martes, septiembre 28, 2010

FÚTBOL ARGENTINO // Saber discernir


La 8ª jornada del Apertura arrojó poquísimos goles, 13, la cifra más pobre del certamen, incluso muy por debajo de los 20 de la Liga Española, los 25 de la Italiana y los 24 de la Inglesa (en todas intervienen veinte equipos), las tres principales competencias europeas seguidas con atención por el público argentino cada fin de semana. Recorriendo otros ámbitos nacionales, la escasez de gritos se extendió a la B Nacional (magras 17 anotaciones), si bien la Primera C subió el promedio con 21 conquistas. Quedan de lado, por razones de cantidad de equipos participantes y de cronograma, la B Metro -22 contendientes-, la D -18 clubes- y los torneos Argentinos A y B, de desarrollo jeroglífico según las distintas instancias que contempla.

De cualquier modo, lo relevante de los flacos números, lo que verdaderamente asoma con fuerza, se vincula con la calidad de los encuentros en Primera División, la mayoría tediosos, friccionados, auténticos fiascos llenos de imprecisiones y lagunas en el devenir del juego que, inevitablemente, se traducen en emociones en cuentagotas, como quedó expresado en la última fecha. Entre las causas, y como ya se ha mencionado en otra oportunidad, figuran la pesada herencia de un tiempo triste del fútbol argentino manifiesto en un contrato ruinoso para los clubes (con su anuencia) formalizado entre la AFA y  TSC-Grupo Clarín, a lo largo de 18 larguísimos años, que introdujo sustanciales cambios, tanto deportivos como culturales. Entre ellos, acaso los más dañinos, ciertos enunciados periodísticos que instalaron un juego morboso donde los técnicos dependen de su permanencia en los clubes debido a los buenos resultados -aceptados por los propios entrenadores, cabe aclarar, sin la lucidez suficiente para unirse y exigirle lo mismo a determinados periodistas en esa dinámica de confusiones de roles y tareas-, y la profunda sangría en el interior de la instituciones, necesitados de vender a sus mejores talentos para remontar problemas financieros..

Los efectos, en consecuencia, emergen rotundos : planteos cautelosos por parte de los entrenadores -"todos interinos" como señaló Pavoni, el actual técnico de Independiente- y ausencia nítida de cracks, con excepción de algunos veteranos (Riquelme, Verón, Ortega), que se destacan en un medio dominado por la mediocridad y las urgencias del éxito, a esta altura un mandato, un canon del ambiente, para intuir posibles desarrollos de los partidos.


Quedan pendientes, sin embargo, una serie de consideraciones. La paridad resulta un atractivo dado que ante la irregularidad de todos los equipos, sobresale la incertidumbre sobre el probable ganador, como unapelícula (mala) pero con final abierto. También se impone un trabajo extra para los amantes de este deporte, especialmente los neutrales, ya que la posibilidad de observar los 10 encuentros de la fecha gracias a la intervención del estado, demanda una elección, un recorte de horas en el fin de semana, una suspensión de otros menesteres/actividades, más o menos interesantes según la oferta circundante. En ese sentido, influye, y mucho, el azar, aunque importan las necesidades, los antecedentes y las características de algunos equipos para arriesgar dos horas valiosísimas cuando llega -para una gran mayoría de los aficionados- el tiempo del descanso.

Así, el presente Torneo Apertura entregó -a criterio de este sitio- apenas 7 partidos sobre un total de 80 disputados dignos de no perdérselos: San Lorenzo-Godoy Cruz; River-Independiente; All Boys-Vélez; Boca-Vélez; Colón-Godoy Cruz; Lanús-Godoy Cruz y Quilmes-Argentinos. El resto, o sea los otros 73, oscilaron entre alguna jugadita interesante de los promisorios Gio Moreno o Mario Regueiro, el rendimiento regular y sólido de determinado equipo o un estremecimiento momentáneo (los tres goles de Palermo ante Colón). Poco para suspender planes de jornada completa, si bien -habrá que recalcarlo siempre- el flojo nivel del fútbol no refiere a un fenómeno novedoso teniendo en cuenta la opinión actual de enconados detractores. Lo oculto años atrás sobreviene con elocuencia tras la apertura de las transmisiones por canales de aire, los interpela en tanto socios del viejo negocio, y sobre este detalle, el fútbol televisado para la mayoría de la gente, se montan muchos que antes, en las soledad de sus televisores y sus relatos para pocos, esbozaban tenues y complacientes críticas, amén de discursos encendidos ("el campeonato más emocionante del mundo").

O tal vez no: quizás sus custionamientos sobre la calidad no han variado. Solo que ahora apelan, con gesto preocupado y enfático para las audiencias (ahora masivas), a los trazos contaminados y disfrazados en distintos dispositivos que, por supuesto, no los roza siquiera de cerca.

Pablo Provitilo

domingo, septiembre 26, 2010

ALL BOYS // Sur


Se presumía que la visita al sur bonaerense conlleva dificultades visibles para All Boys, Algunas de las causales: un rival ejemplar en variados órdenes aunque apremiado tras dos goleadas consecutivas, las intermitencias en el juego del equipo de José Romero y las ya apuntadas novedades que trae aparejada una categoría que el club de Floresta redescubre con sorpresa y con avidez, con intuición y con inseguridad, con temores propios e indismulable respeto de escenarios, tonalidades, contornos y exigencias desconocidas.

Así, con esas oscilaciones ligadas con aspectos psicológicos, no llama la atención que All Boys haya sumado apenas 1 punto sobre 12 posibles en condición de visitante. A lo que se agrega otro hecho que viene de arrastre: la nítida falta de ideas, aptitudes y reservas anímicas para revertir una desventaja  Son factores a tener en cuenta, de rápida atención por parte del cuerpo técnico, especialmente porque cada visita en Primera División requiere encararla con seriedad y temple, pero también afirmado en las cualidades futbolísticas que tiene este equipo, y que son muchas, si bien parecería envolverlo/paralizarlo las distintas condiciones del entorno. Y algo más importante: un conformismo ceñido a quedar cómodamente instalado en un lugar previsible, como si no estuviera preparado para trascender a otros estados de ánimo que le reportara algo posible, inesperado hace un par de años, pero probable según su historia larga, su identidad y los pasos vertiginosos de un recorrido exitoso que lo sitúa en el tiempo de las grandes definiciones: arriesgarse, bancarse, habituarse, a estar cada día un poco mejor.



