miércoles, noviembre 17, 2010
SELECCIÓN NACIONAL // Triunfo que no le importa a nadie
En un partido sin mayores atractivos celebrado en Qatar, sede de un gran logro del Sub 20 en 1995, Argentina y Brasil protagonizaron un encuentro discretísimo que expresa un presente de ambos equipos no muy diferente del que atraviesan River y Boca en el torneo Apertura de clubes en nuestro país. Ganó el Seleccionado de Batista tras una inspiración de Messi en tiempo recuperado, aunque el rendimiento del equipo nacional fue pobre y no alienta grandes ilusiones para el nuevo ciclo teniendo en cuenta el planteo cauteloso de un entrenador conforme con el resultado hasta el minuto 90.
Sin embargo, de aquí hasta 2014, no son precisamente los resultados los que deberían importarles a dirigentes, cuerpo técnico, jugadores e hinchas. Estos últimos -con fundadas razones- da la sensación que minimizaron el valor del triunfo y la tardía aparición de Messi. Motivos hay muchos. El cuadro de Batista mostró carencias conocidas. En el mediocampo: Mascherano le dio temple y orden al equipo pero no tuvo acompañamiento en Banega -perdido en la batalla y en el amedrentamiento hueco sobre rivales- para darle fluidez al juego, sumado a una dupla que produjo poco en ofensiva dado que Messi y Pastore no lograron asociarse como se esperaba, revelando que el lugar de los elegidos en este equipo parecería destinado a uno solo: el jugador del Barcelona, un producto ajeno incapaz de generar adhesiones populares como las del ex entrenador del Seleccionado. Pasaron dos mundiales, varios partidos con la Mayor y algún gol de relevancia 0, razón por la cual cabe apuntar que el barcelonista sigue en deuda con un país, el suyo, que lo observa extraño, de reojo, molesto ante felicidades exclusivamente suyas, lo cual conspira contra uno de los encantos de este deporte en el cual los vínculos afectivos entre futbolistas y públicos constituyen un aspecto medular.
El resto de los delanteros, en tanto, cumplieron una labor floja. Tanto Higuaín como Lavezzi aportaron confusión y torpezas, amén de no sintonizar con Di María, ubicado en un rol similar al de Kily González durante la época de Marcelo Bielsa, si bien lo del jugador del Real Madrid se asemejó bastante a la función que cumplía con Maradona. Sería saludable, en tal sentido, que Di María manifieste su disconformidad con los pedidos del técnico antes de una eventual eliminación en Brasil 2014.
La defensa, en líneas generales, no desentonó, más allá de algunas ausencias importantes en Brasil, entre ellas Kaká y Luis Fabiano, y las lógicas pruebas de Mauro Menezes, flamante entrenador del ciclo que comenzó en el vecino país. Telón, entonces, para este partido olvidable que no deja casi nada. O tal vez sí: la sensación de que la gestión Batista, lamentablemente, no finalizará en el plazo pautado. Que era ayer.
P.P.
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