martes, enero 04, 2011

BOCA // El mejor candidato


Como viene ocurriendo en los últimos años, Boca inicia la temporada con nuevo cuerpo técnico e idénticos retos: tonificar a un plantel alicaído, mejorar la cosecha de puntos y -sobre todo- evitar escandaletes internos originados en una disputa de la que, en rigor, se habla mucho y se sabe poco sobre su verdadero alcance y gravitación. Sobre la reconstrucción del grupo, precisamente, viene haciendose hincapié en estas horas según determinada prensa, dado que esa sería la razón sustancial del pronunciado declive futbolístico boquense.

Sin embargo, cabría atender otros factores, por ejemplo el rol de un sector periodístico que amplificó lógicos desencuentros entre compañeros de trabajo, algún contrapunto subido de tono y los recelos de las ya famosas trincheras que lideran Riquelme y Palermo, a medida que Boca sumaba derrotas en el torneo. Algo que no sorprende, desde ya, aceptados los mandatos de una maquinaria incesante de noticias con sus respectivas placas y zócalos en rojo, aunque conviene recordar que el famoso "vestuario" no se diferencia tanto de otro, conflictivo y carismático, durante la época victoriosa de Carlos Bianchi. Parecido y no similar, vale aclarar, por una sencilla y poderosa razón: no está Bianchi.

La Llegada de Falcioni, ante ese cuadro que exigiría orden y rigor para recomponer el clima armonioso y la confluencia de objetivos, parece acertada y hasta conducente de acuerdo con los pergaminos y la impronta del ex entrenador de Banfield. Pero con un matiz: a no ser que se trate de un personaje con extraños poderes, díficilmente el ítem "vestuario" ceda en intensidad y protagonismo para mutar en un club de amigos consensualista, lo cual sugiere que el foco de los problemas de Boca se circunscriben no solo a ese plano. Desde una mirada más puntillosa, habría dos aspectos más urgentes para abordar, evidentemente contemplados por la dirigencia. Por un lado, el vínculo con la prensa viscosa, instalada en el club 24 horas, portadora de noticias anticipadas que se concretan cada tanto, algo que Falcioni conoce y sabrá cómo afrontar en virtud de su fluida relación con algunos comunicadores influyentes.

Por otro, desde hace tiempo que Boca es el club donde el triunfo y la derrota definen patrones de conducta, moldean a los sujetos, someten a sus futbolistas al nivel más alto de responsabilidad y exigencia. Una década exitosa explica esta situación en la cual no hay nada, abolsutamente nada, entre la victoria y un revés futbolístico. También Falcioni dispone de recursos propios y ajenos para moderar las ansiedades y la intemperancia, ya que el nuevo técnico sucede a entrenadores de flojísimas campañas, pero tendrá un equipo ultrareforzado (recordemos la cantidad de jugadores que arribaron a mitad de 2010) y con retornar a un torneo internacional, meta modesta si las hay, aliviará tensiones en un club que enfrenta una temporada especial, con comicios en el cierre del año.

De modo que la elección de Falcioni obliga a reconocer que los dirigentes xeneizes eligieron con sensatez, fruto de pensar en la situación del club, sus conflictos reales e inducidos, y ese plus que aporta un entrenador como Falcioni, hábil para construir el enemigo externo y alentar a la propia tropa. El estilo futbolístico y la idea del conductor, así las cosas, parece lo de menos, en una institución acechada de cámaras, rumores y apuntes que minimizan al juego conforme se cumpla la regla primera: ganar.

P.P.

No hay comentarios.: