martes, octubre 25, 2011

ALL BOYS // Batallar en la mediocridad



Hugo Barrientos, para muchos hinchas de All Boys, se ha convertido en un referente de este plantel, una pieza vital insustituible: por merecimientos propios y contigencias ajenas. No caben dudas de su liderazgo y de su presencia intimidante, esa capacidad para ocupar correctamente los espacios, ordenar a sus compañeros y frenar los impulsos rivales cuando persiste la tendencia de retroceder en el campo sin criterio ni estrategia. Argumentos que justifican su condición de hombre valorado en el club, ayudado por el retorno fallido de un futbolista nacido y criado en All Boys, Darío Stefanatto, de cuyo rendimiento actual sorprende la endeblez y ralentización de movimientos, junto con la desorientación para cumplir con una de los roles más importantes en un equipo: el de mediocampista central, el viejo 5 que, en Primera División, mutó al 23, al 37 o al 44.

Pero el ex Huracán padece de la intemperancia y de los excesos que conspiran, algunas veces, contra el cuadro de José Romero, además de conductas lindantes con la antideportividad, como ocurrió ante Banfield, en el Apertura 2010 y algún otro encuentro previo al recordado partido con Racing, a comienzos de año.Frente a Newell's, un adversario joven e inexperto, Barrientos volvió a padecer el síntoma de su inestabilidad al ser expulsado a los 15 del Primer Tiempo, con el agravante -repetimos- de que se trata de un jugador hoy clave y de que restaban 75 minutos por delante. Expulsión justa, cabe decir, pero que no exime de culpas al árbitro Ceballos, quien no obró del mismo modo con Ferracuti -por reiteración de faltas, alguna alevosa- y dejó pasar un claro penal en favor de All Boys. En ese sentido, se comprende el fastidio de la gente con el juez y sobre todo con la AFA, entidad que parece mortificada con el cuadro de Floresta ni bien se repasa la cadena de errores que perjudicaron al equipo. ¿Razones? Difícil saberlo, como cada movimiento que ocurre en esa institución que el Gobierno Nacional debería intervenir y refundarla con dirigentes idóneos y honestos, pese a cualquier costo deportivo que deba pagarse.

Sería necio, de todos modos, explicar este presente en promoción solo desde fallos arbitrales adversos. Porque a las equivocaciones groseras de los jugadores (hoy Barrientos y Quiroga, ayer Quiroga, Stefanatto y Vella, por citar algunos nombres) se suma un hecho notorio: All Boys casi nunca juega bien, lo cual torna imposible salir de la zona de peligro y enderezar el rumbo. Y no produce buenas actuaciones porque no abundan futbolistas de jerarquía y se revela un fracaso, aunque suene fuerte la expresión, del proyecto diseñado para la actual temporada: improvisado, con estimaciones apresuradas sobre las unidades a conseguir y estrecho en objetivos para esta oportunidad única en Primera División. Así, All Boys naufraga en la peor de las mediocridades, la de la impotencia y sus rendimientos casi calcados de partido a partido, tal como demuestra una campaña indecorosa que no registra triunfos de local (3 empates, 3 derrotas, todas ante competidores directos) y ve de cerca el fondo de la tabla (apenas 3 puntos lo distancian del último lugar).

Tampoco alcanza con la tenacidad y ocasionales destellos de rebeldía. Ante Newell's el cuadro de Romero dejó todo para llevarse la victoria en base a la garra de algunos jugadores pero ni de ese modo logró ganar. Situaciones que expresan las hondas carencias de un equipo al cual se le viene -como si fuera poco- un fixture empinado y de pronóstico nebuloso. Primero con San Lorenzo, adversario en la tabla de los promedios, en condición de visitante, sin Pérez García y Barrientos, y con la experiencia fresca de Banfield, otro apremiado que salió a flote con All Boys. Después vendrán Independiente, exigido tras sucesivos traspiés, y San Martín de San Juan, en la región cuyana. Huelga abundar en las dificultades que conllevan esos dos duelos.

Los escenarios futuros, por tanto, dan para preocuparse cuando solo el esfuerzo y alguna situación fuera de libreto sostienen tenues ilusiones. Ya con la presunción instalada de que los agradecimientos por lo obtenido, justos y merecidos, en exceso puede redundar en rémora conformista. O peor: causante de estancamiento y retroceso.

P.P.

No hay comentarios.: