Roberto Santoro, periodista y escritor desaparecido en la última dictadura militar, dejó una obra fundamental antes de que las fuerzas armadas lo secuestraran en 1977. Autor lleno de convicciones y de ideas claras, desplegadas en múltiples emprendimientos literarios que aún hoy promueven recuerdos y nostalgias. Uno de sus libros, paradigmático para un género que hoy crece sostenidamente como señalamos en otro artículo, se titula Literatura de la Pelota (1971), publicación agotada hasta hace poco tiempo y rescatada del arcón del olvido por la editorial Lea en 2007, justamente a 30 años de que un gobierno antidemocrático y genocida lo alejara definitivamente de los libros y de sus pasiones.
De pasiones, precisamente, trata el citado libro de Santoro, cuyo mérito principal reside en haber recopilado textos (ensayísticos, teatrales, periodísticos) de autores diversos que tienen como eje las miserias y grandezas humanas detrás del fútbol, sus componentes identitarios y emocionales, profundamente enraizados con la cultura popular, ya sea mediante voces que reivindican o cuestionan el mundo interior de la pelota. La antología, en tal sentido, reúne a un conjunto de plumas valiosas, reconocidas y no tanto, más o menos futboleras, pero lo suficientemente poderosas para armar un material de colección e inédito para el campo literario, siempre renuente a considerar al fútbol tanto por sus atributos íntimamente vinculados con el arte, como por su condición de fenómeno de masas. Entre otros autores, desfilan por Literatura de la Pelota: Jorge Luis Borges, Bernardo Verbitsky, Leopoldo Marechal, Raúl Scalabrini Ortiz, Roberto Arlt. Y Santoro, claro, quien le dedicó palabras bellísimas al fútbol en varios textos, por ejemplo el poema incluido en la mencionada antología titulado, justamente, "El fútbol". Roberto Baschetti, destacado historiador y alguien que lo conoció, señala sobre este vínculo en un artículo: "El vivía con una libretita encima, siempre a cuestas, donde anotaba desde chistes y cantos del tablón futbolero hasta las las leyendas de los camiones, las de los paragolpes. Todo lo que tuviera una matriz popular iba a parar a esa libretita que se fue transformando en un muestrario de las voces nacionales más interesantes".
Fanático de Racing, escritor talentoso y comprometido, Santoro dejó -como se señaló- una huella en sus compañeros y lectores, inauguró un género, creyó que el fútbol no merecía desprecios ni injurias desde ciertas cúspides intelectuales. Y honró en la práctica una de las frases enarboladas por Rodolfo Walsh, también desaparecido debido a sus cualidades profesionales y sus denuncias contra la dictadura militar: "si no desesperás no podés contar la verdad", decía el autor de Los oficios terrestres. Habría que pensar si el libro Oficio desesperado, de Santoro, es pura casualidad o revela un horizonte común, un rasgo compartido en sus escrituras.
Es que Santoro, a 34 años del golpe más sangriento acaecido en Argentina, hoy contaría con su estilo afinado y afilado las verdades del fútbol y la política, desde la misma trinchera que otrora, en la tribuna de siempre.
De pasiones, precisamente, trata el citado libro de Santoro, cuyo mérito principal reside en haber recopilado textos (ensayísticos, teatrales, periodísticos) de autores diversos que tienen como eje las miserias y grandezas humanas detrás del fútbol, sus componentes identitarios y emocionales, profundamente enraizados con la cultura popular, ya sea mediante voces que reivindican o cuestionan el mundo interior de la pelota. La antología, en tal sentido, reúne a un conjunto de plumas valiosas, reconocidas y no tanto, más o menos futboleras, pero lo suficientemente poderosas para armar un material de colección e inédito para el campo literario, siempre renuente a considerar al fútbol tanto por sus atributos íntimamente vinculados con el arte, como por su condición de fenómeno de masas. Entre otros autores, desfilan por Literatura de la Pelota: Jorge Luis Borges, Bernardo Verbitsky, Leopoldo Marechal, Raúl Scalabrini Ortiz, Roberto Arlt. Y Santoro, claro, quien le dedicó palabras bellísimas al fútbol en varios textos, por ejemplo el poema incluido en la mencionada antología titulado, justamente, "El fútbol". Roberto Baschetti, destacado historiador y alguien que lo conoció, señala sobre este vínculo en un artículo: "El vivía con una libretita encima, siempre a cuestas, donde anotaba desde chistes y cantos del tablón futbolero hasta las las leyendas de los camiones, las de los paragolpes. Todo lo que tuviera una matriz popular iba a parar a esa libretita que se fue transformando en un muestrario de las voces nacionales más interesantes".
Fanático de Racing, escritor talentoso y comprometido, Santoro dejó -como se señaló- una huella en sus compañeros y lectores, inauguró un género, creyó que el fútbol no merecía desprecios ni injurias desde ciertas cúspides intelectuales. Y honró en la práctica una de las frases enarboladas por Rodolfo Walsh, también desaparecido debido a sus cualidades profesionales y sus denuncias contra la dictadura militar: "si no desesperás no podés contar la verdad", decía el autor de Los oficios terrestres. Habría que pensar si el libro Oficio desesperado, de Santoro, es pura casualidad o revela un horizonte común, un rasgo compartido en sus escrituras.
Es que Santoro, a 34 años del golpe más sangriento acaecido en Argentina, hoy contaría con su estilo afinado y afilado las verdades del fútbol y la política, desde la misma trinchera que otrora, en la tribuna de siempre.
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