domingo, abril 05, 2009

El Sistema


El arbitraje argentino, aclamado por los dirigentes sudamericanos, no ceja en producir semana a semana episodios bochornosos en el plano local. Las causas son múltiples y abarcan desde sus cuestionadas decisiones en el verded césped, las implacables imágenes televisivas y el consecuente desfile de opinadores que objetan su rendimiento, hasta el sistema que los engendra. Hace 20 días, el ex internacional Horacio Elizondo -hoy al frente de la Dirección de Formación Arbitral, una entidad sin voz ni voto para la designación de los jueces, patrimonio éste del Colegio de Arbitros presidido por Jorge Romo- señaló con enojo: "El nivel no es malo pero podría ser infinitamente mejor sin ninguna duda. Los árbitros ganan muy bien. Falta preparación y faltan hacer cambios (...) La crisis de valores en esta sociedad no escapa a la dirigencia". Nótese que "esa crisis de valores" pronunciado por Elizondo en otro tramo de la entrevista sugiere comportamientos, personalidades, compromisos -escasos- con la ética y la justicia.
Elegimos dos ejemplos de este fin de semana. El sábado, en el match entre All Boys-Ferro por la B Nacional, Alejandro Toia no solo dirigió muy mal, también mostró un ensañamiento atípico con los protagonistas. Luego de discutir acaloradamente con el kinesiólogo del albo y de desafiarlo a pelear mano a mano en el vestuario, rechazó las disculpas del especialista finalizado el partido y fue por la heroica: quiso trompearlo en los camarines. Una joyita. Pero Toia seguirá dirigiendo el próximo fin de semana (informaremos al respecto).
Hay más. En el preliminar entre Estudiantes y Gelp, Mauro Dobler, arquero pincha, desde hace algunos partidos venía jugando en tercera con un certificado provisorio a raíz de haber extraviado su DNI. Federico Beligoy, probablemente aconsejado por colegas, le negó participar del clásico sin ningún tipo de consideración. Poco importó al árbitro el trabajo del jugador, especialmente si se considera que el clásico es la cita más importante que puede tener un arquero de reserva. Enseguida, los comentarios de siempre: "Dobler sabía de ésta situación".
El reglamento, claro, es inflexible. Abonar a un clima de crispación, legitimarlo con bravuconadas y crueldades, no parece preocupar a dirigentes y árbitros. El sistema, inequitativo por obra y gracia del treintañero Don Julio, contempla el cumplimiento con sus superiores pero olvida el cumplimiento con los valores, la ética y la auténtica justicia. Fieles obedientes honran todas las semanas a esta organización que perdona, castiga y excluye cuando no corresponde.

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