedentes no siempre constituyen un reaseguro ni una condena para nadie. Sin olvidar, además, que el fútbol -y mucho más un mundial- no está escindido de los humores y de las expectativas de una sociedad dado que existe un componente identitario en este tipo de campeonato imposible de soslayar, si bien en ciertas ocasiones, eso sí, se invoca a una patria fantasmal e inasible.



De cara a los octavos, Argentina llega entonado al cruce con México tras una primera fase con puntaje ideal (algo que no ocurría desde hace 32 años) y con momentos llenos de emoción: las piruetas del diez con la pelota desde fuera del rectángulo, los abrazos y las palabras de aliento de Maradona a sus dirigidos, el gol de Martín Palermo ante Grecia, las cualidades mostradas por dos futbolistas analizados con lupa por el firmamento mediático (Higuaín, Heinze) y la aparición de Messi, esa figura especial que, no habría que descartarlo, acaso provoque dos reacciones cuando finalice el mundial: el elogio empalagoso o la condena denigratoria.

No obstante, el exceso de confianza puede confundir a un equipo que hizo de la humildad y de la sencillez una virtud, y también una política para escaparle al incómodo rótulo de favorito lanzado por quienes viven acomodando evaluaciones conforme varían resultados. Estos mismos voceros deberían ser considerados -o al menos celebrar- a un equipo que abre las puertas de un futuro auspicioso, encendió ilusiones inusitadas y desató fervores extendidos, pero ahora, no cuando llegue la hora del escarnio. Porque el seleccionado ya superó lo realizado por el cuadro de Bielsa en 2002, el técnico que hoy recoge simpatías en nuestros país. Maradona, el máximo ídolo deportivo de todos los tiempos, no debería esperar tanto para escuchar que ya es un técnico respetable, digno exponente de una escuela de entrenadores sagaces, intuitivos y de probada capacidad.

martes, junio 22, 2010

GRUPO A // Uruguay, más allá de cumplir

El cierre del Grupo A deparó sorpresas y sensaciones disímiles en los resultados y en el juego mostrado por los 4 equipos intervinientes: decepción profunda en Francia; irregularidad y leves señales positivas en Sudáfrica y México; y entendible euforia en Uruguay. Sobre la Celeste, precisamente, recaen hoy merecidos elogios, dado que ganó la zona con encomiable solidez, tuvo ratos de fútbol vistoso y cohesionado, en tanto logró emular lo conseguido 20 años atrás, clasificar a octavos de final.

Claro que existen notorias diferencias entre aquel equipo también dirigido por el Maestro Tabárez y éste que aminoró el resonar constante de las ya célebres vuvuzelas, entre otras cosas porque en Italia '90 Uruguay obtuvo el pasaje a la segunda fase en el último suspiro tras el tanto agónico de Daniel Fonseca ante Corea del Sur, mientras que en Sudáfrica finalizó primero sustentado en una formación más idónea, más cotizada y -sobre todo- más convencida.

Una primera lectura, entonces, indica que Uruguay estuvo a la altura de las circunstancias según marca su historia y su porte de selección de jerarquía, manifiesta en un grupo de futbolistas que se desempeñan en las mejores ligas del mundo. La estadística, por tanto, deviene demoledora (ganó dos partidos consecutivos después de mucho tiempo con cuatro goles a favor y ninguno en contra, provocó la eliminación del país anfitrión -una rareza en la competencia-, y consumó su mejor performance en una zona de grupos desde Suiza 1954), pero también cuentan los atributos de un seleccionado que llegó a la cita mundialista con la íntima seguridad de reducir recientes derrotas, sucesivos padecimientos en su organización, múltiples olvidos.




Lo que sigue para el equipo charrúa, según lo que se advierte, es continuar por la senda transitada hasta aquí a partir de sus valores expuestos, por ejemplo la firmeza en el fondo que ofrece su solvente arquero, Fernando Muslera, y tres pilares defensivos vitales como Diego Pérez, Diego Lugano y Maxi Pereira, y el aporte de jugadores de probada capacidad para sorprender en el aspecto ofensivo debido a sus particulares habilidades: Diego Forlán, Luis Suárez, Alvaro Pereira y Edison Cavani, auténtica revelación. No es poco, ciertamente, teniendo en cuenta que el cuadro de Tabárez hizo bastante al ganar un grupo complejo, competitivo por donde se lo mire y muy temido en tierra oriental.

Es decir: ya cumplió, si se toman como referencia los últimos 4 mundiales, ese tiempo de ausencias y deshonras que no alcanza, sin embargo, para exigirle algo más a este Uruguay que conoce las recompensas de apostar a causas superiores.

miércoles, junio 09, 2010

GRUPO F // Paraguay: Guapos y bastardos



Dominar casi de principio a fin las recientes eliminatorias sudamericanas, clasificar por cuarta vez consecutiva a un mundial, exportar jugadores a prestigiosas ligas europeas y erigirse como una incipiente potencia del continente capaz de derrotar a los vecinos Brasil y Argentina con relativa facilidad, convierten a Paraguay en un seleccionado vigoroso, entusiasta y maduro para alcanzar uno de sus objetivos históricos pendientes: entreverarse por primera vez entre los 8 mejores de una Copa del Mundo.

No es difícil puntualizar el crecimiento del seleccionado albirrojo. Los resultados evidencian una parte de ese progreso (en las eliminatorias para Sudáfrica 2010 sumó 33 unidades, nuevo hito en un itinerario que exhibe dos Copas Américas ganadas y una medalla de plata en los Juegos Olímpicos de Atenas), aunque cabe destacar los avances en el juego dado que Paraguay le agregó a su reconocida fuerza defensiva otras variantes, orientadas a atacar más y especular menos, sin resignar energías ni capacidad lucha. Más aún: el seleccionado dirigido hoy por Gerardo Martino es un equipo protagonista y equilibrado en todas sus líneas cuyo principal secreto, da la sensación, radica en la unidad grupal para imponerse nuevas metas a partir de saberse firme y cohesionado, convencido de virtudes que no abundan como la garra, el despliegue físico sostenido y, recientemente, el buen trato del balón y las alternativas en ataque según el esquema aplicado por Martino. De hecho, Paraguay es uno de los pocos seleccionados que incluyó 6 delanteros en la lista de 23 convocados.

Su 8ª presencia en un mundial, por tanto, configura una verdadera prueba tendiente a confirmar los avances en la última década y media, a la vez que tomarse rápido desquite de Alemania 2006, cuando quedó eliminado en primera ronda en el grupo que integró junto con Inglaterra, Suecia y Trinidad-Tobago. Pero también, el cuadro guaraní tiene por delante otro desafío trascendente, vinculado con demostrar en la alta competencia que las diferencias en Sudámerica se acortaron y hoy Brasil y Argentina ya no son los únicos respetables y con posibilidades de triunfo entre los representantes de esta parte del continente. Los antecedentes inmediatos sugieren que hay un seleccionado constante y en pleno desarrollo, dispuesto a protagonizar hechos relevantes que lo emparienten con los dos grandes de América del Sur a raíz de un estilo definido, inscripto en la tradición del fútbol paraguayo, aunque mejorado a raíz de interesantes aportes conceptuales y estratégicos  Ese el objetivo, entonces, para un país que podría cotizar mejor en las apuestas y la mirada del mundo si no fuera por sus deficitarias prestaciones en mundiales, donde nunca pasó de los octavos si bien dos veces preocupó seriamente a las potencias: en Francia '98, luego de clasificarse a la instancia de eliminación directa, perdió en tiempo suplementario con el seleccionado galo cuando la figura de Chilavert presumía un desenlace con ribetes de hazaña, mientras que en Corea-Japón 2002 cayó en la misma fase ante Alemania -luego finalista- apenas dos minutos del cierre tras una resistencia digna.




El grupo F, en tal sentido, ofrece lecturas diversas. Está el último campeón, Italia, uno que no sería un obstáculo importante, Nueva Zelanda, y otro que intentará abrirse paso como nación independiente, Eslovaquia, quien relegó en las eliminatorias europeas a un viejo conocido como la República Checa y dos que constan entre los que reúnen historia futbolera como Irlanda del Norte y Polonia. No obstante, la impresión es que se trata de una zona accesible debido a los mencionados atributos de Paraguay, los escasos pergaminos de eslovacos y neozelandeces, y los desempeños del seleccionado azurro, el gran candidato a ganar el grupo y el de las resurrecciones milagrosas, aunque sin variantes ofensivas, carente de un goleador como ocurrió en otros certámenes y con un dato estadístico de los que importan: jamás Italia repitió una buena performance tras ganar una Copa del Mundo. Por tanto, el seleccionado de Martino puede sellar su pasaje a octavos por cuarta vez en la trayectoria de los mundiales, o al menos es una posibilidad para nada remota.

Mucho más si se repasa quiénes son los jugadores que integran el actual plantel. No está Salvador Cabañas, goleador y gran figura albirroja, sin embargo, los nombres de Nelson Haedo Valdez, de Borussia Dortmund, Roque Santa Cruz, de Manchester City; Oscar Tacuara Cardozo, de Benfica; Lucas Barrios, de Borussia Dortmund; y Edgard Benítez, de Wolfsburgo, constituyen un reaseguro en materia de delanteros que envidiarían varios equipos. También dispone de otros valores que sustentan una estructura sólida y confiable, por ejemplo los volantes Edgard Barreto y Cristian Riveros, y los defensores Claudio Morel Rodríguez y Paulo Da Silva, todos curtidos en la batalla y, en algunos casos, con capacidad para llegar al gol por su dinámica o por su buen remate.

Indicios, al cabo, de lo que promete este Paraguay afianzado y con intenciones de superar sus propios registros. Tiene con qué:  aportes de argentinos (Martino, Barrios, Jonathan Santana, Néstor Ortigoza), pero fundamentalmente cualidades forjadas desde sus raíces, que lo distinguen hoy como un seleccionado aguerrido, con enjundia, conformado por guapos. La guapeza bien entendida, la de los bastardos olvidados, más cerca de la épica que de la ilegalidad y el rechazo, esos tratos que reciben en determinados lugares del mundo, no anoticiados -parecería- de otras culturas y otros ejemplos que crecen en los confines.

lunes, junio 07, 2010

GRUPO H // Chile: Alma Roja


Doce años después del contundente 1-4 ante Brasil, en octavos de final de Francia 1998, Chile regresa a una copa del mundo para nutrir un historial hasta aquí pobre en la competencia de acuerdo con el fervor popular de un país futbolero por excelencia, participante del primer mundial, sede de otro, fiel exponente de esa escuela sudamericana basada en el toque, la inspiración y la gambeta impredecible. Y se trata de un curriculum maltrecho, menor, apenas reseñable, si se consignan su cantidad de presencias (7 sobre 18), su mejor marca (3º en el certamen que organizó en 1962), su posición en la tabla de todos los tiempos (22º).

Sin embargo, resultados aparte, persiste un estigma en el fútbol chileno relativo al complejo de inferioridad para enfrentar a rivales de renombre e imponerse retos menos mediocres que avanzar una ronda en un mundial. Lo logró, recientemente, en Francia '98 con una llamativa estadística dado que no ganó ninguno de los partidos del grupo inicial (empató con Italia, Austria y Camerún), si bien la caída ante Brasil resultó elocuente y arrojó una conclusión: no hubo equivalencias con las potencias a raíz de la marcada superioridad de éstas pero también de deficiencias propias ceñidas a no oponer un plan alternativo inteligente, con otra disposición en el rectángulo para suplir las visibles asimetrías.

El balance de aquel mundial, pese a la eliminación, dejó entre los aspectos rescatables el regreso de La Roja al torneo tras 16 años, fundamentalmente después de dos papelones en los ochenta: el protagonizado en España '82, donde terminó último en ese mundial, y el de Brasil '89, donde el arquero Roberto Rojas simuló una agresión que minó las chances chilenas de clasificar a Italia '90. Por eso, en el país galo, fue aceptable el primer ciclo como entrenador del uruguayo Nelson Acosta ya que, además de superar la primera ronda, contaba con buenos jugadores en el plantel, dos de ellos muy queridos por el público trasandino como Iván Zamorano y Marcelo Salas -capitán histórico y máximo anotador, respectivamente- quienes ratificaron su condición de goleadores implacables e integran -además- el reducido grupo de notables junto con Elías Figueroa, Leónel Sánchez, Guillermo Subiabre, Juan Carlos Letelier, Carlos Caszely.

De cualquier manera las siguientes eliminatorias sudamericanas (2002-2006) reabrieron debates y dudas sobre el futuro del fútbol chileno al no clasificar a la máxima cita, alimentando viejos fantasmas en torno de un equipo promocionado para las grandes gestas según su periodismo más militante, aunque obnubilado ni bien se encienden las luces del gran espectáculo, el que parecería convocar a un Otro que no es Chile.



