miércoles, julio 27, 2011

FÚTBOL ARGENTINO // Autosabotearse



La irrupción de Fútbol para Todos, hace casi 2 años, suscitó polémicas diversas y mucho revuelo en el ambiente político-deportivo dado que aquella iniciativa, al reponer un derecho de los ciudadanos, limaba el poder de uno de los grupos económicos del país. Recordemos: la transmisiones gratuitas del fútbol por canales abiertos, además de consagrar un servicio, afectó importantes intereses de uno de los socios de la AFA durante largos 18 años, la sociedad TSC-Trisa-Grupo Clarín. No obstante, campeaba un clima auspicioso al terminar con un estafa que dejó -como advertimos hoy- profundas secuelas en el deporte más popular de los argentinos en todos los órdenes: en el organizativo, en el comunicacional, pero más importante aún, en el simbólico. Porque el discurso del monopolio deportivo, con su extendida de red de medios, ocultó el tráfico de negocios urdidos a espaldas de los hinchas y nos atravesó a todos, se adhirió al cuerpo de periodistas, jugadores, entrenadores, dirigentes e hinchas, sobre la base de dispositivos que abarcan lenguajes, conductas, modos de analizar el fútbol.

He ahí un saludable intento que, desde luego, demanda mucho tiempo revertir. Fueron años de absorber un discurso único, cerrado sobre sí mismo, imposible de desmontar dada la prohibición de voces críticas en sus medios dominantes, con excepción de Victor Hugo Morales y un pequeño grupo de periodistas. Lo cierto es que, conforme pasaron las primeras escaramuzas, el llamado Nuevo Orden del Fútbol argentino fue ganando amplios con consensos debido a su acceso (más de 26 millones ven fútbol en Argentina), aunque quedaban aspectos por corregir con miras a una segunda etapa, justamente el enfoque periodístico, con Marcelo Araujo a la cabeza, y la renovación en el seno de la AFA, una tarea que compete no solo al Estado -el nuevo socio- sino también a los dirigentes de los clubes, con respaldo suficiente ahora para terminar con una conducción contaminada desde su raíz, cuyo exponente obsceno es Julio Grondona. Lo dijo Norberto Verea: "el verdadero Fútbol para Todos es, también, terminar con Grondona, su prensa obsecuente, las barras bravas que supo engendrar".

Contrariamente a lo esperado, la AFA -con aparente anuencia o explícita recomendación del Gobierno Nacional- promueve un proyecto disparatado al proponer un torneo de 38 equipos, del cual no se tienen precisiones, salvo algunos breves apuntes que conviene consignar. Por un lado, la reestructuración se liga invariablemente con el inédito descenso de River y la actualidad desvariada del resto de los grandes, lo cual configura un castigo, un enorme castigo, para aquellas entidades sanas, bien administradas, que dan el ejemplo con su trabajo con juveniles, sus cuentas saneadas y la apuesta a un modelo social donde primero están los socios y los hinchas. Es decir, se castiga a quienes hicieron méritos de sobra para situarse en lo más alto del fútbol argentino en base a políticas de desarrollo concretas que, paradójicamente, sintonizan con varias medidas, enfoques, líneas discursivas del Gobierno Nacional. Una de ellas es la renovación de sus dirigentes, materia en la que Vélez y Lanús desde hace rato ofrecen el mejor ejemplo. La renovación dirigencial, debería saberlo al gobierno, abarca a la política en su conjunto, es decir a sindicatos, entidades sociales, asociaciones sin fines de lucro. De ahí que avalar la perpetuidad de Grondona sin sugerir, desde su condición de socio de la AFA, remover estructuras, exigir auditorías periódicas sobre el destino de fondos que le otorga el estado a los clubes, desmontar una red de negocios, y seguir la batalla cultural para que democratizar el fútbol no sea un enunciado hueco y vacío de contenido, constituye una flagrante contradicción, además de un daño que se autoinflige el propio Gobierno.

Por otro lado, la restructuración del torneo, tan reclamado por los hinchas, pierde legitimidad porque -como se dijo- coincide con el peor momento de los clubes grandes (especialmente River) en una etapa que anunciaba lo opuesto: la transparencia, la apertura a que todos pueden progresar y tener oportunidades sin que los fagocite el negocio (de hecho, los 4 campeones de FPT no fueron los llamados grandes) y su función primera: ofrecer un servicio cada vez mejor, abierto a la gente sin discriminación de ningún tipo, enrolado en la Nueva Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual mediante el programa Deporte para Todos.

En ese marco, de consumarse este esperpento, no será sola la AFA quien pague el costo del repudio popular. También el Gobierno Nacional habrá dejado solos a los hinchas de fútbol que apoyaron una de sus grandes iniciativas. La que se debe profundizar en sus aspectos más democráticos, muchos de ellos seguramente bien recibidos por la mayoría de los aficionados. De lo contrario, habremos retrocedido. Y en el retroceso los que pagan y quien más sufren son los hinchas. Los rehenes de la pasión.

P.P.

2 comentarios:

Tres de Punta dijo...

Muchachos, copiamos y pegamos este post en nuestro blog. Saludos

Tres de Punta dijo...

Muchacho; copiamos y pegamos este post en nuestro blog. Desde ya citamos fuente. Saludos