viernes, agosto 05, 2011

PRIMERA DIVISIÓN // La finitud





La temporada que comienza viene con la signo de la novedad y de la incertidumbre tras decretarse el descenso de River, un 26 de junio de 2011 gozoso, caótico, para muchos imposible de asimilar. Será distinto el torneo, indudablemente, porque la ausencia deja un vacío inmenso de acuerdo con la cultura futbolera de un país donde River nutrió buena parte de su poderoso influjo sobre la base de equipos brillantes, pasiones que se ramificaron a lo largo del país, hechos y sucesos que lo depositaron en el lugar de los elegidos. Lejos de tratarse de algo inédito en el fútbol argentino, el derrumbe millonario impacta de lleno en el ambiente debido a la magnitud de la caída. No es lo mismo San Lorenzo y Racing, los otros dos clubes que sufrieron tormentos semejantes, que River, lo cual de ningún modo implica comparar aspectos ligados con la grandeza de los tres, pero si consignar un dato fuerte: acá el descendido es uno de los clubes con más adhesiones, el de más títulos, aquel que no podía irse a la B porque trazos de su identidad se cimentaron en el triunfo permanente, en el orgullo de ser el mejor, en la distinción que otorga saberse destinado a nuevas escalas de dicha.

Se presume, en consecuencia, un campeonato diferente sin el cuadro de Nuñez, atípico de solo observar que no habrá superclásicos en la temporada y la atención se desplazará como nunca antes al certamen de la B Nacional, aunque con un dato adicional relevante que lo torna aún más particular: el descenso de River implica también que ya no hay garantías para nadie. Como si se tratara de la caída de un gran relato -y de un mito-,lo sucedido en el torneo anterior sugiere que lo peor y lo mejor puede pasar,decartados los reaseguros de una supuesta invulnerabilidad, amén de arreglos oscuros que, hoy, parecen difíciles de consumarse dada los crecientes dispositivos comunicacionales y un enunciado que ahora forma parte del pasado: "Boca y River nunca se van a ir a la B". Esto supone más transparencia -más allá de los contornos del descenso del cuadro millonario-, pero también una importante cuota de intranquilidad. La única garantía es que no hay garantías para ningún club, se llame como se llame.

En ese escenario de incertidumbres, constituye un desafío saber cómo reaccionarán los grandes, especialmente 3 de ellos situados en una incómoda posición en la tabla de los promedios, no solo en lo que respecta al plano deportivo e institucional, sino también a cómo metabolizarán la ausencia de River y enfrentarán la avanzada de los cuadros denominados chicos, protagonistas en los últimos campeonatos. Es de esperar que la traumática experiencia de River los habrá alertado sobre el probable desenlace cuando se hace todo mal y no hay apelación posible en torno de un relato arcádico que insinuaba inmunidad para los grandes. También esos clubes, da la sensación,posiblemente hayan tomado nota de sus propias experiencias, con dirigencias fallidas y magros resultados. Racing hace 10 años que no sale campeón, San Lorenzo 4, Independiente 9, Boca dejó de participar de torneos internacionales, su bandera de orgullo. Tiempo suficiente para volver a los primeros planos, sin River en el horizonte de adversarios a vencer.


Razones, entonces, de un campeonato inédito, particular, con atractivos diferentes y en el cual los elegidos deberán afrontar todo el peso de la condición que se les adjudica. Por lo demás, será imposible no pensar cada fecha, cada partido, cada minuto en la ausencia de River. Demasiado nombre para contemplar una temporada como cualquier otra cuando, por fin, llegó la hora de aprender que los ciclos terminan y los predestinados a la gloria un día descienden. Como cualquier mortal.

P.P.

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