martes, julio 13, 2010

SUDÁFRICA 2010 // A sol y sombra


Sudáfrica 2010, ahora sí, ingresa definitivamente en la historia después de una maratón de partidos, numerosas crónicas, múltiples programas televisivos, novedosas herramientas tecnológicas, extendidos festejos y repudios callejeros. Será recordado, entre otras cosas, por el continente que ofició de anfritión, por el inédito país ganador, por dos palabras que se incorporan al siempre abierto diccionario futbolero (Vuvuzelas y Jabulani) y por el color sudamericano, razón determinante para que un mundial sea mundial. Llegado el tiempo de las evaluaciones, es pertinente deternerse en 5 hechos destacados de la Copa del Mundo que no agotan la diversidad de temas y debates que arrojó la competencia, pero que merecen consignarse a raíz de las implicancias en el certamen y de sus efectos y derivaciones futuras.

Como todo balance también es tiempo de referirnos a la tarea de este espacio que siguió de cerca la participación de América del Sur y que pronto volverá a ocuparse de sus tópicos habituales, mientras retorna la calma, y muchos ya van acelerando una política de ahorros tendiente a narrar las incidencias del próximo mundial pero en las tribunas, ese sitio que ninguna virtualidad puede reemplazar con un enfoque superador.


Arriba España. Señalada como favorita con agobiante recurrencia, España revalidó su condición de elegida basada en la continuidad de un ciclo refundacional del fútbol ibérico expresado en la aparición de una camada de jugadores exquisitos y en una propuesta ofensiva alejada del estudio minucioso de tácticas y rivales que le permitieron, en el transcurso de dos años, alcanzar logros mayúsculos: la Eurocopa, luego de muchísimo tiempo, y la Copa del Mundo, por primera vez en su historia. Sin embargo, existen matices que vale la pena puntualizar. Con apenas 8 goles a favor (el campeón con menos tantos a favor de la historia), a la ex Furia le alcanzó para conquistar el certamen, aunque persiste una discusión subyacente: ¿alcanza con el enunciado "el campeón, España, mostró que no hay que golear para seducir" para evitar señalamientos críticos y distintas opacidades de su juego relativos a su escasa capacidad goleadora?, ¿No es una afirmación lindante con aquella que postulaba al cero a cero como el resultado perfecto?, ¿Da lo mismo una serie de partidos con resultados idénticos y desarrollos parecidos que encuentros con muchas anotaciones producto del error y de otros avatares que explican el encanto que suscita este deporte?.
Los próximos desempeños de España reavivarán, posiblemente, la polémica en torno de la manera de jugar de los ibéricos, reivindicada con llamativa autoridad por estas horas.


Sudámerica: mundial digno. El podio principal cobijó a naciones europeas, no obstante el rendimiento de los países sudamericanos resultó meritorio tanto por los números (los 5 representantes se ubicaron entre los 10 mejores según el ranking de la FIFA, 4 de ellos ganaron sus respectivos grupos y el mejor del mundial fue el uruguayo Diego Forlán) como por el estilo propio que mostraron en la competencia. Uruguay, fiel a su garra y con interesantes innovaciones desde lo táctico y lo estrátegico; Brasil, otra vez temido debido a su fútbol eficaz no exento de alegría y marcados gestos técnicos; Argentina, con un esquema ambicioso y un sentido de pertenencia ocluido en el tiempo que cosechó elogios; Paraguay, impensado ganador de su grupo a partir de su fútbol asentado en el despliegue físico, la marca tenaz y la intensidad que le permitieron alcanzar una posición histórica; y Chile, por las convicciones de un entrenador que produjo cambios significativos en el futbolista trasandino. América del Sur, en consecuencia, dejó su marca en el mundial e irá por su revancha en Brasil 2014, ese torneo en el cual los europeos descubrirán nuevas cualidades sudamericanas entre playas y morros.



El trono vacante. El lugar dejado por Maradona, en 1986, sigue vacante, ni siquiera las grandes figuras actuales, pomposamente publicitadas, lograron redondear una buena tarea. Un buen ejemplo fueron las intermitentes y deficitarias prestaciones de Messi, Cristiano Ronaldo y Kaká, tres jugadores capaces de sobresalir que terminaron en la intrascendencia y muy lejos de integrar el once ideal que elige la FIFA finalizado el campeonato. Cristiano Ronaldo, en ese marco, se lleva el primer premio al fracaso debido al egoísimo al que nos tiene habituados, a su nula aparición en momentos vitales del juego y a errores conceptuales no siempre señalados como la obtusa tendencia a insistir con maniobras improductivas  y recursivas fallas en la definición.
Por lo demás, Sudáfrica 2010 mostró a futbolistas interesantes, entre ellos Xavi, Iniesta, Villa, Robben, Sneijder, Forlan, Schweinsteiger y Ozil -por citar algunos-, quienes se asemejan a Maradona lo mismo que Matías Pérez García a Messi.





Elizondo, cada día más grande. La Copa del Mundo estuvo signada por malos arbitrajes que minimizan, en buena medida, las copiosas críticas que reciben los árbitros argentinos en el campeonato local. Tres episodios ejemplifican el pobre desempeño del tipo de referato que promueve la FIFA: el grosero error del uruguayo Jorge Larrionda al no sancionar el gol de Frank Lampard en Inglaterra-Alemania, el tanto de Carlos Tévez mal convalidado por el italiano Roberto Rosetti, y el bochornoso arbitraje del inglés Howard Webb en la final al omitir un claro penal para España, dos rojas a jugadores holandeses y un corner no pitado en favor de Holanda que derivó, nada menos, en el tanto que consagró al campeón.
De este modo, la actuación de Horacio Elizondo cobra mayor importancia a raíz de su brillante rendimiento hace cuatro años y de la actuación con altibajos de su compatriota Héctor Baldassi, responsable de arbitrar 4 juegos. El  desglose es el siguiente: bien en Serbia-Ghana y Holanda-Japón, correcto en Suiza-Honduras y flojo en España-Portugal. Al margen de no haber sido considerado para las instancias finales, al cordobés le hubiese alcanzado para dirigir el encuentro definitorio con otros recursos a los del británico Webb. La FIFA no quiso.


Asia y África: mediocridad y decepción. Se esperaba algo más de los africanos teniendo en cuenta la localía y la jerarquía de algunos jugadores (Drogba y Eto, por ejemplo). Sin embargo el balance final marcó un visible retroceso en el juego de los africanos, muchos de ellos sometidos a la rigurosidad táctica impuesta por los entrenadores extranjeros, desestimando la frescura, el atrevimiento y esa rara habilidad instituida en el ADN de sus futbolistas. Un caso aparte fue Ghana que, aún con ciertos atributos interesantes, no parece la excepción en un torneo que reportó datos elocuentes: un solo representante en segunda ronda y temprana eliminación del dueño de casa, algo inédito en la trayectoria del torneo.
Tampoco los asiáticos exhibieron grandes luces, si bien podrían exponer entre los atenuantes no haber sido locales y sufrir avatares propios del juego como ocurrió en Corea del Sur-Uruguay, un partido donde los coreanos dispusieron de varias oportunidades para arribar a cuartos, y en Japón-Paraguay, que se definió por penales en favor del cuadro guaraní. De cualquier manera, los representantes de África y Asia, en su mayoría, no escaparon de la mediocridad, posiblemente influidos por tácticas y modelos organizativos mal copiados y peor implementados provenientes de Europa, y por viejos estigmas íntimamente enlazados con su raquítica historia futbolera en mundiales.



Termina aquí este apretado resumen destinado a resaltar aspectos relevantes del mundial que se fue. La seguimos en breve. Hora de volver a la realidad.

No hay comentarios.: