martes, julio 28, 2009

Medialuna de Avellaneda


En contrapartida a su viejo y pasional vecino de barrio, Independiente condensa naufragios y borrosas imágenes de un pasado que fue copas, masa societaria récord, contundentes paternidades, jugadores con estirpe, frondosas canteras. Orgullo nacional que el tiempo convirtió en mito (o Mita) para muchos pibes de 14 o 15 años que escucharon de Bochini y Marangoni, de la mística y la doble visera de cemento, de un estilo comprometido con la estética y el llamado paladar negro.

Esos pibes, esos nuevos hinchas del Rojo, asisten a una pronunciada decadencia del club que eligieron (o heredaron) para disfrutar y sufrir. A tono con el presente del fútbol argentino -River es otro caso paradigmático-, la actualidad de Independiente ofrece un menú de desaguisados que abarcan desde balances deficitarios hasta itinerancias obligadas. En el medio, un equipo devaluado que deberá lidiar tenazmente para conservar el último de los orgullos: ser una de las tres entidades a nivel local que no computan descensos desde la instauración del profesionalismo.
La gestión Comparada, de acuerdo con el sombrío panorama descrito, carga con una parte de las responsabilidades. Pifió en la elección de los técnicos, pifió en compras y ventas de jugadores, pifió en priorizar la construcción de un estadio carísimo en la Argentina de las incertidumbres, pifió en oponorse sin argumentos de club ejemplar a una AFA cínica e inevitable, pifió en creer que el perfil moderno y empresarial garantiza apoyos permanentes. Y pifió, especialmente, en no cancelar viejos vicios políticos que arrastraba el club en su distanciamiento con socios e hinchas.

Viene a cuento refrescar un episodio que remite a 2004, todavía con Comparada en el rol de candidato a presidente. En aquella oportunidad, nadie consideró el mensaje de un emergente grupo de socios e hinchas comunes -o no movilizados por interesantes específicos- que organizó una emotiva y multitudinaria caravana en ocasión de conmemorarse el centenario del club. Y decimos que nadie los consideró porque se trata, nada menos, de la representación del público que vive este deporte como lo que es: una expresión popular donde los clubes son vehículos del sentimiento de los aficionados. Más aún, los clubes pertenecen y deben generar canales de participación que involucren a sus asociados.

Posiblemente Independiente haya promovido instancias de este tipo. Allí están las elecciones como aval de los dirigentes actuales. Pero aquí se trata de los mensajes que, en ciertos momentos y al margen del gobierno de turno, envían los socios. Esos socios que, recientemente y de modo contradictorio, gritaron su queja con una marcha a una de las sedes del club. Esos socios que, seguramente, pondrán el pecho llegado un momento aún más crítico en la vida de la institución. Los socios que organizarán nuevas caravanas y nuevas marchas de protesta en caso de que los dirigentes insistan en una política sorda y desapasionada.

Independiente es otro caso en el cual, si persisten movilizados sus hinchas, habrá otro destino alumbrando. Mientras tanto, el viejo y encendido vecino se relame con su presente y hace cuentas. Una de ellas estima que en la sexta fecha, en el mítico Estadio Perón, Racing por fin cantará que ya no está solo en esta historia bien nuestra de fantasmas y despojos.

viernes, julio 24, 2009

El nuevo Racing


Racing comenzó la pretemporada entre ausencias y algunas bajas. Dos de ellas muy signiticativas: Franco Zucculini y Pablo Migliore seguirán sus carreras lejos del mítico Cilindro. Uno en el Hoffenheim de Alemania que invirtió una fortuna para contratar al joven mediocampista, el segundo en San Lorenzo de Almagro.
Sin embargo, la continuidad de Luguercio, Ramírez y Yacob fue bien recibida por los hinchas. Especialmente porque se logró evitar la diáspora y, consecuentemente, desarmar un equipo exitoso y en construcción. Un proceso refundacional que se inició con el triunfo de Roberto Molina, en diciembre pasado, tras la contundente derrota político-deportiva de Blanquiceleste S.A. A propósito: Guillermo Salatino, periodista fanático de Racing, sostiene lo contrario en su libro Racing, esa pasión inexplicable. Allí, el calificado analista de tenis defiende la gestión Marín y defiende, sobre todo, el modelo de gerenciamiento que le dio a Racing un título local luego de 35 años. (*)
Claro que a la permanencia de algunos players, se añade el masivo arribo de refuerzos que permite, con fundadas razones, imaginar un Racing candidato en el ámbito local y potencial participante de torneos internacionales. Steinert, Cahais, Ledesma, Velázquez, Rosano, Tavio y Brítez Ojeda, en tal sentido, no llegan a La Academia solo por razones de mercado o producto de coyunturas imprevistas, sino que obedecen a un minucioso estudio por parte de Caruso, el técnico enamorado de los medios y de la táctica, del fútbol del ascenso y de las mañas, de la hinchada de Racing y su pasión inclaudicable.
En relación a esto último, hay dos características esenciales en Caruso que exceden al ordenamiento táctico de sus equipos y el remanido argumento de técnico motivador que figura en su ficha. Caruso tiene claro qué significa el fútbol como fenómeno social y cultural, y habría que buscar por ahí las razones de su secreto. La otra virtud del ex entrenador de Argentinos, Tigre y Ñuls es la capacidad de conducción, basta observar el compromiso de los jugadores en la cancha para advertir ésta cualidad del técnico.
En consecuencia, Racing perfila un estilo asentado en la garra, el esfuerzo colectivo y la fidelidad a una historia donde, también, no escasean las frustraciones. Y donde el técnico cumple, de acuerdo con los cánones actuales, un rol preponderante.
Caruso, en rigor, parece moldeado a imagen y semejanza del club, con modos que pueden cuestionarse en algunos aspectos, pero indudablemente sostenidos en convicciones. La alegría de los hinchas de Racing desestiman considerarlo apenas "un vendedor de humo" incapaz de movilizar sentimientos profundos.


*agradecimiento: Diego Bartalotta

lunes, julio 20, 2009

Tercer grande




En los repetidos y sesudos o poco sesudos análisis sobre la realidad e irrealidad del fútbol argentino, nos encontramos la mayor de la veces ante disputas que casi siempre son las mismas en torno al juego, a las rivalidades, a los desempeños o no de sus jugadores, a la calidad de determinados entrenadores, al papel que cumple y no cumple la prensa, al buen y mal comportamiento de los hinchas y algún otro tópico que pueda escaparse. En definitiva, siempre discutimos básicamente de lo mismo y está bien que así sea porque en cada discusión el debate se enriquece y cobra nuevos giros en los mayores de sus sentidos. Otra vuelta de tuerca, como escribió Henry James.

La idea entonces es un poco pegarle una patada en la boca a la tradición, cada tanto viene bien (o biene vien si queres ser rupturistas en serio) y jugar a la polémica banal, que de eso se trata, ¿o no? Así que la pregunta es: ¿quién es el tercer grande del fútbol argentino?

Descontemos a River y Boca o Boca y River en los primeros lugares que están fuera de toda discusión a pesar de que ambos, uno desde hace rato y el otro desde hace poco, empezaron a mancillar un poco ese lugar de histórico privilegio que supieron conseguir. Que se empeñan en no sostener, pero que por ahora continúan. River y Boca son, básicamente, el fútbol argentino hagan lo que hagan y esto será así por un tiempo largo. Así que pensemos entonces en los que vienen después.

Desde ya, pensar en clasificaciones, nomenclaturas y demás ordenamientos cuando no hay rigor científico es parte más que nada de un juego y no mucho más que eso. Pero, como en fútbol lo irracional es sagrado, acá van algunos comentarios sobre el tema.

En primer, la tendencia a pensar en el tercer grande siempre estuvo orientada hacia los tres grandes restantes en principio, y luego, más específicamente a Independiente. Su tradición copera, sus títulos, sus grandes equipos, el no haber descendido nunca, su inmensa cantidad de hinchas ratifican de algún modo este lugar de pertenencia del Rojo. En algún momento San Lorenzo salió a disputar ese lugar y Racing de alguna manera lo intentó. No quizás con los argumentos del Rey de Copas pero sí con el peso de su masividad y cuando algún logro deportivo y, sobre todo, un ordenamiento dirigencial, pudieron acompañar.

Con los años esto ha dejado de ser así. San Lorenzo ahora sí es un club medianamente ordenado, pero todavía no ha podido superar del todo los graves problemas que sufriera sobre todo en los 80. Racing recién ahora ha logrado enderezar un poco el rumbo pero es larguísimo el recorrido que debe perseguir aun para erigirse como un, al menos, club como la gente. No alcanzan los argumentos de "la gente", "el sentimiento" y demás. Sirve como ejercicio de autoafirmación, claro. Pero, no se ganan campeonatos con eso, ni siquiera partidos a veces. Y es más lo que se pena que lo que se disfruta. Independiente va en este camino. Desde hace años ha perdido todo orden, su política futbolística es calamitosa y ha renegado por diversos motivos de aquellos atributos que le dieran ese destino de grandeza. Seguramente ha ayudado la soltada de mano de Grondona y AFA para con su protegido club, otro error, aunque esto hable bien de él, de Julio Comparada. Independiente va un de crescendo lento y seguro, que, por más manotazos de ahogado que tenga (léase Menotti manager o Gallego entrenador) no parece cambiar la marcha.

De esta manera, llegamos a otros clubes que van perfilando otras estrategias que lo ubiquen en un lugar otro al que ocuparon tradicionalmente. Y en este sentido, Vélez, tranquilamente podría erigirse como el tercer club de la Argentina. Desde hace más de una década que viene sumando logros y buenas decisiones tanto económicas como dirigencias. Ha sabido ocupar un lugar preponderante en el plano nacional y en el concierto internacional, con buenas actuaciones y títulos. Un club prolijo, ordenado, con buenas inferiores, con un proyecto deportivo claro. Quizás sin tanto acompañamiento popular, lo cual le puede jugar en contra. Pero Vélez es un ejemplo a seguir desde hace años. Años que, van pasando, y lo siguen teniendo bien arriba.

Y en ese camino parece ir Estudiantes. En la inteligencia de Julio Alegre, el verdadero mentor de este momento del Pincha, el equipo de La Plata, ha sabido encolumnarse tras un proyecto deportivo, que, de la mano de Verón, cabe decirlo, puso, justamente por sobre todas las cosas eso: lo deportivo. Estudiantes se propuso recuperar una tradición de gloria. Desde su ascenso de la mano de Russo, Calderón y demás, tuvo como norte esa apuesta: ocupar el lugar que había conseguido hacia finales de los 60. Y así fue, buscando una buena base de jugadores, solo faltaba un entrenador que encontrara el pulso justo para adecuar ese hambre a un objetivo concreto. La Libertadores ganada brillantemente solo refrenda la política de Alegre, el impulso de Verón y el compromiso de una serie de jugadores con esas ideas. La gente, en este caso, cuando ve algo claro, hace su parte. Y acompaña.

Quizás, un poco más rezagado en esta serie de clubes con ansias infinitas de progreso, venga Lanús. Desde hace rato que hablamos de ese proyecto que comienza bien abajo en el club, de un conjunto de ideas y de políticas que tienden a fomentar un crecimiento sostenido en base, y esto es lo bueno, a una manera de concebir el fútbol. Lanús, encima, va sumando infraestructura y no tiene problemas en gastarse un porcentaje alto en la preparación de una cancha, o en dar mayor comodidades a su jóvenes promesas. Quizás le falte a Lanús un salto cualitativo mayor, es un club menos tradicional que Vélez y Estudiantes y su lugar se lo va ganando quizás muy de a poco. Pero, si logra mantenerse, Lanús también está para pelear su puesto en la elite.

De esta manera vemos, que una contrahegemonía pugna. Y la verdad, es un signo de este tiempo. Han sabido estos clubes adaptarse a nuevas necesidades y obstáculos sistémicos. Y lo han hecho con capacidad y entereza. Es justo que les sea reconocido este nuevo lugar y es justo que lo hagan valer. Y, ojalá, los equipos rosarinos, Huracán, Gimnasia y otros equipos sigan su camino. El de aprovechar que la distancia con River y Boca no es un océano. El de aprovechar que la distancia con los otros llamados grandes ya es un charquito.

Volvemos a la pregunta que motivó este largo sinsentido. ¿Quién es el tercer grande? Creo que debe dirimirse entre estos nuevos viejos clubes y los viejos viejos clubes. Y en este devenir, se los ve mejor preparados a quienes más comprenden el signo de los tiempos. Los otros viven del recuerdo. Y allí se quedan.

jueves, julio 16, 2009

Tetras


Mensajes de la 50º Copa Libertadores. Estudiantes derrotó dos a uno como visitante a Cruzeiro de Brasil y obtuvo su cuarta Copa Libertadores, título que no obtenía desde hace 39 años. Los goles en el partido decisivo los marcaron Gastón Fernández y Mauro Boselli, quien de este modo se convirtió en el goleador del certámen con 8 conquistas. Hubo más de 4 mil hinchas del León en un Mineirao que terminó absorto y desolado. Orden, carácter y fidelidad a un estilo fueron las claves del éxito. Juan Sebastián Verón resultó la figura del equipo y Alejandro Sabella, arribado promediando la competencia, cumplió con creces en su primera experiencia solista. También su ayudante Julián Camino, ex jugador del club, aportó los conocimientos adquiridos en Villa San Carlos y Temperley, entre otros clubes del ex fútbol sabatino. La Plata durante las últimas dos semanas estuvo en el centro de la escena y sobran tetras de cartón esparcidos en las calles/diagonales de la localidad. Independiente, disminuido en las últimas décadas a raíz de malos resultados deportivos, sigue siendo la institución copera por excelencia. La merecida victoria de Estudiantes reavivó un debate entre escuelas grabado a fuego en el fútbol argentino. Para algunos perimido y falaz, para otros vigente aunque conceptualmente mal formulado.

martes, julio 14, 2009

Panorama eleccionario



Como todos sabemos se acercan las elecciones en River, "los comicios que verdaderamente importan", como apunta uno de los autores de este blog. La gestión Aguilar no solo dejó a la institución en un expectante 9º ubicación en la tabla de los promedios, sino que también alentó a más de nueve! postulantes a sucederlo en el cargo. Repasamos la nómina: Hugo Santilli, Antonio Caselli, Daniel Passarella, Rodolfo Cuiña, Héctor Cavallero, Diego Quintás, Daniel Kiper, Carlos Avila y Rodolfo D'Onofrio. De acuerdo con este panorama, muy suscintamente repasamos cómo encaran los candidatos la campaña electoral en lo que se refiere a aspectos meramente superficiales. Y posiblemente con un amplio margen de error en las consideraciones aquí vertidas.
Santilli y Avila bregan por un River comprador, endeudado y jugando finales de Copa aunque suene irracional. Cuiña y Cavallero conocen la gestión y saben qué errores cometió la entidad en el último lustro. También Caselli conoce las fuciones del oficialismo y, vía un descomunal aparato publicitario, promete éxitos deportivos con logros sociales. Passarella alista un sólido equipo de trabajo y desea recomponer la relación con los hinchas. D'Onofrio anuncia a Francescoli en el rol de manager y un acreditado currículum. Kiper es la eterna promesa y basa sus deseos en un progresismo de corte diferente al de JM Aguilar. La gran incógnita es Quintás, de quien se sabe poco según la opinión mayoritaria.
Como se advierte, es prematuro conjeturar en profundidad sobre diferencias, estilos y propuestas de campaña. Seguramente habrá información relevante para aportar y a eso convocamos a los lectores. ¿Quién es el Pino Solanas de River? ¿Y el Heller? ¿Tienen chances eventuales Prats Gay y Michetti? ¿Qué distingue a unos de otros? En fin, el cuestionario es amplio y variado.
Ofrecemos, a modo de cierre, un boca de urna cuya fuente me reservo.

1-Passarella
2-Avila
3-Santilli
4-D'Onofrio
5-Caselli
6-Cavallero
7-Kipper
8-Quintás
9-Cuiña
10- otros (Lancioni, Roncagliolo, Bravo, Mera Figueroa)

pd: La legitimidad del comicio, la confección de los padrones electorales, las presuntas versiones de fraude y las posibles alianzas son otros ítems a tener en cuenta.

domingo, julio 12, 2009

Lobizón


DE BERISSO A CITY BELL. Festeja Alonso, el del 1-0. Atrás, el eterno Pampa Sosa.


Alcanza con revisar los archivos para darle dimensión adecuada a la histórica victoria de Gimnasia y Esgrima en esta promoción inolvidable ante los rafaelinos. Un club centenario que no acredita títulos oficiales, que descendió 4 veces, que apenas pasó de ronda en la Libertadores y que comenzó el ejercicio 2008/2009 en rojo y sumido en múltiples padecimientos tras la gestión de JJ Muñoz. Un club que aún llora la derrota como local en el Apertura 95, el urticante 0-7 con Estudiantes y las mil maneras de perder y que, sin embargo, lidera el ranking de hinchas en su ciudad, de acuerdo con calificadas encuestas.
La hazaña fue posible por la combinación de tres factores insoslayables: el arribo de jugadores identificados con la divisa (hasta el hincha Sessa desembarcó en la entidad pese a no haber jugado nunca en el club), la contratación de Leonardo Madelón como entrenador luego del fallido experimento con el Topo Sanguinetti y las desangeladas y emocionantes movilizaciones de los hinchas. Gimnasia sigue en Primera porque hizo una campaña excelente con triunfos ante el campeón Vélez y los destacados Lanús y Huracán. Y porque hay dos tipos de historias nunca bien contadas y nunca revisitadas por culpa de la implacable ley del éxito: la de los pobres y su dignidad y la de los ricos (o nuevos ricos) y su opulencia.

