domingo, noviembre 28, 2010
ALL BOYS // Una pavorosa crueldad
La campaña de All Boys, pese a las 6 derrotas en el Apertura (5 en calidad de visitante), exige mesura en el análisis y respeto con este plantel que promovió un suceso capaz de seducir a la prensa gráfica masiva si se revisan recientes ediciones de los principales diarios de la Argentina. Pero lejos de los clásicos rótulos o esteorotipos que gustan a esa prensa, entre ellos "boom" o "fenómeno", nunca debe olvidarse que este es un club humilde y muy sufrido al que todo le costó y le cuesta mucho, incluso metabolizar el reconocimiento y los elogios que le dispensó el ambiente futbolero las últimas semanas.
Posiblemente, y asociado con lo anterior, el factor anímico jugó sus cartas en el encuentro ante Quilmes, duelo en el cual All Boys pagó carísimo su única desatención defensiva tras el error compartido entre Nicolás Cambiasso y Hugo Barrientos, inesperado a raíz del desarrollo del partido, demoledor para sostener las aspiraciones de llevarse alguna unidad del Estadio Centenario. No es original puntualizar cómo incide el aspecto emocional en este deporte, sí revista entre los hechos inéditos semejante ofrenda al rival, especialmente cuando escasean motivaciones para entregarse a una derrota que, como ocurrió en 4 de las 6 caídas del cuadro de Romero, no mereció. Para explicar la derrota, por tanto, acaso haya que focalizar en resabios de un trayecto largo que abarca episodios similares al del sábado y novedosos umbrales de visibilidad y bienestar.
Evaluar el rendimiento del cuadro de José Romero, está claro, implica detenerse obligadamente en la falla Cambiasso-Barrientos ya que, se insiste, fundamenta buena parte del resultado. Pero antes del olvidable minuto '75 hubo partido donde All Boys mostró sus mejor cara al dominar en todos los rubros a su adversario, asentado en el esfuerzo repartido de todos y en la convicción de que se trataba de un encuentro especial, ideal para cumplir con la meta de alcanzar las 25 unidades pautadas por dirigentes y cuerpo técnico. Fue tan abrumadora la superioridad de equipo de Floresta que, solo un imponderable o el exceso de confianza del vencedor circunstancial, podía modificar el score.
No obstante, ni un hecho desgraciado ni la disciplicencia ni la tranquilidad de saberse ganador, generaron que All Boys perdiera ante el conjunto del sur boanerense un partido increíble. El desenlace sorpresivo, da la sensación, obedecería a los problemas exhibidos por este equipo para cerrar los partidos, seguramente vinculados con la inexperiencia que plantea una divisional exigente e implacable (Quilmes viene de la misma divisional), pero también con posibles extrañamientos frente a un entorno que lo reconoce, lo celebra, le augura copas internacionales y hasta la posibilidad de ser campeón por primera vez. Parece mucho en poco tiempo y es casi inevitable no sentir las novedades, la fama repentina, teniendo en cuenta que hace apenas 2 años la mayoría de estos jugadores, orientados por Pepe Romero, batallaba en los sórdidos y desapacibles terrenos de la B Metropolitana.
Viene bien, en tal sentido, reponer ideas y principios de alguien muy citado en estos días como Marcelo Bielsa, enemigo de los aspectos "deformantes" del éxito, defensor de una ética distante de los laberintos de la impunidad y de la cháchara enmarañada. Este club del fútbol argentino y este equipo de Romero no esta acostumbrado a las tapas y a situarse en la soberbia de quienes creen que los logros se consiguen sin sudor y solo con el nombre. Lo suyo viene de la paciencia, del trabajo a largo plazo y en silencio, y del empuje de una hinchada que exige y apoya en las malas. No es de esperar, entonces, excesivos cuestionamientos en torno de un arquero que cometió otro error después de mil aciertos, aunque tampoco es pertinente perder porque sí. La historia, el destino, múltiples factores ajenos, lo ubicaron muchas veces en el lugar de los que deben seguir esperando. Autoinfligirse un padecimiento innecesario es -como dice un hermoso y conocido poema- "una pavorosa crueldad".
Pablo Provitilo
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