domingo, mayo 09, 2010

PRIMERA DIVISIÓN // Yo, Argentinos


Argentinos Juniors vivió una tarde de reencuentros en sus tribunas coloridas y repletas de simpatizantes con edades diversas. Allí estaban los hinchas más grandes celebrando con voz ronca un triunfo épico ante Independiente, desbordados por la alegría, sumergidos en la multitud y entregados a la euforia de un día nuevamente feliz, aunque sin olvidar -probablemente- otras escenas de gloria y otros momentos de sosiego a lo largo de sus 105 años de trayectoria. Por ejemplo, uno muy doloroso: la transitoria clausura del Viejo Tifón de Boyacá enclavado en el corazón de la Paternal, el barrio de origen, la referencia primera de una institución que supo inspirarse en sus inicios en gestas heroicas como la de los Mártires de Chicago, aquellos obreros anarquistas asesinados un 1ero de mayo en Estados Unidos por exigir jornadas laborales de 8 horas.

No casualmente este deporte debe buena parte de su encanto a los relatos orales y a las memorias escritas donde la tradición asume contornos primordiales. Por eso ayer, en La Paternal, sobresalió también el grito emocionado de jóvenes que oyeron las historias de un cuadro que puso de rodillas a la Juventus de Platini, que inscribió dos estrellas en la biografía nacional y una en el ámbito continental, que dejó una huella en el juego con su cantera lustrosa e inagotable, que levantó los cimientos de un nuevo estadio en el mismo barrio y en el mismo espacio y que, para cerrar una parábola de hechos destacados, vuelve a los primeros planos de la mano de un prócer de la casa como el Bichi Borgui, auténtico globetrotter de Argentinos debido a su estampa de jugador talentoso y desequilibrante. Ellos, los jóvenes, ahora saben de qué tratan aquellos relatos ajados por el tiempo, pero presentes en el anecdotario de un club que cobija ilusiones colectivas.

Sin embargo no solo los hinchas del Bicho disfrutaron de una jornada cuyos ecos perdurarán por largo tiempo. El fútbol, siempre emocionante y contradictorio, siempre cautivo de intereses y componendas, le entregó al gran público una tarde dramática y especial, de esas que quedan en la memoria de los hinchas y lo reconcilia con sus orígenes donde todos, en mayor o menor medida, éramos inocentes, menos sarcásticos, más sanos como espectadores apasionados de equipos, jugadores, estadísticas, cantitos de tribuna. Cada tanto ocurre este retorno a las raíces que, por un rato, deja en suspenso las sospechas, las rivalidades nocivas, las insidias mediáticas. Y se celebra, claro, al margen de los vencedores de turno.

De este modo, y lejos de minimizar la disputa, no hay certezas de que este Argentinos de la humildad y el coraje sea campeón, pero sí florece una certeza compartida, un sueño de muchos: la liga argentina será más noble y más transparente cuando dos conjuntos como Estudiantes y el Bicho dedican sus mejores notas a reivindicar una estirpe, aceptan que en un juego se gana y se pierde, y reconocen virtudes propias y ajenas. Los dos mostraron atributos interesantísimos a lo largo de un torneo que merecen ganar y nadie les retaceará elogios, independientemente del resultado final. Sería saludable, en consecuencia, que los protagonistas, en la fecha de cierre, transmitan un mensaje a tono con una definición que atrapó a los aficionados por el juego y centren sus prioridades en finalizar el certamen con grandeza, algo que les sobra de acuerdo con lo mostrado en el "verde césped", casualmente o no, denominación que remite a un personaje identificado con Argentinos, Ángel Labruna.

De acá

También es oportuno evaluar un torneo como el nuestro, habitualmente analizado desde sus variables críticas -reales, desde luego- que oscurecen otras lecturas posibles. Por caso, actualmente Argentina presenta un campeonato parejo y muy disputado, con partidos buenos o muy malos, con clubes que se esfuerzan para exhibir su campo de juego en las mejores condiciones, continúan con las obras y persisten en una premisa esencial: la de afirmarse en el concepto de que estas entidades son una construcción social de muchos años cuyas decisiones no pueden tomarse de espaldas a los asociados y al público. A veces ocurre lo contrario, por supuesto, pero a la larga reaparecen aquellos que creen que un club es un espacio de pertenencia y no una mesa para tramar negocios. Esta definición entre Estudiantes y Argentinos consagra la tarea silenciosa de quienes apuestan al trabajo de base, a la coherencia y a un proyecto despojado de actores externos que propician acuerdos usureros.

Así, y como se dijo desde este sitio, conviene reponer un estudio comparativo dado que semana a semana aparecen nuevas evidencias capaces de enorgullecer en otro ítem al futbol argentino, posiblemente menor para algunos, discutible para otros, pero con cierto fundamento para interpelar al enunciado "se emparejó todo para abajo". En la liga de España, un certamen seguido con atención por estas latitudes, se consagrará la semana próxima el Barcelona de Messi y lo secundará el Real Madrid de Cristiano Ronaldo con los siguientes números: entre el primero y el noveno median casi 50 puntos de distancia. Distinto sucede en Argentina si se toma como parámetro toda la temporada: 20 unidades separan a Argentinos Juniors y Banfield, los primeros, de Godoy Cruz, el noveno. Los imponentes escenarios, la jerarquía de las estrellas, la competencia entre dos muy poderosos que relegan las ilusiones del resto no bastan, por tanto, para ponderar la calidad de un certamen al que se le atribuyen elogios que, en muchos casos, parecen desmedidos. ¿El poder del dinero justifica todo, incluso la falta de competencia en torneos donde participan 20 equipos? ¿Por qué no cortan por lo sano y el Barcelona y el Real Madrid dirimen la liga entre ellos, con un fixture que incluya 38 clásicos, 19 en el Bernabeu y 19 en el Camp Nou? Si los dirigentes de nuestro país entendieran que el campeonato largo no atenta contra la emoción y la paridad, las alusiones positivas a España y otras ligas europeas menguarían bastante.

Es cierto que las culturas y los contextos son diferentes, que la organización de los torneos en el país ibérico tiene otras características. Pero un elemento central que explica la popularidad de este juego radica en que exista una oportunidad para todos, sin distinciones de ningún tipo ni aspiraciones recortadas de antemano. Lo saben Lanús y Banfield, entidades que se sumaron a la lista de campeones locales, y también Argentinos, el club de un barrio perdido de Buenos Aires que disfruta un presente soñado para el cual trabajó con su historia y sus recursos disponibles, con la convicción de procurar un regreso a la elite al contratar a Borgui, emparejando el torneo hacia arriba. Allí donde grandes y jóvenes, en el rojo de la tarde, hoy se miran y se reconocen mutuamente.

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