lunes, enero 31, 2011

SELECCIÓN JUVENIL // La devaluación



Comienza el hexagonal final del Sudamericano Sub 20, en Perú, que entrega boletos para el Mundial de la categoría a realizarse en Colombia, este año, y los Juegos Olímpicos de Londres, en 2012, sin grandes peligros para el Seleccionado argentino dada la generosidad de cupos dispuesta por los organizadores. De salir segundo, por caso, el equipo nacional habrá adquirido el derecho para disputar ambas trascendentales competencias y de finalizar tercero o cuarto, al menos estará en la Copa del Mundo. Con el agregado, además, de que Colombia abre un posibilidad más de clasificar al Mundial si llegara a finalizar entre los primeros cuatro, fruto de que tiene asegurada su plaza por su carácter de país anfitrión. Es decir: hasta finalizando quinto, el cuadro dirigido por Walter Perazzo cumplirá con uno de los dos objetivo previstos.

Sin embargo, existen matices y reparos relativos a dos órdenes distintos aunque complementarios. En materia de resultados, no participar de un juego olímpico configura una decepción y un retroceso indisimulable ya que Argentina ganó las medallas de oro en los dos últimas olimpíadas en una disciplina ultraprofesional como el fútbol y es potencia en el rubro, independientemente de las edades y la jerarquía del torneo. Ni hablemos si logra repetir la actuación del último sudamericano, en Venezuela, cuando un errático y mal concebido Seleccionado de Sergio Batista finalizó sexto de seis en el hexagonal de cierre, a 10 puntos de Brasil (el campeón) y  a 4 de Colombia (el anteúltimo), de modo que fuera de la Copa del Mundo 2009 celebrada en Egipto, país donde hoy acontecen tristes acontecimientos que exceden a esta nota. Pero emerge otro plano, no menor, que atañe a un equipo que hasta aquí jugó mal o muy mal, sin figuras convocantes y, sobre todo, nacido de un proyecto difuso, lejos de las calidades y la labor formativa implementada en el venturoso ciclo de José Pekerman-Hugo Tocalli, el mejor de la historia de los equipos juveniles, insólitamente abortado por la AFA hace tres años.

Por eso y porque estos torneos tienen como aditivo central observar a futuros jugadores de la Selección Mayor, no es prematuro afirmar que el equipo de Perazzo muestra carencias y debilidades visibles que lo ponen delante de retos que no se agotan en un eventual cumplimiento de las metas establecidas, si bien quedar afuera de un Mundial a disputarse en Sudámerica sería un estruendoso fracaso deportivo. Más relevante, sin embargo, es advertir lo devaluado de un equipo que supo cobijar a Juan Román Riquelme, Pablo Aimar, Esteban Cambiasso, Andrés D'Alessandro, Javier Saviola, Maxi Moralez -entre muchísimos otros-, sin que el negocio, el éxodo rápido de los cracks, las operaciones encubiertas de los representantes o las crisis endémicas de los clubes constituyan la única causa del evidente declive. Reconociendo la importancia de esto último, también inciden las decisiones que  toman los dirigentes en base a determinadas apuestas. Porque, da la sensación, no es que no haya un proyecto para los juveniles ni que Argentina dejó de ser un semillero pródigo de la noche a la mañana. Existe un plan, apela a una conducción mediocre y todos obran en consecuencia a ese decálogo conocido de una dirigencia encerrada en sus propios intereses, anquilosada y conservadora.

Esta Selección de Perazzo es el ejemplo nítido de la actualidad del Sub 20. Un equipo que podrá ganar, salir campeón y hasta fotografiarse con los galardones en la pileta de lujosos hoteles, acompañados de dirigentes que juzgan seria y fructífera su tarea, frente a micrófonos amigos. Pero un Seleccionado, también, que no logra acaso lo que define el fundamento de observar a once jóvenes pibes, con toda su inocencia y sus sueños futuros, detrás de una pelota, representando al país: ese contagio popular perdurable en el tiempo, acorde con la indiosincracia del fútbol argentino.

P.P.

martes, enero 25, 2011

B METRO // Pasión de sábado (o de domingo, lunes, martes, etc.)


Otro de los torneos del ascenso que regresa tras el receso estival será la olvidada y competitiva B Metropolitana, certamen que vuelve con renovadas expectativas en los 22 clubes intervenientes, todos con objetivos preestablecidos, más modestos o más ambiciosos en este segundo y último tramo, según sus ubicaciones en las dos tablas que definirán el rumbo de esas entidades: la general y la del descenso.

Se ha dicho innumerables veces pero siempre conviene recordarlo; este campeonato reviste características especiales que lo hacen complejo, al ofrecer un solo ascenso; maratónico, si se toma en cuenta las 42 fechas previstas en el calendario; y sumamente disputado con solo repasar la envergadura y la trayectoria de varios de los equipos participantes. Como si fuera poco, no configura un dato menor la ausencia del público visitante -lo mismo ocurre en las otras categorías-, lo cual favorece arbitrajes localistas y conspira contra el espectáculo y las recaudaciones, habida cuenta de que auténticos clásicos del ascenso pierden buena parte de su atractivo, acaso uno de los más importantes como el duelo de tribunas, independientemente de esa zona lumpenparisitaria que promueven las llamadas barras bravas, más pendientes de sus negocios acordados con la anuencia de los dirigentes, que de la suerte de los equipos que dicen alentar.

 Señalados los escollos y particularidades de esta divisional, la reanudación del campeonato ofrece un menú variado que, si bien no paralizará al ambiente futbolero en su conjunto, podría suscitar emociones como las de la temporada 2009-2010 (ascendió Almirante Brown en la jornada de cierre, tras un sostenido dominio de Sarmiento), algo que -al menos- supone seguir de soslayo el devenir de la competencia. Algunos de esos condimentos se ciñen al puntero Atlanta, un club tradicional de la Argentina que desde hace más de una década reposa en la categoría, lejos del lugar que merece y acechado por un declive institucional afortunadamente remediado. Con la conducción de Javier Alonso y el aporte goleador de los mellizos Abel y Andrés Soriano -convirtieron 20 de los 36 goles que tiene el líder- la entidad de Villa Crespo sacó una considerable diferencia a sus perseguidores (6 unidades) y vislumbra un desenlace victorioso debido a la estructura que soporta tales anhelos: un equipo protagonista, metas comunes por parte de dirigentes y plantel, y ese plus que significa el retorno a su estadio de la calle Humboldt, testigo de tristezas pero también de logros y de figuras que lo hicieron reconocido y respetado.

Pero, con 19 fechas por delante, no será sencilla la segunda rueda para Atlanta. Debajo aparecen Estudiantes de Buenos Aires y Defensores de Belgrano, dos clubes importantes y con similares ambiciones, cuyos desempeños en la primera mitad del torneo los sitúan en el lote de firmes candidatos. El cuadro de Caseros, por la experiencia de su plantel (al cual se suma Pablo Solchaga, ex All Boys y Almagro, nada menos, y uno que llega de Ecuador, Lucio Ceresetto) y las progresivas mejoras institucionales con impacto deportivo, por parte de una dirigencia comprometida en devolver al club a la B Nacional y referenciar nuevamente a una institución de las más antigüas del país. Mientras que el equipo del Bajo Belgrano cifra sus chances en un técnico inteligente y exitoso en la divisional, Rodolfo Della Picca, quien armó un conjunto aguerrido, compacto y preparado para pelear el torneo, si bien una sucesión de empates lo alejaron, circunstancialmente, de los primeros puestos (debe un partido).




Sin embargo, uno de los rivales más complicados que deberá enfrentar el cuadro de Villa Crespo parecería ser Nueva Chicago, ubicado a 10 puntos de la cima luego de remontar a puro corazón un inicio de torneo claramente desfavorable. Dos datos permiten afirmar que no es para nada descabellado imaginar al Torito en la B Nacional del próximo año. Por un lado, sumó a un delantero de probadas condiciones como Ezequiel Petrovelli, el jugador que más goles anotó en la primera parte de la temporada con 20 conquistas, cuya presencia junto a Leonardo Carboni en el ataque constituye una poderosa arma de desequilibrio, sin contar la posible inclusión de un tercer delantero de primer nivel, Rubén Ferrer. Por otro, cuenta la experiencia reciente de Barracas Central, club que en el último campenato de la C descontó identíca cantidad de puntos a los que debe descontar la entidad de Mataderos, incluso con más fechas por delante dado que, como se dijo, la B Metro cobija a 22 equipos, lo cual aumenta la cantidad de jornadas. En suma, Chicago asoma como un adversario de riesgo. Por convocatoria, por presente futbolístico y porque, al igual que Atlanta, son clubes grandes de la categoría sobre los cuales recaen entendibles obligaciones y mandatos dado el carácter popular de ambos.

En los otros denominados grandes, es decir Temperley, Platense, Deportivo Morón y Los Andes, difieren sus retos según los casos. Morón y Temperley parecen enfocarse a consolidar su presencia en el reducido que habilita a una promoción muy difícil de superar -Deportivo Merlo y Los Andes fueron los únicos clubes que ascendieron por esta vía-, alentados por causas distintas: la recurrente insistencia del equipo Gasolero, ahora con un goleador de jerarquía en sus filas como Sebastián Cobelli, y los proyectos futuros del Gallito expresados, por ejemplo, en la construcción de un estadio para 30 mil personas, impropio para la B Metro. Asimismo Platense busca afianzarse, o mejor, reorganizarse tras un sombrío período, con nuevos dirigentes y un entrenador interesante como Mauros Navas, en tanto Los Andes, inesperado colista del torneo, apunta a robustecer su promedio asentado en un plantel con variantes (se sumaron Gabriel Gandarillas y Marcelo Burzac) y la llegada del técnico Mario Rizzi, conocedor de equipos a la deriva y agobiados por la derrota.

El descenso, del cual Los Andes tomó nota, también es motivo de preocupación en otras 5 entidades (uno solo baja de forma directa), aunque entre los clubes de las colectividades armenia y española parecería estar el equipo que perderá la categoría y el que dispute la promoción con el ganador del reducido de la Primera C. El resto de los comprometidos con el promedio corresponde al grupo que integran San Telmo, Comunicaciones y Flandria, cuadros habituados a lidiar en el fondo de la tabla y tranquilos, en cierta manera, de acuerdo con una estadística sugerente: nunca un club de la C ganó la promoción.

 En definitiva, y con matices y desafíos diversos, todos arrancan un certamen donde hay mucho en juego, atractivo en los dos extremos de la tabla,  pese a un calendario exigente que contempla partidos que excluyen a un segmento del público, pautados en cualquier momento de la semana y a cualquier hora, en desmedro del sábado como día reservado a una pasión persistente. La pasión del viejo ascenso que, castigado como está, aún ofrece momentos insólitos, especialísimos, imbuido de adoquines y potrero. Y generados por gente anónima cuyos rostros y vestimentas parecen apartados de la moda y del incontrolable y cruel paso de los años,  como si se tratara de un tiempo suspendido en la historia: desprolijo, caótico, irracional.

P.P

viernes, enero 21, 2011

FÚTBOL CHILENO // Otro proyecto para otro Bielsa



El último año sucedió en Chile un hecho curioso, no del todo sorprendente, pero sí con rasgos particulares: en los comicios presidenciales triunfó el candidato de centroderecha, Sebastián Piñera, sobre el espacio de la Concertación al cual pertenece Michele Bachelet, la ex mandataria, quien contaba con más del 80 % de imagen positiva antes de abandonar el poder. El opaco y devaluado perfil de Eduardo Frei (postulante de la Concertación), sumado al alejamiento de aliados influyentes, por ejemplo Marco Enríquez Ominami, y la multimillonaria campaña mediática de una derecha en condiciones de gobernar, propiciaron la victoria del hombre de sonrisa fácil y modales correctos.

Piñera, se sabe, cobró notoriedad pública a través del fútbol, alentado por asesores de marketing y grupos económicos que procuran proyectar a la escena política a candidatos que defiendan sus intereses, asentados en un modelo empresarial cuya única posibilidad de lograr adhesiones significativas pasan por el éxito deportivo. Ergo, a Piñera no le es ajeno el fútbol y su impacto en la vida social según los aportes sustantivos que realizó en Colo Colo, la entidad más popular del país trasandino, y la conformidad con la gestión privatista llevada adelante en la mayoría de los clubes de Chile, producto de una medida dispuesta por la Concertación en 2006: permitir que las instituciones se transformen en Sociedades Anónimas. Así, el cambio de autoridades en la Asociación Nacional de Fútbol Profesional de Chile (ANFP) parecería responder a dos factores concomitantes: por un lado, al modelo de institución que predomina en el país, por otro,  al  proyecto político de Piñera destinado a reconvertir o consolidar a entidades de bien público en empresas que persiguen el lucro.



Claro que la renovación de autoridades en el ente rector del fútbol chileno devino compleja, con una votación impugnada dado que el aspirante a suceder a Harold Mayne-Nicholls, Jorge Segovia, incumplía el artículo 164 de su reglamento, "que impide ser dirigentes de la entidad a aquellas personas que tengan una participación superior al 10% en empresas que hayan celebrado algún contrato con la ANFP o clubes asociados". Más aún, según ese reglamento, tampoco podría ser dirigente de la Unión Española. Pero además, Bielsa manifestó su partida de la Selección Chilena en caso de asumir Segovia, arguyendo fidelidad con Mayne-Nicholls, un hombre que confió en el rosarino, al que luego admiró, de acuerdo con la exhaustiva biografía realizada por el periodista argentino Román Iuchk, titulada Bielsa, el último romántico.

Lo concreto es que, inhabilitado el pope de Unión Española, Sergio Jadue sería el nuevo titular de la ANFP, dirigente de la lista opositora a Mayne-Nicholls, hecho que generó expectativas en el público chileno (casi en su totalidad apoya la continuidad de Bielsa) y llevó a que intervieniera Piñera, fiel a la demagogia de campaña. "Nunca hay que dejar las obras inconclusas, todo Chile quiere que esta obra siga y pueda llegar a un final feliz", declaró el actual presidente. No obstante, se sabe de la simpatía de Bielsa con Bachelet y de su fría relación con Piñera expresada en dos encuentros en el Palacio de la Moneda donde el entrenador poco menos que minimizó el gesto/saludo -cabe decir, interesado y con tonos rimbonantes- del presidente, antes y después del último mundial.

De modo que, en estos días, se define el futuro del Seleccionado de Chile, ya que para muchos no estaría sellada la partida del rosarino quien, a priori, dirigiría el último partido de la Roja en la madrugada de este domingo, frente a Estados Unidos, en Los Angeles. En caso de seguir, indudablemente, estaríamos asistiendo a otro Bielsa, hombre que edificó su exitosa trayectoria en base a una defensa de la ética y la coherencia con valores opuestos, definitivamente opuestos, a los de Piñera . Prueba de su dignidad y de su trabajo y de su perseverancia, por caso, la Federación Internacional de Historia y Estadística del Fútbol (IFFHS) lo eligió como uno de los diez mejores técnicos de la década, si bien ese ranking no parece confiable. Sergio Batista, de hecho, figura en un insólito puesto 73º. Calificaciones aparte, lo del ex entrenador de Newell's trastocó el fútbol transidino, incluso referente un como Iván Zamotano se pronunció a favor de la continuidad del Loco y´señaló con énfásis la transformación de la Selección chilena en el último período, aportando un ejemplo de cara a los próximos desafíos: "Ahora Chile no va a ver qué pasa a la Copa de América de este año, va a ganarla ".

Habrá que esperar, entonces, la decisión final de Bielsa. Y contemplar, por qué no, la posibilidad de que se anime a un nuevo y viejo desafío: confrontar con los poderes de siempre desde adentro. No será la primera vez aunque, debería saber Piñera, parece difícil que el rosarino cambie de valores y de conductas con ciertos factores de poder, lo cual supone que el proyecto del presidente chileno para el Seleccionado, de no ocurrir nada extraño, tiene una amenaza imposible de atenuar con demagogia, sonrisas, y mucha, pero mucha, hipocresía.

P.P.

jueves, enero 20, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // Un poco de Gio entre tanto Messi


Giovanni Moreno, la gran figura de Racing de los últimos 10 años, no deja de promover asombros y suscitar adhesiones que se multiplican semana a semana, ya sea en torneos oficiales o en partidos amistosos. Su zurda talentosa, heredera de la mejor tradición del fútbol sudamericano ( predominantemente rioplatense) como se consignara aquí http://tresporelpozo.blogspot.com/2010/08/primera-division-mario-y-gio.html, emociona y subyuga, ya que el ex Nacional de Medellín reúne características peculiares, propias de los destinados a marcar historia, acaso extrañas de acuerdo con su alta estatura y a esa curiosidad de que cada intervención suya transcurra entre el lujo y la deliberada apropiación del balón.

Un hecho novedoso, ciertamente, ni bien se repasan otros representantes del fútbol cafetero que pasaron por Argentina, muchos de ellos ganadores y respetables como Alveiro Usuriaga, Juan Pablo Ángel, Fabián Vargas -tres casos de jugadores con cualidades ofensivas-, y se percibe la favorable recepción de los hinchas de otros clubes, estos últimos desacostumbrados a disfrutar de un gran futbolista en la época del ensimismamiento con los destinos de los propios colores y, en su reverso, con la dicha o los fracasos ajenos. Gio, quizas debido a estas razones, realza el fútbol argentino, lo hace más genuino y lo reencuentra con una poderosa tradición, pero también permite trazar comparaciones sobre este juego y sus significados, fundamentalmente su impacto en el escenario de las imágenes gráficas o televisivas acompañadas de sus respectivos discursos periodísticos, eje de un fenómeno que parece irreversible: los relatos postreros, nerviosos y cargados de supuestas verdades, las que definirían cómo piensa o debería pensar un hincha.



 Esas verdades, retomando el intento de establecer relaciones, posibles debates, futuras discusiones aunque en el terreno de las viejas discusiones, callejeras y bien nuestras, se tornan visibles en Lionel Messi, ungido por sectores mediáticos que celebran sus evidentes condiciones y sus constantes logros, pero imponiendo sentencias del tipo "y todavía se lo discute en mi país", "el que todos esperamos ver cada fin de semana", "Basta de contras, a disfrutarlo todos: es nuestro", al margen de tonos y adjetivaciones que expresan una argentinidad fingida, a veces irreal. Lo que olvidan o minimizan estas frases consiste en que algunos reparos o cuestionamientos sobre el producto/futbolista Messi no responden a lo que produce en la cancha o a la disparidad de sus rendimientos en el Barcelona y en la Selección Nacional, sino a los lazos de identificación, parte sustancial de las pasiones que genera el fútbol si se considera que este juego excede su dimensión estética dado que se inscribe, sobre todo, en la zona de la conformación de identidades. Ver jugar a Messi (en España) produce un placer similar al de observar una buena obra artística, por momentos conmovedora, por otros entretenida, siempre digna de mirar. Sin embargo, algo está ausente o aparece atenuado para quienes habitamos en este rincón del mapa: sus triunfos y sus derrotas difícilmente repercutan en el ánimo de los hinchas, como si hubiera un distanciamiento inevitable, como si sus grandes jugadas generaran sentimientos intransferibles dado que el que pierde y el que gana es Messi, con su historia de padecimientos y resurrecciones.

Giovanni Moreno, en cambio, conjuga las dos cosas: su talento -el arte- con un entorno imperfecto, convulsionado y de altas pulsaciones -la pasión-. Muchísimo más en Argentina, tierra nuestra donde los cracks se van rápido y el vínculo jugadores-hinchas se potencia conforme a las identidades que se configuran a través del fútbol. Con Gio, no solo quienes son de Racing encuentran motivos para disfrutar de un futbolista notable, si bien a veces -una vez, en rigor- toca padecerlo. Es que este colombiano se revela se revela nuestro, auténtico, cercano, alguien de quien se espera mucho porque sus intervenciones, aquí sí, repercutirán en las tribunas, se propagarán en cantos del auténtico folclore, generarán incertidumbres y tensiones en un medio competitivo donde no hay 2 equipos protagonistas, y 18 partenaires.

Después de tanto Messi, de tanto relato empalagoso y en cierto modo intolerante ante el disenso, Gio ofrece un respiro entre quienes creen que la gracia de este deporte, al menos las encendidas pasiones que genera, no proviene de lo previsible ni de lo perfecto ni de lo que se ciñe únicamente al hecho artístico. Existe algo de otro orden, por ejemplo el ensayista Nicolás Casullo define al fútol como una "de las más importantes fiestas populares, porque es algo que uno consume, practica, habla, reflexiona: tiene todos los complementos para ser un hecho cultural y popular. En la Argentina, tiene históricamente un significado muy fuerte. Tiene la cuestión del buen fútbol, la buena técnica, el buen jugador, el triunfo y la derrota, la emoción del gol, el verlo con amigos. Lo que nos aturde es el negocio, el marketing, que cansa, aturde y satura. Cada uno le dará más importancia a la cultura popular o a la industria que significa el fútbol, pero desgraciadamente no pueden encontrarse ya por separado. Hay que tomarlo en su verdadera naturaleza y no plantear ni una ceguera ni un éxtasis estúpido como pretende la información televisiva, ni desde una lectura intelectual, historicista y abstracta, que no entienda lo que son las fiestas populares".

Ahi una explicación, tal vez, para quienes no entienden al reducido grupo que no se desvela por Messi,  sus imágenes y su obsecuente crónica, si bien ese grupo reconoce que los desempeños del rosarino presentan ciertos elementos festivos. Con Giovani, cuesta menos o directamente no cuesta, abstraer el negocio y su impúdicas lógicas. Este jugador, al cabo, se asemeja a algo propio, sea colombiano o argentino. A algo real en medio de las otras ficciones de la vida: las de creer que cuenta, y mucho, la sensibilidad. La pertenencia.

P.P.

lunes, enero 17, 2011

INDEPENDIENTE // Año bisagra


El año no comenzó bien para Independiente aunque recién el próximo 25, cuando inicie su participación en la Copa Libertadores, habrá elementos más confiables para analizar la actualidad futbolística del cuadro de Mohamed. De los dos amistosos en Mar del Plata, por tanto, apenas puede señalarse la saludable intención de evaluar esquemas y jugadores, cotejar rendimientos con oponentes de similar jerarquía y tomar nota de aspectos negativos en el juego, sobre todo en el rubro defensivo.

Como se dijo en otra nota, es pertinente matizar las derrotas estivales dado el carácter de prueba de estos encuentros, lo cual no impide apuntar algunos datos importantes respecto de un equipo que enfrentará una temporada cargada de exigencias. Por ejemplo, la apuesta por Matías De Federico, flamante refuerzo, aporta variantes a un ataque dependiente al extremo de Andrés Silvera, teniendo en cuenta la movilidad del ex Huracán y Corinthians por todo el frente de ataque, su capacidad de asociarse criteriosamente con sus compañeros en la gestación del circuito ofensivo y ofrecerse como una alternativa más idónea a la de Mancuello, por buscar un parámetro cercano o con características parecidas en el plantel, menos lúcido y explosivo en los tramos finales. Otro tanto supone la contratación del colombiano Iván Vélez, quien mostró cualidades interesantes y viene a llenar un vacío tras la incomprensible partida de Luciano Vella y las discretas performances de Vallés en una zona clave del campo, si bien es prematuro sostener que ese marcado defícit está resuelto. Muchos colombianos con cartel- fútbolísticamente hablando- generaron expectativas a patir de detalladas referencias sobre sus virtudes, luego no corroboradas en la cancha.

Pero este corto verano de Independiente (solo dos encuentros en los clásicos torneos), además de las incorporaciones de De Federico y Vélez y los resultados del equipo, deja otras impresiones, entre ellas la diversidad de nombres y la consecuente amplitud del plantel con el que trabajará Mohamed, conformado con jugadores experimentados y jóvenes promisorios, a los que ahora se suman dos piezas que habría que considerar: Martín Gómez -reapareció sobre el final de 2010 tras una prolongada lesión- y el salteño Walter Busse, otro que regresa después de una larga ausencia, ambos con meritorios rendimientos vistiendo la camiseta roja y muy apreciados por los hinchas. Y hasta podría arribar un tercer refuerzo, de jerarquía según los pedidos del entrenador.

En un año extenuante con 6 competencias por delante, da la sensación de que existe material y opciones para afrontar dos complejos y simultáneos desafíos que marcarán el rumbo futuro de la institución: consolidarse nuevamente en el mapa internacional, la seña de identidad de los hinchas, sin perder de vista el torneo argentino con sus particularidades y escollos. Demasiado en juego, al cabo, para que el medio futbolero esté expectante y atento debido a que el 2011 indudablemente no es un año más en la trayectoria de un club impensadamente tonificado luego de obtener un título que, sin dudas, lo obliga a diseñar distintas planificaciones y estrategias. El armado del plantel, para tranquilidad de los hinchas, parece responder a esas imperiosas demandas.

P.P.

jueves, enero 13, 2011

RIVER // Negro, bien negro


¿Terminará Juan José López como la mayoría de sus antecesores en el cargo de entrenador? Es decir: desorientado, harto, enfrentado con el mundo, incomprendido y devaluadas sus acciones? Cabe esperar que no y algunas señales sugerirían otro desenlace a los de Simeone, Gorosito, Astrada y Cappa, Entre otras cosas, cabe reconocerle al Negro la valentía de tomar las riendas de un equipo acechado por el peligro del descenso -envuelto, además, en las batallas personales del actual entrenador de Gimnasia- y de enfrentar situaciones perjudiciales en el seno del plantel, sobre todo por la actualidad fútbolistica del club, la más grave de la historia.

Los ejemplos de Ortega y Buonanotte se inscriben en este intento de atemperar futuros conflictos con firmeza y coraje. En un caso, y si bien duele, la permanencia de Ortega configuraba todo un problema para consolidar un grupo unido y a la altura de compromisos que revisten complejidad y, especialmente, seriedad en el trabajo. La discontinuidad de su juego, las ausencias reiteradas en los entrenamientos y el aprovechamiento -consciente o insconsciente de su idolotría para reclamar la titularidad- impiden no solo a Jota Jota, sino a cualquier entrenador, proyectar objetivos, planificar en un clima distendido, convencer a los jugadores desde la autoridad y las convicciones de su propuesta. Es cierto, de todos modos, que una porción de hinchas lo quiere, lo reclama en los momentos de sosiego, lo admira con toda razón, pero ese afecto extendido parecería basarse en las imágenes de un pasado irrepetible. Por tanto, acierta Juan José López con la decisión de separarlo del plantel dado que no se puede, en ningún trabajo, aceptar a un profesional que revela su impotencia para cumplir con las pautas establecidas, y se se equivocan quienes dicen que River lo abandona y se desentiende de sus problemas. En primer lugar, porque seguirá jugando al fútbol en All Boys -que habrá que ver, desde luego, cómo aborda la situación del Burrito, aunque el cuadro de Floresta atraviesa un momento instititucional menos traumático-, y por otro, debido a que River formalizó un contrato con el jujeño para retirarse en el club millonario, lo cual sugiere varias lecturas: protegerse de eventuales críticas en el caso (improbable) de que Ortega revolucione Floresta, pero también hacerse cargo. Ortega es hoy jugador de River, con sus padecimientos y con sus destellos futbolísticos a cuestas. En ese marco, se torna difícil pensar qué otra solución podrían haber tomado Juan José Lopez y Passarella. Sobre todo cuando una persona, acaso involuntariamente, no se deja ayudar.



Respecto de Buonanotte, Jota Jota obró con mesura e inteligencia. Desoyó, o minimizó, las agotadoras quejas del jugador -una constante en River convertir a buenos futbolistas en súbitas estrellas- y logró que permanezca en el club sin reforzar a rivales ya que Buononatte, a diferencia de Ortega, actualmente reúne condiciones que podrían beneficiar a otros equipos y perjudicar a River. Priorizar el conjunto, o sea la identidad y la historia de esta camiseta, por encima de las individuales y las apetencias personales parece ser la premisa central del técnico, algo que demandaban los hinchas desde hace tiempo y, quién sabe, podría reencauzar el rumbo de una institución cuyos últimos años transitaron entre escándalos y desidias de las más variadias.

De cualquier manera, siempre hay lunares y hechos llamativos que conducen al escepticismo. La contratación a préstamo de Fabián Bordagaray -artillero de la B Nacional, de flojo desempeño en Primera- se asemeja a los casos de Luciano Leguizamón (Gimnasia de Concepción del Uruguay) o Pablo Parra (Cipoletti) en distintas épocas. Una moneda al aire, una apuesta acaso interesante pero para otro momento del club, un fichaje prescindible si se piensa en la permanencia de Funes Muori, el retorno del Keko Villalba y la larga espera de Leandro Carusso. Asimismo, no hubo previsión para fortalecer la zona media con jugadores con otra experiencia a la de Ballón. Diego Rivero, una chance posible, fue tardíamente considerado, teniendo en cuenta que ya selló su vínculo con Boca. Nada menos.

Señales, o indicios apenas, del River que viene. Retomando lo del comienzo, es de esperar que Jota Jota López finalice su estada en el cargo dejando una impronta, en este tiempo donde los entrenadores son analizados con lupa. Sus primeros movimientos suponen la presencia de un técnico comprometido, consciente de la etapa, generoso para escuchar y complementarse con otros hombres identificados con River (Fillol, Pitarch), soldado no de Passarella sino del club, inteligente para darle lugar a pibes como Lanzini, Affranchino, el otro Funes Muori, Pezzela, la posible joya llamada Quignón, además de Pereyra y Lamela, afianzados entre los titulares. Pero sobre todo, Jota Jota muestra autoridad para tomar decisiones, un aspecto que sí explica la importancia del técnico en la actualidad.

Parece exagerado consignar tantos atributos positivos del Negro López y en parte lo es. Ocurre que River, antes que priorizar en la búsqueda de refuerzos (muy importante, desde ya) necesita volver a las fuentes, a un orden, a una estructura que le devuelva la pertenencia, su condición de institución ejemplar y respetada, cuna de talentos y de multitudes que, pese a todo, siguen allí. Esa tarea le corresponden a quienes conducen, y Jota Jota se revela dispuesto a correr riesgo y a soportar los enigmas de apostar a blanco a negro.

De ser consecuente, y aunque haya sinsabores en el camino, jugarle al negro vale la pena. Porque desde el intento, la sensatez y las legítimas ambiciones, alguna vez, alguna remota vez, podría cambiar la racha.

P.P

miércoles, enero 12, 2011

PRIMERA DIVISIÓN// La Marca All Boys


La llegada de Ariel Ortega al equipo de José Romero sorprende, confunde y genera infinitas conjeturas y debates entre los hinchas de All Boys. No solo por tratarse de un futbolista en el ocaso de su carrera, afectado por serios conflictos que repercuten en su profesión y en su vida personal, sino también debido a este momento pródigo del cuadro de Floresta, derivado de una construcción paciente y laboriosa urdida por dirigentes, socios, simpatizantes y un plantel identificado con el club y sus mandatos históricos.

Parte de este promisorio e inedito presente,  le debe mucho al presidente Roberto Bugallo, responsable de sanear las alicaídas finanzas de la institución desde que arribó a la entidad hace más de 10 años y de apostar al crecimiento deportivo e institucional mediante la realización de obras en beneficio de los socios y del barrio de Floresta, conjuntamente con el armado de un equipo competitivo en el fútbol profesional. Los logros están a la vista: hoy All Boys exhibe un estadio remozado y confortable,  una serie de actividades sociales, culturales y recreativas destinadas a la comunidad y, tal vez lo más importante, un suceso que enaltece su trayectoria de 97 largos años al conseguir dos ascensos en tres temporadas, uno de ellos a la máxima categoría.

Sin embargo, y en lo que remite al plano futbolístico, los últimos movimientos de Bugallo -especialmente tras el arribo del cuadro de Floresta a la Primera División- llaman la atención, desorientan, llevan a pensar en un cambio de rumbo a fin de inaugurar un novedosa y desconocida etapa orientada a focalizar en el marketing de la época, con sus posibles escándalos que generen copiosos debates en los medios de la prensa sensacionalista y esa denominación connotada de lenguaje empresarial alusiva a la "marca fulano o mengano" (en este caso la marca All Boys), olvidando que el reconocimiento exterior y los progresos de este club surgieron del silencio y de la humildad, lejos del ruido mediático, de la prepotencia de ofrecer contención y placer en los supuestos paraísos de un barrio modesto y trabajador, de gestos espasmódicos, improvisados, proclives a desconfiar de los efectos que se buscan y de las tramas que rodean cada decisión repentina.




Este momento de alegrías y emociones, en consecuencia, incluye controversias. Marcadas controversias y contrastes. Primero desembarcó Cristian Fabbiani, un hombre al que el fútbol abandonó hace rato, artífice de la promisoria campaña de All Boys en el Apertura a raíz de su ausencia en el once titular. Ahora llega Ortega con sus padecimientos y su veteranía indisimulable que, en mayor o menor medida, representa un escollo para un equipo que necesita calma, armonía y unidad grupal para enfrentar los desafíos de una categoría rigurosa e implacable. En otra época, por caso, recalaron en Floresta nombres consagrados en el epílogo de su trayectorias, allí están los ejemplos de Héctor Scotta, Claudio García, Juan Barbas, Sergio Batista, el mismismio Néstor Fabbri entre otros. Lo de Ortega es diferente: se trata de la Primera División, con su dinámica exigente, centro de todas las miradas en un ambiente contaminado de cámaras y micrófonos pendientes de casi todo, menos del juego. También es diferente lo de Fabbiani, joven en relación con los nombres citados, fichado sin reunir un solo mérito futbolístico, excepto sus prestaciones gratuitas en los centros del show.

Dos casos, en suma, que no borran la esperanza y el orgullo que suscita la actualidad All Boys, si bien enciende una alarma. Porque expresaría una contradicción con este ciclo de Pepe Romero y porque están en juego aspectos que Bugallo, acaso entusiamado por una obra inédita aunque con final inconcluso, habrá pasado por alto. O habrá olvidado. O habrá minimizado. Lo que está en juego, de alguna manera, es la fidelidad a un origen determinado. Este club se proyectó desde el barrio y sus señas distintivas hacia el afuera, donde los dispositivos de propaganda, cada tanto, reparaban en las características y las pasiones que despertaba una entidad humilde con nombre peculiar. De ninguna manera ocurre y ocurrió al revés.

Lanzar la marca All Boys, de ser así, exigiría una tarea para la institución: dialogar fluidamente con esos dispositivos mediáticos influyentes con miras -hipotéticamente- a crecer más, consolidarse, instituirse como un actor poderoso y redituable para propios y extraños. El camino inverso que llevó al cuadro a Floresta a este umbral de felicidad genuina, sin alardes, con los hombres y mujeres del  barrio, los que conocen de dónde viene este club al que ninguna prensa ajena hará más o menos importante.

P.P.

domingo, enero 09, 2011

TORNEOS DE VERANO // La pasión es la misma


Nacidos a fines de la década del '60 en el viejo estadio marplatense denominado General San Martín, los torneos de verano han sido una acertada iniciativa destinada a los espectadores para morigerar la abstinencia de fútbol, disfrutar de la temporada estival en su ciudad cabecera cerca de la pasión primera de los argentinos, erigirse como un respetable banco de pruebas previo al inicio del certamen oficial y observar a equipos y selecciones nacionales y de otros países que, en más de una ocasión, dejaron su sello en estas competencias que han crecido en diversidad de campeonatos, incidencias y matices transcurrido el tiempo.

Así, la estadística del verano arroja algunos datos y curiosidades que vale la pena repasar, por ejemplo consignar el primer campeón, el Budapesti Vasas Sport Club de Hungría, un conjunto tradicional de ese país que en marzo celebrará su centenario; el predominio de Boca en la tabla general de títulos ganados (37 campeonatos, once más que River), casi a la inversa de la clasificación oficial en el profesionalismo; el siempre recordado encuentro entre el cuadro millonario y la Selección de Polonia en 1985; otro duelo prácticamente olvidado aunque significativo en el cual Seleccionado Nacional de Menotti con todos sus titulares y en plena preparación para el mundial de 1978, apenas empató ante el River de Labruna tras ir en ventaja de dos goles con un hombre más en el campo; la visita de la ex Checoslovaquia en 1979 que produjo masivas concurrencias; una goleada de Boca sobre River por 4-0 con Ariel Carreño como gran figura, en 2002; y una serie de partidos en los últimos años cuyas secuelas, en los clubes derrotados, motivaron la salida de entrenadores respetados (Ramón Díaz y Alfio Basile después de perder los clásicos con Boca y River, respectivamente).

Inevitablemente, en el recuento faltan numerosos hechos y situaciones que una gran mayoría de futboleros recuerda con alegría o tristeza, algo ligado directamente con la impronta de estos torneos realizados en la época del descanso y el alivio de las tensiones laborales y afectivas, si bien las presiones y las exigencias de la temporada regular se mantienen incólumnes en los torneos estivales, especialmente en las últimas dos décadas. Lo llamativo es que, desde el aspecto organizativo, el certamen veraniego varió considerablemente su forma de disputa, con encuentros correspondientes a un mismo torneo celebrados en ciudades-sedes distintas, formaciones conformadas -en su gran mayoría- por jugadores suplentes y juveniles, y un nivel de juego discreto producto de una pretemporada centrada en lo físico antes que en lo técnico.



De todos modos, el aparente y declamado carácter amistoso de estos torneos contrasta con la narrativa exagerada de cierta prensa y sus efectos perniciosos en los planteles y en un segmento del público que, lejos del descanso, el disfrute y el alivio de las tensiones, sobrevalora los desempeños de sus equipos tanto en la victoria como en la derrota. Claro que, afortunadamente, un gran porcentaje de hinchas saben de la condición preparatoria de las competencias estivales, de la posible consolidación o armado del equipo que debutará en el campeonato oficial y del valor relativo de derrotar a los rivales de siempre, conscientes del momento y de la circunstancia. Aun así, contener totalmente las pasiones y los impulsos parece una tarea imposible.
El título de una película del sueco Ingmar Bergman podría aplicarse al fútbol de enero y febrero. Un verano con Mónica se llama el filme, alusivo a un amor pasajero, de estación, acaso de dos días.
Pero qué dos días.

P.P.

martes, enero 04, 2011

BOCA // El mejor candidato


Como viene ocurriendo en los últimos años, Boca inicia la temporada con nuevo cuerpo técnico e idénticos retos: tonificar a un plantel alicaído, mejorar la cosecha de puntos y -sobre todo- evitar escandaletes internos originados en una disputa de la que, en rigor, se habla mucho y se sabe poco sobre su verdadero alcance y gravitación. Sobre la reconstrucción del grupo, precisamente, viene haciendose hincapié en estas horas según determinada prensa, dado que esa sería la razón sustancial del pronunciado declive futbolístico boquense.

Sin embargo, cabría atender otros factores, por ejemplo el rol de un sector periodístico que amplificó lógicos desencuentros entre compañeros de trabajo, algún contrapunto subido de tono y los recelos de las ya famosas trincheras que lideran Riquelme y Palermo, a medida que Boca sumaba derrotas en el torneo. Algo que no sorprende, desde ya, aceptados los mandatos de una maquinaria incesante de noticias con sus respectivas placas y zócalos en rojo, aunque conviene recordar que el famoso "vestuario" no se diferencia tanto de otro, conflictivo y carismático, durante la época victoriosa de Carlos Bianchi. Parecido y no similar, vale aclarar, por una sencilla y poderosa razón: no está Bianchi.

La Llegada de Falcioni, ante ese cuadro que exigiría orden y rigor para recomponer el clima armonioso y la confluencia de objetivos, parece acertada y hasta conducente de acuerdo con los pergaminos y la impronta del ex entrenador de Banfield. Pero con un matiz: a no ser que se trate de un personaje con extraños poderes, díficilmente el ítem "vestuario" ceda en intensidad y protagonismo para mutar en un club de amigos consensualista, lo cual sugiere que el foco de los problemas de Boca se circunscriben no solo a ese plano. Desde una mirada más puntillosa, habría dos aspectos más urgentes para abordar, evidentemente contemplados por la dirigencia. Por un lado, el vínculo con la prensa viscosa, instalada en el club 24 horas, portadora de noticias anticipadas que se concretan cada tanto, algo que Falcioni conoce y sabrá cómo afrontar en virtud de su fluida relación con algunos comunicadores influyentes.

Por otro, desde hace tiempo que Boca es el club donde el triunfo y la derrota definen patrones de conducta, moldean a los sujetos, someten a sus futbolistas al nivel más alto de responsabilidad y exigencia. Una década exitosa explica esta situación en la cual no hay nada, abolsutamente nada, entre la victoria y un revés futbolístico. También Falcioni dispone de recursos propios y ajenos para moderar las ansiedades y la intemperancia, ya que el nuevo técnico sucede a entrenadores de flojísimas campañas, pero tendrá un equipo ultrareforzado (recordemos la cantidad de jugadores que arribaron a mitad de 2010) y con retornar a un torneo internacional, meta modesta si las hay, aliviará tensiones en un club que enfrenta una temporada especial, con comicios en el cierre del año.

De modo que la elección de Falcioni obliga a reconocer que los dirigentes xeneizes eligieron con sensatez, fruto de pensar en la situación del club, sus conflictos reales e inducidos, y ese plus que aporta un entrenador como Falcioni, hábil para construir el enemigo externo y alentar a la propia tropa. El estilo futbolístico y la idea del conductor, así las cosas, parece lo de menos, en una institución acechada de cámaras, rumores y apuntes que minimizan al juego conforme se cumpla la regla primera: ganar.

P.P.