viernes, septiembre 03, 2010

RACING // Una cosa que empieza con P


Símbolo de una época, referencia vital del fútbol argentino, escenario que alberga montones de historias cuyas resonancias perduran hasta hoy, el Viejo Cilindro de Avellaneda cumple 60 años. Y no se trata de un aniversario más que alimenta efemérides pintorescas, apenas revisitadas para el apunte anecdótico o la mención pesarosa de un hecho social y deportivo de indudable magnitud pero ya transcurrido, fijado en un país-otro, un país incapaz de provocar emociones como las de aquel entonces. Por el contrario, las seis décadas que celebra la cancha de Racing actualizan la relevancia de un club popular y tradicional de la Argentina, acompañado por una hinchada apasionada como pocas y últimamente perseguido por el infortunio, los obstáculos permanentes, las desdichas más hondas que, paradójicamente o no, reforzaron una identidad expresada en el sufrimiento y la perseverancia de su público. "Ser de Racing" hoy es, en alguna medida, reivindicar el padecimiento y la angustia como virtud dado que la derrota ronda por todos lados, arremete furiosa y de modo imprevisto, desestabiliza y -al mismo tiempo- fortalece.

Pero los clubes atesoran trayectorias, ricos pasajes y travesías, exitosos y no tanto como se advierte, aunque capaces de establecer fecundos puentes con el presente, lo cual revela que "ser de Racing" es algo más que esperar la ominosa sombra de los predestinados a perder siempre, o peor, de los que se acostumbraron a perder. El Cilindro, en ese sentido, se erige como uno de los principales orgullos de los hinchas de La Academia, según una serie de acontecimientos a consignar. El primer partido que se disputó en el estadio emplazado en Mozart y Corbatta -dirección actual- ocurrió en 1950, cuando Racing derrotó a Vélez por 1 a 0 (gol de Ezra Sued) y allanó, de ese modo, el camino a su segundo título en el profesionalismo. Un título que cobró mayor dimensión tras el campeonato conseguido por La Academia al año siguiente que le reportó una distinción mayúscula: convertirse en el primer tricampeón del fútbol argentino. Años después, la cancha de Racing fue testigo de otro suceso en ocasión de celebrarse el encuentro de vuelta con el Celtic de Escocia, correspondiente a la Copa Intercontinental de 1967 que consagró de forma inédita a un club argentino. De acuerdo con diversos testimonios, ese día hubo en la cancha más de 100 mil espectadores, a tono con la capacidad del estadio en aquel entonces y a tono, también, con el gran equipo donde brillaban varias de las muchas glorias que nutren la galería de ídolos albicelestes, entre otros Humberto Maschio, José Chango Cárdenas, Alfio Basile, Roberto Perfumo, Agustín Mario Cejas.

Claro que luego vendría, como se señaló, un tiempo árido, de profunda incertidumbre, en el cual el club sufrió continuos desaguisados dirigenciales y mútliples turbulenciales internas manifiestas en dos datos insoslayables: la larga sequía sin acreditar campeonatos y la posible desaparición de la entidad en 1999, agobiada por jucios, pedidos de quiebra y dictámenes que avalaban la liquidación de sus bienes. Sin embargo, el Cilindro fue el lugar elegido por los hinchas para una demostración de afecto sin precedentes. Por la primera fecha del Torneo Clausura de 1999, 30 mil hinchas se congregaron en el estadio albiceleste no para mirar un partido -se decidió suspender el encuentro con Talleres a raíz de la grave situación institucional, es decir que no había ningún espectáculo a contemplar- sino para dar testimonio con su presencia del sentimiento por Racing. Idéntico sentimiento al exhibido en 2001 tras quebrar -finalmente- el maleficio de 35 años sin títulos, expresado en la multitud que llenó dos canchas: la de Vélez, sede del trascendente y decisivo partido, y el Cilindro, un blasón de familia, la pertenencia misma..



Conocido como el estadio Perón debido al apoyo del gobierno justicialista, mediante Ramón Cereijo (Ministro de Hacienda), para inaugurar el estadio, la cancha de Racing conserva sus atractivos y sus poderorísimas imágenes del pasado, más allá de que hoy -según diversas estimaciones- su capacidad se redujo a 51 mil espectadores y se proyecta una restructuración en el anillo inferior. De todos modos, la historia y las multitudes persisten allí, en el legendario templo, sede de las próximas épicas, percances y sigilos.

Pablo Provitilo

2 comentarios:

b dijo...

Avellaneda, capitale del fútbol.
Bellissimo post.
Grazie

Anónimo dijo...

Lindo texto, el de Racing es uno de los tres estadios más lindos del país.