Claro que los tres años recientes produjeron un cambio sustantivo en el trayecto de la selección chilena, íntimamente vinculado con la llegada de Marcelo Bielsa, el hombre denostado en Argentina por su trato democrático con el principal actor de la época, los medios de comunicación, y por una dolorosa eliminación de Corea-Japón 2002 que no lo apartó del cargo pero sí de los afectos, de la tranquilidad para trabajar, de un sector periodístico que hoy lo extraña y pasado volverá a denigrarlo con su lógica de ganadores y exclusividades. En Chile Bielsa logró inculcar una idea de juego, supo cómo convencer a los futbolistas chilenos de sus cualidades y de sus fortalezas para redimir un pasado de oprobio, aportó reflexiones que situaron la polémica lejos del escándalo y la cháchara, y -sobre todo- pergeñó un seleccionado que hoy ya no se conforma con superar la primera ronda. Así, Chile exhibe jugadores de cuidado como Humberto Suazo -una baja importante en el debut-, Alexis Sánchez, Matías Fernández, en tanto ofrece una versión renovada en cuanto al esquema táctico implementado, orientado a atacar al rival, con más vértigo y menos pausa es cierto, aunque sostenido por un concepto relevante: la audacia, una propuesta que no distingue rivales ni jerarquías.

Este auspicioso proceso, es de presumir, deberá enfrentar -y superar- la prueba en Sudáfrica. Delante estarán un rival candidato a llegar la final, España, y dos oponentes tan inestables como peligrosos, Honduras y Suiza, en un grupo que parece un trámite para el seleccionado ibérico. Chile lleva lo suyo, de todos modos: un plan audaz, un estrenador digno y criterioso y esos fantasmas históricos a la hora señalada que exceden a su entrenador.

viernes, junio 04, 2010

GRUPO A // Uruguay: Los draculatekas


Cansados de recordar viejos tiempos, implacables pero que pasaron, la Selección Celeste estará nuevamente en la copa del mundo, su undécima participación en mundiales, para tratar de escaparle a la crónica incólumne de los últimos años centrada en la nostalgia y -a veces- en el sarcasmo con tonos graciosos. Y ese hartazgo no remite a minimizar u olvidar las conquistas uruguayas en fútbol, que fueron muchas y en todos los casos meritorias para un país con casi 3 millones y medio de habitantes en la actualidad, si en el recuento se contabilizan dos medallas doradas en los juegos olímpicos de1924 y 1928, y dos títulos mundiales, el de 1930 donde fue el primer anfitrión de este certamen, y el de 1950, de visitante, tras el heroico triunfo sobre el local Brasil con dos ilustres en el plantel que nutren el riquísimo museo charrúa: Juan Schiaffino y Oscar Míguez. Hablamos de dos copas del mundo, claro, si se omite un breve y revelador artículo publicado por la revista Un Caño que plantea dos campeonatos más para Uruguay, teniendo en cuenta los torneos olímpicos de 1924 y 1928, definidos por la FIFA como "Campeonato Mundial de Aficionados", pero no reconocidos en la historia oficial.

Ocurre que en Uruguay el recuerdo invade la escena futbolera por tratarse de momentos estrechados con la identidad nacional, especialmente en lo que refiere a la gesta del '50 que aun hoy promueve continuas efemérides, temas musicales en distintos géneros y copiosa bibliografía. De hecho Tabaré Cardozo, reconocido y promisorio artista en el país oriental e hijo dilecto de la mejor tradición de la canción rioplatense, dedicó varias estrofas al fútbol y a la Celeste, por ejemplo "Los drakulatekas", donde aparecen todos los lugares comunes de la infancia con la mirada inocente de la primera murga, o "Barbosa", que habla del triunfo uruguayo en el Maracaná pero desde la derrota de ese arquero brasileño llamado Barbosa que una tarde, sin esperarlo, vio cómo el mundo caía sobre su figura. Es decir que el pasado, como canta Tabaré, funciona en dos niveles: como testimonio vigente de una época y como relato de las causas nobles y de las cosas puras, sencillas, de aquello que valía la pena defender y por las cuales valía la pena luchar. La referencia al músico configura una muestra, acaso borrosa pero sin pretensiones homogeneizantes, del pulso y de los ánimos de una sociedad.



Sin embargo, y aún considerada como seña distintiva, la apelación nostálgica se agota, también exige una actualización para afirmar el orgullo de pertenecer al paisito de los campeones del mundo en dos (cuatro) oportunidades..Y Uruguay hace bastante tiempo que se apartó del selecto grupo de potencias futboleras. La estadística, revisitada en estos días por diversos medios, resulta categórica: luego del 4º puesto en México '70, la Celeste jugó apenas 4 de los 9 mundiales que le siguieron, incluso de las 5 copas recientes clasificó a 2 y su último registro aceptable en el certamen data de octavos de final en Italia '90.

Por eso, el seleccionado dirigido por Oscar Tábarez tendrá una dura prueba en Sudáfrica si se pretende eludir nuevas reelaboraciones y apuntes sobre los dorados '50. Esa producción, da la sensación, ya está hecha, dudosamente haya alguna obra literaria o artística que supere lo publicado y difundido en los últimos 60 años. Lo pendiente, en todo caso, se vincula con las actuaciones futbolísticas de Uruguay para regresar a los primeros planos y entonces sí, generar nuevas partituras y nuevos escritos a tono con un clima de época muy diferente a ese pasado de blancos y colorados..

En tal sentido, Tabárez cuenta con un plantel variado e interesante, posible de dar pelea en un grupo difícil que tiene a Francia, México y Sudáfrica como oponentes, a partir del esquema previsto por el entrenador: orden defensivo, presión en el medio y velocidad en ataque. Entre los referentes principales sobresalen Lugano, zaguero temperamental; Lodeiro, enlace de gran técnica que puede ser una de las figuras, y Suárez y Forlan. atacantes virtuosos, fundalmente el último que se erige como la gran esperanza oriental. Con Abreu sucede algo similar que con Palermo en Argentina, dado que puede torcer el rumbo de un partido con alguna aparición fuera de libreto. Armas suficientes, al cabo, para entreverarse entre los 16 mejores y disputar con sólidos argumentos un lugar en cuartos.

De todos modos, campea cierto escepticismo en la prensa celeste. Con tono bien uruguayo, apareció un editorial en el diario El País -el más importante- que sugiere la complejidad del grupo A aunque focalizando
en motivos no futbolísticos. Un periodista de ese periódico, por ejemplo, reseña los intereses detrás de la pelota respecto de los rivales. Francia, debido a las influencias de Platini, un hombre con ascendencia en la FIFA; Sudáfrica, por su localía y la inversión desembolsada para remodelar los estadios y acondicionar la infraestructura; y México, a raíz de los dineros de la empresa Televisa..Afortunadamente, el fútbol es el único deporte que no tiene lógica y, al mismo tiempo, estimula la imaginación y la conjetura.

Lo concreto es que se abre una oportunidad para Uruguay. Como se dijo, la de revalidar tiempos felices con una performance que incluya a su rica historia. Porque, si bien de los 23 convocados solo dos juegan en el país (el resto en ligas de Europa, fundamentalmente, y de América del Sur), todos son conscientes que la garra y el orgullo son las principales fortalezas charrúas y saben los desafíos que esperan. Por un lado, desempardar una estadística, ya que en los 10 mundiales jugados por la Celeste suma 15 partidos ganados y 15 perdidos, por otro, superar la actuación de 1990.

Dos objetivos acordes y razonables para la rica trayectoria de un país que en 2010, justamente, conmemora el 80º aniversario de la Copa ganada en el Centenario y los 60 años del Maracanazo. Es hora de volver a celebrar, entonces, con la cara pintada, con los mismos sonidos pero con otra letra de Los Draculatekas, ahora en la adultez.

jueves, junio 03, 2010

GRUPO G // Brasil: Dilemas de una potencia



El incómodo rótulo de favorito suele ser un arma de doble filo y un motivo suficiente para desbarrancar ante el primer contratiempo. Las razones parecen obvias: exceso de presiones, temor al fracaso, escasa porción de dicha cuando la historia -aparentemente- está escrita de antemano. El mundial ofrece un amplio muestrario en este sentido, con equipos que habían ganado antes del inicio de la competencia sin evaluar posibles escollos, contingencias propias del certamen, rivales motivados tras enhebrar una racha de victorias. Dos ejemplos recientes testimonian que nadie es feliz cuando abruman los elogios y la chapa de candidato en la etapa previa, por ejemplo Argentina, en Corea Japón 2002, y Brasil, en Alemania  2006, que partieron con euforia y retornaron salpicados por el insulto y algo más.

Asimismo, y vinculado con lo anterior, es pertinente relevar una certeza de las copas del mundo: en la trayectoria del torneo hemos comprobado que Brasil difícilmente esté ausente de la nómina de potenciales ganadores. Sin embargo hubo al menos una vez, año 2002, en el cual los brasileños llegaron envueltos en críticas y cuestionamientos de lo más diversos que lo alejaron del podio de elegidos. Curiosamente aquel conjunto dirigido por Luis Felipe Scolari e integrado por Ronaldo, Ronaldinho y Cafú -entre otros- salió campeón al derrotar con claridad a Alemania en el partido final. Lo cual revela, por tanto, que el favoritismo o "ser banca" como se dice con frecuencia, tiene efectos muchas veces contraproducentes, muy diferentes del de aquellos equipos que llegan al torneo enrolados en el segundo lote de los candidatos. Incluso Italia, una potencia, revirtió los peores pronósticos en plena competencia (1982,2006), si bien en los prolegómenos ocurre con la Azurra algo similar que con Brasil, ambos figuran en la cima de las apuestas.

El Seleccionado dirigido por Carlos Caetano Bledora (Dunga), en consecuencia, arriba a Sudáfrica con una pesada mochila sobre sus espaldas, de acuerdo con la tendencia histórica. Porque esa pesada mochila implica alcanzar uno de una multiciplicidad de objetivos planteados : jugar la final el 11 de julio. Cualquier otro desenlace ingresará en la ominosa serie de decepciones y fracasos según la doxa, pese a que otros equipos brasileños dejaron gratos recuerdos sin llegar a campeones, por caso el del mundial '82 en el que jugaban Zico, Alemao, Socrates, Toninho Cerezo y Zico, y otros pasaron al olvido aun jugando la final, como el de Francia '98. De cualquier manera, existen datos concretos, verificables, sugerentes, que hacen justicia al ubicar a Brasil entre los prinicipales candidatos a levantar la 19º Copa. Primero en el ranking de la FIFA, único país que participó de todos los mundiales, viene de conseguir importantes lauros desde la llegada de Dunga (Copa América 2007, Copa de las Confederaciones 2009, Primero en las Eliminatorias Sudamericanas) y definió una línea de juego que, gustos aparte, parece consolidada. Apoyada en una defensa firme conformada por un arquero de primerísimo nivel, el arquero Julio César; dos centrales y un marcador de punta fuertes, líderes y curtidos en el riguroso calcio italiano como Lucio Juan y Maicon; el equipo hace de la solidez su principal virtud aunque no resigna los viejos atributos basado en dosis del talento más puro. Así, en el medio exhibe por las bandas frescura, dinámica y buena pegada con Felipe Melo y Elano; mientras que en los últimos metros presenta un trío desequilibrante integrado por Kaká, Luis Fabiano y Robinho.

No obstante persisten dudas en torno del desempeño del conjunto Verdeamarelo. A diferencia de otros mundiales, enfrentará una zona compleja y de difícil pronóstico, compuesta por dos selecciones fuertes, capaces de dar la sopresa, y una en apariencia más débil aunque con la ventaja de aquellos que no tienen nada que perder. Las referencias apuntan a Portugal, semifinalista en 2006 y con varios históricos en el plantel; Costa de Marfil, el Elefante sudafricano liderado por Didier Drogba dentro de la cancha y por Sven-Goran Eriksson en el banco, que será local e irá por la revancha tras su pobre debut mundialista cuatro años atrás (finalizó 19º); y Corea del Norte, quien acredita apenas cuatro partidos en mundiales que le valieron, de todos modos, un sorprendente 8º puesto en Inglaterra '66 donde complicó -precisamente- a Portugal, que tenía nada menos que a Eusebio como figura destacada.


La otra incógnita en torno de Brasil reside en los métodos de trabajo de su entrenador, severamente cuestionado durante algunos tramos de su gestión por su estilo conservador y por las tácticas impuestas ante un público acostumbrado a disfrutar y no a aburrirse. Los resultados aminoraron las críticas pero no las exigencias. Y el Scracht, como se dijo, dispone de jugadores talentosos para estar a la altura del desafío mayor: convencer por el juego, ese fútbol exquisito que genera envidias y admiraciones entre quienes disfrutan este deporte en todos sus aspectos. Así, el camino a la final será menos sinuoso. Y las exigencias, entonces, reaparecerán en 2014 donde será sede y nuevamente favorito, con el recuerdo del mundial del '50 en su acervo de historias tan suyas.