lunes, marzo 28, 2011

ALL BOYS // Del "fenómeno" al papelón


Ya promediando el Apertura que dirigentes triunfalistas proyectaban calmo, auspicioso, con sueños de reeditar nuevas victorias de inestimable valor, este All Boys de la desidia y la carencia acredita un récord para el cual milita ruidosamente semana a semana: ser el menos efectivo de la categoría (2 tantos en 7 fechas). Pero subyace otra marca relativa al juego dado que nunca, o al menos en lo que va del ciclo iniciado en 2007, el cuadro de José Romero mostró prestaciones tan dificitarias como en el presente, huérfano de ideas, sobrepasado por la exigencias de la divisional y -como se dijo en el último artículo- sin rebeldía para evitar entregarse al incordio cuando resta más de medio campeonato.

De las causas se habló bastante, aunque conviene cotejar esta actualidad con los luminosos momentos del Clausura, época de sorpresas y emociones, tiempo en que el veddetismo de Fabbiani no alteraba el ambiente ni producía los efectos contraproducentes que -inevitablemente-genera hoy su millonario sueldo y su desdén hacia trabajo. La comparación, en tal sentido, no es antojadiza, apenas pretende dimensionar qué le pasó a este club finalizado el último torneo al prescindir de su mejor jugador y priorizar una política de marketing cuyas consecuencias expresan, de modo elocuente, que el objetivo se cumplió: hoy All Boys nutre la programación farsesca de la prensa jorgerializada, a tono con la vida de los personajes que la protagonizan. Titulaba el diario Clarín el pasado 25 de noviembre: "El fenómeno All Boys" (http://www.clarin.com/deportes/futbol/titulo_0_378562269.html, una linda nota de Waldemar Iglesias, bien fundamentada pese a un único error (Vella no jugó en la B Metro) y con referencias interesantes, por ejemplo la cita de la revista El Gráfico en 1973 tras una victoria de All Boys sobre River, cuyo título decía "La clase obrera va al paraíso". No obstante, ese periodismo al que le gusta encorsetar y segmentar debido a intereses extradeportivos se apresuró en el elogio, no reparó en ciertas señales negativas, aunque el autor de la nota -a diferencia de la lógica del diario- dejó en claro las razones de ese andar venturoso: mantener la base del plantel de la B Nacional y la B Metro, defender la identidad del juego, y sostenerse lejos de cualquier misterio.



A cuatro meses de ser señalado como "fenómeno", la realidad del equipo es diametralmente distinta, habida cuenta de que es el misterio, precisamente, lo que domina la escena de acuerdo con algunos hechos, entre ellos las motivaciones de la contratación de Ariel Ortega, la no inclusión de Agustín Torassa entre los once titulares y la sensación cada vez más fuerte de que el entrenador tiene un margen de decisión acotado. Por sus convicciones futbolísticas y por su condición de buen tipo, humilde, siempre abierto al debate y al intercambio de opiniones. Son presunciones que surgen del misterio, vale aclarar, no circunscriptas al duelo con Estudiantes, un partido perdible, cuesta arriba, casi imposible para arañar un punto, pero sí propicio para intentar variantes y salirse de este libreto fallido e ineficaz. Nada de eso ocurrió. All Boys volvió a repetir los mismos errores de los 6 partidos anteriores (dos centrodelanteros, Fabbianismo abyecto, nulo ingenio, desorden estructural), esta vez alimentado por la tendencia a sabotearse, como ocurrió en los dos primeros goles del cuadro platense.

Así las cosas, las perspectivas distan de ser promisorias con 3 derrotas de local en 3 partidos, los problemas futbolísticos ya apuntados y un rumor alusivo a la renuncia de Romero, afortunadamente desmentido. El desafío, en semejante escenario, pasa menos por conservar la categoría -algo sujeto a los designios del azar- que por defender un prestigio laboriosamente construido, y dinamitado -en gran parte- en menos de 40 días. Para recuperarlo, tal vez, convendría recordar un itinerario donde los "fenómenos" son patrimonio de otras instituciones. Y los papelones, también.

P.P.

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