domingo, enero 04, 2009

Desagravio


Luego del flojo semestre millonario, el próximo certamen para la entidad de Nuñez viene con algunas pocas certezas. Una de ellas es la salida de Eduardo Tuzzio, amo y señor de la zaga de River durante cinco años. No más pifias en la puerta del área, pases erróneos al eventual compañero de retaguardia, pelotazos a la San Martín baja, traiciones amorosas, rostros incrédulos, amarillas tontas, rojas tontas, agresiones a cronistas, etc. Hablamos, claro, del Tuzzio post Amelli, otro líder de la zaga, otro caudillo célebre, un héroe incompleto cuyo destino futbolero se evaporó rápido, como los amores de otoño o la embriaguez de un título. Sin embargo, salgamos rápido de las últimas imagenes de Tuzzio para evaluarlo a lo largo de un ciclo. Allí, posiblemente, encontremos más y mejores recuerdos; tranco elegante y con buen gusto, aptitud para el cabezazo defensivo y para el cabezazo goleador, cierto coraje, timming en busca de convertirse en un expeditivo defensor y, especialmente, regularidad. La constancia fue otra de las importantes cualidades del ex central que nos deja, en suma, la alegría de unos cuantos goles importantes, unos cuantos quites heroicos y la certeza de que, como pasa con todos los players en la era Aguilar, merecía irse con la intransferible y placentera sensación de que una banda roja, por muchos años, le atravesó el pecho.

1 comentario:

Anónimo dijo...

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