viernes, octubre 08, 2010

SELECCIÓN NACIONAL // La refundición


Aceptado que los entrenadores son actores centrales del espectáculo y que los resultados definen proyectos, aptitudes y eternas refundaciones, la previsible derrota argentina ante el aficionado combinado de Japón sugiere el error, el flagrante error de la AFA, de no prolongar el ciclo de Diego Maradona como conductor del equipo nacional. Razones, muchas. Su breve estada en el cargo (1 año y medio, el de menos tiempo en las dos décadas precedentes), los aprendizajes adquiridos por el diez durante su mandato y, como ya se apuntó en otra columna, las señales favorables de una renovación en curso que le había reportado al seleccionado un honorable 5º puesto en Sudáfrica 2010 y el romance con buena parte de los hinchas, expectantes por su Selección como hacía tiempo no ocurría, agradecidos por los esfuerzos realizados con una impresionante movilización a Ezeiza.

Pero la AFA reincide con desatinos y miradas estrechas, al margen de operaciones políticas que involucran a empresas de medios, representantes, ciertos periodistas, técnicos y jugadores. La llegada de Batista, precisamente, se vincula con esto último de solo observar el currículum del ex técnico de los juveniles, su idea de juego y su escasa humildad de asumir que se autodesignó como el sucesor de Maradona, un ícono popular de los argentinos. Demasiado nombre para desestimar su gestión como técnico del seleccionado ya que algún acierto habrá tenido en ese breve lapso y, peor todavía, para omitir que es Maradona el que reclama volver. Es Maradona, Batista, no Walter Perazzo..

De modo que la caída con Japón es consecuencia de una forma de conducción agotada, de un tipo de periodismo tóxico y mendaz, y de un grupo de jugadores comprometidos con una única causa: la de alimentar sus cuentas bancarias. Un buen ejemplo es Messi, otra vez de rendimiento deslucido con la camiseta argentina, declarante de poco vuelo según sus expresiones previas al amistoso con los nipones. "El capitán es Mascherano, no me hace falta la cinta (...) Quiero que el Checho se quede. Me gusta como estamos jugando". Este es el líder comprometido que eligió Batista y que celebra determinada prensa. El de los galardones pomposos que acumula en soledad, todos ajenos a la ilusión de los hinchas argentinos, cautivos de un futbolista que, habrá que entenderlo, prioriza lo individual sobre lo colectivo.

En suma: la salida de Diego tuvo efectos perjudiciales para el futuro de un Seleccionado, hoy derrotado por Japón (!), mañana quizás por la simpática Islandia. Peor aún; la crisis revela que la AFA exageró al pedir los alejamientos de los colaboradores del diez, si su interés era echar a Maradona. ¿O Mancuso es menos que Batista?.

Pablo Provitilo

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