domingo, octubre 23, 2011

FÚTBOL ESPAÑOL // Así gana el Madrid



La Liga Española, desde hace algunos, dejó de ser un torneo abierto, estimulante y equitativo para convertirse en una competencia entre dos clubes-empresa vigorosos, de linaje, respaldados por proyectos deportivos dísímiles cuya única coincidencia, importante si la hay, remite a su poderío económico. Barcelona y Real Madrid, de ellos se trata, protagonizan un duelo que no admite ni podría admitir la presencia de otros equipos en la disputa, debido a intereses de marketing, pero fundamentalmente a raíz de las enormes distancias que los separan del resto en cuanto a planteles, presupuestos, estructuras y objetivos en torno de ratificar o inaugurar liderazgos.

Ocluidos los interrogantes sobre un torneo de previsibles ganadores, signado por la lógica y la disparidad, el atractivo radica -una vez más- en cuál de los dos gigantes se quedará con la Liga. Y esta temporada, a diferencia de las anteriores donde el Barcelona se reveló rotundo e infranqueable, se vislumbra cerrada en su definición a raíz del gran equipo diseñado por Mourinho en el Real Madrid, candidato nuevamente a retornar al centro de la escena en base a un equipo contundente, sólido y, mal que le pese a muchos, vistoso. No casualmente marcó 28 goles en 8 partidos, dos más que el Barcelona, y exhibe un poder de fuego demoledor a partir de un póker de estrellas variado, algunas de ellas en altísimo nivel: Cristiano Ronaldo, Higuaín, Kaká, Benzema, Ozil. Pero lo que torna favorito al cuadro merengue, además del desnivel que producen sus figuras, es la mística de conjunto inculcada por Mou, severo en sus modos desde ya, aunque inteligente para tocarles el orgullo a sus dirigidos tras acumular una serie de deshonras, y apostar a un esquema agresivo, consciente de las exigencias y las expectativas de un público ilusionado con revivir épocas de gloria.

El entrenador portugués, justamente, es mirado con recelo en Argentina por algunos sectores periodísticos, ya que le adjudican pragmatismo en sus planteos, sazonados con cuestionamientos sobre su alto perfil, sus desmesuras y supuestas mañas. También, claro, la crítica a Mou se ciñe, indirectamente, al juego deslumbrante del Barcelona de Messi, la verdad revelada del fútbol para muchos de sus defensores, aparentemente incapaz de caer en artimañas o tropelías tendientes a obtener el triunfo. Sin embargo,y a modo de ejemplo, la semifinal de la Copa de Campeones de 2010 entre merengues y culés mostró que hasta el más impoluto y generoso con el espectáculo, de acuerdo con los dictámenes de esa prensa dueña del gusto de todos, no escapa del exitismo y las tretas. Repasando: Pep Guardiola sembró sospechas sobre el arbitraje, en un claro gesto exculpatorio de cara al duelo definitorio, al tiempo que condicionante en torno de los movimientos del juez. O un año antes, en la Champions 2009, donde previo a la segunda semifinal entre el Barcelona de Guardiola y el Inter de Mourinho, Piqué -jugador blaugrana- declaró amenzante: "Los jugadores del Inter se arrepentirán de ser futbolistas durante los 90 minutos". Lo cual supone, al menos desde una lectura no regida por juicios preconcebidos, que la historia de buenos y malos no explica un fenómeno complejo, contradictorio, lleno de discusiones y con márgenes difusos para postular una única ética -o al menos su carácter irreductible según la lente con que se mire-como es el fútbol.



En el libro del periodista Sandro Modeo, Jose Mourinho. El entrenador alienígena, se formulan algunos comentarios sobre los principios, las conductas, los encorsetamientos y los caminos para llegar al éxito en este deporte -como decía el ensayista y escritor Nicolás Casullo- "que reúne la industria cultural con la cultural popular", y donde "desgraciadamente no pueden encontrarse ya por separado". Dice Modeo en un tramo de la obra: "A Mourinho le horroriza tanto el aburrimiento, la repetitividad inerte, la pobreza constructiva de la no comunicación futbolística que prefiere el estruendo, la invención, la transgresión, todo lo que constituya algo, en vez no tanto del vacío como de la nada (..) El sermón contra la "prostitución intelectual", los enfrentamientos dialécticos con Rainieri y con muchos otros colegas, las ocurrencias metafóricas (el "ruido de los enemigos"), los eslóganes pop ("los cero títulos") convergen en un rechazo sistemático de bajar el tono entendido como aquiescencia a la norma castradora, como si fuera una apatía camuflada de sabiduría. Mourinho algunas veces puede errar, incluso descarrilar, pero su constante invitación a la transparencia del enfrentamiento es una invitación implícita a ver a contraluz precisamente la alternativa humillante de esa nada: una nada, conforme y contigua a una hipocresía desidiosa y, en el fondo, silenciada".

No es para despreciar ni minimizar las voces que intentan incomodar, pese a los excesos y las posibles manías. Entre los grises que abruman en el fútbol y la vida acaso se trate de una virtud. Como este Real Madrid de Mou que habrá que tener en cuenta por su juego atrayente. Un desafío a las correcciones, las poses simuladas, el gusto, y la apropiación de determinada ética.

P.P.

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