jueves, abril 29, 2010

COPA LIBERTADORES // La armada Argentina


Contrariamente a la prédica de cierto periodismo encolumnado en denunciar en un día lo que calló durante años, el fútbol argentino demostró estar a la altura de los acontecimientos tras los encuentros de ida disputados por sus tres representantes locales, correspondientes a los octavos de final de la Copa Libertadores. Con matices en los resultados, es cierto, pero fieles a una idea futbolística y a concebir a estos encuentros definitorios como un único partido pautado a 180 minutos, Estudiantes, Banfield y Vélez mantienen las chances intactas de acceder a cuartos debido a los antecedentes en el certamen (dos de ellos finalizaron primeros en la zona de grupos), el juego exhibido en los cruces de octavos y las reservas anímicas y físicas de que disponen.

El primero en mostrar su jerarquía fue el actual campeón del máximo torneo continental, Estudiantes, al conseguir triunfo meritorio en condición de visitante ante el discreto San Luis de México, lo que dejó una serie de conclusiones positivas. Además de la victoria, Estudiantes reservó inteligentemente a varios futbolistas titulares en su afán de acreditar el torneo local luego de 4 años, reafirmando, entre otras cosas, el espíritu de conjunto que impera en el cuadro dirigido por Alejandro Sabella. Un espíritu que recuerda a los equipos de Carlos Bianchi, especialmente durante sus dos etapas en Boca, donde los intereses colectivos estaban por encima de los egos, las disputas internas y distintas situaciones perjudiciales en favor de un objetivo superior: salir campeón, acumular prestigio, dejar una huella en el club con logros resonantes.

Este Estudiantes parece continuar aquel precepto de Bianchi a partir del aporte de sus referentes y de los lazos afectivos que lo unen a una historia de epopeyas y hazañas que lo fortalece y, al mismo tiempo, genera nuevos retos en una institución que se sabe poderosa, especial, dueña de un estilo que refundó el juego en determinado momento mediante transgresiones permitidas, innovaciones tácticas y buen fútbol.

Banfield, en algún sentido, presenta rasgos parecidos al cuadro de Sabella. Tiene oficio, mística, un entrenador estudioso y mucho coraje para lidiar en la adversidad. Le ganó con garra y prepotencia al Inter de Brasil en un encuentro donde fue superado en algunos tramos, si bien logró nivelarlo producto del compromiso de sus jugadores y del sentido de la oportunidad que caracteriza al equipo de Julio Falcioni. El tres a uno final, de todos modos, no cierra la eliminatoria, ya que los brasileños dejaron una saludable impresión en el llamado Lencho y, como locales, posiblemente crezcan en su rendimiento al contar con el apoyo de un público apasionado que sueña, entre otras cosas, con empardar a su eterno rival en el número de copas obtenidas (dos). En benefecio de Banfield cabe puntualizar su recorrido en la Copa fuera de casa -no perdió nunca en esta edición-, la tranquilidad del resultado que, a priori, favorecería implementar el esquema táctico que mejor ejecuta el equipo del sur y, también, el ánimo de revancha del público y del cuerpo técnico tras la frustrante eliminación de la Libertadores en 2005, su primera participación copera.

El único derrotado, siguiendo con el resumen, fue Vélez aunque se trató de un accidente, basta rever el tape de lo ocurrido en el Estadio Jalisco. Mala fortuna, sobre todo, y una sucesión de errores defensivos derivaron en un abultado 0-3, absolutamente remontable en la revancha que se disputará en Liniers. ¿Por qué? Porque Vélez falló en numerosas opciones de gol, dominó el partido en varios pasajes frente a un rival que pareció confundido e inconsistente y, se supone, desplegará todos sus recursos en esta serie para no comprometer el futuro económico de una institución modelo que hizo una fuerte inversión destinada a reeditar el título conseguido en 1994, amén de celebrar sus 100 años de vida en lo más alto, a tono con las dos décadas recientes cuyos triunfos futbolísticos en ese ciclo posicionaron al club en un lugar de privilegio, expresado en las obras realizadas y en el sostenido crecimiento de su matrícula de asociados.

Al cabo: tres clubes, tres realidades y tres historias con finales abiertos, disímiles unos de otros. Mejor que descubrir repentinamente un estado de caos que augura hecatombes y nulas perspectivas, es detenerse en lo que aún produce el fútbol argentino. Y produce cosas importantes como Estudiantes, por citar al de mejor desempeño, nuevamente protagonista de los torneos continentales, firme candidato a levantar por quinta vez la Copa, algo que acrecentería el dominio de los equipos argentinos en la competencia. Más aún si se piensa que la admirada Inglaterra, este año, se quedó sin representantes en cuartos de final de la Copa de Campeones y que hasta el mismísimo Barcelona ya no podrá darle una revancha al club que lo tuvo contra las cuerdas en la final del Mundial de Clubes, exponente sudamericano con sus formas, emergente nacional como algunos otros, capaz de introducir una fisura ante análisis totalizantes y maniqueos de coyuntura.

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