miércoles, marzo 30, 2011

BOCA // El frente interno


El triunfo en Santa fe trajo relativa calma en Boca después de innumerables rumores sobre peleas, renuncias, acusaciones cruzadas, goce íntimo en derredor de internas o internitas, coberturas amplificadas del caos, que no se evaporarán tras un puñado de triunfos. En Boca existen dificultades, algo innegable, que no se circunsbriben -curiosamente- al aspecto económico.

Juan Román Riquelme es uno de los protagonistas centrales de las disputas que se cuecen en el interior del club, eje de controversias debido a su personalidad, a sus cortocircuitos con viejos ídolos y, sobre todo, a su capacidad para defender principios y convicciones sin reparar en el poder y la envergadura de sus variados adversarios. Uno de ellos, se sabe, es el ex presidente del club y actual jefe de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, Mauricio Macri, quien se opuso a su recontratación en 2009 y deprecia el influjo del diez en base a argumentos recubiertos de austeridad y presunta sensatez para defender las finanzas del club, minimizando otras importantes razones que esconde el alcalde porteño, por ejemplo la presencia perturbadora de Riquelme para manejar a un club que cree suyo, plataforma de los más diversos intereses, luego de una década de éxitos deportivos.

 Posiblemente envalentonado por su decisivo gol en Santa Fe, Román opinó con modos énfáticos acerca de un eventual regreso de Macri a la institución, teniendo en cuenta el año electoral. "Si vuelve como dirigente, tendrá que tomar decisiones. Y yo tengo un contrato largo", espetó JRR, aunque habría una segunda lectura tendiente a ubicar la interna de Boca en su punto justo, dada la confrontación existente entre dirigentes que responden a Macri y al Gobierno Nacional. Con su franqueza, siempre desafiante, Riquelme no hizo más que transparentar una situación que perjudica al club, afecta a los hinchas y tiene en el ala macrista al principal actor de desestabilización, habida cuenta los vínculos cercanos entre Jorge Amor Ameal con el Gobierno Nacional (el diputado Carlos Kunkel y directivo del banco Provincia Robertón Digón cobraron mayor protagonismo en el club) y el desplazamiento de cargos de gestión antes afines de Macri. No es extraño, de acuerdo con algunos hechos, que el macrismo desea el hundimiento definitivode la gestión Ameal.Sin ir más lejos, en un interesante informe de la Revista XXIII, señala el vocal Horacio Palmieri: "Macri les baja línea a los dirigentes porque quiere desgastar a Riquelme. El tema Riquelme no es un problema de dinero", en tanto se menciona que Daniel Angelici -quien renunció a la comisión directiva en desacuerdo por el fichaje de Román- hace circular entre los socios spots de campaña junto a Macri, con imágenes que recuerdan un Boca austero, organizado y potencia mundial.

Riquelme, en ese marco, sabe elegir los momentos. Inteligente, visceral, bostero genuino, corre el foco del debate y apunta contra los enemigos internos, que no son Palermo ni Falcioni. La causa estructural del presente de Boca es deudora de una gestión afortunada y pródiga en negocios y componendas que, tarde o temprano, deja a la intemperie (como la 3era bandeja) al sostén principal de un club nacido hace más de 100 años: ni más ni menos que a su gente.

P.P.

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