domingo, enero 31, 2010

MEDIOS // Cabezones


Oscar Ruggeri, tras un acertado silencio en medios audiovisuales, reapareció en el canal del filántropo colombiano como columnista fijo para discurrir sobre la selección nacional. Entre otros conceptos, el técnico que perdió 7 a 1 con Boca dirigiendo a San Lorenzo, señaló en su primera intervención que "hay que dejar a Maradona elegir a sus ayudantes", cargó contra Carlos Bilardo -apoyado por las agudísimas intervenciones de Carlos Chino Tapia- y los desvaríos de su trabajo como manager ("gana 60 mil dólares por mes"), y, habilitado por sus compañeros panelistas, trazó un diagnóstico de los últimos 20 años del equipo nacional. Sabiduría pura.
La producción del programa, consciente del rating adverso, intentó reponer un debate agotado y circunscripto al polémico y residual mundo periodístico de ciertas cadenas: "por qué no está Ruggeri en la selección". Pobreza absoluta de ideas en una fecha que arrojó diversidad de temas y discusiones. Más interesante, por tanto, fue observar al Ruggeri que desnudó -una vez más- a Juan Carlos Passman y sus torpes creencias de periodista serio e informado, capaz de desestabilizar a Maradona, a Alves, a Astrada o a Pepe Romero (entrenador de All Boys) con el talento y la experiencia de un Niembro o un Araujo. Sin levantar la voz, firme en cada intervención, el Cabezón confinó a Passman al lugar del equívoco sin condicionamientos ni pruritos. Ese debate entre un "ustedes" -los periodistas- y "nosotros" -los jugadores, técnicos- en el que Ruggeri se mueve como quiere y donde todo es ganancia para el gremio que representa.

En suma, el Ruggeri destemplado y enemigo de determinada prensa fue lo mejor de un envío que, si abandonara el amarrillismo ramplón que abrazó su conductor, hubiese promovido ya no el interrogante de "por qué no está Ruggeri", sino el de por qué debería estar en la selección. Cosas de América. Por lo demás, y al margen del Cabezón, vale decir que no hubo grandes novedades en materia de medios ligados al deporte. O sí, desde lunes se emite el ciclo superclásicos, por Fox, a cargo de Leto y Lito. En la mañana, y por la misma señal, hubo otro debut aunque deslucido y sin recursos -periodísticos, humorísticos, técnicos- para competir con el sólido Despertate de TyC Sports que conduce Gonzalo Bonadeo.

viernes, enero 29, 2010

BOCA // Esa patria chueca

Formación de un Boca de 1975. Alves, con pelo menos lacio que Antonio Apud, en los 90

Arranca el ciclo de Abel Alves, el Chueco, como conductor de Boca Juniors y abruman los interrogantes, los juicios severos anticipados, los pergaminos desparramados en la mesa y las mil y una conjeturas acerca del eventual desempeño de uno de los grandes actores de la época: los técnicos. El mundo Boca, esa categoría oprobiosa que designa un territorio delimitado y al mismo inasible para los hinchas, genera reacciones múltiples entre propios y antagonistas, ya que hablar de Boca es hurgar en un pedacito de la patria si se consideran los números de encuestas respetables y respetadas: más del 40 por ciento del país dice simpatizar por el xeneize.

Hecha la presentación del entorno y sus circunstancias, de las expectativas interesadas y las adhesiones masivas, parece pertinente remitirse a los antecedentes de un entrenador que llega a al cargo mayor de un club victorioso en la última década aunque agobiado desde hace un año y medio por internas dentro y fuera de la cancha que lesionaron seriamente el orgullo y el prestigio de dos ilustres como Carlos Bianchi y Alfio Basile. Surgido en la cantera de Boca, Alves jugó en el club entre 1975 y 1982 y ya en su debut con All Boys exhibió cualidades de buen futbolista, fiel al adn boquense, y formado en la filosofía de Juan Carlos Lorenzo. Su historia como jugador es una buena carta de presentación para los hinchas, dado que el Chueco integró desde un rol secundario, eso sí, equipos recordados por los aficionados (los campeones de los metropolitanos 1976 y 1981, este último con Maradona) y, sobre todo, honró la divisa con destreza, coraje y profesionalismo, si bien no sobresalió en alto nivel tal como sugerían sus primeras presentaciones.

Más o menos trascendente, depende del lente de cada observador, fue su rol como técnico de juveniles. Durante 4 años dirigió a una reserva exitosa y protagonista, asentada en un esquema de juego definido pese al permanente cambio de nombres (moneda corriente en los torneos preliminares), y con un agregado que robustece su pequeña obra: el Chueco consolidó en partidos semi-oficiales a la mejor camada de púberes boquenses de los últimos 20 años. Claro que Alves también dirigió en Primera aunque de forma interina y por pocos partidos, en dos oportunidades. Lo más recordado fue una clara victoria xeneize ante Colón (3 a 1), de visitante, por la última fecha del Clausura 2009.

Con esa bagaje en el ágora, ese pasado teñido de azul y oro, Alves asume por seis meses la dirección técnica, consciente de los resultados que definen -para bien o mal- el destino futbolístico de jugadores, técnicos y dirigentes. Con poco para perder y muchísimo para ganar, el nuevo entrenador cuenta con recursos -conceptuales, procedimentales- para encauzar el presente de un club que domina agendas periodísticas, encuestas y buena parte del ánimo popular. Que de eso trata Boca y sus mundos, un pedacito de la patria chueca, cuya narración última siempre comienza hoy.

lunes, enero 25, 2010

SELECCIÓN NACIONAL // La lista de 23


Resta poco, muy poco, para que comience el 19º mundial de fútbol, ese acontecimiento singular que moviliza pasiones y montones de dinero, en el cual compiten países ricos y pobres, selecciones del primer y el undécimo mundo, naciones con y sin historia futbolera. No es tema de este artículo profundizar en los componentes sociológicos que suscita una copa del mundo y menos aún desnudar las fases de un negocio con varias capas (32 selecciones en una competencia que admite no más de 16 países para medir fuerzas, 26 millones de dólares a las arcas de la FIFA en concepto de derechos de transmisión, 420 millones para repartir entre los participantes, cuatro veces más que en Alemania 2006). Pero sí es pertinente centrarse en aspectos deportivos aunque se trate de una formalidad, de una línea de fuga para interrogarse sobre factores contigentes, inciertos, lejos de verdades a priori, cerca de la sana actitud de conjeturar, de intercambiar opiniones y pareceres con los lectores de éste y otros blogs, de animarse a debatir las chances de un seleccionado aborrecido por cierta prensa influyente y sumido en incontables dificultades.


Autorizándonos a nosotros mismos, como decía Lacan, conviene repasar algunos datos que refuerzan lo trascendente del mundial que se avecina. Veámos. Se juega por primera vez en Sudáfrica y por segunda oportunidad en un continente que no son Europa y América, estarán todos los campeones mundiales, podría haber un desempate en el historial general (de las 18 ediciones disputadas, 9 veces ganaron los equipos de países europeos y 9 los de América del Sur) y, acaso lo más importante, retorna Diego Maradona a una copa del mundo tras 16 años aunque, claro, en condición de técnico.


Precisamente, y yendo al tema que nos convoca, apremian el tiempo y las tareas en el seleccionado que dirige Maradona. La primera y más importante es definir una base, un plantel estable, un grupo cuyos jugadores no van a cambiar drásticamente su rendimiento de aquí a junio. No parece mala idea la de disputar ensayos más asiduos con jugadores locales pero, creemos, se trata de un proyecto largoplacista para otro momento deportivo, para otra dirigencia y, quizás, para otro país. Habría, por tanto, que priorizar el trabajo con el grupo elegido para arribar confiados a Sudáfrica, algo que Maradona/Bilardo/ayudantes habrán tomado nota. Caso contrario, desde aquí ofrecemos un aporte, 23 posibles para una copa imposible, siempre desde un revisionismo constructivo y un deseo que no se negocia: periodistas atrincherados y jubilosas multitudes volcadas a la calle un 11 de julio. Chupando broncas, vinos y alegrías, como corresponde, como debería ser.


La lista es la siguiente


ARQUEROS


Sergio Romero
Juan Pablo Carrizo
Gastón Monzón

DEFENSORES

Javier Zanetti
Nicolás Otamendi
Gabriel Heinze
Martín Demichelis
Walter Samuel
Maximiliano Velázquez
Gabriel Milito
Leandro Desábato

VOLANTES
Juan Sebastián Verón
Javier Mascherano
Mario Bolatti
Lucho González
Andrés D'Alessandro
Juan Román Riquelme
Esteban Cambiasso

DELANTEROS

Lionel Messi
Javier Saviola
Gonzalo Higuaín
Nicolás Gaitán
Lisandro López


Un equipo titular: Carrizo, Zanetti, Otamendi, Samuel y Heinze; Verón, Mascherano, Cambiasso; Riquelme; Saviola e Higuaín.


Si, una entelequia. Pero de eso se trata: de imaginar, de jugar, de meterla adentro con convicción.

jueves, enero 14, 2010

RIVER // Sujetos a la incertidumbre


Antonio Caselli, en sus días de campaña proselitista, anunció con bombos y platillos acuerdos para contratar cuatro refuerzos rutilantes para el River 2010: el uruguayo Diego Lugano, el argentino Mariano Pavone, y los brasileros Julio Baptista y Adailton. Menos histriónico, Rodolfo D' Onofrio evitó decir quiénes serían los nuevas incorporaciones del plantel millonario aunque su eventual manager de fútbol, el intrépido Enzo Francescoli, sugirió que venía a River a "gestionar fútbol", a "reposicionar al club entre los grandes", con avales conocidos: la llegada de jugadores de calidad con la venia de grupos económicos y representantes curtidos en el oficio de explotar capitales ajenos.


Lo cierto es que tras el apretado triunfo de Daniel Passarella en el acto comicial se esfumaron los apellidos ilustres de Caselli y los nombres hipotéticos de D'Onofrio, y con ellos también parecería esfumarse una forma de hacer política en River, si bien trascendieron versiones relativas al apoyo económico de Caselli a la flamante gestión.


En ese escenario, novedoso y al mismo tiempo complejo, los hinchas de River deberán ser pacientes, adaptarse a un tiempo de austeridades y excesivas previsiones, aceptar que los millonarios, actualmente, residen en Bogotá (Colombia), y sobrellevar, quizás por un periódo más, la irritabilidad y el sosiego que genera un plantel devaluado, desabrido, afirmado en resortes últimos como la experiencia acumulada, la idolatría borrosa, esos últimos vestigios de una historia a refundar ya. Por eso conviene moderar las expectativas, y comprender que 8 años de práctica fallida, desvergonzada, no salen gratis. Como tampoco salen gratis los refuerzos prometidos por influyentes empresarios-dirigentes que, de haber ganado, hubiesen dinamitado algo más que una economía raquítica: nada menos que el sentido pertenencia, y los fervores legítimos que genera un club de fútbol.



Aun así, y pese a la sumatoria de factores adversos ( jugadores que eligen Banfield o Lanús, apremios con el promedio, actuaciones fallidas, vergüenzas continuas, escaso recambio) River elige, en aparencia, transitar por un camino distinto en comparación con la última década. Con incertidumbres, desde ya, pero son las incertidumbres -precisamente- las que abrigan alguna esperanza.

domingo, enero 10, 2010

POLÍTICA // Carrascosa y el otro mundial


Los mundiales, una de las dos citas más importante del deporte, contienen historias grabadas a fuego en la memoria del público; goles inolvidables, fracasos rotundos, episodios polémicos, epopeyas para no olvidarse nunca, héroes y figuras circunstanciales. No obstante el juego, el maravilloso juego del fútbol, parecería salir indemne a cualquier daño, desde las denuncias de corrupción hasta las maniobras labradas desde poderes impúdicos.

La disputa de un mundial, en ese marco, opera como catalizador de pasiones, una suerte de grado cero donde parecería borrarse de cuajo cualquier intento por revisar otras zonas y otros contornos de la principal competencia futbolera, que no sean el recuento de goles, partidos y curiosidades ceñidas a los avatares del juego. Un escenario en el cual suelen omitirse sucesos de verdadera importancia, determinantes para el devenir político y cultural de algunos países, confinados al lugar de la anécdota, del dato de color, de aquello que conviene no reseñar nuevamente, según la opinión de quienes defienden el carácter incontaminado de la actividad.

Pese a ello, vale la pena volver -aunque sea brevemente- sobre ciertos acontecimientos y personajes que remiten a hechos poco revisitados entre tanto vértigo noticioso y actualidad en clave de compacto, necesarios si se trata de elaborar una biografía alternativa al glosario de ilustres. Por ejemplo encontramos, en una ya vieja colección del diario La Nación dedicada al fútbol argentino, un artícfulo firmado por Jorge Carrascosa, ex jugador de Huracan, Rosario Central y Banfield, y hombre reconocido en la historiografía no oficial por su renuncia a la Selección Nacional de 1978, quien protagonizó un hecho con fuerte impacto político para la época. Los argumentos de Carrascosa respecto de su alejamiento voluntario de la selección -que suscitaron diversas conjeturas dado que no habría una sola causa que propiciaron su retiro- abrieron no pocos interrogantes acerca de las verdaderas razones de su dimisión, si bien predominan versiones asociadas a los abusos de la dictadura militar, la presunta militancia del jugador en organizaciones políticas, el hastío por las presiones de un juego apartado de sus raíces.
En tal contexto, el artículo de Carrascosa explica muy poco, como era previsible, y se detiene en una sumatoria de actos que provocaron la dimisión del futbolista para integrar el equipo de Menotti. Ambigüedades, cabe agregar, que se ponen de manifiesto a lo largo de todo el dossier referido a 1978: la gloria del seleccionado en primer plano y, con menos enfásis, la citada nota de Carrascosa y un artículo perdido entre imágenes de goles, equipos y jugadores de la época, titulado "El partido del gobierno", escrito en consonancia con la ideología del medio fundado por Bartlomé Mitre. "Las graves violaciones a los derechos humanos cometidas por el gobierno militar durante la lucha contra la violencia subversiva habían trascendido al mundo entero", dice la nota, ilustrada con una foto de Videla, Massera y Agosti, no menos ambigüa. "Un solo corazón, Tres hombres que compartieron muchas sensaciones, aunque, probablemente, ninguna los galvanizó tanto como la racha de resultados favorables del campeonato mundial y, naturalmente, el triunfo final", explica la bajada de la foto.

Aun así, el texto de Carrascosa entrega un párrafo que enaltece al personaje y repone, además, otra evocación del infausto mundial del '78, en un doble sentido. Revela, por un lado, un comportamiento valiente que constrasta de modo nítido con el de algunos de sus colegas de aquel plantel, y pone de relieve, por otro, las convicciones de quienes se rebelan, y entienden que el fútbol solo es posible desde el placer y desde un fuerte compromiso con la ética. Muchísimo más cuando el gesto del protagonista -indudablemente disruptivo- se produce durante un evento de notable magnitud como es el mundial de fútbol, auténtica política de propaganda en determinadas coyunturas históricas.
Algo de esto se entrevé al leer a Carrascosa en la compilación de sucesos y personajes argentinos que elaboró La Nación hace algunos años, para situarlo entre las personalidades que desmontan con elusiones, lapsus y unas pocas señales, los intereses escondidos detrás de la pelota.

"En mi campaña tuve muchas vivencias que me sentir muy mal con el medio futbolístico. En mi escala de valores un Mundial no era -tampoco hoy- lo más trascendente. Puede que lo sea para la gran mayoría, pero creo que hay cosas más importantes como, por ejemplo, la persona humana. Primero está el hombre y después la profesión. Ante un objetivo mayoritariamente compartido, como un Mundial, pareciera que lo invidual queda marginado. No coincido con eso. Tengo que ser coherente, demostrarme y demostrar que se puede vivir con otros valores, estar en paz con la conciencia. En 1978 me permití la libertad de decir hasta aquí llegué. Hoy haría lo mismo".

jueves, enero 07, 2010

PERSONAJES // Jugar entre épocas



Luego de otra breve estada en Europa, esta vez en el pasional y competitivo fútbol griego, Sebastián Abreu desembarcó en el Botafogo de Brasil, su 18 º club desde que debutó profesionalmente en 1994. Semejante itinerancia, que incluye además partidos con la selección charrúa, merece un video o un programa de archivo especial dedicado a la mirada futbolera de un deportista transhumante, conocedor como pocos de culturas y religiones diversas.

Aunque parece situarse en las antípodas de Bochini, Abreu es, pese a todo, un hombre de fidelidades imperturbables. Así lo demostró, recientemente, cuando estuvo cerca de retornar a San Lorenzo, el tercer regreso, sin reparar en el desencanto de los hinchas azulgranas tras el match ante River en la Libertadores 2008. Cosas del fútbol, el fútbol en el cual creció y se desarrolló Abreu.

Por otra parte, el uruguayo no es el único futbolista de este tiempo capaz de retribuir con goles el afecto de casi 20 clubes. El argentino Silvio Carrario, por ejemplo, acreditó un curriculum vasto durante su etapa de jugador: 14 camisetas, aunque menos viajes ya que solo se desempeñó en dos países del exterior, ambos sudamericanos, a lo largo de su trayectoria. Perseverante, Carrario sigue su carrera en condición de entrenador, función en donde dio sus primeros pasos en Central Córdoba de Rosario, el primer amor del Twetty, en la temporada pasada. Duró 11 partidos y, como buen entendedor de las lógicas del fútbol actual, negocia su arribo a otro club del ascenso.

Claro que la fidelidad a una camiseta, al margen de Bochini y otros ejemplos, no siempre se mide por el tiempo jugando en el mismo club. Y viceversa: en el recuento se contabilizan futbolistas que tuvieron pasos fugaces pero exitosísimos que dejaron una huella en los aficionados. No abundan, es cierto, sin embargo los hubo y posiblemente los habrá. Lo importante, en cualquier caso, parecerían ser la conducta profesional, los valores éticos y el respeto hacia el público por parte de los futbolistas. De lo contrario no hay modo de oponer un solo argumento a quienes reconocen a los jugadores del presente como "meras mercancías". Allí hay una tensión irresuelta y sin solución aparente: hombres desafectivizados en un juego de pasiones.

Abreu y Bochini, en sus gestos y en sus procederes, no sugieren comportamientos aislados, extraordinarios, sin ningún tipo de anclaje. Por el contrario, simbolizan dos épocas, en uno de los casos el recuerdo se ciñe a lo realizado en el célebre verde césped.

sábado, enero 02, 2010

ANIVERSARIO // Crónicas de un Fortín


Suele decirse, con razón, que la memoria siempre es selectiva. Ocurre en diversos campos sociales y culturales, entre los cuales figura el deporte desde ya. Los hinchas de Vélez, quizás por esa razón, se sienten con derecho a ubicar a su club en la mesa de los grandes del fútbol argentino. Muchísimo más tras una sucesión logros deportivos recientes que lo ubican, indudablemente, como una de las entidades mejor administradas del fútbol argentino. Alcanza con repasar algunos datos actuales que avalan las creencias de los simpatizantes fortineros: en los últimos 17 años, Vélez obtuvo 11 títulos oficiales, 4 de ellos en competencias internacionales, su masa societaria trepa a casi 30 asociados con su cuota el día, construyó obras propias de una institución de primer mundo como la Villa Olímpica emplazada en Ituzaingó o la pileta olímpica en su templo de Liniers, y cosechó elogios unánimes por parte de un ambiente renuente al reconocimiento desinteresado.

Sin embargo, la historia abarca periplos más amplios, derroteros visibles, itinerarios donde anidan éxitos pero también momentos críticos. Cumplido el 100º aniversario de Vélez, viene bien un recuento sobre hechos, nombres, curiosidades y etapas claves de una de las instituciones afiliadas a la AFA con más proyección en la década que comienza, la institución -curiosamente- más joven del fútbol criollo junto con Lanús. Algunos hinchas de Vélez, envueltos en dos décadas de dicha y alegrías continuas, habrán reparado en los laberintos de esa historia cuyos rostros nítidos resuenan hasta hoy.


El constructor


Tras los inicios en la estación Floresta (ex Ferrocarril del Oeste, hoy General Sarmiento), la elección del nombre y los colores, y esos lógicos avatares de los nuevos clubes en el amateurismo, los primeros 50 años de Vélez, sin embargo, remiten a un nombre que explica su crecimiento y consolidación; José Amalfitani. Periodista del diario La Prensa y ex presidente de la institución entre 1923 y 1928, en 1941 se hizo cargo de recuperar al club tras sendos hechos desgraciados que pusieron en riesgo su permanencia un año antes: la pérdida de la categoría -su único descenso en la historia- y el desalojo de su estadio convertido en una auténtica fortaleza para los hinchas, el "Fortín" como lo bautizó un periodista del diario Crítica, situado entre las calles Basualdo y Guardia Nacional del barrio de Villa Luro.

Pepe Amalfitani, inaugurando una tradición de dirigentes comprometidos con el destino de su club que persiste hasta hoy, puso empeño para trabajar sobre aquellos despojos de la institución y produjo dos sucesos durante su gestión: la construcción de la nueva cancha, en el barrio de Liniers, y el primer título profesional en 1968, después de imponerse en un definitorio triangular que disputó junto con River y Racing.

Con toda justicia, el estadio que se levanta hoy frente a la avenida Juan B. Justo, escenario de encuentros internacionales y entrañables contiendas en el ámbito local, "el teatro Colón de la Argentina", se llama "José Amalfitani", en homenaje al constructor. No parece casual ni antojadizo. Si Vélez, como presumen sus hinchas, integra el grupo de colosos mucho le debe a su dirigente emprendedor, "uno de los mejores de todos los tiempos", como señalan hombres que conocieron y conocen la ardua y dificultosa tarea de conducir a un club.


Virrey de Liniers


Además de Amalfitani y la excelsa camada de dirigentes que continuaron su obra; Victorio Spinetto -leyenda de Vélez por su destacado aporte como jugador (45 goles en 240 partidos en los años '30) y director técnico (17 temporadas consecutivas entre 1942 y 1959)-, y Daniel Willington -de extraordinaria técnica, fue pieza clave del campeón del '68- existe otro nombre paradigmático e imprescindible que marcó un antes y un después en la historia de la entidad: Carlos Bianchi. También campeón del 68, máximo artillero del Fortín con 206 gritos y técnico multicampeón (el más ganador de Vélez), Bianchi es la figura deportiva más importante del club. En los primeros años de la década del ´90 ideó, desde su rol de entrenador, una formación que ganó absolutamente todo a partir del liderazgo de un jugador símbolo que revolucionó su puesto y el fútbol argentino: el arquero paraguayo José Luis Chilavert, quien conquistó 8 títulos en su paso por el club y anotó 48 goles.

Pero Bianchi, además de formar aquel equipo inolvidable, redefinió el lugar de Vélez en el fútbol argentino: lo hizo crecer fruto de un meritorio trabajo que incluyó -por sobre todas las cosas- revalorizar las divisiones inferiores, entendió que la hora demandaba un salto cualitativo, y sentó las bases de un equipo protagonista, impermeable a los cambios de entrenadores y la transferencia de jugadores. De ese modo, y tras el alejamiento del Virrey, los logros continuaron con Osvaldo Piazza, Marcelo Bielsa, Miguel Angel Russo y Ricardo Gareca. Un progreso manifiesto que estableció un rumbo en el camino futbolístico del club y, consecuentemente, augura nuevos triunfos.


Grandezas en debate


Teniendo en cuenta el sostenido crecimiento de la institución en el período que abarca de los '90 a esta parte, parece razonable que los hinchas reivindiquen la grandeza su club, su ingreso en el podio de ilustres, los títulos que hablan de una historia de gloria. Sin embargo, aún se discuten los merecimientos de Vélez para considerarlo a la altura de Boca, River, Independiente, San Lorenzo y Racing, los cinco grandes tradicionales. Suena injusto si se consideran los antecedentes inmediatos. Y suena lógico si el análisis contempla otras variables como la capacidad de convocatoria. De ser lineal la relación entre títulos y cantidad de hinchas, Vélez se ubicaría en el segundo o tercer escalofón de popularidad, algo que de ninguna manera es así, aunque hay indicios que permiten suponer que el club ensanchó su base de simpatizantes y adherentes.

De todos modos, nadie puede asegurar que estos mismos debates prosigan en 2060, cuando el Fortín celebre los 150 años de su vertiginosa, enigmática y fecunda historia.