jueves, julio 09, 2009

De grandes y grandezas


El Clausura que acaba de finalizar arrojó algunas trascendentes señales. Una de ellas, como se consignó aquí, fue la emotiva disputa entre Vélez, Huracán y Lanús, tres entidades relegadas en la agenda mediática y que engalanaron el torneo pese al confuso desenlace en Liniers. Para ser ecuánimes, también Colón y los cuadros platenses motivaron elogios a partir de rendimientos superlativos (Colón y Estudiantes sumaron 57 unidades en la general, mientras que Gimnasia computó 55).
El otro dato remite a la pobrísima performance de los grandes, cuyas campañas estuvieron signadas por escándalos internos, la furia de sus hinchas y resultados humillantes en algunos casos. Los números testimonian el pronunciado declive de los clubes de más convocatoria: Racing (7º), River (8º), San Lorenzo (11º, a 14 puntos de su rival Huracán), Boca (14º) e Independiente (16º). La situación tuvo correlato en esa rave llamada hoy Santander Libertadores donde, excepto Lanús (3º en la clasificación doméstica), los representantes argentinos de Boedo, La Boca y Nuñéz abandonaron la competencia tras un puñado de partidos.
Las causas del transitorio fenómeno obedecen a nítidos errores en la conformación de los planteles, pesadas herencias dirigenciales y, acaso lo más determinante, el sostenido crecimiento deportivo e institucional del resto.
Una lectura en perspectiva sugiere que se trata, como decíamos antes, de un momento excepcional. Es difícil imaginar torneos donde Boca y River contemplan dichas ajenas en simultáneo, San Lorenzo y su frondosa billetera continue generando repudios, Racing haga de la Promoción un fetiche para justificar su presencia e Independiente persista en una peregrinación desalmada y sin rumbo. Los grandes alimentan al resto -de hecho configuran la medida para destacar los logros de los clubes con menos arraigo popular- y no es posible confinarlos a los márgenes del mapa futbolero, ya sea por intereses económicos o por una historia construida hace más de un siglo.
No obstante, cabe interrogarse si de persistir la tendencia puede haber un nuevo reordenamiento en el fútbol argentino. Una muestra: de los últimos 6 torneos, tres de ellos fueron ganados por equipos aún no catalogados como grandes (Estudiantes, Lanús y Vélez, el 50 por ciento), Vélez empardó a Racing en la suma de títulos ganados y no sería extraño en un futuro próximo observar a River e Independiente en la jerarquizada B Nacional.

domingo, julio 05, 2009

Vuelta y vuelta


Ya está, cosa juzgada: Vélez es campeón del fútbol argentino por séptima vez en su historia. ¿Injusto? ¿Merecido?. Difícil. Cabe reconocer, eso sí, a un equipo que perdió un solo partido en todo el torneo, que promovió figuras tremendas como Nicolás Otamendi, que hizo de su estadio una auténtica fortaleza y que tiene una dirigencia ejemplar, deudora de José Amalfitani y Raúl Gámez, dos presidentes símbolos del cuadro de Liniers. Digamos entonces que Vélez es un justo ganador, Brazenas al margen.
Claro que no exageramos si reconocemos campeones paralelos en este torneo espectacular e inolvidable para quienes amamos el fútbol. Porque Lanús y Huracán también hicieron su trabajo para obtener el premio mayor, con armas nobles, sin especulaciones, generando copiosas adhesiones en hinchas de clubes grandes que -curiosamente- contemplaron la final embanderados en otros colores. Hubiese sido gratificante, en ese marco, observar la consagración del Globo. Por su historia, por su dignidad, por su entrenador lleno de ética y lleno de rabia, por tratarse de un equipo condenado al martirio y la pena, por el juego desplegado, por el orgullo de los barrios del sur. Huracán no mereció ser campeón, Huracán debio ser el campeón porque abruman ejemplos donde los buenos pierden. Y pierden seguido, lamentablemente.
De aquí en adelante, imaginamos otro presente para el fútbol criollo, más cerca de su histórico linaje y bien lejos de los multifacéticos empresarios que la política cobija sin cuestionamientos ni culpas. Es el mensaje principal que nos dejan fortineros, granates y quemeros: respetar una identidad y, sobre todo, honrar un estilo que el fútbol argentino había extraviado en la noche de las tres últimas décadas.