lunes, septiembre 20, 2010

ALL BOYS // Un tiempo mágico


La dinámica del fútbol argentino, vertiginosa y cambiante, impaciente y cruel, suele relegar del análisis hechos de dimensiones más amplias, que abarcan ciclos o períodos fundamentales en la historia de un club. All Boys, desde hace menos de un lustro, es una de esas entidades que experimentó cambios sustantivos tras acumular éxitos mayúsculos y apostar a una renovación profunda en su conducción. Cambios y transformaciones que, cabe aclarar, lógicamente le cuesta metabolizar y lo transportan a distintos tipos de desafíos, exámenes y exigencias. Cumplidos siete partidos en su segunda participación en Primera, y atenuado el recuerdo de su ascenso en Rosario, el cuadro de Floresta intenta abrirse paso en la máxima divisional en base a un promisorio aprendizaje en curso y a las reservas anímicas de un equipo movilizado a partir del entusiasmo de sus hinchas y, nombres aparte, de sus propios incentivos y progresos futbolísticos.

Por el lado de la motivación pero también de los territorios transitados y de las instancias transcurridas, habría que entender el auspiciso presente del cuadro de José Romero al consumar otro impacto en la A luego de vencer anteriormente a un Boca que ya muestra sus atributos de gran candidato. El triunfo ante Estudiantes, en tal sentido, invita a detenerse en esas causas, las que comprenden un trayecto, para explicar cómo una institución que penaba por superar a Flandria hace dos años, hoy derrota a un equipo consolidado y estructurado en todos sus órdenes, rival del mismísimo Barcelona hace menos de un año. Una posible respuesta, como se señaló, obedecería a la continuidad de un proyecto que tiene su cara visible en su cuerpo técnico, el mismo desde 2007, aunque también -y siempre en una reflexión alusiva al fútbol y sus imaginarios-, resulta pertinente puntualizar que el citado proyecto podría ser consecuencia de una búsqueda de años, de demandas cada vez más extendidas de su público, de los sueños vigentes de los asiduamente postergados, creyentes de la dicha, las parábolas, singularidades y reparaciones de un tiempo.


Fortalecido en su espíritu, consciente del brusco desplazamiento de lugar, All Boys jugó el partido ante el equipo platense como una auténtica final, algo reclamado por el hincha según el ritmo y los plazos de la categoría, reafirmando la conocida mística de conjunto y los buenos recursos de que dispone para nivelar encuentros ante rivales de trajinado recorrido, a priori superiores. De cualquier manera, sería saludable no confundirse ni entrar en euforias inconvenientes ya que All Boys tuvo un rendimiento con intermitencias, en parte debido al excesivo respeto (comprensible) que le infundía Estudiantes, ubicado en los primeros puestos de la tabla, con un invicto prolongado en la última temporada (17 juegos) y apenas un gol en contra tras 5 partidos en el actual certamen. El gol de Eduardo Domínguez, por tal motivo, operó favorablemente para el equipo de Romero tras un comienzo dubitativo de la formación albinegra, muy retrasada en el campo y en una posición expectante, en apariencia tendiente priorizar el contragolpe como variante de ataque. La ventaja circunstancial le dio tranquilidad, lo afirmó en el terreno, lo convenció de sus cualidades y lo tonificó en los minutos siguientes, incluso con una chance nítida malograda por Sebastián Grazzini para ampliar el marcador, si bien el empate de Estudiantes en el epílogo del primer tiempo, un momento clave, auguraba la embestida del cuadro visitante en la etapa final, primordialmente por su afán de treparse a la punta.

Pero este tiempo especial de su biografía deportiva le deparó a All Boys otro momento mágico: Grazzini, precisamente apodado El Mágico, convirtió un gol notable (también en un momento clave), una pieza de colección que será recordada por los hinchas al picarla con clase y, de este modo, adelantar nuevamente al cuadro de Romero en el marcador, que a partir de allí desplegó de todos sus recursos -especialmente los defensivos- para obtener un triunfo necesario, resonante y muy festejado.

Queda por verse si el envión anímico le bastará en el próximo duelo ante Lanús, herido en su orgullo luego de dos caídas abultadas. También la elección de algunos nombres que participaron del encuentro, considerando el flojo nivel de Hugo Barrientos (por su ubicación en la izquierda de la zona media propició la jugada de la igualdad, además de recurrentes faltas que no pueden cometerse frente a rivales que saben trabajar muy bien la pelota parada) y las modificaciones implementadas por el entrenador al sacar a Sebastián Ereros, una constante preocupación para el adversario, y a insistir con Cristián Fabbiani, un despropósito futbolístico de acuerdo con su estado físico y sus canchereadas parasitarias, dignas del amateurismo y amistosos a beneficio.

De cualquier manera, la cosecha de unidades hasta aquí y el compromiso colectivo exhibido son datos que solidifican el tránsito de All Boys en la A. Ganarse el respeto, resultados al margen, continúa siendo el objetivo principal de un club deshabituado a las alegrías repetidas, a las particularidades que configuran los rastros de una trayectoria, sus enredos y sus posibles inflexiones.

Pablo Provitilo

2 comentarios:

Seba Ray dijo...

Hola loco. La verdad que estoy a full siguiendo el blog, mas aún desde que siguen la campaña de nuestro blanco querido. Me siento medio mal de comentar justo ahora para hacerte una correccion, espero que la tomes bien
Pepe asumio en marzo del 2007 y no 2006.

slds

TPP dijo...

Gracias Seba. Ya modificamos ese dato. Abrazo.
TPP