martes, agosto 31, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Lo transitorio


Tres partidos bastaron para que la inquina de un sector periodístico descargara exagerados cuestionamientos sobre la figura de Claudio Borghi. No es novedoso este tipo de situaciones que se rigen por leyes nunca escritas pero sí aceptadas por los protagonistas y buena parte del público: la derrota continua agobia, altera la calma, exige soluciones rápidas que no pueden ser otras que la dimisión del entrenador en funciones o el despido obligado. En Boca, dada la extensión de sus coberturas a sol y sombra, todo se magnifica y, paradójicamente, todo se reduce a un simple juego discursivo donde el resultado impone implacables condiciones. Alguien, con algún grado de sensatez, diría que se trata de una verdadera "picadora de carne", aunque -en rigor- son muy pocos quienes intentan desafiar esa lógica interesada que nutren ciertas agendas desprovistas de análisis serios y responsables. Repetimos: tres partidos.

Repasando los primeros encuentros del ciclo Borghi, apresuradas evaluaciones sobre el trabajo del técnico olvidaron reparar en determinadas coyunturas. Por empezar, Boca es un equipo en formación que hoy exhibe una defensa completamente nueva tras la tenebrosa actuación de la última línea durante las gestiones de Basile/Alvez; comenzó el torneo en medio de un tironeo evitable entre los dirigentes y su líder y futbolista estrella, Juan Román Riquelme, que previsiblemente repercutió en el funcionamiento colectivo; y mostró signos alentadores en tres de sus cuatro presentaciones. Por ejemplo, fue correcto el desempeño de Boca ante el difícil Godoy Cruz donde hasta pudo ganar, tuvo de ratos de fútbol cohesionado y ambicioso en la primera hora con Racing y redondeó una actuación superlativa frente a Vélez en base a la vieja estirpe boquense expresada en garra y actitud ganadora.

Si se añaden tres señalamientos desmentidos, o al menos atenuados por los hechos, entre ellos el "sospechoso" sistema defensivo implementado por el entrenador, la presunta incompatibilidad de la dupla integrada por Lucas Viatri y Martín Palermo, y el "desmejorado" regreso de Sebastián Battaglia a las canchas, las conclusiones negativas parecerían ser tan desmedidas como los insidiosos interrogantes sobre los saberes, el temple y la aptitud de Borghi para dirigir a Boca.

Nada resulta casual, de todas maneras, teniendo en cuenta discursos que han penetrado en el cuerpo social, no solo en el deporte. El actual técnico xeneize es, justamente, una de esas pocas voces que confronta abiertamente contra las urgencias y las obsesiones del medio y, posiblemente, haya tomado de nota de los deberes y obligaciones para perdurar en el cargo: aceptar que Boca, tal vez, pueda cambiar parte de su filosofía y su particular modo de sentir este deporte. En un panorama donde impera el éxito como única variante del conocimiento y la inteligencia, aunque le pese a Borghi, no podría ser al revés.





Pero no solo Boca atravesó momentos de conflicto. Independiente, sin ir más lejos, ocupa el centro de las páginas, los espacios radiales y los segmentos televisivos tras un magro comienzo de torneo. Las miradas apuntan contra la comisión directiva y su manager, señalados como los responsables de haber discontinuado un proceso óptimo en materia de resultados aunque ceñido al corto plazo, como ocurriera en 2002 con otra gestión. ¿Es posible afirmar con algún grado de certeza que, con Gallego en el banco, hubiese sido otra la cosecha de unidades y el nivel de juego mostrado por Independiente teniendo en cuenta la profunda sangría sufrida por el plantel? En ese sentido, ¿cómo se evita el éxodo de futbolistas en un mercado siempre complejo, con representantes y jugadores avezados en urdir los mejores negocios, con dirigentes que necesitan reordenar sus finanzas por errores propios, amén de haber aceptado durante 18 años un contrato televisivo desventajoso?

La impaciencia ante la racha adversa también suscita olvidos en el cuadro de Avellaneda. Independiente reinauguró un estadio moderno, engrosó su promedio, volvió a las copas internacionales y, sobre todo, apuesta a un proyecto a largo plazo con ex jugadores del club, fortalecido con productos de las inferiores (existe un selectivo trabajando, se conseguió un título en las divisiones menores tras 8 años), haciendo hincapié en recuperar el sentido de pertenencia mediante los lazos entre la institución y la comunidad, como lo hizo el vecino Lanús. Es cierto que el hincha exige triunfos, sería necio negarlo. Mucho más cuando se impone la idea de que, en apariencia, se desarmó lo que funcionaba bien. Cabe, sin embargo, revisar un itinerario y detenerse en las causas, los posibles escenarios y soluciones, antes de pedir renuncias compulsivas o evocar a la arcadia extraviada.

Mejor mirada la cuestión, los casos de Boca e Independiente -mañana serán otros- expresan los rasgos de una época en la cual lo que se dice, lo que se sugiere, lo que se describe con modos enfáticos y terminantes revela mecanismos infinitamente seductores -aunque lejos de "la verdad"- donde predomina la lente borrosa de lo transitorio.

Pablo Provitilo

lunes, agosto 30, 2010

ALL BOYS // Tres puntos, varios enigmas


La cosecha de unidades en el Apertura (3 puntos sobre 12) sugiere que será arduo el camino de All Boys para mantenerse en la A. Se comprende por factores ya consignados en este sitio relativos al exigente fixture de las primera fechas y al carácter impiadoso de una divisional que requiere máxima atención, cuidados especiales, cero tolerancia al error. La parte llena del vaso, sin embargo, indica que el cuadro de Floresta, con excepción de Vélez, no fue superado claramente por ninguno de sus rivales, lo cual suscita apuntes mesurados antes de cargar las tintas sobre las deficiencias mostradas por el equipo de José Romero en estas cuatro presentaciones, que han sido muchas, algunas de las cuales podrían haberse enmendado según los desarrollos de esos encuentros.

