martes, septiembre 27, 2011

ALL BOYS // Nostalgia, deseo y realidad



Existen partidos que suponen un interés especial, independientemente de la categoría y las coyunturas. Inciden historias pasadas y el porte de los adversarios, aspectos claves en un deporte donde muchas veces lo interesante, lo que le da sentido a casi todo en rigor, sucede en las tribunas de acuerdo con el fervor y el colorido que aportan los hinchas, los que también juegan. Conste que no se trata de reivindicar aguantes nocivos, mucho menos darle entidad a lecturas desde otras esferas, por ejemplo algunos análisis de periodistas especializados en rock escandalizados por la futbolización en el genéro derivado de lo que han designado como "Rock chabón", aunque sin contextualizar las motivaciones de su emergencia. Simplemente reconocer al viejo y vilependidado folclore de cancha, seguramente distorsionado en la última década, pero con elementos resistentes que afortunadamente sobreviven.

Contra Tigre, en tal sentido, hay una marcada rivalidad y configura un duelo lleno de matices por ciertas características comunes: hinchadas seguidoras, localismos afirmados, derroteros deportivos con algunas semejanzas. De hecho, ambos clubes acumulan numerosos enfrentamientos en el ascenso y escasos duelos en Primera División (apenas 5), si bien Tigre registra 28 temporadas en la A contra 10 de All Boys. Aún asi, y siguiendo con las estadísticas, el historial general deviene muy parejo, con leve supremacía del club de Victoria (22 triunfos del Matador, 20 del cuadro de Floresta y 26 igualdades), y nivelado en Primera (1 victoria por bando y 3 empates). En este mosaico de números y tendencias cobra valor lo realizado por el equipo de José Romero, consumado su segundo arribo a la máxima categoría. No perdió en los tres encuentros disputados hasta el momento, pero además hizo buenos partidos si se reapasa la igualdad 3 a 3 en el Apertura 2010, donde estuvo siempre en desventaja en el marcador; la victoria 1 a 0 de visitante en el Clausura 2011, que enderezó el rumbo de All Boys tras un flojo comienzo en ese campeonato; y la reciente igualdad en el norte bonaerense 1 a 1, cuyo desarrollo resultó favorable a All Boys en varios tramos del partido, en el marco de un encuentro vibrante y emotivo, que dejó conclusiones diversas para el cuadro de Floresta.

Se observó, principalmente, la mejoría insinuada ante Arsenal a partir de las inclusiones de Zapata y Torassa, quienes le aportan frescura, compromiso y atrevimiento a un equipo que necesita ser audaz y fuerte para alcanzar los objetivos previstos según Cambiasso (50 puntos que, insistimos, no alcanzan). El cambio de nombres y, consecuentemente, de esquema, resultó oportuno ya que con ellos All Boys reencontró un funcionamiento más o menos reconocible, con una formación clásica, mezclados con otras notas positivas en el plano individual: el retorno de Pérez García, desequlibramente como en su mejor momento en el club, la concentración de Quiroga para evitar errores no forzados, y el reencuentro entre Torassa y Matos (autor del gol), delanteros que fueron determinantes para conseguir el ascenso. No son para minimizar estos ìtems, aunque susbsisten problemas de fondo, que requieren evaluarlos y en lo posible corregirlos, entre ellos saber cerrar los partidos como se dice en la jerga futbolera, teniendo en cuenta algunas situaciones decisivas en el duelo ante Tigre. Lejos de caerle a Bargas por su torpe definición que definía el encuentro, preocupa no tener la sagacidad suficiente para manejar la ventaja ante un rival cansado y por momentos confundido, evidenciada en retroceder en el campo con nerviosismo e inseguridad, en la falta de luces a fin de capitalizar con gol los contragolpes disponibles, y en posibles cambios erróneos de Romero que, de todos modos, siempre contienen un margen de tolerancia con Pepe dado sus muchos aciertos en estos 5 años, sumado a que en el fútbol abundan imponderables y el adversario también juega. Ni hablemos si tiene a Román Martínez, artífice de la igualdad.

El empate, pese a sufrirlo sobre la hora, no está mal para un equipo que intenta consolidar una idea futbolística. Y se valora por el rival, la cancha y la pelea de ambos clubes para escaparle al descenso, más allá de los contornos distintivos de estos enfrentamientos con historia y rico en matices. La diferencia con partidos pasados la impone esta Primera División que obliga a trabajar mucho para sostenerse en ella. En Victoria, escenario conocido, también quedaron expuestos los desafíos y el valor que conlleva planificar a conciencia para que los viejos duelos con el Matador, no menos apasionantes que este último, permanezcan en las efemérides de la simpatía y de la nostalgia

P.P..

jueves, septiembre 22, 2011

ALL BOYS // Profundizar los cambios


Sin que hayan pasado completamente malestares y dudas, el triunfo ante Arsenal al menos consigue menguar los murmullos y las quejas tras el flojo comienzo del equipo en un torneo que se presenta difícil, cargado de tensiones e implacable para improvisaciones o titubeos. José Romero, quien conoce como nadie la exigencia y los humores oscilantes de los hinchas de All Boys, introdujo importantes modificaciones en nombres, pero también en el esquema, indispensables para no profundizar en las carencias del equipo bajo ese simplismo de "confío en estos jugadores", un mal -entre otros males- que aquejan a los entrenadores argentinos cuando profieren enunciados de ocasión, vacíos de contenido.

Es una alentadora señal porque expresa, por un lado, que Romero es consciente de los muchos problemas de All Boys, en búsqueda de una identidad futbolística resistente a los planteos rivales, a los escenarios diversos y a la variación de apellidos, y -por otro-, porque cobra valor en este momento de confusión apostar nuevamente a un dibujo más audaz, con dos delanteros y volantes criteriosos para recuperar protagonismo. No tanto por hacer una exégesis de los esquemas ofensivos, al cabo muy lejos está el cuadro de Romero de exhibir hoy aquel fútbol vistoso y consistente de épocas no muy lejanas, sino por revelarse fallida la idea conservadora de ubicar un solo delantero acompañado de una multitud de volantes, solo uno de ellos con características de arrimar peligro en el arco adversario. Está claro que jugar de esa manera no funciona. Resultados aparte teniendo en cuenta que las dos victorias hasta aquí fueron con uno y dos delanteros, el inconveniente de fondo radica en las dudas para ejecutar determinado plan. All Boys, en esta temporada, no viene exhibiendo una línea de juego definida, agravada por no disponer de recursos suficientes en el plantel y padecer bajos rendimientos en sectores clave de la cancha.

Sin embargo hubo un cambio en este último partido, moderado e incipiente, pero importante. Se habló bastante de los refuerzos, y el encuentro ante Arsenal resultó una prueba para varios de ellos dado que terminaron jugando cinco: Quiroga, Zapata, Ferreyra, Bargas y Pérez, con buenos rendimientos de los 3 primeros. No es un dato menor aunque, se sabe, fue solo un partido y ante un adversario muy tibio, motivo por el cual conviene la mesura. Tampoco la inclusión de Ferreyra, autor de dos goles (uno con la mano), en reemplazo de Matos obedece a la mera fortuna o a los favorables vientos del azar luego de la contractura a último momento sufrida por el delantero titular. De haber estado Matos , más allá del carácter discutible de cualquier conjetura, quizás el destino del encuentro hubiese sido el mismo o incluso más cómodo en el resultado dado las calidades del nueve de All Boys, una pieza clave del equipo por solidaridad, entrega y capacidad goleadora. Lo concreto es que de las incorporaciones, anduvieron bien Ferreyra y Quiroga (pese a la grosera desatención en el descuento de Arsenal), pero fundamentalmente Zapata, a esta altura el mejor de todos, quien colaboró en la recuperación de la pelota y mostró sus cualidades en la transición defensa- ataque por el sector izquierdo, fundamental para ganar en solidez y en juego, lo cual se nota en comparación con las oscuras prestaciones de Juan Pablo Rodríguez en este campeonato. La otra clave de la mejoría, una vez más, alude a Torassa, predispuesto de otra forma cuando confían en él y arma de desequilibrio de la cual no puede prescindir All Boys. Romero, consultado por la discontinuidad del chaqueño, señala que "le falta gol", sin embargo ofrece variantes a partir de su habilidad y su ubicación en la cancha como quedó demostrado en este encuentro, donde gestó los dos goles. Otra explicación posible de su alternancia entre los titulares remitiría a los alcances de los rigores profesionales, algo que trasciende a Torassa y, sea cual fuere la realidad, se debe trabajarse puertas adentro para no perder jugadores valiosos, ceder en concentración o dar ventajas en lo físico.

Son presunciones, en definitiva, con miras a profundizar el leve cambio de imagen mostrado frente a Arsenal, a raíz de los nombres elegidos, el aspecto posicional y, sobre todo, la predisposición colectiva de responderle al técnico y a los hinchas. Está claro que no sobra nada y que poco sirve ahondar en la estrecha planificación para esta temporada, razones que obligan a obrar con inteligencia y a suplir limitaciones mediante el compromiso grupal y el intento de mejorar con responsabilidad, humildad, e ingenio. Lo que cuenta siempre, pero siempre, es ese tipo de intento.

P.P.

lunes, septiembre 19, 2011

ALL BOYS // Esto es All Boys


 El exitismo no es novedad en el fútbol argentino desde que se impuso el mensaje perverso de entronizar ganadores y defenestrar perdedores. Es un mal arraigado, difícil de atenuar, que hoy envuelve a todos: dirigentes, periodistas, hinchas, jugadores. Todos. Pero existen matices en ese gesto que se ligan -por ejemplo- con el presente de este All Boys en pronunciado declive producto de algunas falsas creencias, entre ellas la de clausurar la crítica en función de lauros pasados y en nombre de un optimismo bobo, con oportunismos de variado pelaje que reclaman apoyo a los futbolistas sin comprender que esconder la basura debajo de la alfombra es la peor de las respuestas. Allí es cuando se confunde el reconocimiento a un ciclo exitoso deportivamente con no señalar un momento preocupante del equipo a riesgo de ser juzgado de ingrato o -precisamente- corroído por el exitismo. No siempre es así debido a que la obsecuencia, en cualquier ámbito, suele distorsionar la mirada sobre determinados hechos, sumado a que la revisión critica contiene una matriz positiva si se busca llamar la atención antes que silenciar ostensibles debilidades en el funcionamiento del equipo.

Y vaya si las tiene All Boys, que perdió algo más que un partido ante un rival agobiado por las derrotas y huérfano de goles: también perdió el rumbo. Porque, en cierto modo, jugó peor que en Mendoza al insistir con un esquema cauteloso, con volantes y delanteros que casi no pisan el área, acompañado de desajustes defensivos estructurales ya apuntados y una desidia en algunos jugadores que no corresponden con los objetivos del cuadro de José Romero, en zona de promoción hoy, si bien falta bastante. Pero la actualidad futbolística, preocupante según lo mostrado en estas 7 fechas, no es inesperada. Más: lo que asomaba como una presunción parecería tomar forma de certeza habida cuenta de las incorporaciones realizadas, algunas de ellas que retrotraen a otras épocas o devienen insuficientes, ni bien se observa que hay un desafasaje entre las calidades de los refuerzos y la exigencia de la divisional. Es decir, se revelan errores en la planificación de la temporada cuyos costos, claro, se pagan, justo en un momento donde el club podría potenciar y capitalizar su estada en la máxima categoría.

