jueves, octubre 21, 2010

SELECCIÓN NACIONAL // Comisiones



Sin informaciones públicas sobre proyectos, debates internos o modalidades en la elección de una designación trascendente para el fútbol argentino, la comisión ungida por la AFA que definirá el próximo técnico del Seleccionado ya tiene a sus representantes oficiales (Boca, River, Colón, Argentinos Juniors, Godoy Cruz y Arsenal), encargados de pronunciarse a la brevedad. Un simulacro más de una entidad apartada de criterios democráticos dado que el futuro entrenador, aunque no reúna un solo argumento que justifique su nombramiento, parece cantado y sería Sergio Batista, apoyado por influyentes jugadores del equipo nacional, buena parte de la dirigencia y un sector de la prensa que pretende desmaradonizar la selección, independientemente de los candidatos, sus estilos, procedencias y merecimientos.

Los mecanismos de la elección no extrañan si se repasa la historia de la AFA en las últimas tres décadas. Tampoco sorprende la oposición de Lanús y Vélez a la postulación de Batista. En el fútbol argentino, salvo pocas excepciones, los dirigentes lograron que todo sea previsible, que no haya mínimos indicios de renovación ni encolumnamientos provechosos capaces de confrontar con el poder de Julio Grondona, apoltronado en un sillón vencido por el peso de los años. Irremediable grondonismo que ofrece, como alternativa para 2011, la candidatura del empresario Daniel Vila, su continuidad envilecida, y deja entre sus legados haber engendrado un periodismo impotente para situar el auténtico debate relativo a la organización del fútbol y el rol de su dirigencia. Grondonismo proyectado que, también, operó sobre hinchas que no revistan en barrabravas sicarias y se revelan como testigos mudos de distintos tipos de abusos, ocupados en internas folclóricas estériles sin interpelar masivamente a un conjunto de actores que atentan contra ellos y sus colores, lejos de establecer lazos de solidaridad que los unifique en una causa que vale la pena, sin aguantes funcionales, sin disputas internas, semejante a lo que generó Maradona en el mundial: identificar el verdadero poder, algo que trasciende a cualquier camiseta.

La probable designación de Batista, por tanto, es la consecuencia lógica de un modo de conducción aceptado y naturalizado, imposible de desanudar su madeja sin otra variante que no sea el retorno de viejos y nuevos socios, con sus pantallas exclusivas, reconvertidos en discursos pseudoprogresistas que durarán lo que duró el ciclo de Diego. En definitiva, Batista el técnico adecuado para una AFA que, de tanto insistir, consigue sus objetivos en base a coherentes dispositivos: encerrarse en comisiones cuando el insinuado cambio de etapa demanda una revisión de sus actos, apertura de opiniones, reorientación de proyectos. De haberla hecho, la Selección prescindiría de Batista y apostaría, en cambio, a un entrenador con otros pergaminos, otra aceptación de los hinchas y otra credibilidad.

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