Claro que en el fútbol de hoy las contradicciones, las irregularidades y las urgencias provocan realineamientos y percepciones cambiantes, apenas con una semana de diferencia. No es fácil de explicar, en lo que atañe al juego, cómo un equipo que tuvo un rendimiento sólido y destacado ante uno de las mejores formaciones del país, haya mutado en un híbrido sin ambiciones ni respuestas ni orgullos para remontar un partido cuyo trámite le entregaba opciones de prevalecer. Influyeron, por supuesto, algunos imprevistos como la lesión de Cristian Vella y el gol de Lanús sobre el epílogo de la primera etapa. Sin embargo All Boys jugó el encuentro al tranquito, con llamativa pasividad y otra vez abrumado luego de verse obligado a procurar la igualdad, revelando incluso flaquezas defensivas y descompensaciones en todas sus líneas que podían haber ampliado el marcador en favor del cuadro granate.

En consecuencia, perdió bien el cuadro de Romero, quien quedó comprensiblemente disconforme con el nivel de juego de su equipo aunque, como ya se dijo, insiste con decisiones cuestionables. ¿No era mejor Emanuel Perea que Jonatan Ferrari tras la lesión de Vella? ¿Resiste más evidencias lo del ex futbolista Cristian Fabbiani, endulzado por los aplausos del público local, uno de los pocos clubes que le rinde tributo? Preguntas que se hacen con los hechos consumados, desde luego, pero algunas de ellas con cierta razón.

Decisiones del técnico al margen, responsable en su justa medida dado que no juega y ya demostró sus dotes de gran conductor, cabe prescindir de centrarse en presuntos culpables tras una derrota, alternativa que contempla este deporte. Lo que si merece puntualizarse, de cara al difícil encuentro con el Tigre de Caruso, es trabajar sobre la potencialidad de un equipo que -como dicen los futbolistas del cuadro de Floresta- no es menos que nadie. Restará saber si podrá sostener ser más que algunos otros, un interrogante supeditado al propio convencimiento de acuerdo con los recientes logros conseguidos, la mística construida y las destacables condiciones de un conjunto que, muchas veces y seguramente de modo
inconsciente, se refugia en limitaciones surgidas de los inciertos horizontes que hoy transita.

Un día, All Boys volvió al sur. Del sur y sus misterios que exceden lo geográfico, del sur y sus destinos redentores y sus pasados de esfuerzos y luchas, el club de Floresta habrá recogido los aprendizajes que lo proyecten y lo afirmen en ese tiempo mágico e imperfecto con sus previsibles tropiezos, en el cual los intentos, las pruebas y la fidelidad a sus convicciones espanten la inestabilidad que desdibuja su rostro auténtico.

Pablo Provitilo

viernes, septiembre 24, 2010

HURACÁN // Espíritu setentista

No es casual que Miguel Brindisi, una gloria de Huracán, haya retornado al club con el inicio de la Primavera. Tampoco que se gestara su vuelta el 16 de septiembre -una fecha dolorosa para los argentinos en temas de notable actualidad (El golpe de estado en 1955 y La Noche de Los Lápices, en 1976)-, al cumplirse ese día y este año 37 almanaques del único título profesional ganado por la entidad de Parque Patricios, un triunfo que marcó un hito en la trayectoria del fútbol argentino.

El Huracán del '73, su consagración recursivamente evocada según las cualidades de sus futbolistas y las implicancias deportivas y sociales de aquel equipo, continúa siendo el punto de referencia más alto para los hinchas del Globo, circunstancialmente suspendido su recuerdo tras el emergente Huracán de Cappa que alumbró hace un año, respetuoso del estilo y de las formas de una institución que desmiente enunciados excluyentes del tipo ganadores/perdedores, clubes grandes/clubes chicos. Porque la suma de campeonatos ganados no siempre guarda relación directa con la tradición y la capacidad de ciertas entidades de erigirse potentes, vigorosas y entrañables.

Y buena parte de la grandeza de Huracán se liga con su estadio amplio y tradicional, emplazado en un barrio con fisonomías nostálgicas y queribles, pero también con ese conjunto vistoso dirigido por Menotti en una época singular del país teniendo en cuenta el breve aunque intenso gobierno de Héctor Cámpora, ganador de las elecciones en 1973 en fórmula con Solano Lima, luego reemplazado por el último mandato de Juan Domingo Perón. Sobre aquel equipo y su tiempo, el sociólogo Roberto Di Gianno (hoy ubicado en posiciones diferentes), argumentó en un ensayo corto denominado Huracán del 73, la primavera social y futbolística de los argentinos la particular correspondencia entre dos momentos: el político y el deportivo, expresado en el juego de Huracán. "En este modelo futbolístico quedan establecidas fuertes afinidades entre las disposiciones éticas (libertad para crear y solidaridad entre los miembros del equipo) y las estéticas (vinculadas éstas con las mejores fuerzas de la cultura popular, como son la picardía y la alegría)", dice Di Gianno.

Sin adentrarse en el núcleo de este trabajo citado y en los debates que dispara su lectura, seguramente polémica para determinado público de acuerdo con algunas aseveraciones, el texto incluye una mención importante referida a Miguel Brindisi, el flamante entrenador quemero y una de las grandes figuras del cuadro de Menotti, al explicarse en el texto: "La actitud de Brindisi, uno de los jugadores más creativos de ese plantel, que prefirió reiteradamente seguir jugando al fútbol en el país a ser trasladado al exterior, desechando así importantes beneficios económicos, llevó a que el presidente de la Nación, Juan Perón, le entregara la medalla de la "Reconstrucción Nacional".  Más adelante, el ensayo agrega un testimonio del cual no se consigna el autor aunque remitiría al propio Perón: "En nombre del deporte argentino, le quiero hacer llegar a Brindisi nuestras felicitaciones y complacencia. Se puede honrar el deporte en todas partes, pero donde mejor se lo hace es en su propia Patria".

 En tal sentido, un mínimo aspecto que revelan estas citas y que puede resaltarse es la estatura alcanzada por ese equipo de Huracán y el rol de algunos de sus jugadores, por ejemplo Carrascosa y Brindisi, tanto por sus condiciones futbolísticas como por su compromiso con el club, algo no del todo frecuente en una época como la actual, donde suele predominar el cálculo económico y la firme defensa de los intereses personales.



 El pasado que vuelve, el íntimo y profundo vínculo con Huracán, posiblemente las ganas de trabajar nuevamente, motivaron el segundo regreso de Miguel Brindisi como entrenador del club. Le esperan distintos desafíos. Sin ir más lejos, un promedio amenazante y el recuerdo del gran equipo de Cappa que conspiró -indudablemente- contra el trabajo de Héctor Rivoira, el técnico saliente, y la tranquilidad del presidente Carlos Babington, otra insignia del '73, quien debió recurrir a un hombre apreciado en el club cuando se imponía la continuidad de Rivoira. No obstante, y asediado por los cuestionamientos de los hinchas al ahora ex entrenador, el presidente debió ceder en sus planes y promover un acercamiento con el hoy nuevo técnico, de quien estaba distanciado por motivos nunca aclarados.

Parece una decisión sensata. Así como Brindisi eligió quedarse en la patria chica en los años pródigos, realza su figura arriesgar prestigio, tiempo y salud mental en una institución que hoy es otra, si bien su primera experiencia en el banco finalizó con conflictos. También Brindisi y Babington son otros, lo mismo que el país y el fútbol, aunque si algo genera este deporte es el raro mecanismo por desencadenar imágenes de una gloria inminente, la posibilidad de volver sobre un pasado que habita en las entrañas del Ducó, el Palacio que cobija, nuevamente, a uno de sus ilustres, hombre que atiende el llamado cuando impera la ansiedad y el desconcierto.  

Pablo Provitilo

lunes, septiembre 20, 2010

ALL BOYS // Un tiempo mágico


La dinámica del fútbol argentino, vertiginosa y cambiante, impaciente y cruel, suele relegar del análisis hechos de dimensiones más amplias, que abarcan ciclos o períodos fundamentales en la historia de un club. All Boys, desde hace menos de un lustro, es una de esas entidades que experimentó cambios sustantivos tras acumular éxitos mayúsculos y apostar a una renovación profunda en su conducción. Cambios y transformaciones que, cabe aclarar, lógicamente le cuesta metabolizar y lo transportan a distintos tipos de desafíos, exámenes y exigencias. Cumplidos siete partidos en su segunda participación en Primera, y atenuado el recuerdo de su ascenso en Rosario, el cuadro de Floresta intenta abrirse paso en la máxima divisional en base a un promisorio aprendizaje en curso y a las reservas anímicas de un equipo movilizado a partir del entusiasmo de sus hinchas y, nombres aparte, de sus propios incentivos y progresos futbolísticos.

Por el lado de la motivación pero también de los territorios transitados y de las instancias transcurridas, habría que entender el auspiciso presente del cuadro de José Romero al consumar otro impacto en la A luego de vencer anteriormente a un Boca que ya muestra sus atributos de gran candidato. El triunfo ante Estudiantes, en tal sentido, invita a detenerse en esas causas, las que comprenden un trayecto, para explicar cómo una institución que penaba por superar a Flandria hace dos años, hoy derrota a un equipo consolidado y estructurado en todos sus órdenes, rival del mismísimo Barcelona hace menos de un año. Una posible respuesta, como se señaló, obedecería a la continuidad de un proyecto que tiene su cara visible en su cuerpo técnico, el mismo desde 2007, aunque también -y siempre en una reflexión alusiva al fútbol y sus imaginarios-, resulta pertinente puntualizar que el citado proyecto podría ser consecuencia de una búsqueda de años, de demandas cada vez más extendidas de su público, de los sueños vigentes de los asiduamente postergados, creyentes de la dicha, las parábolas, singularidades y reparaciones de un tiempo.


Fortalecido en su espíritu, consciente del brusco desplazamiento de lugar, All Boys jugó el partido ante el equipo platense como una auténtica final, algo reclamado por el hincha según el ritmo y los plazos de la categoría, reafirmando la conocida mística de conjunto y los buenos recursos de que dispone para nivelar encuentros ante rivales de trajinado recorrido, a priori superiores. De cualquier manera, sería saludable no confundirse ni entrar en euforias inconvenientes ya que All Boys tuvo un rendimiento con intermitencias, en parte debido al excesivo respeto (comprensible) que le infundía Estudiantes, ubicado en los primeros puestos de la tabla, con un invicto prolongado en la última temporada (17 juegos) y apenas un gol en contra tras 5 partidos en el actual certamen. El gol de Eduardo Domínguez, por tal motivo, operó favorablemente para el equipo de Romero tras un comienzo dubitativo de la formación albinegra, muy retrasada en el campo y en una posición expectante, en apariencia tendiente priorizar el contragolpe como variante de ataque. La ventaja circunstancial le dio tranquilidad, lo afirmó en el terreno, lo convenció de sus cualidades y lo tonificó en los minutos siguientes, incluso con una chance nítida malograda por Sebastián Grazzini para ampliar el marcador, si bien el empate de Estudiantes en el epílogo del primer tiempo, un momento clave, auguraba la embestida del cuadro visitante en la etapa final, primordialmente por su afán de treparse a la punta.

Pero este tiempo especial de su biografía deportiva le deparó a All Boys otro momento mágico: Grazzini, precisamente apodado El Mágico, convirtió un gol notable (también en un momento clave), una pieza de colección que será recordada por los hinchas al picarla con clase y, de este modo, adelantar nuevamente al cuadro de Romero en el marcador, que a partir de allí desplegó de todos sus recursos -especialmente los defensivos- para obtener un triunfo necesario, resonante y muy festejado.

Queda por verse si el envión anímico le bastará en el próximo duelo ante Lanús, herido en su orgullo luego de dos caídas abultadas. También la elección de algunos nombres que participaron del encuentro, considerando el flojo nivel de Hugo Barrientos (por su ubicación en la izquierda de la zona media propició la jugada de la igualdad, además de recurrentes faltas que no pueden cometerse frente a rivales que saben trabajar muy bien la pelota parada) y las modificaciones implementadas por el entrenador al sacar a Sebastián Ereros, una constante preocupación para el adversario, y a insistir con Cristián Fabbiani, un despropósito futbolístico de acuerdo con su estado físico y sus canchereadas parasitarias, dignas del amateurismo y amistosos a beneficio.

De cualquier manera, la cosecha de unidades hasta aquí y el compromiso colectivo exhibido son datos que solidifican el tránsito de All Boys en la A. Ganarse el respeto, resultados al margen, continúa siendo el objetivo principal de un club deshabituado a las alegrías repetidas, a las particularidades que configuran los rastros de una trayectoria, sus enredos y sus posibles inflexiones.

Pablo Provitilo

INDEPENDIENTE // ¿El proyecto? ganar ya


Previsiblemente, finalizó el proyecto futbolístico promovido por César Menotti y Julio Comparada en Independiente. Los magros resultados, la impaciencia endémica de cierto público, los errores del renunciado técnico Daniel Garnero aceleraron los tiempos y propiciaron este desenlace que apena, por cierto.
Es que se trata de un hecho que inevitablemente remite a los designios de una época donde perder no consta en ningún apartado de una planificación que apunte a perdurar. Todo es ya, todo es ahora, todo es maniqueo: ganadores que sirven, perdedores execrables.

Así, puede señalarse un error en el proyecto pergeñado por Menotti y companía: creer sin revisión en una apuesta para un fútbol sometido a las placas del éxito inmediato, desatendiendo los humores y las ciclotimias de un ambiente que no perdona rachas adversas ni innovaciones a largo plazo. No obstante, cabe evitar el señalamiento ceñido a los rigores del resultado para explicar los movimientos de última hora en el equipo rojo. Independiente realizó una política de compras y ventas que invariablemente repercutirían en el juego del equipo, lo cual suscita una reflexión más a fondo ya mencionada en este sitio: se trata de clubes con serios problemas económicos de arrastre, que no supieron ni pudieron remontar las apetencias/caprichos/intereses de determinados dirigentes, el sometimiento a los auténticos dueños del negocio y las lógicas variaciones de los objetivos deportivos trazados.



Sin plan alternativo, una marca registrada en la gestión Comparada hasta el anuncio del fallido proyecto, asoma nuevamente Américo Gallego como reemplazante de Garnero. Un regreso donde Gallego saca rédito en distintos planos: de continuar las caídas, el foco de los cuestionamientos recaerán en los jugadores y el presidente, como ocurre siempre con Américo, impermeable a las críticas en las derrotas y responsable directo en las victorias. De romper la sucesión de malos resultados, en cambio, el entrenador se posicionará como el gran salvador del club y algunos hinchas -renuentes a ejercitar la memoria tras el 3-4 ante Argentinos Juniors en La Paternal y otros efectos perniciosos- consagrarán su labor, le rendirán pleiteicías, acaso le den forma de certeza a las progresivas influencias de los técnicos. Basta con detenerse en el cambio de ánimo que atraviesa San Lorenzo.

Enigmas e interrogantes de un período en el cual el resultado define horizontes, proyectos y aptitudes de quienes ejecutan y toman decisiones. Lejos de la prudencia y la paciencia. Acaso con Gallego vuelvan las alegrías en Avellaneda. Pasó en su reciente paso en el club y en 2002, cuando condujo al equipo campeón. El torneo siguiente, vale recordar, Independiente sumó 3 puntos en 7 fechas. Los mismos que el hoy desdibujado Daniel Garnero al frente del equipo.

jueves, septiembre 16, 2010

SAN LORENZO // Santos y diablos, vienen marchando


Todavía sin demasiada repercusión en los medios masivos pero de indudable trascendencia para el futuro de la entidad, en pocos meses los asociados de San Lorenzo elegirán al nuevo presidente que gestionará los destinos del club durante los próximos tres años. Se trata de un comicio singular, lleno de curiosidades y negociaciones subrepticias, personajes de importancia según sus biografías y sus plataformas político-deportivas, los cuales deberán afrontar complejas tareas en caso de ser favorecidos por el voto de los casi 10 mil socios habilitados para sufragar. Una de ellas, indudablemente la más relevante, será remontar el pasivo de una institución que hoy supera los 100 millones de pesos, al margen de una deuda futbolística a esta altura intolerable para su nutrida parcialidad: la ausencia de la Copa Libertadores en sus vitrinas.


No obstante, el discurso de los 6 aspirantes al cargo mayor subrayan promisorias iniciativas tendientes a regularizar el aspecto financiero y crecer en el plano deportivo e institucional, consolidar la "marca San Lorenzo" según algunos de ellos, en un gesto nítido que expresa los beneficios de acceder a la presidencia de un club con historia, el grado de visibilidad pública que conlleva y los distintos tipos de intereses personales cuando asoma la posibilidad de acumular poder.  En ese panorama, la varipiopinta nómina de candidatos abre un juego de posibilidades y futuros acuerdos ni bien se acerque la fecha del acto eleccionario, prevista para el 11 de diciembre. Entre los postulantes figuran Fernando Miele, envalentonado tras haber sido sobreseído recientemente en la causa por administración fraudulenta, quien afirma sin rubores "tener la necesidad de terminar lo que dejamos por la mitad", si bien esa mitad abarca 14 años de mandato ininterrumpido y aun no está habilitado para presentarse dado que no recuperó su condición de asociado. Por su parte, autoexcluido Rafael Savino, el oficialismo lleva como nombre fuerte a Claudio Di Meglio (actual tesorero), acompañado por un histórico, Horacio Arreceygor, y -entre otras personalidades-el diputado de Nuevo Encuentro, Gonzalo Ruanova; mientras que Cruzada por San Lorenzo conformada por los autoconvocados, denominación cargada de múltiples significados, irán al comicio con Claudio De Simone como aspirante al sillón y el reaseaguro ante los socios de ser un grupo genunio surgido desde la base, la subcomisión del hincha.



Los otros 3 postulantes opositores revisten especial importancia, de acuerdo con sus patrimonios, contactos, procedencias y apoyos conseguidos. Uno de quienes reúne mayores chances para suceder a Savino y desbancar al oficialismo es el joven abogado Marcelo Moretti -hijo del vicepresidente de Editorial Perfil Luis Moretti-, quien propone -entre otras medidas- convocar a Marcelo Tinelli para reforzar la política de marketing, ensanchar la cantidad de socios, achicar el gasto en el fútbol profesional y una vuelta "paulatina" a Boedo, el barrio de origen.

También dice tener posibilidades de ganar Carlos Abdo, ex integrante del Grupo Inversor que desembarcó en San Lorenzo hace poco años, actualmente es titular del Grupo Estática Internacional (dueña de los derechos de publicidad en los estadios de fútbol argentino), que posee porcentajes en los pases de varios futbolistas y, quien tendría "un plan", como diría el empresario colombiano Francisco De Narváez. ¿Qué plan? Si bien manifestó la intención de regresar a Boedo, su programa incluye reestructurar la relación con socios e hinchas mediante diversas obras, entre ellas remodelar el Nuevo Gasómetro para que esté "a la altura de los mejores del mundo", convertir a la sede de Avenida La Plata en un "ícono social y deportivo" y focalizar en un fuerte campaña de marketing asentada en algunas particulares iniciativas: el marketing "responsable" (orientado a generar objetivos deseables para la sociedad en su conjunto), y "relacional" (formalizar relaciones duraderas con los hinchas, "redefiniéndolos como miembro de un único club"; habría un carnet del hincha donde los socios -además de favorecer al club abonando 120 pesos- recibirían beneficios como participar de sorteos, una publicación periodística en forma regular y poder ver Casla TV, la señal propia de San Lorenzo.


