viernes, julio 02, 2010

CUARTOS DE FINAL // De pie


Epílogo para las ilusiones brasileñas de lograr lo que sería un abuso para organizadores y públicos de las otras naciones del mundo: conseguir el hexacampeonato de su historia en un continente que debuta en la competencia, como Asia en 2002,  y a 4 años de cobijar por segunda vez a este torneo para el cual proyecta otro desenlace que el sufrido en 1950.

Perdió Brasil y se va de Sudáfrica 2010 en un partido atípico, emotivo de principio a fin, definitivamente injusto en el resultado. Porque lo del primer tiempo del cuadro verdamarelho rozó la perfección, robándole el balón a los holandeses -su mejor arma-, con un esquema ofensivo orientado a conseguir rápidamente la ventaja a partir de un mediocampo rápido y firme comandado por Dani Alves y Gilberto Silva, un delantero atento, Robinho, y un lateral que dejó una marca en el actual certamen: Maicon. Fue tan contundente lo del seleccionado de Dunga que pareció, en determinado momento, un duelo sin equivalencias: de un lado el despliegue de un fútbol lujoso, preciso y cohesionado sostenido con aplomo e inteligencia, del otro la aceptación resignada de la inferioridad y la falta de experiencia. Mereció más Brasil en esa etapa que terminó entre comprensibles muestras de conformidad entre los sudamericanos y visibles gestos de preocupación en los europeos.



El segundo tiempo, impensadamente, modificó el escenario tras la accidentada salida del arquero Julio César que derivó en el empate del conjunto de Van Marwijk. Un error que desmoronó a la verdeamarelha, lo llenó de temores y permitió, al mismo tiempo, que Holanda mostrara algunas de sus cualidades de otros partidos: fluida circulación del balón, convicción para ir por más y desequilibrio en sus dos figuras, Arjen Robben y Wesley Sneijder. Precisamente el jugador del Inter concretó el gol decisivo luego de dos cabezazos en el área que terminaron, paradójicamente, con ciertos mitos instituidos en la agenda de algunos medios dado que Brasil no pierde por especular o ser austero en su propuesta. Pierde, en todo caso, a raíz de un componente fundamental de este juego: el psicológico. Y pierde, además, sin ser menos que su rival ya que hizo suficientes méritos para aumentar el resultado en la etapa inicial.

Cosas del fútbol y de sus imprevisibles desarrollos. Se va de la competencia el conjunto de Dunga, entrenador que padecerá el escarnio mediático tras una derrota no esperada y un desempeño que poco tuvo que ver con el de Alemania 2006. Aquí Brasil fue Brasil, un rival de indudable jerarquía y temido, muy temido, por buena parte de un mundo que hoy celebra su resonante, sorpresiva y dolorosa caída. Eso se llama grandeza.

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