Con buen número de periodistas sudamericanos acreditados y entradas al público que oscilan entre los 40 y 320 pesos, Argentina-Perú se jugará a estadio cubierto, otra vez en River, otra vez con Messi en el once titular. Hablamos de un partido con carácter de clásico si consideramos antecedentes históricos y apuntes de actualidad, entre ellos jugadores destacados en ambas selecciones, episodios imborrables, rivalidad amplificada por chauvinismos indigeribles. Sobre este último aspecto, dice hoy el matutino El Bocón acerca de un supuesto incentivo para los peruanos: "El problema es que ahora jugamos contra los argentinos, los mismos a los que ayudamos -interesada o desinteresadamente- hace dos fechas. Sin embargo, nuestra fuente nos dijo algo más. Colombianos y uruguayos preparan una bolsa de 200 mil dólares para los peruanos si le ganan el sábado a Argentina. Ya está pactado, agregó. ¿Usted qué dice querido lector? Por supuesto, nadie lo va a aceptar, pero nosotros creemos que es cierto".
Más allá de incentivos y componendas, existe un dato estadístico que merece la atención de todos, ya sea en el frío de Tierra del fuego o en el calor de Iquitos: Perú, hoy último en la clasificación, fue el único país que sacó -sin eufemismos- a Argentina de un mundial. Pasaron 40 años y la huella perdura. Dato contundente para alimentar morbos y fanstasmas, dato que todo peruano debe atesorar entre sus orgullos deportivos.
Sin apartarnos del tema, cabría hacer una reflexión respecto del hoy alicaído fútbol incaico. Perú, país que hace rato no participa de una copa del mundo, atravesó un gran momento deportivo entre 1970 y 1982 donde clasificó a 3 de los 4 mundiales (en el del 70 llegó a cuartos de final y en el 78 a la segunda ronda de un torneo plagado de sospechas). El presidente de la Confederación Sudamericana de Fútbol (CSF) durante aquel exitoso período era de la misma nacionalidad, don Teófilo Salinas. Clasificado por cuarta vez consecutiva a la máxima competencia, Paraguay desarrolla un ciclo similar al peruano, en el marco de la gestión de Nicolás Leoz, guaraní de pura cepa y presi que sucedió a Salinas en la CSF. Una coincidencia sugestiva pero que de ninguna manera desmerece los logros futbolísticos de ambos países.
Con todo ese bagaje político-deportivo como telón de fondo, Argentina y Perú vuelven a enfrentarse en River. Ya no estarán Maradona ni Reyna en el vérded césped, pero sí Lionel Messi. Y con Messi y un equipo visitante vestido con esos colores, parece casi imposible gastar dinero a cuenta.
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