Menos pendiente de la publicidad y las bondades de la imagen, la lista encabezada por Ramiro Monner Sans, hijo del abogado experto en denuncias con impacto mediático, Ricardo Monner Sans, también centra sus propuestas en la "Vuelta a Boedo", a partir de un proyecto que pondera la honestidad, la transparencia,la participación del socio, el trabajo en divisiones inferiores y una consigna con ribetes emotivos: "volver a estar orgullosos de San Lorenzo". En ese sentido, algunas ideas de esta lista integrada por las agrupaciones Progreso azulgrana y DeBoedovengo apelan a la trayectoria de estos nucleamientos en la vida institucional y a interesantes fundamentos para conducir la entidad: "Los intereses del club y sus objetivos como única prioridad (...) Sin identidad no se puede mirar de frente al futuro (...) Pasión, fe (..) Esas son nuestras armas". Al margen de la sencillas y conmovedoras proclamas, el único interrogante que suscita Más San Lorenzo -así se llama la lista- se liga con la agenda laboral de Monner Sans (h) en caso de ganar el comicio, ya que en agosto el atosigado Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires lo nombró como procurador general de la ciudad.

En suma, abundan opciones, promesas y palabras. Con el correr de los días, posiblemente se irá aclarando el escenario de acuerdo con el presente futbolístico de San Lorenzo, que suele reportar a favor del oficialismo si persisten los triunfos, y la difusión de las propuestas. Dos de esas propuestas son vitales o excluyentes, podría decirse con cierta exageración, al considerar las implicancias del proyecto de fútbol profesional y el retorno al barrio que identifica al club. De la comunicación y sus infinitas estrategias, pero también de la historia reciente, de la madurez y el discernimiento de los socios para elegir lo mejor para un club que es suyo y -sobre todo- de la potencialidad transformadora de la política sin fines de lucro, dependerá el resultado que, aquí sí, es lo único y más importante para el futuro de una entidad fundamental de la Argentina.

miércoles, septiembre 15, 2010

ESTUDIANTES // El valor simbólico de una bandera



En los encuentros ante Liga de Quito y Racing sobresalió una bandera con tonos elocuentes colocada por un grupo de hinchas de Estudiantes en el estadio de Quilmes: "Queremos volver a 1 y 57", rezaba la inscripción,aludiendo a la vieja cancha Pincha, cuyo proyecto de reconstrucción continúa detenido por orden de la justicia. Acostumbrados a jugar en el remozado Estadio Único, escenario de fecundas alegrías albirrojas, luego de que se dispusiera su remodelación para la Copa América 2011 los hinchas agudizaron sus reclamos contra la dirigencia -dato novedoso ya que la gestión de Rubén Filipas venía recibiendo copiosos elogios- al peregrinar 45 kilómetros hasta Quilmes (donde hace las veces de local), posiblemente influidos por dos derrotas que calaron hondo en el ánimo de su público: la eliminación de la Libertadores 2010 ante el Inter de Porto de Alegre y la pérdida de la Recopa Sudamericana tras el empate ante Liga de Quito.

Pero hay banderas y hay palabras que esconden otros significados. Sería engañoso sostener que los hinchas basan su queja en viajar apenas media hora para acudir a los partidos de su equipo. También parece erróneo -o al menos discutible- que dos resultados adversos en el ámbito internacional reavivaran los pedidos de retornar a 1 y 57, ya que el grito de batalla no fue regresar al Estadio Único, algo comprensible si se considera que Estudiantes, en ese flamante reducto, acumuló resonantes resultados, entre ellos victorias ante los grandes, el festejo de un título, la goleada histórica ante Gimnasia. Asimismo, no es novedoso este reclamo, presuntamente fogoneado por sectores políticos vinculados con Julio Alegre, ex titular de la entidad, teniendo en cuenta que desde hace un tiempo un grupo de simpatizantes exige el retorno al viejo estadio.

El tema de fondo, trascendente para el futuro club, parecería ceñirse a una pertenencia y a una identidad a defender, expresadas en las pancartas y los gritos en la cancha, en la saludable organización que promueven sus socios y hasta en las novedosas redes sociales dado que existe en Facebook un grupo de casi 3.500 personas que aprueban el siguiente eslogan de convocatoria: "Porque todos queremos volver a jugar en nuestra tierra, porque estamos cansados de ser visitantes todos los campeonatos. Tenemos derecho a reclamar lo que es nuestro. Tenemos que volver antes del retiro de Juan Sebastián Verón. El sueño de todos".



 Dos sintagmas de ese enunciado en Facebook revelan la importancia del asunto para los simpatizantes de Estudiantes. "Nuestra tierra" y "Derecho a reclamar", ambos vinculados según determinados aspectos concatenados, implican para el público Pincha nada menos que aferrarse a los olores, los lugares conocidos y las imágenes donde Estudiantes forjó su reconocida mística, pero también encierran referencias a su clásico rival, dado que -según algunas voces- Gimnasia no puede ser hoy el único equipo de la ciudad, lo cual reintroduce otro factor sustantivo manifiesto en el reclamo de 1 y 57: parecería persistir un reconocimiento tácito al histórico adversario, sumido en crónicas crisis y huérfano de títulos, aunque siempre presente en el cancionero pincha y en la atención sobre su derrotero deportivo. Un botón de muestra lo aportó, hace pocos días, Juan Sebastián Verón en diálogo con el programa Pincha Pasión (FM News), al afirmar con cierto enojo ante determinada crítica periodística y de un sector del público de Estudiantes: "Se habla de dos títulos -Apertura 2006 y Libertadores 2009- como si fuese poca cosa, y no miramos lo que pasa con nuestros vecinos".

Es que el pronunciado distanciamiento entre los clubes platenses, tanto por el escenario donde juegan como por sus logros futbolísticos, no adulteran ni confunden una tradición de años. De ahí que se entienda y, por qué no, se celebren los distintos mensajes de una bandera, emblema y herramienta impermeable al paso del tiempo de aquellos que aún creen en el valor inestimable de reconocerse en su identidad.

lunes, septiembre 13, 2010

ALL BOYS // Madurar el cambio


No pueden señalarse mayores disgustos tras el empate conseguido por All Boys en su excursión a Santa Fe, esta vez para enfrentar al club de más hinchas en esa provincia. Motivos, varios: el mote y la complejidad del escenario, la potencialidad de un adversario que busca dar un salto cualitativo en la divisional y la falta de roce del cuadro de Romero en una categoría que va descubriendo partido a partido.

Sin embargo, cabe salir rápidamente del conformismo y la justificación irreflexiva pese a tratarse de un duelo que se presumía dificultoso. Entre otras razones, porque All Boys podría haber ganado por primera vez de visitante si hubiese sostenido el ritmo de juego y la actitud posicional de los primeros 20 minutos en los cuales controló el balón y ejerció una constante presión en terreno contrario, con gravitantes aportes de Emanuel Perea, por el carril derecho, y Matías Pérez García y Sebastián Ereros, enfocados y desequilibrantes para la última línea del rival. Incomprensiblemente, podríamos decir, después de ese auspicioso comienzo con victoria transitoria incluida luego del gol de Mauro Matos, la zona media incurrió en faltas evitables y, peor aún, el equipo retrocedió en el terreno apostando al contragolpe, una estrategia improcedente teniendo en cuenta los buenos resultados hasta allí y las necesidades de un oponente que acumulaba dos caídas en condición de local, razón por la cual creció en protagonismo e intensidad.

De cualquier manera, las causas de la merma en el rendimiento parecerían ceñirse no solo a cuestiones de pizarrón o a secuencias/avatares propios del juego. Subsisten, tras estas 6 jornadas en Primera, temores vinculados con superar escollos rápidamente, como si -por momentos- recayera sobre el equipo y el cuerpo técnico todo un itinerario de golpe donde irrumpen rivales y estadios que en nada se parecen a los paisajes conocidos del ascenso, el hábitat del club de Floresta en las últimas tres décadas.



Al margen de los factores psicológicos -o ligados con ellos habría que interrogarse-, el segundo tiempo arrancó con el previsible empate de Colón -ayudado por el inexperto Matías Giordano- y rápidas modificaciones tomadas por el cuerpo técnico tendientes a reordenar al equipo. Este último: un ítem cuestionado por muchos hinchas de All Boys que tiene su lógica y también su cuota de gataflorismo cuando el señalamiento acude a las decisiones de Romero en forma binaria: o tarda o se apura en hacer los cambios.
En este caso, da la sensación de que Pepe se apresuró en reemplazar a Ereros y Pérez García, de buenos desempeños en la primera mitad. Así, creció Colón en su performance según las opciones de gol que generó y continuó All Boys en su opción contragolpeadora, aferrándose a un punto que, indudablemente, cotiza según la impiadosa tabla de promedios que jaquea a los recién ascendidos.

Con miras a lo sucesivo, resultaría pertinente desmenuzar este partido para corregir determinados aspectos, uno de ellos es madurar la adaptación a esta categoría con templanza, valentía y sagacidad por parte de los jugadores y el cuerpo técnico. Advertir y valorar, por ejemplo, los recursos con los que cuenta. Ni hablemos si se considera la inminencia del encuentro siguiente, en el cual el cuadro de Floresta enfrenta al estructurado y corajudo Estudiantes, liderado por el longevo y vigente Juan Sebastián Verón. Será otro examen riguroso para un conjunto que no escatima esfuerzos colectivos, superó instancias cruciales con autoridad y va averigüando los pasadizos de una experiencia desde su condición de novato. Acaso Esteban Fuertes, con sus declaraciones TDK finalizado el partido, haya reparado en estos atributos que colocan a All Boys en un lugar expectante.

Pablo Provitilo

viernes, septiembre 10, 2010

COPA SUDAMERICANA // Reyes en la noche


La semana futbolera contemplaba dos encuentros de relativa importancia en el ámbito internacional, con presencia de equipos argentinos. Por un lado, la definición de la Recopa, certamen sobrevalorado en el continente, que podría haberle reportado a Estudiantes de La Plata una nueva estrella y, consecuentemente, los correspondientes elogios de quienes se montan sobre los categóricos e implacables resultados. Cabe decir que la mirada exitista no es patrimonio exclusivo de un solo sector del medio. Se trata, en cambio, de una práctica común y extendida, un rasgo de la época, una tendencia que enturbia el análisis aunque muchos crean iluminar zonas oscuras o enarbolar sesudas tesis consumados los resultados.

Con Estudiantes ocurre un caso curioso. Recibe tratos amables en el triunfo, en parte justificadamente debido al luminoso ciclo de Alejandro Sabella tras su arribo al cargo en 2009, si bien cada uno de sus logros o victorias refuerzan una andanada de máximas con tonos de verdad absoluta: la mística copera vigente de los dorados 60 y 70, un modo de jugar que "enorgullece a los argentinos porque así se juega al fútbol", el influjo de Juan Sebastián Verón, líder incomprendido del Seleccionado de Maradona como se dijo, como aun se dice. El triunfo de La Liga de Quito suspendió las coberturas rimbombantes y, por supuesto, promovió leves aunque visibles cuestionamientos a un equipo presuntamente acostumbrado a perder finales, al margen de que es uno de los pocos que suele jugarlas en los últimos años. Cosa de números, parece.




Pero también hubo otro encuentro trascendente por la Copa Sudamericana, otro torneo promocionado hasta el paroxismo por la cadena dueña de los derechos de televisación que, de todos modos, abarca un trayecto (al menos 10 partidos para la consagración) y comenzó a ser apreciado por los brasileños, hecho no menor.Allí, la atención estaba centrada en el duelo entre Argentinos e Independiente o, para ser más precisos, en el posible derrotero de dos entrenadores cuestionados: Daniel Garnero y Pedro Troglio. En ese marco, el empate que clasificó al cuadro de Avellaneda aparentemente descomprimió la situación de Garnero pese al opaco rendimiento de Independiente en el Estadio Maradona, lo cual impone la idea de que los resultados definen taxativamente la suerte de un proyecto con varias aristas. ¿Cuál proyecto? El proyecto concebido por Julio Comparada y César Menotti, criticado por no haber apostado a la continuidad de Américo Gallego.

Lo llamativo es que, aceptadas las evaluaciones positivas en los triunfos y el rol decisivo de los técnicos, no abundaron voces sobre varios aspectos relevantes que dejó la clasificación de Independiente. Por ejemplo, volver a viajar al exterior por un torneo internacional después de 6 años, el protagonismo de juveniles promisorios y un episodio significativo para los analistas de los días lunes (o viernes en este caso): el saldo favorable en los números del equipo de Garnero en un estadio donde el cuadro rojo, hace pocos meses, consumó un verdadero papelón dirigido por Gallego.

Ocurre que los juicios avalados por los resultados no siempre se amoldan a los deseos, especialmente por los gestos, los pasados y los procederes de los actores involucrados. Una situación que revela, en todo caso, lo estrecho de una mirada donde los discursos se acomodan o, como se dijo recientemente, se toman, se trivializan al ritmo frenético de un medio que demanda desmesura. Ni Estudiantes parecería ser el nuevo perdedor de finales o el gran equipo enjundioso de la mística inoxidable, ni Independiente un proyecto perdido conforme suma derrotas o el club que renace de las sombras debido a su estilo exquisito.

