martes, enero 25, 2011

B METRO // Pasión de sábado (o de domingo, lunes, martes, etc.)


Otro de los torneos del ascenso que regresa tras el receso estival será la olvidada y competitiva B Metropolitana, certamen que vuelve con renovadas expectativas en los 22 clubes intervenientes, todos con objetivos preestablecidos, más modestos o más ambiciosos en este segundo y último tramo, según sus ubicaciones en las dos tablas que definirán el rumbo de esas entidades: la general y la del descenso.

Se ha dicho innumerables veces pero siempre conviene recordarlo; este campeonato reviste características especiales que lo hacen complejo, al ofrecer un solo ascenso; maratónico, si se toma en cuenta las 42 fechas previstas en el calendario; y sumamente disputado con solo repasar la envergadura y la trayectoria de varios de los equipos participantes. Como si fuera poco, no configura un dato menor la ausencia del público visitante -lo mismo ocurre en las otras categorías-, lo cual favorece arbitrajes localistas y conspira contra el espectáculo y las recaudaciones, habida cuenta de que auténticos clásicos del ascenso pierden buena parte de su atractivo, acaso uno de los más importantes como el duelo de tribunas, independientemente de esa zona lumpenparisitaria que promueven las llamadas barras bravas, más pendientes de sus negocios acordados con la anuencia de los dirigentes, que de la suerte de los equipos que dicen alentar.

 Señalados los escollos y particularidades de esta divisional, la reanudación del campeonato ofrece un menú variado que, si bien no paralizará al ambiente futbolero en su conjunto, podría suscitar emociones como las de la temporada 2009-2010 (ascendió Almirante Brown en la jornada de cierre, tras un sostenido dominio de Sarmiento), algo que -al menos- supone seguir de soslayo el devenir de la competencia. Algunos de esos condimentos se ciñen al puntero Atlanta, un club tradicional de la Argentina que desde hace más de una década reposa en la categoría, lejos del lugar que merece y acechado por un declive institucional afortunadamente remediado. Con la conducción de Javier Alonso y el aporte goleador de los mellizos Abel y Andrés Soriano -convirtieron 20 de los 36 goles que tiene el líder- la entidad de Villa Crespo sacó una considerable diferencia a sus perseguidores (6 unidades) y vislumbra un desenlace victorioso debido a la estructura que soporta tales anhelos: un equipo protagonista, metas comunes por parte de dirigentes y plantel, y ese plus que significa el retorno a su estadio de la calle Humboldt, testigo de tristezas pero también de logros y de figuras que lo hicieron reconocido y respetado.

Pero, con 19 fechas por delante, no será sencilla la segunda rueda para Atlanta. Debajo aparecen Estudiantes de Buenos Aires y Defensores de Belgrano, dos clubes importantes y con similares ambiciones, cuyos desempeños en la primera mitad del torneo los sitúan en el lote de firmes candidatos. El cuadro de Caseros, por la experiencia de su plantel (al cual se suma Pablo Solchaga, ex All Boys y Almagro, nada menos, y uno que llega de Ecuador, Lucio Ceresetto) y las progresivas mejoras institucionales con impacto deportivo, por parte de una dirigencia comprometida en devolver al club a la B Nacional y referenciar nuevamente a una institución de las más antigüas del país. Mientras que el equipo del Bajo Belgrano cifra sus chances en un técnico inteligente y exitoso en la divisional, Rodolfo Della Picca, quien armó un conjunto aguerrido, compacto y preparado para pelear el torneo, si bien una sucesión de empates lo alejaron, circunstancialmente, de los primeros puestos (debe un partido).




Sin embargo, uno de los rivales más complicados que deberá enfrentar el cuadro de Villa Crespo parecería ser Nueva Chicago, ubicado a 10 puntos de la cima luego de remontar a puro corazón un inicio de torneo claramente desfavorable. Dos datos permiten afirmar que no es para nada descabellado imaginar al Torito en la B Nacional del próximo año. Por un lado, sumó a un delantero de probadas condiciones como Ezequiel Petrovelli, el jugador que más goles anotó en la primera parte de la temporada con 20 conquistas, cuya presencia junto a Leonardo Carboni en el ataque constituye una poderosa arma de desequilibrio, sin contar la posible inclusión de un tercer delantero de primer nivel, Rubén Ferrer. Por otro, cuenta la experiencia reciente de Barracas Central, club que en el último campenato de la C descontó identíca cantidad de puntos a los que debe descontar la entidad de Mataderos, incluso con más fechas por delante dado que, como se dijo, la B Metro cobija a 22 equipos, lo cual aumenta la cantidad de jornadas. En suma, Chicago asoma como un adversario de riesgo. Por convocatoria, por presente futbolístico y porque, al igual que Atlanta, son clubes grandes de la categoría sobre los cuales recaen entendibles obligaciones y mandatos dado el carácter popular de ambos.

En los otros denominados grandes, es decir Temperley, Platense, Deportivo Morón y Los Andes, difieren sus retos según los casos. Morón y Temperley parecen enfocarse a consolidar su presencia en el reducido que habilita a una promoción muy difícil de superar -Deportivo Merlo y Los Andes fueron los únicos clubes que ascendieron por esta vía-, alentados por causas distintas: la recurrente insistencia del equipo Gasolero, ahora con un goleador de jerarquía en sus filas como Sebastián Cobelli, y los proyectos futuros del Gallito expresados, por ejemplo, en la construcción de un estadio para 30 mil personas, impropio para la B Metro. Asimismo Platense busca afianzarse, o mejor, reorganizarse tras un sombrío período, con nuevos dirigentes y un entrenador interesante como Mauros Navas, en tanto Los Andes, inesperado colista del torneo, apunta a robustecer su promedio asentado en un plantel con variantes (se sumaron Gabriel Gandarillas y Marcelo Burzac) y la llegada del técnico Mario Rizzi, conocedor de equipos a la deriva y agobiados por la derrota.

El descenso, del cual Los Andes tomó nota, también es motivo de preocupación en otras 5 entidades (uno solo baja de forma directa), aunque entre los clubes de las colectividades armenia y española parecería estar el equipo que perderá la categoría y el que dispute la promoción con el ganador del reducido de la Primera C. El resto de los comprometidos con el promedio corresponde al grupo que integran San Telmo, Comunicaciones y Flandria, cuadros habituados a lidiar en el fondo de la tabla y tranquilos, en cierta manera, de acuerdo con una estadística sugerente: nunca un club de la C ganó la promoción.

 En definitiva, y con matices y desafíos diversos, todos arrancan un certamen donde hay mucho en juego, atractivo en los dos extremos de la tabla,  pese a un calendario exigente que contempla partidos que excluyen a un segmento del público, pautados en cualquier momento de la semana y a cualquier hora, en desmedro del sábado como día reservado a una pasión persistente. La pasión del viejo ascenso que, castigado como está, aún ofrece momentos insólitos, especialísimos, imbuido de adoquines y potrero. Y generados por gente anónima cuyos rostros y vestimentas parecen apartados de la moda y del incontrolable y cruel paso de los años,  como si se tratara de un tiempo suspendido en la historia: desprolijo, caótico, irracional.

P.P

1 comentario:

TPP dijo...

Gracias Alexis Válido por las observaciones.