lunes, abril 18, 2011

ALL BOYS // Un tal Pepe


José Romero, la figura futbolística más importante de All Boys desde su fundación, cumplió la semana pasada 4 años al frente del equipo blanco y negro. Toda una rareza para un ambiente propenso a cambiar entrenadores con fruición y discontinuar proyectos que recién amanecen, a veces mal concebidos desde su gestación, la gran mayoría abortados debido a malos resultados circunstanciales. La plaqueta entregada por el presidente Roberto Bugallo a Romero en la antesala del encuentro con Huracán es, por tanto, una nota destacable dado que si bien es cierto que la perdurabilidad de Pepe en el cargo aluden a los buenos resultados obtenidos (dos ascensos), influye y mucho la paciencia de la comisión directiva ante rachas adversas, moneda corriente en un club de las características de All Boys. Recordemos, sin ir más lejos, las 5 derrotas consecutivas en la temporada 2009/2010, momento con olor a ciclo cumplido y agotado teniendo en cuenta la ubicación del equipo en puestos de promoción para no descender. Los dirigentes, con buen tino y valentía, advirtieron la carencia de un plan alternativo mejor y sostuvieron al entrenador que aportó a conseguir un logro trascendente: salir de ese escarnio deportivo llamado B Metropolitana.

Retornando al pasado, del cual nadie puede evadirse pese a los discursos de falsa concordia que solemos escuchar, en 2006 All Boys era un club sumido en serios problemas económicos expresados en la impotencia de no abandonar una categoría que le enrostraba limitaciones, errores propios continuos  y pesadillas de las más diversas. Tras el descenso en 2001, estuvo cerca de subir dos años después (perdió la promoción con El Porvenir) conforme la divisional sumaba clubes de envergadura, se agudizaban conflictos internos y el rival de siempre, Nueva Chicago, atravesaba una etapa de éxitos con impacto mediático en la Primera División. En ese marco el arribo de Romero, acompañado de otras buenas decisiones del presidente Roberto Bugallo, resultó determinante para modificar el rumbo, habída cuenta de que volvía a la institución un hombre querido y conocedor de los anhelos de los hinchas (él mismo sufría aquel desvariado presente desde la platea baja de la calle Mercedes), munido de una premisa noble y sensata : trabajar con humildad en base a objetivos ambiciosos. Humildad que distingue hasta hoy a Romero, un tipo modesto y trabajador, sensible frente a cuestionamientos de una hinchada severa y fiel que hoy le rinde elogios y ya no podrá caerle encima en caso de retornar al ascenso. Razones, dos: por un lado, ya se dijo aunque conviene reiterar que los éxitos y fracasos surgen de un colectivo y no de un iluminado que trae un manual de verdades, por otro, observar a All Boys en Primera División con uno de sus referentes historicos produce alegría, mucha alegría. Como si se tratara de un sueño largo e inesperado, placentero, no exento de interrupciones que, acaso, sugieran su final. Porque los sueños placenteros, como las pesadillas, algun día terminan.



Además del reconocimiento a su entrenador, el partido con Huracán tuvo otras emociones e incidencias que lo tornaron especial. Con decisión y buenos pasajes de fútbol, All Boys produjo su mejor rendimiento de 2011 no solo por haber convertido idéntica cantidad de goles a los que tenía en un solo partido (3) sino por la cantidad de aproximaciones de riesgo al arco rival, la recuperación futbolística de Ariel Zárate -un líder con miserias y aspectos positivos-, el auspicioso debut del juvenil Víctor David López y los esperados goles de su millonario fichaje de la temporada. Sobre Fabbiani, justamente, recayeron grandes elogios, justos debido a su tarea originada en su mejor estado físico (el periodista Sebastián Varela Del Río informó con precisión acerca del trabajo que venía realizando con el Doctor Ravenna) y desmedidas cuando se analiza su desempeño en función de un (!) partido. Ni hablemos de quienes subrayan la condición de jugador "distinto", aunque la expresión cuadra si remite a las licencias que suele/solía tomarse con goce de sueldo, indudablemente un privilegio de pocos.

No obstante, ojalá sea el comienzo de una nueva etapa de Fabbiani en All Boys, indepedientemente de si completa o no los '90 minutos. Agustín Torassa, como se vio ante Huracán, logró ensamblar con Zárate y Gigliotti, dos conocidos para Agustín, lo cual constituye una saludable alternativa o primera opción, depende de la elección de Romero. Lo cierto, de cualquier manera, es que se observa una mejoría materializada en buenos resultados, el factor prioritario de esta actualidad que, de acuerdo con el difícil desafío por delante, no admite defecciones ni licencias. Tampoco improvisaciones o apelar a soluciones mágicas de no proseguir la racha favorable. Su técnico emblema, que pregona con el ejemplo, obliga a caer en un lugar común, conformista seguramente pero que se ajusta a este ciclo de sueños y realidades inconclusas. El camino es más importante que la llegada. Transitarlo con Romero supone la reivindicación de una historia, no precisamente nutrida del brillo de la fama.

P.P.

2 comentarios:

Seba Ray dijo...

¿Que tenemos que hacer los que no queremos a Fabbiani en All Boys?
Si Ogro va a ser este contra Huracan, o el que jugo contra River o Velez. Me lo quedo.

Y me parece que parte de la solucion viene de la misma forma que jugamos la B nacional y subimos: jugar con dos nº9.
Gigliotti ya hizo mas meritos que Matos para ser titular. Con otro 9 "alla" Campodonico/Fabbiani (de esos que saben aguantarla y meter cambios de frente o pases de primera al vacio para que pique Emanuel) el ataque del albo va a
sumar mucho.
Ya no me como el chamuyo que Matos no hace nada "porque esta solo" porque a Gigliotti cuando esta solo corre por todos lados y busca los espacios para que le llegue la pelota.

Y celebro la buenisimas apariciones en el ST de Torassa contra Tigre y contra Huracan.

Y voy a repetir esto hasta convencerte Pablo: Barrientos es el mejor jugador que incorporo All Boys.

Saludos

TPP dijo...

Gracias por escribir Seba.
Disiento con lo de los dos 9: sin Pérez García, el único con capacidad de desequilibrio en el mano a mano es Agustín.
Con Barrientos influye la sombra de Stefanatto, el mejor 5 que vi en All Boys.

Abrazo.