Pálidos

En una nueva jornada del torneo estival, River y Racing protagonizaron un partido digno del certamen: pelotazos al vacío (al vacío existencial),enjundia estéril, Tortugas y Rissos Patrones, adoquines y (nada) de potrero. A esta altura, huelga reponer la evidencia de un equívoco: no es excusa "el exigente trabajo físico" para ver estos mamarrachachos televisados. ¿No sería conveniente asomarse a las playas detrás del faro y televisar un match indudablemente más emotivo, con un mínimo de tres gambetas garantizadas, una combinación de al menos cuatro toques y una cuota de incertidumbre superior? Podría ser una buena prueba de pretemporada: torneos de fútbol playa, con los cinco grandes, y tribunas que Daniel Scioli sabrá construir: modernas, confortables, envidia de brasileños.
Este largo paréntisis procura no referirse a quien nos ocupa, River, luego de una igualdad preocupante ante Racing b. Coincidemente, River también parece un equipo b y acaso esa certeza es la que promueve un análisis idéntico al del último año. ¿Quién/quiénes faltaban en el once inicial de ayer? A ver, y siempre forzando el ojo, Quiroga (¿es titular?), Ojeda (Vega es claramente superior) y Ponzio (sic). Es decir, no falta nadie. Lo que vimos ayer, en consecuencia, excede a un partido de coyuntura y sugiere que River, hoy, con nuevo técnico y sin ningún refuerzo, depende de un auténtico milagro para sortear críticas, halles,bocinazos, barras, escraches, papadas en los sueños.
Y acaso algo peor en el horizonte: ahuyentar a una hinchada que se sostiene desde la fidelidad pero que no firmó ningún contrato sobre estoicismos y abnegaciones. En eso, precisamente, River y Racing comparten un mosaico de ideales, jugadores y buenos tiempos, pero se diferencian en su matriz constitutiva. No son iguales porque sus historias y sus recorridos durante más de 100 años de historia difieren en todo. River no puede hacerse Racing y viceversa. Aunque la imagen actual, empecinada, los muestra demasiado semejantes.