lunes, septiembre 07, 2009

Improvisar y dar de nuevo


Después de la justa, contundente e inapelable derrota con Brasil, muchas dudas envuelven al seleccionado dirigido por Maradona. Escuchamos y leemos en medios nacionales, debates en la calle y foros digitales: se impone una revisión en todos los órdenes. De los métodos de trabajo, de la elección de jugadores, del trabajo del manager y asesores, del estadio que cobijará el duelo con Perú, del oscurantismo de la AFA, del módulo táctico, de aspectos motivacionales, de los conocimientos del entrenador, y de una larga lista de ítems que no se agotan aquí y ahora, ni remiten a una circunstancial racha adversa (de los últimos 6 juegos por los puntos, el combinado nacional ganó 2 y perdió 4, tres de ellos con selecciones claramente inferiores en lo que atañe a presupuestos, materia prima e historia).
Podríamos decir que es demasiado tarde y demasiado temprano para exigir cambios de fondo, medulares, que hagan de la selección algo más que engañosas invocaciones de la patria. Importa, sin olvidar las carencias estructurales, analizar la actualidad del equipo y cómo sortear exitosamente las tres paradas finales del premundial, cerca de un impensable repechaje un año atrás y lejos ya de la eliminación a México 70.
Digamos entonces que hoy la selección es la desteñida imagen dejada ante Brasil, con un arquero cuya repentina titularidad resulta inconcebible, dos laterales propios del fútbol senior, una estrella promocionada hasta la irrealidad y la sensación de que miles de millones no hacen un equipo ni intimidan a los Botero, los Ayoví,los Fabián Orellana y los anónimos sudamericanos que ganan poco y dan mucho en comparación con sus pares argentinos. Lo preocupante, si se mira de cerca el laberinto albiceleste, es el desconcepto del equipo de Maradona y la improvisación que rodea al entrenador, presumiblemente por la falta de experiencia en el cargo y por un cúmulo de situaciones heredadas del ciclo anterior.
El debate por los nombres, en consecuencia, parece secundario en relación a la ausencia de un estilo más o menos reconocible. Dos ejemplos domésticos iluminan mejor la situación. Vélez, que va primero en el Apertura, cambia apellidos en varios encuentros -ya sea por obligación o por decisiones tácticas del entrenador- sin que se resienta el funcionamiento colectivo. Huracán, que va último, también intenta sostener una propuesta futbolera ambiciosa pese a la diáspora acaecida en el plantel. Nada indica que Vélez saldrá campeón y Huracán finalizará último jugando bien. Pero sí se advierte que los entrenadores tienen plena conciencia de las fortalezas y debilidades de sus respectivas formaciones. Esto último supone un proyecto a profundizar o defender, un camino a seguir, la definición conceptual sobre esquemas y modos de ejecutar un plan.
El seleccionado nacional, en contrapartida, transita entre la falta de programa y la salvación individual, amen de otras variables intervenientes como la deficitaria organización y la preminencia de intereses corporativos en desmedro de los hinchas. De cara los desafíos inmediatos, sería oportuno tomar nota de algunos errores, clasificar como corresponde, y promover luego esa restructuración necesaria que excede al mismísimo Maradona.

No hay comentarios.: