domingo, noviembre 14, 2010

ALL BOYS // Un rival indirecto


Los antecedentes en el fútbol explican y condicionan, muchas veces, posibles desarrollos de los partidos, virtudes y defectos de los contendientes, reivindicaciones y demandas de los públicos. El choque entre Arsenal-All Boys -el primero en la A de toda la historia- se asemejó bastante a viejos enfrentamientos en el ascenso, donde los objetivos de unos y otros diferían tanto como la capacidad de convocatoria y los entusiasmos que suscitaba el encuentro, especialmente para el cuadro de Floresta. Es que jugar con Arsenal, en los '80 y '90  auguraba -generalmente- un partido áspero y cerrado, de inevitables especulaciones en ciertos casos, nada estimulante de acuerdo con la convocatoria, los duelos de tribuna -parte fundamental del ascenso, hoy ausente- y los rasgos identitarios del conjunto de Sarandí.


Por supuesto que las actualidades de ambos no son idénticas a las de 15 o 20 atrás. Arsenal se afianzó en Primera, consiguió logros internacionales y se acostumbró a ser un perno, un escollo, una maldita pesadilla para clubes grandes, medianos y chicos. Pero sus progresos no se trasladaron al plano institucional según la matrícula de asociados y las simpatías que genera en su zona de influencia. Lo que sí se mantienen son aspectos del estilo futbolístico y los ánimos de una hinchada que, da la sensación, disfruta de un tiempo generoso que le devuelve impensadas placas en pantallas televisivas, por ejemplo ser uno de los 4 clubes que nunca descendió a la B. All Boys, en cambio, tuvo un recorrido distinto, signado por el conflicto y la intemperancia en determinados momentos ante la distancia que lo separó de la máxima categoría, por el esfuerzo continuo y por haber encontrado finalmente un rumbo fiel a sus orígenes, promisorio teniendo en cuenta las nuevas camadas de hinchas que trabajan para el club y las metas cada vez más altas de un público nunca conforme dado que entendió que hay razones para perseverar y no resignarse, seguir intentando en terrenos que, a veces, le pertenecen.

Parte de esos recorridos se expresaron en el primer partido en la A. Porque si bien a All Boys le cayó mejor el empate (algo lógico si se considera un sistema de campeonato que exige sumar y sumar), algunas características del enfrentamiento con Arsenal continúan incólumnes: en las tribunas, en el campo de juego y en las diferentes imágenes que sugieren sus derroteros para los otros clubes.




Del partido no hay mucho para decir: el cero califica, dirían analistas más ingenuos y menos creativos. Sin embargo, cabe detenerse en algunos factores ligados con el futuro de All Boys. La campaña de visitante sin triunfos confiigura una preocupación, desde luego, aunque también vale destacar el esfuerzo por torcer el rumbo cuando sale de Floresta. Se vio en Sarandí otro compromiso, otro empuje, otra disposición que, de todos modos, aún no alcanza. Y no alcanza debido a que falta fluidez y potencia en el ataque, amén de que los delanteros convierten cada tanto. Conviene, eso sí, evitar enunciados del tipo "sin Fabbiani, All Boys perdió peso ofensivo". En todo caso, perdió peso. Sería interesante, en tren de corregir las debilidades arriba, darle más minutos a Agustín Torassa y Matías Pérez García, dos productos de este ciclo venturoso de la institución, hábiles y con cualidades suficientes para abrir esas defensas monocordes y pegagosas como las de Arsenal. Sebastián Grazzini, asimismo, ofrece verticalidad, buena pegada y despliegue.

El desafío, en consecuencia, no es sencillo y no hay una receta mágica para afirmar con tono sentencioso qué debería hacer un cuerpo técnico capaz e inteligente, curtido en buscar variantes ante los desafíos que se le presentan al equipo. Pero sí puede señalarse con algún grado de certeza que las soluciones, generalmente, provienen y provinieron de nombres comprometidos profesional y afectivamente con esta camiseta.

Pablo Provitilo

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