viernes, diciembre 30, 2011

FÙTBOL ARGENTINO // Las tareas por venir



A nadie escapa la crisis profunda que atraviesa el fútbol argentino en todos sus estamentos. Naturalizada por muchos, los ejemplos sobran y se retroalimentan año a año . Escasez de figuras, Selecciones Nacionales  ausentes, disputas con ribetes de escándalo en el seno de la AFA, sectores periodísticos encapsulados en sus banalidades y un denuncismo vacío directamente ligado con propios intereses afectados, clubes sumidos en recurrentes padecimientos económicos. Consecuencia directa de un sistema en decadencia cuyo origen, en gran medida, remite al convenio formalizado entre la AFA y la sociedad TSC-Grupo Clarín, que dejó un tendal de instituciones al borde de la quiebra, carta libre para que empresarios y grupos económicos urdieran todo tipo de negocios, amén de fomentar la entronización de barras bravas y una prensa obediente que construyó un lenguaje despojado de análisis e investigación, en clave de show anestesiante, perdurable hasta el día de hoy.

El panorama, de acuerdo con este diagnóstico, dista de ser auspicioso aunque algunos indicios alientan tibias esperanzas. No es menor que más de 25 millones de argentinos puedan observar a sus equipos por televisión abierta tras la irrupción en 2009 del programa Fútbol para Todos, concebido como un servicio, un derecho restituido tras 18 años de estafa perpetrada por la empresa que detentaba los derechos, con anuencia de la AFA. Tampoco resulta nimio el creciente repudio al mercenarismo barrabrava, expresado sobre todo en Independiente con la victoria de Javier Canteros sobre Julio Comparada, y el proceso democrático que vive Racing en base al protagonismos de sus asociados, conscientes de los males del gerenciamiento acaecido en el 2000, pensando primero en su club antes que entregarse, dócilmente, a comprar espejitos de colores. Por último, y ligado con lo anterior, dos hechos merecen tenerse en cuenta a fin de imaginar un horizonte más venturoso. Parece quedar en evidencia que fracasaron los embates privatizadores en el fútbol argentino (a través de Sociedades Anónimas), en parte por aquel pilar de resistencia que fue el Foro Social del Deporte a fines de los 90 -las instituciones como asociaciones civiles sin fines de lucro-, y otro tanto porque se advierte en este último tiempo y en algunas entidades, el protagonismo de socios e hinchas, movilizados para defender los intereses de su club, su identidad, su voz autorizada tendiente a evitar experiencias traumáticas.

Gestos incipientes a consignar, en un ajustado repaso, sobre este momento crítico que demanda revisiones y cambios después de la herencia dejada por un convenio nocivo. La saludable participación del Estado es una clave, no solo para garantizar que millones de hinchas accedan a ver fútbol, sino también para que de una buena vez se ejerzan controles en los clubes acerca de lo que reciben y gastan. Y exigir, como socio de la AFA, transparentar vínculos y democratizar el ente rector del fútbol argentino, sugerir otro enfoque periodístico y ser consciente, sabiendo de sus limitaciones frente a las normativas de la FIFA, que de seguir por este camino no habrá salida a los males imperantes.

A alguien debe llamarle la atención cómo Argentina progresa, en otros deporte y otros ámbitos, mientras en el fútbol, nada menos que el fútbol, un patrón cultural, una pasión de millones, un poderoso reservorio de pertenencia, involuciona. Las excepciones citadas, a las que suman la repercusión de Fútbol para Todos en términos de identidad a nivel país junto a los casos testigos de Vélez y Lanús, suponen que es posible revertir años de despojo.Y muestra, también, de la enorme e imprescindible tarea que queda por delante.

P.P.

jueves, diciembre 29, 2011

RACING // Por eso vengo




Se van apagando los recordatorios del último título ganado por Racing, hace 10 años, que operó como suspiro, pequeño gran suspiro, ante un prolongado tiempo de desdichas y serios desórdenes institucionales. Auténtico acontecimiento popular, muchas son las imágenes y las evocaciones de aquel campeonato obtenido en una época turbulenta, coincidente con las derivaciones del estallido del 19 y 20 de 2001 cuando el pueblo argentino dijo basta. Claro que hubo otro aparente basta, pero en el fútbol, con no pocas similitudes dada la intensidad de ambos sucesos, esos días de euforias y ansiedades contenidas, aunque diferentes cuando se analizan contextos, escenarios y contornos de las dos gestas. Alcanza un botón de muestra: un Racing gerenciado volvía a salir campeón después de tres décadas y media en el marco de furias extendidas contra bancos y empresas privatizadas, secuelas profundas del neoliberalismo que alcanzó también a los clubes, incluido el propio Racing.


Paradojas de una institución compleja y muy especial que motivó, al cumplirse el aniversario del título, lecturas lúcidas e imprescindibles como Racing Carajo, de Alejandro Wall, un minucioso trabajo en el cual desfilan historias no conocidas, hinchas militantes que dividían sus horas y sus esperanzas entre la Plaza de Mayo y una cancha de fútbol, personajes peculiares, relatos susceptibles de nostalgias varias y, sobre todo, la pasión que articula la obra en torno de dos sucesos imposibles de disociar. Afortunadamente tuvo amplia repercusión el libro de Wall y no es para menos. Por un lado, porque constituye un testimonio de colección fruto del encadenamiento de la trama y de su rigor; y por otro, honra a los hinchas de La Academia a través de la literatura, de modo franco y directo, en la vereda de enfrente de otras escrituras como Racing, una pasión inexplicable, del periodista Guillermo Salatino. Un texto pomposo este último que parece celebrar a Blanquiceleste Sociedad Anónima.


También se comentó bastante sobre el equipo campeón dirigido por Mostaza Merlo. Y no dejan de llamar la atención algunas cosas: cómo un plantel limitado y casi sin figuras
produjo semejante campaña (42 puntos, uno menos que el laureado y multimillonario Boca de Falcioni) al punto de postergar a un River fuerte y ambicioso. Rival duro hasta la última fecha, el equipo millonario finalizó un punto debajo en la tabla, tuvo al goleador del torneo (Martín Cardetti, 6 goles por encima del elegido mejor futbolista del mundo en Sudáfrica 2010, Diego Forlán de Independiente) y casi termina por arrebatarle el campeonato a Racing de no mediar el recordado bombazo del colombiano Bedoya, casi en el epílogo, y las situaciones dilapidadas por el cuadro de Ramón Díaz en el trascendente encuentro disputado en la jornada 16ª. Sin embargo, empujado por su gente y algún fallo arbitral favorable, Racing logró quebrar el maleficio y desatar, de este modo, un ruidoso festejo en varios puntos del país. Título que tuvo aciertos del entrenador y la unión de un conjunto de jugadores conscientes de las obligaciones y sus posibilidades, lejos de conflictos de cartel u otras veleidades. El repaso del plantel, nuevamente, resulta significativo ya que a menudo aparecen nombres como Milito, Chatruc, Estévez, Úbeda, Loeshbor, Maciel, Bedoya, Campagnuolo, Bastía, Arano, Gustavo Barros Schelotto, -todos por su influencia-, pero la nómina se extiende a otros no tan reseñados, entre ellos Pelotín Vitali, Maceratessi, Leo Torres, Viveros y algunos directamente olvidados por gran parte del ambiente futbolístico; Arce, Loscri, Javier Lux, Luis Rueda, Principiano. Sobre los cimientos colectivos se gestó el campeonato que, como se dijo, exhibe otro pilar fundamental, acaso el más decisivo: los hinchas.





Precisamente los hinchas, ya en el cierre de los tributos por el 10º aniversario, se reunieron en un boliche de Plaza Italia con ex jugadores, dirigentes e invitados especiales no solo para festejar un simbólico campeonato, sino también para celebrar la pasión y exigir nuevas alegrías. Y aunque a veces se tiende a amplificar sobre la fidelidad y el espíritu irracional de la gente de Racing, existe algo no del todo perceptible en el vínculo de los simpatizantes con su club -como en seguidores de otras instituciones- que lo torna seductor. El apego a la historia gloriosa, el estadio Perón, las mil maneras de resurgir, quizás se trate de eso. O simplemente advertir un rasgo extraño, obstinado e inasible, en el friso de otras poderosas y no menos atrapantes identidades. 

P.P.




jueves, diciembre 15, 2011

FÚTBOL COLOMBIANO // Todavía bulle


Es otro de los grandes de la región que, en un 2011 turbulento e impredecible, atraviesa un momento delicado y penoso. Con una salvedad en relación con cercanos casos: este club tiene una historia particular, algo irracional constitutivo digamos, manifiesto en numerosos episodios de gloria y frustraciones sucesivas que delinean su compleja identidad. América de Cali, el más popular de Colombia, suma a su mérito de computar la mayor cantidad de títulos en el país cafetero junto a Millonarios (13 títulos) y a su escuálida nómina de éxitos en el ámbito internacional (con 4 subampeonatos en la Copa Libertadores; 1985, 1986, 1987 y 1996, y la obtención de la Copa Merconorte en 1999), erigirse como el primer club importante de Colombia en disputar la Promoción para evitar un descenso inédito dado que los Diablos Rojos, Los Escarlatas o La Mechita, tres de sus motes, nunca bajó a la segunda categoría.

Determinados factores que desembocaron en el peor momento de su trayectoria no constituyen novedad alguna: malas administraciones, impaciencia ante malos resultados, coletazos de la crisis económica del país e inversores ajenos al club figuran entre las causas. Pero sí, y pese a que esto se ha reseñado en Colombia hasta el cansancio, sobresale por encima de cualquier otro aspecto un hecho relevante, desconocido en otras partes el continente, que explica el derrumbe del América. La lista Clinton, impulsada por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos a fin de "combatir el narcotráfico", impuso restricciones y castigos por los vínculos de América con el cartel de Cali (los hermanos Rodríguez Orejuela), lo cual generó un bloqueo económico que hizo mella en la institución. Más de allá de los esfuerzos pasados y presentes del Estado y de algunos dirigentes por sanear a la entidad, resulta evidente que aquella medida sumió a los Diablos Rojos en un caos institucional de significativas proporciones cuyos efectos, previsiblemente, abarcarían al plano deportivo. La Promoción, impensada para muchos que creen en la invulnerabilidad de ciertos equipos, es una entre tantas consecuencias. Ni más ni menos importante que otras como haber cedido parte de su patrimonio, abrirle la puerta a nuevos agentes privados y, fundamentalmente, perder buena parte de un prestigio bien ganado a raíz de hechos oscuros (corrupción, negocios tramados, ayuda externa), no solo en su país sino en otros lugares de Sudamérica.

Por fortuna para América, no existe chance de que se concrete el descenso. Por un lado, porque en el partido de ida marcó claras diferencias con Patriotas, el club que juega en la B, al empatar 1 a 1 en condición de visitante, incluso con un jugador menos. Y por otro debido a los fuertes intereses en juego relativos a una entidad suficientemente grande en un país que lo necesita deportiva y económicamente. Alcanza con revisar lo que produce en términos comerciales -dirigentes de otras entidades avizoran un descalabro financiero de perder la categoría el cuadro de Cali) y con advertir el pulso de un entorno que vive con tensión el desenlace. El Tren Valencia, recordado jugador por los argentinos, así lo sugirió al declarar: "Una final del fútbol colombiano sin América es como un Mundial sin Brasil. La Primera A sin los Diablos Rojos es más o menos lo mismo".

