martes, noviembre 24, 2009

Revoluciones de Quito


Liga Universitaria de Quito y Fluminense, por segunda vez en la historia, juegan la final de un torneo continental. En la Libertadores 08 la copa fue para los ecuatorianos, luego de una serie abierta y dominada por la emoción. Recordemos los scores de aquellas decisivas contiendas: 4 a 2 venció la Liga en Quito y 3 a 1 triunfó el Flu en Río (por penales ganaron los de camiseta blanca).
Ahora, en la previa, parecía ser el turno de los brasileros, del país que contabiliza un solo trofeo en el corto historial de la Sudamericana, del equipo siempre eclipsado por las luminarias, los títulos y la popularidad del rival estadual. Sin embargo la Liga, continuando con los entretenidos enfrentamientos entre estos dos clubes, goleó 5 a 1 en el partido de ida, en una actuación que reafirma sus chances de coronarse, a partir de la capacidad de algunos players, sentido colectivo y rendimientos sobresalientes en condición de local (19 goles a favor en 4 partidos, con holgados triunfos ante Lanús, River de Uruguay y el citado Flu).
Sorprende, en sintonía con esto último, observar el crecimiento del fútbol ecuatoriano en general, y de la Liga en particular. Con epicentro en Quito, el deporte más popular en ese país experimentó un salto cualitativo notable desde hace algunos años y logró, mediante uno de sus representantes, introducir una fisura entre los grandes del continente, si bien es cierto que se trata de un fenómeno incipiente. No hay que ser muy agudo, además, para advertir que la Liga saca claras ventajas cuando se desempeña en la altura, factor difícil de soslayar al analizar su exitosa actualidad. Pero jugando en el llano -que supone complicaciones semejantes para los no adaptados- ha jugado partidos en gran nivel, con un estilo -como decíamos en otro post- batallador, infrecuente si revisamos viejos tapes donde vemos a formaciones ecuatorianas muy livianas, sin la consistencia ni la personalidad para imponerse en duelos ásperos y cargados de tensión como ocurre en la Libertadores.
Así, la Liga acaricia otro título continental, el tercero en dos años (también ganó la Recopa), afirmado -daría la sensación- en un cambio conceptual cuyos exponentes incluyen a una destacada generación de jugadores ecuatorianos, acompañados por los gravitantes aportes de argentinos y uruguayos dentro y fuera del rectángulo, y el necesario orden institucional que la época exige.
Mejor mirada la cuestión, argentinos y uruguayos al margen, el mérito es todo de la Liga y de Ecuador, un país que quedó a un paso de disputar su segundo mundial, y a nivel clubes en la región exhibe a su promisorio representante blanco. Una alternativa de nuevo cúneo en el concierto internacional, y un equipo decidido a nutrir con éxitos la historia futbolera del vecino país.

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