Son dos clubes que atesoran noches de gloria, que se han ganado un lugar en la historia y forjaron una identidad. Al cabo: que ganan y pierden como todos. Apenas eso.

Pablo Provitilo

martes, septiembre 07, 2010

SELECCIÓN NACIONAL // El técnico del proceso

Desde este espacio hemos cuestionado el excesivo protagonismo adjudicado a los entrenadores, sus dotes de auténticos responsables en las derrotas y en las victorias, el análisis minucioso de gestos, conductas y discursos según los dictados del marketing y el show. Parte de ese fenómeno se advierte con elocuencia en el Seleccionado Nacional, especialmente tras el breve ciclo de Diego Maradona en el cargo, en el cual las narraciones dominantes detuvieron sus juicios y evaluaciones en torno de su figura. Un seguimiento comprensible, podría argumentarse, de acuerdo con el imán que suscita su apellido y su condición de verdadero procer deportivo de la Argentina, aunque impiadoso y ensañado como consecuencia de episodios no deportivos que, en muchos casos, produjo omisiones al no consignar -o minimizar-  buenos momentos futbolísticos del equipo nacional en Sudáfrica 2010, progresos de Maradona en su rol de entrenador y el reparto de culpas a la hora de la eliminación mundialista; por caso señalar qué responsabilidad le caben a la AFA y a un tipo de periodismo aferrado a relevar lo accesorio y el escándalo, revanchista desde que el ente rector del fútbol argentino no solo le confirió lugares, accesos y componendas durante la etapa en la que fueron socios, sino también propició su expansión y poder.

En ese tumultuoso y conflictivo escenario que precedió a la salida de Maradona, el Seleccionado comenzó con Sergio Batista un nuevo proceso que, en cuanto a resultados, entrega números contundentes: dos victorias, una de ellas ante la mismísima España, con ratos de brillo en el juego y actuaciones individuales para destacar. Pero subsisten dudas, recelos e interrogantes que no pueden soslayarse. Batista, sin ir más lejos, llega al cargo ungido por Julio Grondona y por él mismo, pese a acreditar un currículum pobre y se hicieran repetidos anuncios sobre una comisión evaluadora que designaría al próximo entrenador.

Es decir, otra desprolijidad que refuerza una certeza: la "refundación" del fútbol argentino, con esta conducción, es una invención dirigida a cierto público ingenuo y, lamentablemente, crédulo. A esto se añaden conceptos de Batista que merecen alguna consideración. Habló de proyecto sin reparar en un oscuro antecedente que lo interpela de modo directo: la discontinuidad del cuerpo técnico de los juveniles en 2007. Pidió, en caso de ser evaluado en estos partidos amistosos, que no se analice su desempeño sólo por los resultados, olvidando las reglas de juego impuestas por sus empleadores ceñidas al triunfo como única variable de juicio. Finalmente, estableció empalagosos y recíprocos diálogos mediáticos con Lionel Messi, de flojo mundial e irregulares rendimientos con la Selección, llenos de lugares comunes y referencias que consolidan su individualismo ("Hay que dejar a Lionel que disfrute con el fútbol que le gusta a él"), amén de un marcado destrato con Maradona ("A Messi no hay que apurarlo con la capitanía).



Los resultados, aunque le pesen a Batista, parecerían sostenerlo en el cargo vaya uno a saber hasta cuándo. En el medio, ya campea el aire de la renovación y la concordia, esos entusiasmos antes resistidos por determinados sectores del ambiente durante la gestión de Maradona, el hombre maldito. Algunos aficionados, una porción del público, periodistas con cierto grado de dignidad, sabrán que una victoria circunstancial, un triunfo grandioso o un título tranquilizador no borran un reclamo legítimo: los hinchas y el fútbol argentino merecemos otra cosa, acaso parecido a lo que alumbró en Sudáfrica en esos días de amor y de batalla.

lunes, septiembre 06, 2010

ALL BOYS // Floresta siempre estuvo cerca


No caben dudas de que jugar en Floresta tiene un valor adicional para All Boys en este tiempo de bonanza: se revela confiado y sólido, logró habituarse a los distintos humores de su hinchada, e incomoda a ciertos rivales, que no es el caso de Olimpo, vale aclarar, respecto de las dimensiones del campo de juego, pero sí en lo relativo a padecer la condición de visitante no deseado. Los duelos con Vélez y Boca, derrota y victoria en Floresta y Parque Patricios -respectivamente-, parecerían configurar devenires posibles de un deporte sin lógica, sometido a diversas influencias. All Boys, de local y siempre en líneas generales, exhibe un rostro más auténtico, se conecta con su identidad de club barrial y muy singular, imposible de ser afirmarda en la lejanía y el extrañamiento del destierro. En consecuencia, es un plus a favor, y es también un escollo para el adversario.

Decíamos en la última crónica que el encuentro ante los bahienses revestía características de encuentro trascendente pese a tratarse de la fecha 5 de un cronograma con 38 jornadas. Sucede que de no haber superado el examen ante Olimpo, un viejo conocido en los especiales corrillos del ascenso, implicaba automáticamente replantear objetivos, estrategias y perspectivas en la máxima categoría al quedar en zona de descenso directo y al fallar en su primer enfrentamiento donde partía como favorito. Sin embargo el cuadro de José Romero planificó el duelo con seriedad, consciente de su importancia en materia de números y del tenor de cada partido en la A donde se impone la fuerza para prevalacer en la fricción, el ritmo de juego sostenido y la inteligencia tendiente a usufructuar/defender una ventaja transitoria como ocurrió tras el gol de Matías Pérez García. En ese sentido, es pertinente agregarle otra característica a un dato oportunamente señalado: este equipo de Pepe Romero, en la última temporada en la B Nacional, no sobresalió por revertir resultados (apenas 2 veces). Tampoco por conservar un score a favor, ya que en 8 ocasiones le empataron un partido, si bien hay matices en el registro: no es una cifra alta, 3 de esos partidos los terminó ganando (Cai, Sportivo Italiano y Tiro Federal) y uno lo fortaleció para la revancha en la promoción con Rosario Central.

Estadísticas aparte, el rendimiento del cuadro de Floresta conformó al público debido a la concentración y a la predispoción grupal ya mencionada, aunque resta mejorar el ítem referido a saber cerrar cotejos con olor a victoria anticipada. De hecho, malogró varias chances claras ante los bahienses y pudo sufrir en el desenlace si el paraguayo Néstor Barreiro acertaba en la jugada del final. Tema a trabajar y a resolver, indudablemente, teniendo en cuenta futuros oponentes de mayor complejidad y lo riguroso de un torneo que no admite despilfarros o beneficiencias de ninguna índole. Eso sí: díficilmente pueda corregirlo Romero incluyendo a Fabbiani en los tramos finales, un buque lento y cargado de zonceras, que anuncia dos tipos de hundimientos si persiste en autodenominarse futbolista profesional con 108 kilos, avalado por un buen técnico y mejor tipo como el técnico de All Boys: el individual y el colectivo.


Por lo demás, entre los puntos altos del conjunto blanco y negro, se destacó el buen funcionamiento de la zona de contención, especialmente Lucas Rimoldi, quien lució mejor ubicado que en el encuentro ante Vélez, y Emanuel Perea, entrenado en un ida y vuelta constante pero más decidido para generar ataques por la banda derecha, y un trío ofensivo que entregó señales auspiciosas en su segundo partido juntos desde el arranque: el reclamado Pérez García, un nueve calificado que ya se metió en el corazón del hincha, Mauro Matos, y el movedizo y desequilibrante Sebastián Ereros, acaso la mejor incorporación para el ejercicio 2010/2011.


 
De cara a otro partido con un grado alto de dificultad debido a su envestidura de club grande del interior y a su floja performance en Santa Fe (perdió en sus dos primeras presentaciones), a priori All Boys dispone de atendibles argumentos para hacer un buen partido ante Colón. Entre otros motivos porque recupera a Fernando Sánchez y Carlos Soto, dos puntales, enfrenta a un equipo que presenta grietas defensivas para aprovechar y, quizás lo más importante, llega con renovado aire según transcurre cada encuentro en Primera y advierte que puede dar batalla asentado en el esfuerzo conjunto y crecientes chispazos del estilo futbolístico que distingue a este grupo desde 2007.

El reto, de todos modos, es consolidar los progresos de visitante, donde computa dos caídas en dos juegos. Esta vez, en un escenario conocido dado que en el último enfrentamiento ante Colón, en 1995, un All Boys combativo y lujoso dejó una gran imagen en la primera fase de aquel octogonal que acreditaba un boleto a la A. Empató cero a cero y no le alcanzó, aunque dio la talla durante los noventa minutos al abstraerse de la presión que suele ejercer el público local y a buscar la necesaria victoria con fruición y dignidad. Dieciseis años después, el antecedente no debería pasar desapercibido en este prominente momento deportivo e institucional.

Pablo Provitilo

viernes, septiembre 03, 2010

RACING // Una cosa que empieza con P


Símbolo de una época, referencia vital del fútbol argentino, escenario que alberga montones de historias cuyas resonancias perduran hasta hoy, el Viejo Cilindro de Avellaneda cumple 60 años. Y no se trata de un aniversario más que alimenta efemérides pintorescas, apenas revisitadas para el apunte anecdótico o la mención pesarosa de un hecho social y deportivo de indudable magnitud pero ya transcurrido, fijado en un país-otro, un país incapaz de provocar emociones como las de aquel entonces. Por el contrario, las seis décadas que celebra la cancha de Racing actualizan la relevancia de un club popular y tradicional de la Argentina, acompañado por una hinchada apasionada como pocas y últimamente perseguido por el infortunio, los obstáculos permanentes, las desdichas más hondas que, paradójicamente o no, reforzaron una identidad expresada en el sufrimiento y la perseverancia de su público. "Ser de Racing" hoy es, en alguna medida, reivindicar el padecimiento y la angustia como virtud dado que la derrota ronda por todos lados, arremete furiosa y de modo imprevisto, desestabiliza y -al mismo tiempo- fortalece.

Pero los clubes atesoran trayectorias, ricos pasajes y travesías, exitosos y no tanto como se advierte, aunque capaces de establecer fecundos puentes con el presente, lo cual revela que "ser de Racing" es algo más que esperar la ominosa sombra de los predestinados a perder siempre, o peor, de los que se acostumbraron a perder. El Cilindro, en ese sentido, se erige como uno de los principales orgullos de los hinchas de La Academia, según una serie de acontecimientos a consignar. El primer partido que se disputó en el estadio emplazado en Mozart y Corbatta -dirección actual- ocurrió en 1950, cuando Racing derrotó a Vélez por 1 a 0 (gol de Ezra Sued) y allanó, de ese modo, el camino a su segundo título en el profesionalismo. Un título que cobró mayor dimensión tras el campeonato conseguido por La Academia al año siguiente que le reportó una distinción mayúscula: convertirse en el primer tricampeón del fútbol argentino. Años después, la cancha de Racing fue testigo de otro suceso en ocasión de celebrarse el encuentro de vuelta con el Celtic de Escocia, correspondiente a la Copa Intercontinental de 1967 que consagró de forma inédita a un club argentino. De acuerdo con diversos testimonios, ese día hubo en la cancha más de 100 mil espectadores, a tono con la capacidad del estadio en aquel entonces y a tono, también, con el gran equipo donde brillaban varias de las muchas glorias que nutren la galería de ídolos albicelestes, entre otros Humberto Maschio, José Chango Cárdenas, Alfio Basile, Roberto Perfumo, Agustín Mario Cejas.

Claro que luego vendría, como se señaló, un tiempo árido, de profunda incertidumbre, en el cual el club sufrió continuos desaguisados dirigenciales y mútliples turbulenciales internas manifiestas en dos datos insoslayables: la larga sequía sin acreditar campeonatos y la posible desaparición de la entidad en 1999, agobiada por jucios, pedidos de quiebra y dictámenes que avalaban la liquidación de sus bienes. Sin embargo, el Cilindro fue el lugar elegido por los hinchas para una demostración de afecto sin precedentes. Por la primera fecha del Torneo Clausura de 1999, 30 mil hinchas se congregaron en el estadio albiceleste no para mirar un partido -se decidió suspender el encuentro con Talleres a raíz de la grave situación institucional, es decir que no había ningún espectáculo a contemplar- sino para dar testimonio con su presencia del sentimiento por Racing. Idéntico sentimiento al exhibido en 2001 tras quebrar -finalmente- el maleficio de 35 años sin títulos, expresado en la multitud que llenó dos canchas: la de Vélez, sede del trascendente y decisivo partido, y el Cilindro, un blasón de familia, la pertenencia misma..



Conocido como el estadio Perón debido al apoyo del gobierno justicialista, mediante Ramón Cereijo (Ministro de Hacienda), para inaugurar el estadio, la cancha de Racing conserva sus atractivos y sus poderorísimas imágenes del pasado, más allá de que hoy -según diversas estimaciones- su capacidad se redujo a 51 mil espectadores y se proyecta una restructuración en el anillo inferior. De todos modos, la historia y las multitudes persisten allí, en el legendario templo, sede de las próximas épicas, percances y sigilos.

Pablo Provitilo