jueves, enero 20, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // Un poco de Gio entre tanto Messi


Giovanni Moreno, la gran figura de Racing de los últimos 10 años, no deja de promover asombros y suscitar adhesiones que se multiplican semana a semana, ya sea en torneos oficiales o en partidos amistosos. Su zurda talentosa, heredera de la mejor tradición del fútbol sudamericano ( predominantemente rioplatense) como se consignara aquí http://tresporelpozo.blogspot.com/2010/08/primera-division-mario-y-gio.html, emociona y subyuga, ya que el ex Nacional de Medellín reúne características peculiares, propias de los destinados a marcar historia, acaso extrañas de acuerdo con su alta estatura y a esa curiosidad de que cada intervención suya transcurra entre el lujo y la deliberada apropiación del balón.

Un hecho novedoso, ciertamente, ni bien se repasan otros representantes del fútbol cafetero que pasaron por Argentina, muchos de ellos ganadores y respetables como Alveiro Usuriaga, Juan Pablo Ángel, Fabián Vargas -tres casos de jugadores con cualidades ofensivas-, y se percibe la favorable recepción de los hinchas de otros clubes, estos últimos desacostumbrados a disfrutar de un gran futbolista en la época del ensimismamiento con los destinos de los propios colores y, en su reverso, con la dicha o los fracasos ajenos. Gio, quizas debido a estas razones, realza el fútbol argentino, lo hace más genuino y lo reencuentra con una poderosa tradición, pero también permite trazar comparaciones sobre este juego y sus significados, fundamentalmente su impacto en el escenario de las imágenes gráficas o televisivas acompañadas de sus respectivos discursos periodísticos, eje de un fenómeno que parece irreversible: los relatos postreros, nerviosos y cargados de supuestas verdades, las que definirían cómo piensa o debería pensar un hincha.



 Esas verdades, retomando el intento de establecer relaciones, posibles debates, futuras discusiones aunque en el terreno de las viejas discusiones, callejeras y bien nuestras, se tornan visibles en Lionel Messi, ungido por sectores mediáticos que celebran sus evidentes condiciones y sus constantes logros, pero imponiendo sentencias del tipo "y todavía se lo discute en mi país", "el que todos esperamos ver cada fin de semana", "Basta de contras, a disfrutarlo todos: es nuestro", al margen de tonos y adjetivaciones que expresan una argentinidad fingida, a veces irreal. Lo que olvidan o minimizan estas frases consiste en que algunos reparos o cuestionamientos sobre el producto/futbolista Messi no responden a lo que produce en la cancha o a la disparidad de sus rendimientos en el Barcelona y en la Selección Nacional, sino a los lazos de identificación, parte sustancial de las pasiones que genera el fútbol si se considera que este juego excede su dimensión estética dado que se inscribe, sobre todo, en la zona de la conformación de identidades. Ver jugar a Messi (en España) produce un placer similar al de observar una buena obra artística, por momentos conmovedora, por otros entretenida, siempre digna de mirar. Sin embargo, algo está ausente o aparece atenuado para quienes habitamos en este rincón del mapa: sus triunfos y sus derrotas difícilmente repercutan en el ánimo de los hinchas, como si hubiera un distanciamiento inevitable, como si sus grandes jugadas generaran sentimientos intransferibles dado que el que pierde y el que gana es Messi, con su historia de padecimientos y resurrecciones.

Giovanni Moreno, en cambio, conjuga las dos cosas: su talento -el arte- con un entorno imperfecto, convulsionado y de altas pulsaciones -la pasión-. Muchísimo más en Argentina, tierra nuestra donde los cracks se van rápido y el vínculo jugadores-hinchas se potencia conforme a las identidades que se configuran a través del fútbol. Con Gio, no solo quienes son de Racing encuentran motivos para disfrutar de un futbolista notable, si bien a veces -una vez, en rigor- toca padecerlo. Es que este colombiano se revela se revela nuestro, auténtico, cercano, alguien de quien se espera mucho porque sus intervenciones, aquí sí, repercutirán en las tribunas, se propagarán en cantos del auténtico folclore, generarán incertidumbres y tensiones en un medio competitivo donde no hay 2 equipos protagonistas, y 18 partenaires.

Después de tanto Messi, de tanto relato empalagoso y en cierto modo intolerante ante el disenso, Gio ofrece un respiro entre quienes creen que la gracia de este deporte, al menos las encendidas pasiones que genera, no proviene de lo previsible ni de lo perfecto ni de lo que se ciñe únicamente al hecho artístico. Existe algo de otro orden, por ejemplo el ensayista Nicolás Casullo define al fútol como una "de las más importantes fiestas populares, porque es algo que uno consume, practica, habla, reflexiona: tiene todos los complementos para ser un hecho cultural y popular. En la Argentina, tiene históricamente un significado muy fuerte. Tiene la cuestión del buen fútbol, la buena técnica, el buen jugador, el triunfo y la derrota, la emoción del gol, el verlo con amigos. Lo que nos aturde es el negocio, el marketing, que cansa, aturde y satura. Cada uno le dará más importancia a la cultura popular o a la industria que significa el fútbol, pero desgraciadamente no pueden encontrarse ya por separado. Hay que tomarlo en su verdadera naturaleza y no plantear ni una ceguera ni un éxtasis estúpido como pretende la información televisiva, ni desde una lectura intelectual, historicista y abstracta, que no entienda lo que son las fiestas populares".

Ahi una explicación, tal vez, para quienes no entienden al reducido grupo que no se desvela por Messi,  sus imágenes y su obsecuente crónica, si bien ese grupo reconoce que los desempeños del rosarino presentan ciertos elementos festivos. Con Giovani, cuesta menos o directamente no cuesta, abstraer el negocio y su impúdicas lógicas. Este jugador, al cabo, se asemeja a algo propio, sea colombiano o argentino. A algo real en medio de las otras ficciones de la vida: las de creer que cuenta, y mucho, la sensibilidad. La pertenencia.

P.P.

2 comentarios:

Piero R. dijo...

Excelente post. Me identifico plenamente con el fútbol sincero y no el del marketing. Ambos cracks (sin duda). Pero en distintos escenarios, en otro contexto. Gio para mi (al igual que Pastore) poseen un fútbol con mayor estética, con mayor elegancia. Algo que, desde que se retiró un tal Zinedine, no he vuelto a ver, salvo en estos dos volantes.

Anónimo dijo...

Este diamante colombiano se fue a Argentina a pulirse, tal vez por eso Gio es producto tanto del medio que le saca kilates a sus rombos como de las minas de segovia...