Ya no juegan Willington Ortiz, Antony D'Avila, Roberto Cabañas, Jorge Bermúdez, Alex Escobar, Ricardo Gareca, Julio César Falcioni, Jorge Da Silva, Juan Manuel Battaglia, Fredy Rincón, Harold Lozano, y tantos otros de las últimas tres décadas. Apenas Jairo Castillo, hoy titular, 7º goleador histórico de los Diablos, evoca al viejo América: el de la mística copera aún en la derrota, el reconocido como segundo mejor equipo del mundo, el que inspiró la frase "Pasión de un pueblo" y también músicas coloridas en diversos géneros. Algo de ese América, como en otros clubes grandes de la región, todavía bulle.

Tozudamente, bulle. 


P.P.

lunes, diciembre 12, 2011

ALL BOYS // Claves para un futuro mejor



Terminó el año futbolístico de All Boys con sensaciones variadas. Satisfacción por haber sostenido la categoría, preocupación  tras el deslucido comienzo en esta temporada y numerosos ítems a revisar que abarcan al proyecto dirigencial en Primera División, a la vida política de la institución, a las alicaídas divisiones inferiores y a la armonía que demanda el gran desafío del 2012, previo al centenario, relativo a sortear la promoción ya sea jugándola o no. Son las postales salientes finalizado este certamen que All Boys sufrió con creces, entre las cuales también sobresalen otro tipo de imágenes: la de las victorias ante Vélez, San Lorenzo y Argentinos, la del valorable esfuerzo para encauzar el rumbo y acaso la más importante; la de un equipo que concluye su año enfrentando a Boca, en la Bombonera, respaldado por una multitud como ocurre con pocos equipos en ese escenario que, esta vez y acaso de modo inédito, exhibió una sola tribuna repleta en su totalidad, precisamente la visitante.

Así presentado, el balance no deja margen para mayores cuestionamientos y enojos al irrumpir, con fuerza envolvente y seductora, en la Primera A como ámbito que cobija a un club que hace 5 años atrás -sí, un lustro nada más- terminaba la temporada con derrota en Rosario ante uno de los actuales animadores de la Primera C, Central Córdoba (0-2), en otro de los tantos naufragios del Albo en  la B Metropolitana. Aquellla formación dirigida por el Coqui Ferraresi alistaba en su plantel a Diego Morales, Ángel Vildozo, Diego Martínez, Fernando Fayart, Darío Stefanatto, Maximiliano Mirabet, Fabián Lazarte, Germán Scamporrino, por citar algunos futbolistas con más o menos incidencia en la institución, protagonistas de una biografía imposible de desconocer como las distancias que van de ayer a hoy. Algo demasiado importante para caer en sentencias despiadadas, olvidos repentinos y obsecuencias que, estáticas e irreflexivas, conducen a fosilizar logros colectivos y generar respuestas condescendientes derivadas del gran anhelo al fin concretado.

Sobre esto último, cabría repensar determinados aspectos de cara a un año, el 2012, donde pasado, presente y futuro imponen condiciones. La principal -da la sensación- es ser consecuente con el histórico estilo de oponer resistencia a las adversidades, motivo por el cual All Boys debe jugar muchísimo mejor que en este Apertura ya concluido. En tal sentido, urge corregir y robustecer, en base a análisis responsables y firmes decisiones, núcleos vitales de un club que vive el mejor momento deportivo de su trayectoria. Y que se ligan con reforzar el plantel, contemplar planes alternativos ante posibles contratiempos, recuperar la mística de conjunto y no perder de vista que un capricho, una errónea determinación, una obstinación prescindente de autocrítica o un gesto altivo cargado de soberbia o intolerancia podría desdibujar sacrificios de años hechos por todos (dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas).   