También deparan interrogantes ciertos diagnósticos, por caso el de Nicolas Cambiasso -líder y referente del club-, quien señaló que sumar cincuenta puntos figura entre las metas del equipo, un propósito arriesgado ya que -de acuerdo con esa evaluación- no existe margen de error en un torneo parejo, sumamente disputado y con rivales directos que dividen diferente en la ominosa tabla de los promedios para no descender, lo cual lleva a pensar en la errada lectura que se viene haciendo desde las propias entrañas. Este escenario, ya de por sí desalentador, exhibe una dificultad adicional en lo estrictamente futbolístico: a diferencia de la primera temporada en la A, All Boys en Floresta todavía no logra infundir respeto a la luz de los puntos cosechados (2 sobre 12) y la forma de encarar los partidos. Pensemos en este encuentro con Banfield, propicio para doblegar esfuerzos y redimirse de la derrota abultada en Mendoza frente a un adversario herido, con ánimo de revertir su mala racha, pero comprensiblemente lleno de inseguridades. Ocurrió lo contrario, el dubitativo fue el cuadro de Romero, que terminó descontrolado por las propias carencias de su actual plantel y los cambios fallidos del entrenador Albo al sustituir a Zapata -era el mejor-, incluir a Patricio Pérez -un simulacro de jugador- y demorar el ingreso de Torassa y la salida de Perea, quien finalmente jugó todo el partido pese a que se lo notaba impreciso y lento de movimientos. No viene acertando Pepe y es cierto, aunque caerle con todo el peso de la responsabilidad es injusto e inconducente. La responsabilidad, en todo caso, es compartida entre dirigentes, cuerpo técnico y jugadores, los famosos tres soportes, en la victoria y en la derrota.

El desafío, por tanto, será contrarrestar la improvisación descripta con mucho trabajo y plena conciencia acerca de lo que conlleva vestir la camiseta blanca y negra. No por señalar errores se abona a enlodar a nadie ni a olvidar lo conseguido tras este comienzo muy malo del torneo que preocupa, y bastante.
 Ejercer la autocrítica, ni más ni menos, es una condición indispensable para seguir adelante, intentar soluciones, y recordar que, resultados al margen, esto es All Boys. Con sus dificultades y sus luchas de siempre..

P.P.

miércoles, septiembre 14, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // Altas defensas


Seis fechas no son medida para caer en juicios definitivos o categóricos. Menos en estos torneos cortos, casi relámpagos, cuyos desarrollos cambiantes e imprevisibles eximen de responder a algún tipo de lógica. Pero sí habilitan análisis sobre el juego y sus derivados, presunciones apenas, sobre un campeonato como la Primera División que presenta particularidades en varios planos conexos. Se advierte, por ejemplo, el esperado retorno de algunos grandes a la disputa seria, Boca y Racing, y la continuidad de equipos fieles a un proyecto impermeable a los malos resultados, Lanús y Godoy Cruz, posibles candidatos a llevarse un certamen que comparte, como nunca antes, la atención del ambiente con la B Nacional. Categoría donde River y Rosario Central -fundamentalmente-, pero también, Huracán y Gimnasia lograron -al menos da esa sensación- confundir jerarquías al robustecer esa divisional por historia, popularidad y planteles en ciertos casos de primerísimo nivel.

La máxima divisional, más allá de legítimas discusiones acerca de calidades y mediciones de rating, sigue siendo el termómetro para evaluar qué ofrece hoy este fútbol argentino problemático, exasperado y con sospechas a la orden día según determinadas marcas visibles: la omnipresencia de Arsenal de Sarandí (próximo a a cumplir 10 ininterrumpidos en la A), los arbitrajes mezcla de delirio y corrupción (Pezzotta, Pitana, Lunati, Delfino) y la propuesta futbolística de los equipos, todos pendientes del resultado y la crónica de mañana, en parte deudora de los variados dictados del morbo. Esos postulados cargados de espectacularización, sometidos a criterios empresariales antes que periodísticos, suponen lo tantas veces dicho: el partido también se juega en los medios porque ordenan un relato cuyas repercusiones se trasladan a la cancha y a las tribunas.. Aunque con la novedad, ahora y tras la promoción de Racing en 2008 y el derrumbe de River en 2011, de convertir al descenso en poco menos que el peor de los escarnios, la última estación del fracaso, el recorte final de una historia jamás reelaborada dado que conforme se pierde la categoría también se extinguirían prestigios, orgullos, trayectorias. La estrategia deviene eficaz porque conecta con el sentimiento de los hinchas, pero basta que pasen las emociones del momento para constatar -si se contextualiza desde una mirada no regida por éxitos recientes- que se puede ser de la B estando en Primera y de la A en el ascenso, y viceversa. Son circunstancias deportivas, dolorosas huega decirlo y noticia de impacto en determinados clubes, aunque no revisten características de tragedia ni prefiguran un abismo insondable. Mucho menos se explica este juego perverso, como el que fogonean ciertas agendas, cuando en un torneo faltan 32 fechas para redimirse y evitar lo que venden como "terrible".

En ese marco, cabe una mención sobre a lo transcurrido en Primera División, lejos de las urgencias y los anuncios rimbombantes en clave de zócalo televisivo. Llama la atención que tres de los citados candidatos al título apenas recibieron 1 solo gol en 6 partidos, algo que revela el sobrio y sólido desempeño de las defensas de Boca (solo le marcaron de pelota parada), Lanús y Racing. Otra explicación, como se dijo, obedece a los planteos cautelosos predominantes y a la impronta de los entrenadores de estos tres clubes, celosos de ese precepto muy arraigado referido a fortalecerse desde la defensa para crecer en el juego y en variantes ofensivas, si bien la experiencia de River (recibió pocos goles durante la gestión de Juan José López) atenúa sus presuntas ventajas. Sin embargo, el dato de 3 equipos a los cuales les anotaron un gol, también se liga con la actualidad de la máxima categoría en lo concerniente al nivel futbolístico, aspecto que motivó debates y fuertes cuestionamientos. Y en parte se comprenden, los partidos suelen ser parecidos, la mayoría devienen mal jugados, imprecisos y friccionados, con pocos goles incluso si se toma el dato de que ninguna fecha hasta aquí llegó siquiera a las 28 conquistas, un número medianamente aceptable.




De cualquier manera, se insiste con el argumento de la paridad y la incertidumbre de los partidos, rasgos que campean en las canchas argentinas desde hace algunos años. La competencia es un valor, casi la condición que hace posible, a la vez que emocionante, este deporte. Recientementen apareció un artículo muy interesante en el diario El País de España, titulado "Fútbol y otras hegemonías". Allí su firmante, José Sámano, señala la necesidad de superar el duopolio de Barcelona y Real Madrid, causante de que la Liga Española se reduzca a la lucha entre dos equipos económica y deportivamente infinitamente superior al resto, al punto de convertirlos en meros partenaires. Y ofrece ejemplos de España y otras latitudes: "El Madrid y el Barsa han conquistado el 65 % de los 80 campeonatos disputados, 30 de los últimos 40. Semejante bipartidismo tampoco es un fenómeno del país ibérico. En las últimas 15 temporadas únicamente el Manchester United, el Arsenal y el Chelsea festejaron la Premier. En Italia solo han hecho cumbre Inter, Milan, Lazio y Juventus. A diferencia de estos campeonatos, en la liga española lo más alarmante en los últimos cursos ha sido el número de puntos logrados por los barcelonistas y madridistas, siempre en la frontera del centenar". Y agrega con una dosis de ironía: "Se observa la poca competencia del resto de los equipos, que entregan con frecuencia la cuchara".

El torneo argentino, con todos los matices que encierra una comparación, no ofrece un escenario como éste  ni por asomo. Sería bárbaro, de todos modos, que su paridad fuera acompañada de grandes espectáculos y de la emergencia de promisorias figuras, si bien esto daría para reflexionar sobre ambas cosas, si se revisa la historia reciente. Por eso, y sin ánimo de menguar en la exigencia, acaso conviene no minimizar o perder de vista algunas miserias preexistentes de la etapa donde TSC, el Grupo Clarín y la AFA -los socios del negocio- provocaron un desguace simultáneo y de profundas dimensiones respecto de la situación financiera de los clubes, la calidad del juego y las conductas de los hinchas No casualmente aparece la prensa que heredamos para señalar, en un mismo movimiento discursivo, las bondades de un buen sistema en defensa y la mediocridad de los partidos ("en estado de decadencia definitiva", como tituló un diario deportivo imbuido de una valentía que no le conocíamos años atrás).

Motivos, por tanto, para levantar otro tipo de defensas, leer bien la coyuntara y apuntarse una tarea complementaria desde nuestra condición de espectadores-hinchas : mejorar el juego demanda tiempo fruto de los residuos de épocas pasadas diseminados por todos lados. En el fútbol, todavía, son menos los logros que algunos esfuerzos en marcha que buscan, enhorabuena, "intentar salir del infierno".

