viernes, octubre 01, 2010

BOCA // Cuestión de altura



La carrera futbolística de Martín Palermo no deja de producir asombro, emociones y los más variados comentarios de quien es hoy, indiscutiblemente, una de las leyendas deportivas vigentes de la Argentina. En rigor, mucho se ha hablado sobre las excentridades y los episodios destacados del nueve de Boca, de su condición goleadora, de la aureola imperceptible que conduce al mito, del rodaje de un film o de la narración de una biografía siempre en elaboración, dado que no asoman rastros de su posible retiro o de su incapacidad para consumar nuevos sucesos.


Otro tanto ocurre con su suculenta estadística expresada -fundamentalmente- en la concreción de un recórd significativo, erigirse como el máximo goleador xeneize de todos los tiempos con 227 conquistas, y uno pendiente sin demasiada resonancia aún, seguramente incluido entre los flamantes e interminables objetivos de Palermo: acceder al quinto puesto de artilleros históricos del fútbol argentino. Y como cada registro pulverizado por el Titán suele generar, en simultáneo, desbordantes alegrías y todo tipo de elogios por lo conseguido y exigencias y severas miradas sobre sus futuros rendimientos, conviene detenerse en este punto alusivo a la posibilidad de que el goleador boquense ingrese en el selecto grupo de elegidos, si es que logra sumar 9 goles más a los 218 que computa actualmente jugando para Estudiantes y Boca, en distintos períodos.

De lograrlo, algo probable según el promedio de anotaciones y su venturoso presente, habrá desbancado nada menos que a José Francisco Sanfilippo (226 gritos), un futbolista extraordinario de acuerdo con la visión de aquellos que pudieron observarlo en plenitud. Se tratará, indefectiblemente, de un acontecimiento con derivaciones múltiples, plausible de establecer comparaciones antojadizas entre los dos goleadores aunque permitidas en el juego de opiniones sobre gustos y estilos. Sobresalen, en tal sentido, notorias diferencias en Sanfilippo y Palermo relativas al aspecto físico, a las cualidades técnicas y a las conductas dentro y fuera de la cancha. Respecto del primer y segundo item, cabe puntualizar determinados matices que desestiman evaluar sus disímiles atributos de modo lineal. La escasa altura, por caso, no le impidió al ex San Lorenzo acreditar cuantiosos goles de cabeza, en tanto el Titán ha demostrado su particular técnica con un repertorio de conquistas exquisitas. Ambos coinciden, además, en otro rasgo indispensable para acumular semejante cantidad de goles: la versatilidad para convertir con ambas piernas.


Menos fanfarrón el jugador de Boca, más pendenciero el ex San Lorenzo, existen marcados contrapuntos entre ambos en el rubro personalidad/carisma no circunscriptos a cuestiones deportivas. Palermo, en este sentido, corre con ventaja ya que es un futbolista en actividad y se desconoce su futuro tras el inevitable retiro, si bien algunas versiones indican que se dedicará a la dirección técnica. De Sanfilippo, luego de abandonar el fútbol, incurrió en diferentes cargos directivos y en el rol de panelista televisivo, desvirtuando -sobre todo para las nuevas generaciones- su enormes condiciones y el gran jugador que fue.

Pero los dos reunían dentro del campo, según testimonios diversos, templanza y agallas, presencia y voz de mando, apariciones furtivas y milagrosas para gritar con los hinchas esos goles imposibles. Ante estas aptitudes los números y otros aspectos tienen importancia relativa dado que el reconocimiento a Sanfilippo y Palermo va más allá de haber convertido más o menos tantos, quedar en tal o cual lugar del ranking histórico, ser recordado por el virtuosismo o la torpeza. Entre otras cosas, porque la antojadiza comparación no pretende consagrar a uno sobre otro y, en caso de que alguien midiera números y cualidades futbolísticas de ambos, se debería consignar que refieren a estilos de juego, coyunturas y sociedades distintas. Y porque los dos, asimismo, ya nutren la auténtica enciclopedia futbolera, esa que incluye hechos, anécdotas y narraciones entrañables. Sanfillippo, lamentablemente, ya no juega pero asesora a clubes y opina arrumbado en estudios televisivos de bajo presupuesto. Palermo es hoy la contracara y exige a los que no son de Boca, en el esfuerzo de despojarse del amor por los propios colores, de disfrutar de una escena conmovedora, de rendirnos a la sorpresa y el azar, de celebrar que la emoción trasciende épocas e interpela a todos desde nuestra condición de hinchas.

"Me quedo con el Sanfilippo jugador", dicho por simpatizantes mayores de distintos clubes, configura un testimonio contundente de que lo importante es el juego y sus infinitas incidencias y circunstancias.

Lo que efectivamente empieza, termina y perdura.

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