También redefinir áreas claves a fin de afianzar una estructura impermeable a resultados deportivos que, al mismo tiempo, de lugar a reactivar la vida social del club, figuran entre las asignaturas pendientes. Al cabo, ningún éxito es para siempre. Aunque ambos planos, más temprano que tarde y en caso de atenderlos con seriedad y de modo asociado, invitan a pensar en un All Boys vigoroso y cada día más grande, a la altura de los sueños visibles y escondidos que aún anidan entre fuegos nocturnos, cadencias engañosas y símbolos entrañables de un barrio renuente a despojarse de sus miles de historias guardadas, de sus pasiones y de sus luchas, cuando todavía sobrevienen ruidos que retumban en las paredes blancas inoxidables al tiempo y dan testimonio, en su imaginaria movilidad, de una felicidad corta pero intensa. De aquello que amamos de verdad para volverlo a intentar una y otra vez.

En la dicha escurrida y latente está el secreto de este club demasiado atrapante como para olvidarlo, dejarlo ir y decirle, cualquier día de los días, adiós.
     

P.P.

jueves, diciembre 08, 2011

ALL BOYS // De vuelta en casa



Pasaron casi 6 meses y 8 partidos oficiales del último triunfo de All Boys en el Islas Malvinas, escenario adverso según opiniones rivales y sede donde el cuadro de José Romero produjo un suceso tras su retorno a Primera luego de 30 largos almanaques. Fue el 11 de junio de este año cuando el cuadro de Floresta derrotó a un pavoroso Gimnasia y aseguró, de este modo, su permanencia en la máxima categoría, una fecha antes del epílogo de aquel torneo no exento de emociones y sufrimientos. El gol lo convirtió el actual jugador de San Lorenzo, Emanuel Gigliotti, quien hoy poco o nada recuerda del club que lo proyectó a otro umbral de reconocimiento, ambientado en un clima de extendida euforia al esquivar, finalmente, la promoción y cumplir con el objetivo de seguir en Primera, incluso alimentado con señas postivas que dibujaban un futuro con nuevas sonrisas, nuevos desafíos y nuevas estrategias para corregir determinados aspectos perjudiciales en la temporada 2010/2011.

Promediando el presente Apertura, el jubiló cedió a la preocupación y ciertos cuestionamientos - algunos desmedidos, otros tendientes a revisar errores para mejorar- habida de cuenta de magros resultados, combinados con signos evidentes de impotencia al no haber tomado suficientes recaudos para afrontar, con mayores seguridades, una categoría difícil de la que participan clubes grandes -con sus correspondientes presiones-, entidades que apuestan a la continuidad de sus exitosos proyectos e instituciones con respaldo provincial, algunas de ellas tonificadas tras sus recientes ascensos. El dato elocuente del zigzaguante rendimiento de All Boys se expresaba, justamente, en su sequía de triunfos en condición de local, lo cual interrumpida la perniciosa racha no redime de los problemas mencionados, pero sí constituye un bálsamo y también una alegría mayúscula a raiz de las actuales circunstancias donde predominan ansiedades y acuciantes obligaciones. Ganarle a Argentinos Juniors, en tal sentido, tiene valor porque el cuadro de Romero necesitaba la victoria casi como Hugo Barrientos un descanso, aunque no menos relevante es haber entendido de la importancia de ganar de local, la plataforma principal de cualquier equipo que pretenda sostenerse en la divisional.

También la dimensión del rival reviste especial trascendencia. Con Argentinos existen abismales diferencias manifiestas en títulos, cantidad de temporadas en Primera y hechos relacionados con la fidelidad de los hinchas ante diversas situaciones. Pero la cercanía geográfica, sumada a un fenómeno del momento relativo a propiciar rivalidades en desmedro de nudos históricos, hicieron de este partido un encuentro aparte que, para All Boys, significó volver a imponerse a este adversario en la A y en Floresta después de 35 años. Duelo, aquel de noviembre del 1976, con singulares incidencias: fue la única vez que el Albo le anotó 4 goles en Primera al cuadro de La Paternal y pisó el estadio de All Boys el mismísimo Diego Maradona, suplente del Bicho en ese entonces, reemplazante de Hallar. De ahí que se celebra el triunfo dado que no ocurre con frecuencia y, al mismo tiempo, alarga la nómina de victorias resonantes concretado el ascenso de 2010: solo falta Racing entre los clubes calificados.

Yendo al desempeño del equipo hubo sensibles mejoras con respecto a la concluyente derrota con Estudiantes, fundamentalmente por la vocación ofensiva y la disposición para ir a ganar el partido desde el comienzo. Claves Zapata, Salom y Torassa, se revela imprescindible que Pérez García retorne a su nivel a fin de disponer de más consistencia y tenencia del balón, sobre todo por las dificultades que exhibe All Boys para cerrar los partidos. Prueba de ello fue el penal nuevamente malogrado por Matos que, de ningún modo, justifica las reacciones contra un delantero que honra esta camiseta y ya demostró sobradas condiciones para ser el 9 del Albo. En este momento donde no hay margen para conflictos contraproducentes, contar con Mauro es vital para terminar el torneo de la mejor manera, nada menos que con Boca y en la Bombonera, estación final de una itinerancia llena de sacrificios, renovadas esperanzas y disfrutes que, ojalá, prosigan en los tiempos por venir.

P.P.

sábado, diciembre 03, 2011

ALL BOYS // Detrás de la derrota



Perder contra Estudiantes, comprensiblemente, altera los ánimos y obliga a una reflexión no sometida a eventualidades o transitorios enojos. No solo por el categórico 0-3, por la irregular campaña de los platenses, por la sequía de goles (el último propio fue de Matos contra Independiente), o por las complicaciones que trae aparejada en la asfixiante tabla de los promedios. Más alarmante es la improvisación de este proyecto urdido entre sombras que, tarde o temprano, hace mella en los resultados deportivos y pone en riesgo un logro colectivo forjado con esfuerzo y perseverancia, un triunfo demorado cuyo artífice no fue un acaudalado personaje con ínfulas de ganador ni un entrenador con mágicos poderes. Por el contrario el presente de All Boys tiene raíces más hondas, a veces imperceptibles pero existentes, alusivas a eso que genéricamente se denomina identidad. Y la identidad de All Boys remite a una historia de 98 años donde cuentan desencuentros, hazañas, algún ultraje, resurrecciones y, por encima de todo, la incondicionalidad de un hincha agradecido y exigente.

Desperdiciar esta oportunidad acaso única, en tal sentido, implica no reparar en trazos sustanciosos de esta historiada expresada, por ejemplo, en un club que estuvo 8 años en Primera División, concretado el ascenso de 1972, y los padecimientos posteriores a 1980, cuando concluyó aquel ciclo pródigo. También desestimar la coyuntura, los graves problemas que evidencia este equipo en todas sus líneas, conduce a un conformismo ciego, amén de generar el equívoco de creer en personajes intocables. El intocable, en todo caso, es All Boys. Duelen, por estas razones, que José Romero sufra las consecuencias de errores propios y ajenos (especialmente ajenos) y ciertos análisis de los referentes. "Peor está Tigre", dijo Nicolás Cambiasso, hace un par de meses cuando el cuadro de Floresta jugaba igual o peor que en el presente. De continuar su racha triunfal el equipo de Victoria, convendría no citar más ejemplos de otros, y concentrarse en lo propio.

Aceptado el desafío de revisar internamente qué paso en este torneo, la tarea es ardua y compleja. Trabajar sobre la mentalidad de estos jugadores constituye un aspecto clave, habida de cuenta de las dificultades para ganar y el temor a perder que predomina. Otra cuestión a tener muy en cuenta es la política de compras dado que, en función de la situación actual, no se puede fallar en las zonas vitales a reforzar. Y, desde ya, pensar primero en All Boys antes que en disputas personales, divismos extrapolados de otro ámbito o soberbias cuyas consecuencias perjudican al club y a los mismos implicados. En lo inmediato, sería oportuno y saludable terminar decorosamente el campeonato, con dos encuentros por delante que deberían motivar y, resultado aparte, plausible de sentar las bases de un replanteo en varios estamentos.