P.P.   

lunes, septiembre 12, 2011

ALL BOYS // Hecatomba



La estadística, aspecto ineludible pero incompleto para explicar determinados acontecimientos, deviene inapelable en ciertos casos. La emergencia del dato, a veces, exime de agregados u otras variantes de análisis ya que la cifra, fría y rotunda, deja una marca grabada a fuego en esos historiales asiduamente no revisitados por alguna prensa o tomados en forma parcial, descontexualizados de sus núcleos fundantes. Varios medios, por ejemplo, omitieron por desconocimiento o por no considerar noticia el derrotero de algunos clubes, recordar que la última vez que le marcaron 6 goles a All Boys fue en el año 2000, ante Quilmes, con una actuación sobresaliente del Chori Domínguez (hizo un gol desde mitad de cancha). Tampoco hicieron foco -repetimos, varios de ellos, los más renombrados- que en Primera División ya hubo antecedentes de derrotas abultadas de All Boys: por caso, un 7 a 1 con Boca, en 1975.

Efemérides, menciones y reclamos tal vez desmedidos aparte, la peor derrota en el ciclo Romero (arribó al cuadro de Floresta en 2006), como se dijo, de tan concluyente deja el sabor amargo y doloroso de haber sentido un cimbronazo, una patada en la boca, un golpe al orgullo del cual es difícil reponerse en forma inmediata o detenerse a hurgar en posibles causas de la debacle. No por tratarse de un hecho extraño en la trayectoria de All Boys sino por este tiempo de siembra manifiesto en un club que disputa su 10ª temporada en Primera, con logros recientes insospechados, y un estado de ánimo colectivo alejado al de otras épocas, de críticas impiadosas y en estado de movilización permanente por un club semiolvidado fronteras adentro debido a gestiones poco felices, cerradas sobre sí mismas, que alcanzaron y alcanzan también a Roberto Bugallo, el presidente "de los dos ascensos".

Sin embargo, hay que hablar de este partido en Mendoza cuya nota más saliente fue constatar una vez más -para seguir esquivando el tema- la fidelidad y la fortaleza espiritual de la hinchada de All Boys (hinchada, vale aclarar, término utilizado en su acepción genérica), testigo de una difícil prueba: no retacear aliento ni apoyo pese a tamaña humillación. Podría haber sido peor, es cierto, ante otro rival menos alejado geográfica y culturalmente de acuerdo con los nuevos y viejos códigos tribuneros, pero vaya si demanda esfuerzo sobrellevar con dignidad un derrumbe deportivo de derivaciones inciertas como el del último sábado. Parte de las incertidumbres, consumado el 1-6 con el Tomba, radican en cómo, luego de disputar 30 minutos muy buenos en el primer tiempo, con presencia en terreno contrario, fluidez e intensidad en el juego,  se pasa a una cadena de errores inadmisibles que redundan en un híbrido desalmado, vulnerable y físicamente exhausto.Una respuesta posible remitiría a lo ya apuntado en otras columnas: All Boys defiende mal -o directamente no defiende- con Vella y Quiroga en un nivel muy bajo, desbordados siempre y llamativamente pasivos a la hora de marcar. Si se agregan los flojos desempeños de Soto, Domínguez y Cambiasso, la irresponsabilidad en tramos clave del partido y.una mínima dósis de mala fortuna, ya tenemos la causa central de la goleada.

Pero hay un segundo factor no menos importante: a diferencia de sus hinchas, los jugadores no supieron enfrentar una situación extremadamente compleja desde sus reservas anímicas, aunque sea para evitar el papelón. Y un tercer elemento que, a esta altura, asoma inquietante, y que está relacionado con las limitaciones del armado del plantel, ya que se compraron jugadores de escasa jerarquía y en las inferiores no se vislumbran figuras e incluso futbolistas idóneos para mantener la categoría, el objetivo que impide relajarse o caer en subestimaciones inapropiadas. Más: este 6 a 1 con Godoy Cruz tuvo un anticipo en la reserva, donde se perdieron dos partidos por goleada (Con Atlético Rafaela y Vélez, ambos 5 a 1). Suficiente encadenamiento de hechos, por tanto, para trabajar más, mucho más, de cara a un torneo complicado y ultracompetitivo que anuncia el peor rival en la próxima fecha. Banfield, con 6 derrotas y ningún gol a favor, vendrá a Floresta a redimirse de su mal torneo, envalentonado por una recuperación futbolística pese a caer ante Arsenal, sazonado de la tranquilizadora sensación de que ya tocó fondo.

Habrá que ver si los jugadores de All Boys responden al reto, además de los enigmas que supone un partido bisagra.Pero sobre todo, encuentro que además implica, de alguna manera, reconocer en esta temporada su presente, la máxima categoría, un espacio de distinción en el cual no cabe clavarse alfiles por desidia, errores corregibles o turbias planificaciones institucionales. Porque después, sobran ejemplos en Floresta, puede ser tarde.

Los números, tarde o temprano, imponen su irreductible y contundente rigor.

P.P.

miércoles, septiembre 07, 2011

NOTA // Introspección


 No es fácil revisar conceptos y teorías enarboladas como verdades indiscutibles durante mucho tiempo. Existen orgullos propios, obstinamientos, voces consagradas repiqueteando interiomente que tornan dificil pensar sobre otros modos y otras formas de escapar de algunas determinaciones de origen. Pero el tiempo supone cambios, de contextos principalmente, y de nosotros mismos, también, dado los aprendizajes recogidos a través de experiencias donde cuentan alegrías y fracasos, pero también nuevos puntos de vista que -tal vez- iluminan una zona oscura, algo reprimido o latente, una confusión nunca resuelta, una limitación de años para abandonar comodidades, engaños, pavorosas creencias de que el éxito -finalmente- era eso: dos minutos de abrazos encerrados en trajes ajenos, prolijitos, desprovistos de afectos y sensibilidades reales.

El fútbol es parte de los temas de una vida. Le dedicamos tiempo (mucho) y nos interpela directamente con sus fuegos envolventes y sus mecanismos sutiles e imperceptibles que incluyen al marketing frenético, las venganzas de los justos, las perversiones más hondas, la plasticidad del juego y la ilusoria sensación de que algo importante y trascendente se ciñe a 90 minutos que pasarán, como pasa casi todo. El filósofo y ensayista Nicolás Casullo lo definió mejor que nadie: "Cada uno le dará más importancia a la cultura popular o a la industria que significa el fútbol, pero desgraciadamente no pueden encontrarse ya por separado. Hay que tomarlo en su verdadera naturaleza y no plantear ni una ceguera ni un éxtasis estúpido como pretende la información televisiva, ni desde una lectura intelectual, historicista y abstracta, que no entienda lo que son las fiestas populares. Pienso que se es verdaderamente feliz en las tribunas gritando el gol del equipo (yo lo he sido, por lo menos). Se trata de un momento intensamente ritual, con muchos elementos míticos, mucho emocionalismo, con un gran aporte desde la sensibilidad y donde se cruza lo racional y lo irracional. Y eso es lo interesante". 

La reflexión sigue resonando cuando los debates futboleros olvidan la dimensión política y cultural de este deporte, sus identidades en conflicto y el conjunto de mensajes nobles que recomiendan, desde una neutralidad imposible, ser solo mendigos de una jugadita, entregarse a una celebración armoniosa, o rendirse al arte de un jugador casi de videogame, que nunca parece angustiado ni fuera de foco. Mensajes persuasivos, con tonos enfáticos, aleccionadores en ese lento transcurrir de los días donde buenos y malos nunca se confunden. Porque están claros los roles y porque el dueño de la ética -impoluto- jamás revisará sus actos, posibles errores, ni advertirá el sentir de los otros..Por eso, no está de más sincerarse.Y en el gesto de sinceramiento encontrarse distinto, más o menos maduro, sabiendo que la inocencia, el primer amor, los ojos recién nacidos nutren un pasado para algunos felizmente vivido, para otros pecaminoso y atrapado en las mil formas del goce cuyo recuerdo, borroso y fatal, lleva pese a todo, a cierto deslumbramiento al haber sido el mismo en otro cuerpo.