Yendo al partido con San Lorenzo, cabe medir el rendimiento en dos partes. Envalentonado tras la resonante victoria ante Boca, All Boys jugó un buen primer tiempo. Ordenado, prolijo y con una saludable tendencia a ahogar al rival mediante una sostenida presión en la mitad de las cancha, dispuso de las opciones más claras en esa etapa dentro de un trámite parejo que, de modo sorpresivo, no evidenciaba las asimetrías entre un equipo recién ascendido con otro de largo recorrido en Primera, siempre difícil cuando juega de local y con un plus a la hora de advertir posibles debilidades del rival dado que las dimensiones de su terreno de juego -uno de los dos más amplios de la Argentina- contrastan con el trayecto de All Boys en los últimos años, habituado a escenarios más ríspidos y de menos espacio que lo obligaron -en distintas circunstancias-a implementar determinadas estrategias. Acaso lo sabía el cuerpo técnico, generalmente atento a detenerse en los pequeños detalles. Claro que esos y otros "pequeños detalles", en la A, inciden de otro modo, demandan concentración y alternativas para evitar que impacten desfavorablemente. No es factible preveerlo todo, algo imposible en un deporte dominado por la incertidumbre y las contingencias, pero sí tomar ciertos recaudos.

Aun así, las características del campo del Pedro Bidegain no configuran un atenuante decisivo para puntualizar que el cuadro de Floresta, finalmente, dejó una imagen ambigüa en el Bajo Flores. Especialmente tras un segundo tiempo donde no pudo ni supo contrarrestar la visible mejoría de San Lorenzo, acentuada luego del tanto de Juan Carlos Menseguez y las posteriores expulsiones de Fernando Sánchez, sostén anímico del conjunto blanco y negro, y de Carlos Soto. No obstante, se observa una incipiente pero marcada recurrencia desde el encuentro ante Racing hasta hoy: All Boys, luego de quedar en desventaja, parece disminuido e incapaz de revertir el resultado. Hay datos previos, elocuentes, que confirman esta presunción: en la temporada 2009/2010, en la B Nacional, solo 2 veces en 38 partidos el conjunto de Floresta remontó scores adversos, ante Platense (hoy en la B Metro) y Unión ( 9º en la 09/10 y 15º en el actual torneo), ambos de local. En la A se mantiene la tendencia: como si de repente el conjunto de Floresta olvidara sus fortalezas manifiestas en la cohesión grupal, su buen trato del balón y su templanza para superar dificultades. O, peor aún, asumiera resignadamente su lugar en la divisional, ligado a esos antecedentes que lo empequeñecen ante oponentes de más historia y de más jerarquía en cuanto a nombres.


Si bien es cierto que, con dos hombres menos, era impensable una reacción en el Nuevo Gasómetro, aspectos que atañen al convencimiento de las cualidades mostradas y al dispositivo táctico elegido por Romero merecen una revisión para los compromisos futuros, teniendo en cuenta la decisión de relegar al denominado enganche/mediapunta en un plantel que cuenta -repetimos- con tres futbolistas en condiciones de hacerlo. Por ejemplo, descontada la presencia de Sánchez en el trascendente encuentro ante Olimpo, el lugar vacante en la zona media debería ser para Matías Pérez García, ubicado en el rol de enlace para abastecer a Sebastián Ereros y Mauro Matos, delantera que ilusiona de acuerdo con sus meritorios rendimientos en las dos últimas jornadas.

Sería una opción interesante para afirmar el protagonismo de un equipo que no suele especular ni esperar el error del rival, con el agravante de que se trata de un partido bisagra. Un poco debido a los recientes números del duelo (de los últimos 4 encuentros en la B Nacional, Olimpo ganó 2, All Boys 1 y empataron el restante), a la pelea de ambos para sostenerse en la A desde su condición de novatos y a un ítem relevante para el cuadro de Floresta en su regreso a la A: esta vez no va de punto. La presión, en consecuencia, es toda suya y habrá que ver si prevalecen los atributos positivos exhibidos hasta aquí, en un encuentro con distintos condimentos a los del ascenso. Más riguroso si se considera que hay algo más de 3 puntos en disputa, quizás influyente para conocer la realidad de un equipo con varios enigmas por resolver.

Pablo Provitilo

viernes, agosto 27, 2010

FÚTBOL INTERNACIONAL // En la otra arena


Después de sustantivas reformas políticas, económicas y sociales implementadas por el gobierno de Lula Da Silva durante dos períodos, Brasil elegirá al sucesor del dirigente metalúrgico el próximo 3 de octubre, en un escenario aparentemente favorable al oficialismo dado que Dilma Rouseff, candidata a presidente por el Partido de los Trabajadores (PT), amplió su ventaja a 20 puntos sobre José Serra, del Partido de la Social Democracia Brasileña, según un sondeo realizado por el diario Folha de Sao Paulo, publicación opositora al PT que, de todos modos, no incurre en los papelones ni en las desembozadas tergiversaciones de los grandes medios argentinos, alineados y enrolados, también, con distintas corporaciones empresarias .

Claro que el acto comicial exhibe otros atractivos. Uno de ellos, precisamente, alude a los contenidos de este sitio teniendo en cuenta que Bebeto y Romario, dos figuras del fútbol brasilero y delantera de la Selección verde-amarilla que obtuvo el mundial de 1994 tras 24 años, aparecen en las boletas con el propósito de acceder a alguno de los más de 1600 cargos electivos en disputa. Con diferencias en el puesto al que aspiran pero próximos en el plano ideológico, cabe aclarar: Romario irá como candidato a diputado federal por el Partido Socialista Brasileño -cercano al PT-, en Brasilia, mientras que Bebeto se presenta para diputado regional por el Partido Democrático Laborista, en Río de Janeiro, ambos nucleamientos políticos de raingambre progresista.

Existen, de todos modos, leves matices en sus propuestas de campaña. "Tengo la obligación de hacer algo por los niños sin recursos, y la mejor forma de conseguirlo es a través de la política. Voy a luchar para conseguir que los fondos federales lleguen a las favelas", declaró el Chapulín, reafirmando la intención de aplicar medidas inclusivas -en caso de ser elegido- dirigidas a los segmentos pobres de Brasil. El ex Deportivo La Coruña, por su parte, también apunta a trabajar para los sectores desfavorecidos al focalizar en la distribución del ingreso, aunque incorpora en su plataforma un elemento que suele reportar simpatías en determinados electorados: la "corrupción endémica" que padece el país.



De cualquiera manera, lo novedoso de estas candidaturas remite, en primera instancia, a reivindicar a la política como vehículo de transformación, como espacio posible donde dar las muchas batallas por venir, como ámbito capaz de seguir convocando a los ciudadanos, famosos o desconocidos, para causas superiores. No menos cierto, sin embargo, es consignar otros dos componentes que revelan los complejos entrecruzamientos entre deporte y política. Por un lado, ni Bebeto ni Romario ni los partidos que los cobijan desconocen las implicancias sociales y sus efectos en términos de propaganda del Mundial de Fútbol, en 2014, y de los Juegos Olímpicos, en 2016, ambos eventos a celebrarse en Brasil. Por otro, Argentina ofrece ejemplos de deportistas que saltan a la política con intereses diversos, cuestionables algunos, edificantes otros. Allí están -por citar personajes visibles - los casos de Carlos Reutemann, Daniel Scioli o Claudio Morresi. Sobre el actual Secretario de Deportes de la Nación, precisamente, recae una mención especial por estas horas si se considera el reciente logro conseguido por Brian Toledo en los Juegos de la Juventud -atleta que practica el lanzamiento con jabalina-, un chico de bajos recursos que fuera detectado por la Secretaría en los Juegos Evita, histórica y decisiva herramienta destinada a la inclusión de los jóvenes a través del deporte.

Este último hecho supone cautela por tratarse de un episodio de coyuntura, pero también permite desestimar el carácter presuntamente contaminado de la participación política. Entre recurrentes escepticismos -algunos lógicos- y discursos mediáticos que han socavado su gravitación, habrá que concederles a Bebeto y Romario ese derecho. De sus discursos, al menos, se desprende que persiste una zona posible donde anidan convicciones y esperanzas.

Pablo Provitilo

miércoles, agosto 25, 2010

ASCENSO // Pobres poderosos



Con estética y formato similar al de sus inicios, el docu-reality Atlas, la otra pasión (Fox Sports, lunes a las 22 hs) llegó a su 8ª temporada, fiel a sus objetivos comerciales y periodísticos que le dieron origen en 2006: adentrarse en la cotidianeidad de un club de la Primera D, rebautizado por el envío como "el último de los últimos" según consta en su desdichada trayectoria futbolística (nunca jugó en otra categoría, además de padecer recursivas desafiliaciones).


Ideado y producido por Maximiliano Ambrosio (también conductor), el programa conserva sus atractivos al mostrar, en clave de relato dramático musicalizado, las infinitas peripecias de un club humilde de General Rodríguez, los paisajes derruidos y adversos de la D, la intimidad de ese mundo muchas veces inasible para el gran público que transcurre en los vestuarios, en las jornadas de entrenamientos, en las tribunas o en la tarea diaria de los dirigentes. No se trata, entonces, de un programa convencional, por el contrario, el secreto de su permanencia en la pantalla chica radica en su cuidado montaje y en su lograda fotografía cuyos efectos en los espectadores parecerían ser dos: franca empatía con la entidad teniendo en cuenta sus continuos padecimientos, y marcado interés por conocer escenarios y singularidades de una categoría semiamateur como la D, apenas reseñada en algún informe perdido entre las múltiples señales que ofrece la grilla televisiva. Precisamente, y en relación con esto último, si el programa funciona mucho le debe a que aporta datos e imágenes sobre equipos de la categoría nunca difundidos (inclusive el propio Atlas), un condimento pintoresco y un insumo extra para el público que revitaliza cada edición del ciclo.

El problema, de todos modos, sigue siendo subrayar el poder omnisciente de las cámaras como vehículo hacia horizontes más pródigos. Una vez más: la celebración del espectáculo televisivo que demanda gestos elocuentes. Así, prevalecen en Atlas, la otra pasión, apelaciones rimbonantes como "los guerreros", desde una voz en off concluyente, arengas dirigidas a abandonar definitivamente la D en los enfáticos y exitados discursos del técnico Néstor Retamar (regresó a la institución tras los ciclos de Guillermo Szeszurak y Pablo Motta) y distintas secuencias donde es el triunfo, y solo el triunfo, lo que define las alegrías y los derroteros de un club. Más trascendentes son ciertas contradicciones en las cuales incurre el envío dado que "el último de los últimos" tiene sponsors de primera categoría -Nike, Gatorade, Bagó, Cablevisión-, en tanto varios de sus protagonistas, a lo largo de estos años de reality, se transformaron en estrellas mediáticas, aparecieron nuevos hinchas provenientes de distintas latitudes y las instituciones rivales, lejos de cualquier condescendencia, lo ven vigoroso y favorecido. Algo que no es culpa de Atlas-club, desde luego.

Con miras al campeonato 2010/2011, y a partir de los progresos recientes tanto a nivel deportivo (ya no pelea por la permanencia) como institucional (vestuarios remodelados con agua caliente, herramientas de trabajo acordes, crecimiento de la masa societaria) se espera la consagración del "equipo del Continente", otra denominación instituida por el programa. Pasaron largos 59 años del nacimiento de Atlas y cuatro almanaques desde el arribo de Fox Sports, suficientes trayectos para que la ilusión de los hinchas y los tiempos televisivos coincidan.

Pablo Provitilo

lunes, agosto 23, 2010

ALL BOYS // Defender la humildad


Después de largas temporadas peregrinando por las canchas más hostiles, de afirmarse en las fortalezas de aquellos que construyeron sus orgullos, sus enemistades y sus sueños de gloria en el fútbol del ascenso, All Boys disfrutó de un momento histórico en su vida deportiva tras vencer a Boca con llamativa autoridad. Lo tiene merecido ante tanta perseverancia y tanta ilusión contenida de sus hinchas, influyentes protagonistas de este nuevo suceso junto con dirigentes, jugadores y cuerpo técnico.Triunfo de alto impacto, acaso fundacional si se considera la densidad del cronograma de partidos en Primera División y visiblemente meritorio pese a haber enfrentado a un Boca turbulento y desorientado que no deja de ser un rival calificado de acuerdo con el plantel actual y, sobre todo, con su linaje de entidad popular y muy laureada en su pasado reciente.

En ese sentido, surtió efecto los cambios implementados por Pepé Romero dado que hubo mejoras sustantivas en relación al duelo con Vélez. De hecho se vio una idea previa bien concebida al intentar dominar el mediocampo, jugar con otro ímpetu teniendo en cuenta la dimensión del adversario y sacar provecho de algunas modificaciones posicionales y de nombres que se venían reclamando, entre ellas los ingresos de Fernando Sánchez, rueda de auxilio permanente en la zona media e histórico del plantel, y de Sebastián Ereros, acompañante del solitario Mauro Matos en ataque y de movimientos rápidos e interesantes.

Con otro dispositivo táctico (el tercero diferente desde que comenzó el torneo),  el cuadro de Floresta ganó en consistencia y en intensidad al reforzar dos líneas clave (la defensa viene cumpliendo aceptablemente, con Carlos Soto y Nicolás Cambiasso como líderes), aunque el dato sustantivo del triunfo remitió a haber recuperado parte del estilo que distingue a este equipo desde 2007, independientemente de los apellidos: el sacrificio conjunto, la unidad detrás del objetivo y el aplomo para desplegar un juego fluido y por momentos vistoso en situaciones favorables.



La máxima categoría reviste dificultades ya que ningún partido es similar a otro e imperan las contingencias y las resoluciones rápidas. Ni hablemos entre aquellos clubes que disputan su primera temporada, obligados a la cosecha continua de unidades en tiempo récord. Queda pendiente, con miras a lo que viene, tener en cuenta algunas situaciones que atañen al esquema presentado ante Boca y a medidas tomadas por las autoridades. Sobre lo primero, la decisión de Pepé Romero de no jugar con un denominado enganche supone valentía, riesgo y, quizás, conflicto. Un dato: en el plantel hay tres en condiciones de hacerlo; Matías Pérez García, Ariel Zárate y Sebastián Grazzini. Respecto de lo segundo, llamó la atención el contraste entre los reclamos dirigenciales de All Boys previos a los encuentros con Vélez y Boca, suscitados por la presunta intención de de mudar los partidos a otra cancha. Con un agregado: no es razonable, por ejemplo, que un club le entregue a la institución xeneize 10 mil populares y 2.400 plateas. Parece excesivo si bien se comprende la intención de recaudar dinero en un encuentro especial (aun así, Boca devolvió tickets). Tampoco es razonable jugar con las entidades denominadas grandes lejos del Islas Malvinas, estadio que dispone de espacio y comodidades según lo establecido por los organismos de seguridad. Y muchísimo menos es razonable insistir con la venta de entradas generales a 70 pesos en los partidos de All Boys como local, algo remediado ante Boca.

No menos cierto, referido a estos ítems controvertidos, es que Pepe Romero demostró no atarse a un modelo y promover, llegado el caso, diversas modificaciones en cuanto nombres y estrategias. También esta dirigencia demostró compromiso para defender los intereses del club y respetar a los asociados y a los hinchas, quienes desempeñan un importante rol mediante diversas actividades sociales y deportivas que convocan al barrio de pertenencia.  La victoria Boca, en definitiva, también es consecuencia de haber trabajado colectivamente, sin perder la humildad ni apartarse del rumbo trazado. Y por eso cabe añadir un último punto a revisar -a riesgo de ser apresurado, es cierto- ceñido a Cristian Fabbiani, que debutó con la camiseta de All Boys exhibiendo lo mismo que en sus últimas apariciones: un estado físico lejos del ideal, lujos intrascendentes que envalentonan al rival debido a su declarado propósito de provocar, y recurrentes episodios circunscriptos a ámbitos no deportivos.

Un contrasentido, da la sensación, según el recorrido de un club que edificó desde el perfil bajo y la humildad un presente victorioso e impensado apenas algunos años atrás.

Pablo Provitilo

miércoles, agosto 18, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Mario y Gio

                               


El Apertura lleva dos fechas disputadas con partidos parejos, pocos goles y alguna que otra sorpresa en materia de resultados. Tiempo no del todo suficiente pero posible, sin embargo, para analizar el nivel de los refuerzos, que han sido muchos según consta en la planilla de cada club, con excepción de Vélez, Lanús y Godoy Cruz. Dos de esos refuerzos ya mostraron sus cualidades técnicas, además de otros atributos que los ubican en un sitio especial debido a su peculiar talento, a sus maniobras inspiradas de las que nos habíamos desacostumbrado en otros pies que no fueran lo de Riquelme u Ortega, y a ciertas extravangancias, licencias, modos de sentir el juego que habrá que tener en cuenta dado que podrían movilizar amores profundos o repudios definitivos.

Hablamos del uruguayo Mario Regueiro, de Lanús, y del colombiano Giovanni Moreno, de Racing, protagonistas en las jornadas de apertura a partir de sendos repertorios curiosos que llamaron la atención entre los hinchas. Del oriental sorprende su inteligencia para moverse como mediapunta, su habilidad en velocidad que desorienta rivales y esa infrecuente virtud de rebelarse en un medio donde manda la obediencia y la lógica de movimientos. El colombiano, por su parte, ofrece como rasgo distintivo su condición de jugador exquisito y entrañable cuando el lujo está al servicio de las ambiciones ofensivas del equipo, la antítesis, por ejemplo, de Matías Abelairas o Franco Cángele. Alto, de tranco cansino, Moreno no parece un producto acabado del fútbol cafetero sino un jugador con genes brasileños o argentinos, aunque un solo partido no alcanza para juicios taxativos.


Los dos, de cualquiera manera, generan preguntas en base a sus desempeños futuros. Regueiro, por caso, se excede en la acción individual y, en ciertas ocasiones, pierde el balón al centrarse en él y sus firuletes  aprobados por ahora desde las gradas, si bien conviene recordar una expresión del recordado periodista Carlos Juvenal. "El talentoso no hace -como se dice en la tribuna- una de más cuando hay otros, muchos otros, que hacen tantas de menos". Gio, asimismo, suele tomarse su tiempo para elaborar la maniobra y pensar qué destino le dará al balón, a veces justificadamente y de modo saludable, a veces lindando la exasperación ni bien el espectador/hincha advierte el implacable transcurrir del reloj, la correspondiente marca enjundiosa, esa intolerable afrenta para los rivales al sucumbir, desalmadamente, al papelón. Se dijo, Gio tiene características de jugador brasileño o argentino, elegante y con picardía, circunscriptas -tal vez- a la década del 60 o 70, aunque cabe reflexionar si le alcanzará para este fútbol de estudio obsesivo, de espacios recortados, de tribunas que piden verticalidad, gol ya, ganar ahora y siempre.

Son dos exponentes, en suma, del jugador que levanta ovaciones, gozos y murmullos. Dos fubolistas que invitan a la ilusión y al desengaño, reacciones previsibles cuando, por fin, nos animanos a descubrir los secretos de la magia.

Pablo Provitilo

lunes, agosto 16, 2010

ALL BOYS // Paladar blanco


Superado claramente por un equipo consolidado y de indudable jerarquía, All Boys consumó su segunda derrota consecutiva en el Apertura dejando otra imagen a la del debut. Sin respuestas favorables, esta vez, en algunos de sus refuerzos y con varios referentes lejos de su mejor nivel, el rendimiento del cuadro de Pepe Romero evidenció que no será sencilla su estada en Primera División de no mediar cambios en su esquema de juego, en el dispositivo estrátegico -especialmente en el aspecto ofensivo-, y en un diagnóstico certero de lo que demanda esta divisional donde abundan contigencias, distintos niveles de exigencia y rivales entrenados en marcarles condiciones a los recién llegados.

En ese marco, pudo haber goleado Vélez a partir del dominio fútbolístico y psicólogico que impuso en Floresta, sustentado en la sociedad que armaron Maxi Moralez y Juan Martín Martínez, desequilibrantes a pura gambeta y atrrevimiento, y en el respaldo de dos lideres en la zona media como Leandro Somoza y Víctor Zapata. El azar y la impericia a la hora de definir impieron que el conjunto de Gareca se llevara un triunfo más holgado en una cancha difícil, tanto por las dimensiones como por la presión que suele ejercer el público, teniendo en cuenta que la última derrota de All Boys por más de dos goles data de agosto de 2009: cuatro a uno ante la Cai.

Solo en los primeros y en los últimos diez minutos del partido el equipo de Floresta comprometió a su rival desde el esfuerzo conjunto y la motivación, aunque muy lejos de adaptarlos a una idea de juego definida, lo que constituye el principal déficit del cuadro de Romero según lo mostrado en estas dos presentaciones. Pese al dificultoso fixture, se trata de un dato visible: All Boys todavía no sabe a qué juega en Primera División, duda demasiado entre esperar, presionar arriba o controlar el balón poblando el mediocampo, algo que el adversario inmediatamente advierte. Derivado de lo anterior, el sistema táctico de apostar a un solo delantero neto resiente las ambiciones ofensivas y facilita la tarea de los defensores contrarios, entre otras cosas -y como ya se puntualizó aquí- porque hay opciones para acompañar a Matos, cuyo desempeño no ha sido el mejor, y porque se trata de una innovación improductiva teniendo en cuenta los antecedentes postivos de incluir dos atacantes, si bien aquella decisión respondía a lo que hoy se reclama: una idea de juego clara que convenza a los futbolistas.



Con miras al encuentro con Boca, recuperar el protagonismo y la filosofía que supo distinguir a este equipo parece díficil debido al carácter especial del choque y al lógico tiempo que requiere adentrarse en una divisional donde se pasa de Racing a Vélez, de Vélez a Boca, de Boca a San Lorenzo, y de San Lorenzo -si se permite la ironía- al Barcelona. Se sabía que era así. En ese sentido, acaso una clave para afirmarse y llegar más seguro al duelo con el cuadro de Borghi sea recurrir a Fernando Sánchez y Ariel Zárate, la vieja guardia, como ocurrió ante Vélez. Dos históricos que podrían aportar su experiencia, ordenar el  mediocampo y contagiarle mística y sentido de pertenencia a los nuevos. Es una alternativa, apenas. El desafío de fondo, al margen de los nombres, es definir de qué modo All Boys asumirá su participación en la máxima categoría. Tiene una historia propia de dónde nutrirse.

Pablo Provitilo

viernes, agosto 13, 2010

SELECCIÓN NACIONAL // Fuimos felices



Muy lejos de vislumbrarse un cambio sustancial en la estructura organizativa del Seleccionado según los fatuos personajes que habitan en la AFA, Sergio Batista debutó como técnico de la Mayor en el opaco triunfo argentino sobre Irlanda, en Dublin. Al margen de los jugadores que incluyó el ex entrenador del Sub 20, nueve de ellos titulares en Sudáfrica 2010, se trató de un encuentro liviano, de resultado y desarrollo previsible, alejado en el tiempo de competencias importantes, lo cual habilita múltiples interrogantes: ¿qué ciclo se dice que comienza con la designación de Batista?, ¿qué idea de juego incipiente asoma en un partido similar a los duelos del Seleccionado local ante Jamaica y Panamá, por ejemplo?, ¿quién le confirió a Batista atribuciones suficientes para postularse como un entrenador que asume para quedarse? ¿Y sus méritos, dónde radican? ¿En la eliminación con el sub 20 en el premundial de Venezuela? ¿En su trato amable con un sector periodístico que hoy lo ve como Vicente del Bosque, técnico de España, y mañana le caerá encima con todos sus rigores, ya sin Mancuso como pieza execrable de un cuerpo técnico miope y terco?

Preguntas, al cabo, de lo que constituye un nuevo despojo. ¿Cuál o cuáles despojos? Que Batista diriga la Selección afirmado en la creencia de copiar lo ajeno sin revisar nada del ciclo anterior, de que la multitud convocada en Ezeiza para recibir al equipo de Maradona fue obra de barrabravas iracundos y, claro, subvencionados, de los guiños y complicidades con el nuevo proceso por parte de Messi, siempre determinante en ambiciosos proyectos futuros, de la falta de atención con los hinchas -en suma-, apenas convocados para encuestas de ocasión y de dudosa credibilidad.

Así las cosas, refundar el Seleccionado no es más que un enunciado hueco dirigido a vaya saber qué receptor adormecido. Con esta conducción, con sus alternativas posibles para 2011, con un tipo de periodismo anclado en el lobby y la cháchara, el fútbol argentino -su representación del país a través del equipo nacional- se encamina a nuevos desencuentros con un público que, curiosamente, comenzaba a creerle tras el mundial donde por un rato, en mayor o menor medida, fuimos felices.

martes, agosto 10, 2010

BOCA // Punto alto


Boca mostró una cara renovada en su excursión a Mendoza que sobrepasa la estrecha mirada de detenerse solo en el resultado. Con refuerzos de calidad y regresos esperados, ante Godoy Cruz se vio a un equipo rápido y comprometido con el partido que, sin deslumbrar, entregó indicios alentadores con miras al futuro debido a la capacidad de reacción frente a la temprana desventaja, al despliegue físico exhibido y al desempeño de varios de sus futbolistas.

El fluido entendimiento entre Lucas Viatri y Martín Palermo, dos delanteros de características similares, es uno de los aspectos a destacar. Lejos de superponerse o aferrarse a la posición natural que ocupan en el rectángulo, los nueves xeneizes se movieron con inteligencia, supieron complementarse alternando roles y arribaron peligro desde sus conocidos instintos goleadores. Se trata de una sociedad interesante para Boca, aun incipiente es cierto, pero con grandes perspectivas ya que Palermo y Viatri, además de tener gol, saben leer el juego y priorizan menos el lucimiento individual que su aporte al conjunto. Mérito de Claudio Borghi, indudablemente, apostar a una dupla de la casa, asiduamente descartada por otros entrenadores teniendo en cuenta la inclusión de uno u otro en la alineación titular.

También el retorno de Battaglia cobra especial interés. Luego de las insuficientes prestaciones de Ariel Rosada, Jesús Méndez y Cristian Erbes en el último torneo, Boca nuevamente cuenta con un cinco de temple y visión de juego, conocedor de un puesto clave y muy apreciado según el estilo que identifica al club, pieza indispensable para reconstruir los cimientos de un equipo compensado y ambicioso. En parte se notó ante Godoy Cruz donde, sin mayores rastros de la lesión que lo alejó de las canchas por varios meses aunque comprensiblemente falto de ritmo, le bastó para exhibir su oficio y no dejar que creciera el rival. Un papel similar al que cumple Matías Almeyda en River expresado en experiencia, sentido de ubicación, liderazgo y dominio de la situación debido al íntimo y prolongado vínculo con la propia camiseta. Con  7 años menos, eso sí, que el volante millonario.



La defensa, por último, fue lo más bajo del rendimiento de Boca, posiblemente a raíz del sistema novedoso implementado por Borghi de jugar con tres defensores. Aun así, Matías Caruzzo y Juan Manuel Insaurralde, dos de los debutantes, demostraron que pueden ser importantes en varios sentidos: para ordenar la útima línea dada su familiaridad con distintos dispositivos tácticos, para llegar al gol en el área contraria a partir de su altura y, fundamentalmente, para imponer aquello que en Boca es sagrado; los rigores de una marca férrea e implacable que desdeña delicadeza y, en algunos casos, los dictados de un reglamento con múltiples interpretaciones.

En sintesis, promisoria presentación de Boca, el más regular de los cinco denominados grandes en la primera jornada, y el de más proyección entre los 20 equipos intervinientes.

domingo, agosto 08, 2010

ALL BOYS // Primeras notas


En medio de una gran expectativa en Floresta y su zona de influencia, All Boys inició su participación en Primera con una derrota ante Racing, de visitante, en un encuentro apenas discreto que tenía destino de empate de acuerdo con el desarrollo y las virtudes mostradas por ambos equipos. Desde una lectura menos puntillosa, no desentonó el cuadro de Pepe Romero. Controló el balón durante buena parte del partido, lució sólido y compacto en todas sus líneas, y pareció comprender el rigor y la complejidad del desafío dado que evitó meterse atrás, sobrellevó con tenacidad y orden la presión de un rival de más jerarquía, acompañado por una verdadera una multitud en el Estadio Perón. Se presumía un partido parejo, es cierto, pero la exigencia y la responsabilidad recaían, por historia y plantel, en Racing, neutralizado por el dispositivo táctico impuesto por Romero.

Existen grises, de todo modos, en el boletín del Albo. Así como en la B Nacional tuvo que adaptarse, promediando la competencia, a las características de esa divisional, a sus ritmos y sus secretos, la máxima categoría ya´le enrostró su carácter peculiar en el cual un error, una desatención, una circunstancia fortuita, deriva en derrota. Más aún si no se cuenta con un plan alternativo,como le ocurrió ante Racing, donde no encontró variantes en ofensiva tras el gol de Lucas Avendaño, pese a las inclusiones de Torassa y Ereros, ambos relegados del once titular. En ese sentido, cabe replantearse si alcanza con un solo delantero neto teniendo en cuenta lo aislado que quedó Matos a lo largo de todo el partido y la ventaja que implica para el rival desestimar cuidados defensivos, especialmente en la banda izquierda donde All Boys cuenta con buenos intérpretes para complicar:, por ejemplo los mencionados Torassa y Ereros. Tampoco Matos, vale decir, cumplió una actuación feliz al malograr una opción clarísima en el primer tiempo, si bien no abundaron las chances de peligro en favor del Albo.


Como se dijo, el cuadro de Floresta aprobó en líneas generales su primer exámen. Al margen de la derrota, resultaron auspiciosas las performances de algunos refuerzos, sobre todo Grazzini y Casteglione, el arquero Cambiasso respondió correctamente y, lo más importante, quedó la sensación de que All Boys estuvo a la altura del reto, en parte debido al esquema implementado por Romero. De cara a compromisos con idéntica complejidad, y ya con Cristian Vella en el lateral derecho y Matías Pérez García disponible, habrá que ver si puede consolidar, y hasta mejorar en caso de reforzar el aspecto ofensivo, la buena imagen que dejó con Racing.

Pablo Provitilo

viernes, agosto 06, 2010

ALL BOYS // Hora cero


Luego de dos décadas recorriendo los inconfundibles, coloridos y misteriosos escenarios de la segunda y tercera categoría del fútbol argentino, All Boys vuelve a la Primera División con la intención de estar a la altura del compromiso más relevante en su biografía de 97 años. Es que deberá lidiar con un fixture adverso, la sobrexigencia de sumar muchas unidades en un lapso breve, viejos vicios adquiridos en el ascenso y posibles altibajos en su rendimiento dada la profunda renovación que sufrió su plantel.

De cualquier manera, sobra entusiasmo y confianza en Floresta por razones entendibles: la solidez institucional traducida en recientes logros deportivos y sociales de envergadura, la continuidad de un entrenador-símbolo muchas veces cuestionado por su desidia aunque capacitado y honesto (José Romero), y el lógico reaseguro anímico que implica disfrutar de una experiencia singular, resultados aparte. La participación de All Boys, para bien o mal, es uno de los hechos interesantes que depara el Apertura 2010 de acuerdo con su ubicación geográfica, su pasado de esfuerzos y su posible contribución en lo que atañe al juego teniendo en cuenta el estilo futbolístico adoptado por el Blanco y Negro en los últimos años.

Desde Tres por el Pozo, en consecuencia, seguiremos cada uno de los encuentros del cuadro de Floresta por tratarse de un club especial; conflictivo y enigmático, desconcertante y atractivo, generalmente mencionado en ligeras charlas con amigos o aludido, también, en reseñas históricas de otros.
A modo de presentación, entonces, ofrecemos un breve detalle acerca de algunos jugadores clave que conforman el actual plantel blanco y negro.


-Nicolás Cambiasso. Fue fígura en los dos últimos ascensos de All Boys y es, indudablemente, uno de los líderes del equipo. De físico pesado y grandes refejos, suele ser determinante en la victoria y también en la derrota, ya que comete errores capaces de torcer el desarrollo de un partido, si bien prevalecen sus buenos desempeños.

-Cristian Vella. El ex Ben Hur logró algo muy difícil tras su arribo al club hace dos años: suplantar a Hernán Grana, hoy en Lanús, considerado uno de los mejores laterales derechos que vistieron la camiseta del Albo en los últimos 20 años. Autor de uno de los goles en el trascendente partido ante Rosario Central, el Tano es salida permanente por la banda derecha, tiene llegada al gol y un fuerte remate. Sin sustituto en el plantel, a veces retrocede tarde y por su lado se construyen peligrosos ataques rivales.

      
-Sebastián Grazzini. Llegó de Racing sorpresivamente para constituirse en una variante de Matías Pérez García, un complemento de Ariel Zárate, o una opción novedosa en ofensiva según lo que proyecte Pepe Romero en Primera División. Puede aportar desequilibrio en los tramos finales, ser una buena alternativa para los tiros libres y ofrecer su experiencia al haber jugado en club comprometido con el descenso. A priori, un buen refuerzo.

-Matías Pérez García. Arrancará suspendido el torneo aunque no pasará mucho tiempo para que el mundo futbolístico descubra en Pérez García a un jugador talentosísimo y respetable. Próximo a cumplir 26 años, se revela guapo, escurridizo y muy habilidoso, capaz de abrir defensas cerradas a partir de su atrevimiento y su físico diminuto. Claro que su escasa estatura también suele complicarlo y hasta confundirlo tanto en el roce como en el mano a mano con los adversarios. Gran oportunidad para el volante nacido en Tartagal de reposicionar su carrera.

-Mauro Matos. Olfato goleador, ubicación, jerarquía y mentalidad ganadora son las principales cualidades del ex Arsenal, determinante en el último tramo de la B Nacional y hoy titular indiscutido. Desde que arribó a Floresta dijo que el objetivo era ascender y, en buena medida, logró contagiar a sus compañeros debido a sus tantos claves y a la disposición, entrega y perseverancia para conseguir un logro personal y colectivo. Matos, ahora, juega nuevamente en Primera, pero con otro recorrido y otro temple para afirmarse en la divisional.

-Cristian Fabbiani. Una de las razones que permiten suponer un rápido retorno de All Boys a la B Nacional. Incomprensible fichaje.

Es un adelanto, apenas. Mínimo. El desarrollo del torneo, seguramente, irá decantando nuevas lecturas y nuevos escenarios para un club que esperó demasiado otra oportunidad.

Pablo Provitilo

jueves, agosto 05, 2010

TORNEOS CORTOS // Veinte años después


El próximo campeonato será el número 40º desde que la AFA implementó los torneos cortos denominados Apertura y Clausura, en 1990, con indudable éxito si se considera que nunca en 20 años hubo variaciones sustanciales en la forma de disputa, al margen de algunos retoques relativos a la definición del campeón, la clasificación a las copas internacionales y el descenso. Claro que existen reparos para celebrar los 40 a viva voz. De aquel primer certamen que ganó Newell's -campeón por penales en la cancha de Boca, única definición con esta modalidad- a la reciente conquista de Argentinos Juniors, el balance arroja curiosidades y episodios que desestiman considerarlo el más emocionante del mundo, como sostenían comunicadores de la empresa Torneos y Competencias, y, muchísimo menos, el más justo y el más deseable, como afirman en la AFA.

Antigüos socios del espectáculo, la AFA y TyC propiciaron y fomentaron estos campeonatos signados por la incertidumbre, la paridad y la exasperación. No les fue mal en cuanto al nivel de popularidad de los ganadores: 37 de los 39 torneos disputados bajo esa sociedad evidenciaron el predominio de los llamados clubes grandes: 26 títulos repartidos entre River (11), Boca (9), San Lorenzo (3), Independiente (2) y Racing (1), contra los 11 que sumaron Vélez (6), Newell's (3), Estudiantes (1) y Lanús (1). Sin embargo, y a partir de que apenas una porción de público podía ver la mayoría de los encuentros por televisión, los argumentos relativos a la emoción del torneo argentino tenían receptividad en el gran público. Más aún; desde la cúpula dirigencial se dijo que los certámenes cortos beneficiaban a los históricamente relegados, los clubes chicos, aunque la nómina de ganadores en los mencionados 37 campeonatos fueron apenas 4, si bien cabe subrayar los itinerarios de Vélez y Lanús, dos casos excepcionales. Por último, entre 1991 y 2009,  proliferaron ciertas situaciones en el fútbol argentino cuyos efectos empobrecieron el juego: éxodo de jugadores que obturaron la posibilidad de consolidar equipos, dificultad para competir en igualdad de condiciones en el torneo local y en los certamenes internacionales debido al arbitrario y acotado calendario, clubes jaqueados en el aspecto económico, imposibilidad de determinar el mejor en un torneo de 5 meses.




La intervención del Gobierno Nacional, en agosto de 2009, transparentó algunos hechos invisibilizados en la etapa anterior. Por empezar, los 25 millones de argentinos que actualmente pueden ver los partidos no pueden ser sometidos a ningún engaño: una cosa es observar, por ejemplo, dos minutos compactados de Godoy Cruz-Olimpo, y otra muy distinta es seguir los 90 minutos de ese partido. Todo está más expuesto, lo cual resulta saludable. Asimismo, y a partir de la inyección de dinero en los clubes, cabe esperar algunos cambios en cuanto a la calidad de los espectáculos si se considera que hay un reparto más equitativo de los ingresos por televisación: Boca y River reciben hoy 30 millones de pesos cada uno contra 23 mil de los otros tres grandes más Vélez, y 17 mil de los 14 restantes.

En ese sentido, transcurridos dos torneos del programa Fútbol para Todos, asoman indicios favorables. Para la segunda temporada los clubes invirtieron una suma importante de dinero en refuerzos, varios de ellos de jerarquía, parecerían haber terminado los enunciados referidos a lo extraordinario y la emoción del torneo corto dado que ahora juzgan los espectadores, y, habrá que analizar con el tiempo, si es casualidad que Banfield y Argentinos, dos clubes humildes, fueron los primeros en consagrarse tras el acuerdo entre el Estado y la AFA. Es prematuro, es cierto, pero es una variable a tener en cuenta.

No obstante, sería conveniente terminar con estos campeonatos que cumplen 20 años. En parte porque contradice los principios del Fútbol para Todos manifiestos en recuperar económicamente y socialmente a los clubes, evitar la fuga de talentos y que se desmantelen los equipos. Pero también a raíz de una tradición inscripta en el corazón del fútbol argentino ya que, alguna vez, hubo un torneo que iniciaba en marzo y finalizaba en diciembre, no menos interesante por su duración, con equipos fuertes y calificados, definitivamente más justo para elucidar quién es el mejor. Sin embargo las instituciones y sus dirigentes, especialmente las menos populares, no parecen haber tomado nota de que un retorno a los campeonatos largos podrían beneficiarlos en la actual etapa y mejorar, sobre todo, el nivel de juego.

De todos modos, cabe decir que independientemente de la forma de disputa, el certamen argentino reviste interés fruto de la paridad y de lo imprevisible de su desarrollo, aunque la calidad de los encuentros, repetimos, sigue siendo una asignatura pendiente. Respecto de la competitividad, justamente, basta con mirar a España y su liga de estrellas marcada por la desigualdad, en un país donde la desocupación asciende al 20 por ciento. Allí, como se dijo, los clubes negocian de manera exclusiva los derechos por televisación, lo cual impacta decisivamente en el torneo.

No parece un buen espejo para abordar lo que se presenta como un enorme desafío para el fútbol nacional: mejorar el nivel de los espectáculos en base a un torneo de un año, con un fixture transparente y planteles de envergadura, con una dirigencia más atenta a los reclamos del hincha. Se trata, en definitiva, de aprovechar una oportunidad inmejorable para recuperar los núcleos vitales de una historia. Veinte después de imponerse el campeonato corto, al cabo, tampoco es ocioso preguntarse si sus características, sus derivaciones, sus reglas encubiertas, no habrá afectado y siguen afectando, en cierto modo, los rendimientos del Seleccionado Nacional, cuya última final mundialista data de 1990.

martes, agosto 03, 2010

RIVER // Entre el escepticismo y la ilusión



De su laureada, robusta y poderosa trayectoria, no caben dudas de que River tiene por delante un desafío de dimensiones considerables que lo sitúan en una época marcada por la incertidumbre y la complejidad. El descenso, un asunto siempre del resto, tiene el significado de la novedad para un club que cultivó otros principios y otros escenarios en su historia de 109 años: una filosofía de juego definida, acentuado protagonismo en el ámbito local, destacados representantes que hicieron de su semillero una marca registrada.

No es casual este sombrío presente originado en la gestión de José María Aguilar, el presidente que será recordado en resúmenes y efémerides diversas por su peculiar estilo dado que la historia, afortunadamente, guarda un lugar de privilegio para los verdugos, obliga a ejercitar la memoria y aclara situaciones que no irrumpen de la casualidad o el simple desatino. En River se impuso un proyecto futbolístico estructurado en etapas, con objetivos y políticas concretos, los cuales invariablemente conducirían a determinado resultado. Ese resultado está a la vista: último en la tabla de promedios y seriamente debilitado en el aspecto económico, con estructuras que fueron desmanteladas e hinchas entregados a la causa de sufrir, lejos del disfrute de décadas pasadas. Cabe, en ese sentido, evitar las perplejidades o el asombro ante el delicado momento actual cuando River ha sido desprovisto, en los últimos años y de modo consciente, de los núcleos poderosos que afirmaban su identidad a partir de la puesta en prácticas de lineamientos específicos, como por ejemplo tramar un andamiaje de negociados y componendas desde un discurso progresista cuyo primer indicador, entre otros, fue no oponer respuestas o alternativas eficaces a la hegemonía boquense que prevaleció en el fútbol argentino a comienzos del 2000.

Más graves aún fueron los efectos a largo plazo, expresados en un presente donde abundan escepticismos varios y reclamos asociados no con ganar la Libertadores o la Copa Intercontinental, requisitos a tono con la grandeza del club, sino con evitar el naufragio de irse a la B, última estación de un periplo oscuro, traumático y previsible. Muy previsible.



De acuerdo con el difícil panorama, la nueva dirigencia tomó importantes decisiones de cara al bienio 2010/2011. Tardíamente, podría decirse, aunque conviene ser justos con una comisíón directiva que ganó las elecciones en diciembre de 2009 y llevaba poco más de un mes de gestión cuando comenzó el Clausura, sin tiempo suficiente para reforzar el equipo, amén de otros numerosos ítems a resolver a raíz de la herencia recibida. Aun así, cerca del final del campeonato pasado Daniel Passarella llamó a Ángel Cappa para ofrecerle el cargo de entrenador, tuna decisión trascendente y a priori saludable, si bien no exenta de sorpresa. Entre otros motivos, porque parecía complicado que su fluido mensaje asentado en el cuidado por el balón, la intención de establecer pequeñas sociedades y distintas particularidades del juego conectaran con un grupo de jugadores que, salvando una pocas excepciones, mostraba serias fallas técnicas, imposibles de ser resueltas de manera inmediata teniendo en cuenta las urgencias del equipo. En parte fue así. Al margen de conseguir algunas victorias circunstanciales, los primeros encuentros del River de Cappa mostraron viejos errores ligados a la aptitud de los futbolistas y a la falta de jerarquía de un plantel estrecho y acobardado.

Distintas son las calidades en el cuadro millonario para el torneo venidero. Más metido Passarella en las cuestiones futbolísticas y enfocado Cappa en la tarea de plasmar en el rectángulo una formación ofensiva con un estilo reconocible, llegaron 8 refuerzos desde variadas procedencias: Caruso, Maidana, Arano, Ballón, Carrizo, Pavone, Acevedo y Román. A los que suman Buonanotte, quien no estuvo en la mayor parte del Clausura; Lanzini, flamante aparición de la cantera; y la continuidad de Ferrero y Almeyda, los dos mejores en el último campeonato. Y resta saber si arribará Bertolo o Sosa, opciones interesantes.

De este modo, resulta comprensible que el hincha se ilusione cuando se revela, por lo menos, un intento de superar un período nocivo y adverso, demasido oneroso para un club que deberá remontar una situación extrema con intérpretes que entiendan de los orgullos y de las fortalezas inscriptos en una banda roja.