sábado, junio 23, 2007

Olor a Boca

"Cuando no salen campeón/ esas tribunas están vacías..."




Con una actuación descomunal de Juan Román Riquelme, el último enganche según los voceros del monopolio infame, Boca acreditó un nuevo título continental. La sexta Libertadores, cuarto de la gestión Macri-Pompillo, lo catapulta como uno de los más ganadores del mundo.¿Razones de la nueva conquista? Principalmente dos: oficio de sus players y una buena dósis de fortuna. Repasando el camino a Gremio, se destaca la fortaleza para contener a un Vélez rabioso, presencia para ganar en Paraguay y picardía para sepultar los enigmas traídos por el simpático Cúcuta.También, la mística de un club acostumbrado a la épica copera y esa ayuda externa que aportan los medios y sus mensajes intencionados (recordar portada de Olé comparando al Libertad d Léoz con el Arsenal grondoniano).Claro que hubo una figura insoslayable aunque polémica. Riquelme jerarquizó a un plantel disminuido tras el éxodo de Gago e Insúa, sumido en confusiones luego del tricampeonato fallido y acéfalo de líderes. Sin exageraciones, el aporte del jugador del Villareal fue la clave del éxito, amén de una plantilla generosa y, sobre todo, poderosa.Pero en el implacable fútbol moderno, hay defecciones que se pagan y mucho. Ser multicampeón en Boca o protagonizar una epoyeya en el modesto Estudiantes, no alcanza para atenuar los dolores de una épica mayor.

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