lunes, agosto 16, 2010

ALL BOYS // Paladar blanco


Superado claramente por un equipo consolidado y de indudable jerarquía, All Boys consumó su segunda derrota consecutiva en el Apertura dejando otra imagen a la del debut. Sin respuestas favorables, esta vez, en algunos de sus refuerzos y con varios referentes lejos de su mejor nivel, el rendimiento del cuadro de Pepe Romero evidenció que no será sencilla su estada en Primera División de no mediar cambios en su esquema de juego, en el dispositivo estrátegico -especialmente en el aspecto ofensivo-, y en un diagnóstico certero de lo que demanda esta divisional donde abundan contigencias, distintos niveles de exigencia y rivales entrenados en marcarles condiciones a los recién llegados.

En ese marco, pudo haber goleado Vélez a partir del dominio fútbolístico y psicólogico que impuso en Floresta, sustentado en la sociedad que armaron Maxi Moralez y Juan Martín Martínez, desequilibrantes a pura gambeta y atrrevimiento, y en el respaldo de dos lideres en la zona media como Leandro Somoza y Víctor Zapata. El azar y la impericia a la hora de definir impieron que el conjunto de Gareca se llevara un triunfo más holgado en una cancha difícil, tanto por las dimensiones como por la presión que suele ejercer el público, teniendo en cuenta que la última derrota de All Boys por más de dos goles data de agosto de 2009: cuatro a uno ante la Cai.

Solo en los primeros y en los últimos diez minutos del partido el equipo de Floresta comprometió a su rival desde el esfuerzo conjunto y la motivación, aunque muy lejos de adaptarlos a una idea de juego definida, lo que constituye el principal déficit del cuadro de Romero según lo mostrado en estas dos presentaciones. Pese al dificultoso fixture, se trata de un dato visible: All Boys todavía no sabe a qué juega en Primera División, duda demasiado entre esperar, presionar arriba o controlar el balón poblando el mediocampo, algo que el adversario inmediatamente advierte. Derivado de lo anterior, el sistema táctico de apostar a un solo delantero neto resiente las ambiciones ofensivas y facilita la tarea de los defensores contrarios, entre otras cosas -y como ya se puntualizó aquí- porque hay opciones para acompañar a Matos, cuyo desempeño no ha sido el mejor, y porque se trata de una innovación improductiva teniendo en cuenta los antecedentes postivos de incluir dos atacantes, si bien aquella decisión respondía a lo que hoy se reclama: una idea de juego clara que convenza a los futbolistas.



Con miras al encuentro con Boca, recuperar el protagonismo y la filosofía que supo distinguir a este equipo parece díficil debido al carácter especial del choque y al lógico tiempo que requiere adentrarse en una divisional donde se pasa de Racing a Vélez, de Vélez a Boca, de Boca a San Lorenzo, y de San Lorenzo -si se permite la ironía- al Barcelona. Se sabía que era así. En ese sentido, acaso una clave para afirmarse y llegar más seguro al duelo con el cuadro de Borghi sea recurrir a Fernando Sánchez y Ariel Zárate, la vieja guardia, como ocurrió ante Vélez. Dos históricos que podrían aportar su experiencia, ordenar el  mediocampo y contagiarle mística y sentido de pertenencia a los nuevos. Es una alternativa, apenas. El desafío de fondo, al margen de los nombres, es definir de qué modo All Boys asumirá su participación en la máxima categoría. Tiene una historia propia de dónde nutrirse.

Pablo Provitilo

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