Pasan, presurosos, los días del tiempo y del fútbol. Nuevos sentidos, por suerte, indican un futuro donde la repetición -la primera muerte- parece quedar atrás entre otros cuerpos, generosos mendigos e impresiones -tenues y graves- del vacío y el sueño común.

P.P.

martes, septiembre 06, 2011

ALL BOYS // La moral




Las crónicas del aguante, tan en boga para una sociología de deporte destinada -muchas a veces- más oscurecer antes que aclarar cuestiones vinculadas con los temas del fútbol, sumaron un nuevo capítulo en Floresta con el encuentro entre All Boys y Racing. Y la responsabilidad no remite al cantito de los hinchas locales, dolidos por el ensañamiento mediático con un jugador del club luego de la lesión del crack Giovani Moreno meses atrás, sino a los discursos de cierto periodismo encerrado en un decálogo hipócrita, apartado de la autocrítica y la denuncia seria. Nuevamente, ese sector arremetió contra un club humilde e inserto euna trama social de la que forman parte los medios de comunicación, al criticar la conducta de los simpatizantes de All Boys, quienes fijaron posición con virulencia, pero también con ironía, en el episodio entre Hugo Barrientos y Moreno. "Esta es la banda de Hugo Barrientos, la que te rompe los ligamentos" decía la letra del cantito, impugnada, repudiada y poco menos que causante de censura para ese sector imposibilitado de advertir las causas del conflicto, amén de englobar a todos los hinchas de All Boys como bárbaros e ignorantes porque, ya sabemos, “en Argentina no aprendemos más”. 

Bien mirado el hecho, cabe detenerse en el doble estándar de la citada prensa. Un diario deportivo tituló en tapa "Que se vengan los macacos", en alusión a un futuro enfrentamiento con Brasil; una transmisión de un partido de verano vio charlar amablemente a un periodista y a un candidato a gobernador salteño que reivindicó el trabajo esclavo; otro programa dedicado a los hinchas puso al aire -en reiteradas ocasiones- insultos y agresiones variadas en clave exótica y humorística. Nunca, pero nunca, la prensa que hoy pondera sobre el buen folclore hizo autocrítica de ello, lo cual supone una posible conclusión: el inciso moral, desde hace rato, no anida en las canchas de fútbol ni en algunas redacciones, estudios de radios o sets televisivos. Más: las crónicas del aguante que nutren las agendas de esos envíos lo expulsa, no lo concibe y lo degrada en caso de tomarlo en cuenta, dado que atenta contra sus propios intereses.    

Ahora bien, si la única nota destacable del partido se circunscribe al mecionado hecho es porque fue muy pobre lo entregado por All Boys y Racing, acaso el peor encuentro en lo que va del torneo. Impreciciones, nula elaboración, roces permanentes y poca audacia de los dos marcaron el ritmo de 90 minutos para olvidar rapidito.El cuadro de José Romero, en ese panorama sombrío, intentó un poco más, si bien evidenció problemas nítidos: sufrió la ausencia de Carlos Soto en el lateral izquierdo, no enhebró jugadas de peligro al apostar a un planteo de mucha presencia en el medio pero sin profundidad en ofensiva y equivocó los cambios de acuerdo con el desarrollo del partido. A favor cuenta haber nivelado un partido ante un rival de jerarquía y candidato al título, más allá de dos aspectos negativos: la racha adversa con Racing desde el retorno a Primera (2 derrotas, 1 empate, ningún gol) y continuar sin ganar de local en el torneo, algo que exige fortalecerse en condición de visitante, uno de los viejos déficits del equipo. Godoy Cruz, por ejemplo, asoma como un oponente de sumo riesgo.

 Después, poco más para agregar acerca de este duelo que trancurría en relativa calma previo a la feliz idea de Diego Simeone de incluir a Moreno. Conscientemente o no, Simeone logró desvíar la atención en torno de un cantito de tribuna que, aunque fuerte, hiriente y reprobable, le sirvió a ciertos editorialistas para discernir sobre qué folclore está permitido y qué otro no. Curiosa parajoja: hablar de moral cuando en sus medios no rige estatuto ni norma ni ley acerca de cuestiones éticas y morales. No aprende más este periodismo. No hay caso.

P.P.