jueves, noviembre 04, 2010

COPA SUDAMERICANA // Tradiciones


La Copa Sudamericana, un torneo que no logra prosperar en difusión y jerarquía más allá del genuino interés de determinados hinchas, entra en su etapa definitoria con la novedad de que Independiente, uno de los grandes del continente, retorna a los primeros planos luego de años de ostracismo, tempranas eliminaciones en distintas competencias y éxitos ajenos de clásicos rivales de su mismo país. Hay que remontarse 15 años atrás para encontrar sus últimos triunfos en el ámbito internacional, la extinguida Supercopa de los Campeones de América que se disputó durante menos de una década y la Recopa, para advertir que cualquier torneo en Sudamérica, con excepción de la Libertadores, es menos importante que el recorrido, la importancia y la carga simbólica de los clubes que intervienen.

Y es saludable este regreso no solo por la vieja estirpe copera del cuadro de Avellaneda, con sus noches de hazañas y emociones y sus nombres ilustres atesorados en la memoria, sino también por otros factores de igual relevancia. Por ejemplo, constatar que el peso de la historia trasciende a las modas de equipos con repentinas ínfulas de grandeza o fortalecidos por motivaciones económicas de acuerdo con las cifras que ofrece la Sudamericana, que es mucho, muchísimo dinero para instituciones que, posiblemente sin olvidar la gloria futura, saben también de réditos materiales e inmediatos. Algo de eso fue lo que se vio en el duelo de ida entre Independiente y Deportes Tolima, cuyas actualidades contrastantes no se notaron en la cancha, lo cual repone el carácter impredecible de este deporte pero asimismo de algo muy valioso y aun resistente llamado tradición.

El otro aspecto positivo de la reaparición de Independiente en el ámbito continental también se vincula con trazos de la historia, con sus vaivenes y sus revestimientos. Más situada en el espacio geográfico aunque proyectada hacia otros lugares del mundo, la rivalidad entre Independiente y Boca se potenció tras recientes y ruidosas victorias xeneizes a nivel internacional, algo que impuso la idea de dos auténticos reyes de copas vigorosos y potentes, ya no en Argentina, sino en ese Olimpo donde revistan Milán y el Real Madrid. Si se añade que Boca torció en su favor el duelo de enfrentamientos locales con el cuadro de Avellaneda, se comprende la necesidad de Independiente de reafirmar lo que configura el núcleo central de su identidad: el único copero, el rey de copas, el orgullo nacional.


Acaso la importancia adjudicada por los hinchas rojos a un certamen menor y desdibujado no se ligan tanto con el presente, las luces pasajeras y la pila de billetes de un trofeo sudamericano novedoso que -aparentemente-oxigenará las finanzas del club. Lo más importante es revalidar la trayectoria a fin de que nuevas camadas de aficionados conozcan rasgos de una experiencia fundamental, el motor para reivindicar aun más sus colores y alimentar nuevas ilusiones desde las tribunas. Ese especialísimo lugar donde también transcurre la historia.

P.P.

No hay comentarios.: