viernes, junio 03, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // El más apasionante del mundo


No fue hace mucho tiempo pero todavía resuenan los enunciados de un período felizmente concluido en agosto de 2009: "el mejor torneo, el más apasionante del mundo", se decía con indismiluble regocijo.. La sentencia, repetida hasta el hartazgo para una minoría de espectadores no siempre incautos, olvidaba la destrucción de los clubes, el ahogo financiero expresado en los balances, la injerencia de grupos económicos ungiendo negocios propios, las bravatas lumpenizadas del periodismo hegemónico. Y había una causa, claro, ya que quienes propagaban esa frase respondían al verdadero poder del fùtbol en aquel entonces, la sociedad  entre TSC-Grupo Clarín y la AFA. Sociedad cuyo daño calhó hondo en el medio futbolero, con su prensa obediente y sumisa, rudimentaria y autocelebrada, capaz de promover una organización tabicada en desmedro del público y el espectáculo.

Previsiblemente, rescindido el contrato con las empresas que detentaban los derechos televisivos, el enunciado fue atenuado para dar lugar, con matices, a cuestionamientos sobre lo mal que se juega, los dirigentes taimados y hasta los errores en las tranmisiones de los partidos por la Televisión Pública para más de 25 millones de personas, lo cual sugeriría la añoranza de un tiempo donde hubo un fùtbol serio, despojado de corrupciones y bien narrado. Es ahora el "sistema", aludido directa o indirectamente tras la reaparición del Estado, el que engendra un fútbol argentino arrumbado en sus ondulaciones intolerables, sintetizados con la expresión "Así estamos". Un cambio evidente en la línea editorial, indudablemente, pero con dos particularidades: por un lado, Julio Grondona ya no sigue siendo un personaje intocado para ese periodismo que -finalmente- también descubrió los lobbies encubiertos y las fallas profesionales de Marcelo Araujo, por otro, el cuestionamiento se sustenta en contornos reales dado que, es cierto, los partidos suelen ser discretos, no hay grandes figuras y el tráfico de intereses en la AFA sigue generando copiosos escándalos, amén de violencia legitimada por los medios de comunicación.

Lo curioso es que la carga de emotividad y el adjetivo "apasionante" para definir al torneo argentino perdura, algo que merecería destacarse con otros tonos y otras notas. Porque, ya se dijo aquí, lo parejo y competitivo de un torneo son dos valores que refuerzan su atractivo, mucho más cuando se piensan en las ligas de Europa, definidas las más importantes varias fechas antes, con los clubes tradicionales y poderosos en la disputa, sin margen para mayores sorpresas. Aquí, ya culminando el cuarto campeonato con el nuevo sistema de transmisiones televisivas, ocurre lo contrario habida cuenta de que hasta el más impensado -ayer Argentinos y Banfield, hoy Godoy Cruz, mañana Olimpo- tienen chances de salir campeón o ingresar en algún torneo internacional. Más democrático que esto, en fin, habrá que hurgar minuciosamente en otras partes del mundo.

 No se trata, da la sensación, de un detalle o de una casualidad. La apertura de la flamante etapa trajo renovadas expectativas y emociones. Que aún no tiene correlato en el juego, es pertinente decirlo. Ha sido mucho el daño derivado de ese convenio instituido a lo largo de 18 años y habría que pensar, lejos de conformarse o buscar excusas, que con la actual conducción del fútbol argentino resulta difícil esperar cambios radicales a corto plazo. Tal vez da para esto y poco más, razón por la cual el Estado debería hacer su aporte para mejorar estructuras obsoletas, viciadas de sospechas y componendas, decididamente perjudiciales cuando se advierten las implicancias culturales del fútbol en este país. Sin embargo, y al margen de esa organización,están las excepciones conocidas. Allí aparecen Vélez y Lanús en busca de un campeonato que merecen y que honraría, cualquiera de ellos lo logre, a nuestro vapuleado fùtbol.

Dos clubes que entregaron no solo un emotivo y bien jugado partido cuando se enfrentaron en la fecha 14, sino también una señal de que es posible disfrutar y aplaudir lo nuestro sin mirar los espejitos de colores que llegan de afuera. Paraísos de lo irreal donde los emocionados, los civilizados dignos de encomio, los dueños del buen gusto, seguramente desconocen los esfuerzos y las pasiones que se le dispensan al fútbol en esta tierra donde, a cada minuto, nace un crack.

P.P.

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