domingo, marzo 28, 2010

BOCA // El hombre que ríe


Las polémicas en torno de su figura parecen atenuarse cuando Juan Román Riquelme pisa un campo de juego. Y es saludable que así ocurra. El cuestionamiento perpetuo ante cada gesto o declaración suya, la crítica interesada, su particular modo de sentir este juego devenido hoy en insumo primordial de agendas monocordes, conforman un anecdotario olvidable que desaparece ni bien Riquelme ensaya un pase delicioso o una gambeta rescatada del fondo de los tiempos.
Hace poco lo señaló Ángel Cappa: basta que aparezca un equipo que apueste a honrar la vieja escuela del fútbol argentino, los núcleos poderosos de una tradición, para que la cháchara influyente de un sector periodístico encuentre el lugar que merece: el de la representación del grotesco, el del personaje de bufón. Pero con salvedades, claro. Porque el personaje del bufón, de acuerdo con el filósofo ruso Mijail Bajtín en su obra La cultura popular en la Edad Media y el Renacimiento, era precisamente la parodia pero con el declarado propósito de alterar un orden establecido. En el periodismo farandulero/deportivo sucede lo contrario y ese relato, sus temáticas desplegadas a grito pelado, generan risas y burlas salvo para los propios emisores, quienes creen subvertir un orden que, curiosamente, los engendra.

Así, Riquelme se ríe fuera de la cancha y hace reír a sus fieles con el desparpajo de su fútbol. Enfrente estará ese periodismo que variará discursos y formas a medida que los resultados les hagan un guiño a sus payasescos análisis. Sin embargo aquello se olvidará rápido como cada tópico semanal. El fútbol de Riquelme, lo mucho que le dio a Boca y al fútbol argentino en el ámbito de clubes a nivel local e internacional, perdudará en los libros de quienes escriban sobre los componentes estéticos y la dimensión cultural de este juego.
Pablo Provitilo

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