jueves, junio 11, 2009

El canal del mundial


El rumor circuló hace unos meses y acaba de confirmarse por intermedio de Tristan Bauer, presidente del Sistemas de Medios Públicos: canal 7 será el canal del mundial. Mediante un acuerdo formalizado entre el Gobierno Nacional y la AFA, la televisión pública transmitirá 21 encuentros correpondientes a la copa del mundo Sudáfrica 2010. Un hecho que reconforta por varios motivos, a saber:
La gran mayoría de los argentinos podrá observar el certamen por tevé abierta y de modo gratuito (Suponemos que los productores rurales no interferirán la señal en pueblos y comunidades pequeñas como Elortondo -Santa Fé- o Quilino -Córdoba-, y que las repetidoras de los grandes medios resignaran el 0,0001 % de sus inestimables ganancias.
Por experiencias pasadas, además, descontamos que habrá inteligencia y decisión por parte de las autoridades del 7 para ofrecer una cobertura acorde a la cita. En primer lugar, urge contratar relatores y comentaristas con estilo propio y no contaminados por la lógica dominante (Gustavo Kuffner, cabe aclarar, cumpliría la función de coordinador general). Por otro, incorporar a calificados panelistas: dos buenas opciones son Angel Cappa, quien aportó jugosos conceptos en la final de la Champions, y César Menotti, curtido en esta segunda profesión que honró con frases como "Brasil es un espanto, Roberto Carlos se italianizó". Siguiendo con las sugerencias, bienvenido un segmento de humor similar a las pastillas que hacía Caloi en tiempos de España 82. Capussotto, crédito del canal y futbolero de raza, podría enriquecer la cobertura con breves sketchs entre partido y partido. Es de esperar notas de color con otros enfoques y otros contenidos, en relación al lastimoso papel periodístico desempeñado por la mayoría de los cronistas argentinos en Alemania 2006.
Por último, la transmisión por el 7 ofrece una oportunidad para quienes no toleran sobreimpresos, subrayados, anecdotarios personales, boberías de toda laya, estadísticas irrelevantes. Según estudios sin base empírica las transmisiones por tevé abierta y las transmisiones por radio prácticamente coinciden en el espacio temporal (si bien persisten no menos de 5 segundos de diferido). Dato importante ya que, en mayor o menor medida, todos hemos disfrutado ese "ver el partido por la radio", si se nos concede la débil metáfora. De cara a Sudáfrica, en consecuencia, retorna la añeja pero vigente magia de la radio, ya sea para escuchar a Víctor Hugo y al Maestro de Río Cuarto por propia elección, o recurrir a ellos si los relatores contratados del 7 son un fiasco.


Debates e interrogantes


Sin embargo,la auspiciosa iniciativa oficial genera dudas que no se limitan a la negociación política por los derechos televisivos ni a los debates en torno de la nueva ley de medios, entendiblemente silenciados por el 90 por ciento de las empresas periodísticas. Los interrogantes sobre la utilidad y consecuente rédito para los futboleros remiten a factores deportivos que impactan en los efectos del citado convenio: ¿Qué pasa si Argentina no clasifica al mundial? ¿Valió la pena el esfuerzo? ¿Tendrá el mismo impacto este acuerdo Estado-Afa para futuros mundiales si Argentina no es de la partida y la merma de televidentes olvida los beneficios que la medida brinda a televidentes/consumidores/espectadores/públicos/ciudadanos?.
En parte, creemos que no. El mundial trasciende a una eventual participación del seleccionado. Ningún campeonato del mundo dejará de verse si Argentina, finalmente, queda sexta en la tabla de las eliminatorias sudamericanas o pierde el repechaje ante Honduras, El Salvador o México. El hipotético escenario -improbable para muchos, un hecho que no ocurre desde México 70- generaría dos tipos de reacciones. La mayoría, "el gran público", lamentará la ausencia del combinado nacional porque pareciera que los destinos de la patria están íntimamente vinculados a resultados deportivos exitosos. Con excepciones, claro, ya que una porción de aficionados se interesan por otras cuestiones y son otras, precisamente, las variables que intervienen en la máxima cita futbolera: una estirpe cimentada en el tiempo, un manera de entender este deporte, la influencia cultural que tiene el fútbol en nuestro país con sus jugadores-emblemáticos-malditos y con sus referentes trágicos y heroicos, con sus pasiones auténticamente populares y sus demoledoras imágenes de gloria. El fútbol es demasiado importante en Argentina para ser neutral.
Sin embargo, aunque suene antipático, también están los futboleros nativos que se incomodan con la ralea de arribistas que solo se interesan por el mundial. "Gente" que opina de sistemas tácticos, mala o buena elección de jugadores, arbitrajes, alineaciones de los adversarios, etc, desde una profunda ignorancia y, obvio, embanderados en la causa nacional. El grupo abarca todos los estratos sociales y tienen como aliados/fogoneros a comunicadores que registran el termómetro de la opinión pública (los que nos hablan diariamente aquello que piensa y preocupa a la "gente", el spot de Michetti cuando dice 'usted abre la heladera').
Ciertamente, este segundo grupo que reclama autencidad choca con un obstáculo: el fútbol es materia opinable y allí participan todos. Sin distinciones. De hecho, este fenómeno de debates ceñidos al fútbol invade en los últimos años todos los espacios de la vida social con o sin mundial en disputa. Y habrá que estudiar las razones. Elegimos una entre tantas: en una entrevista a Menotti realizada recientemente por la revista de la tarjeta Cabal, el Flaco dijo algo sugerente: "Hay más periodistas deportivos (sic) que jugadores de fútbol(..) La desculturalización, además, recorre a toda la sociedad argentina".
Muchas de las cosas aquí apuntadas exceden al tema central de este artículo, si bien vale la pena considerarlas. Retomando lo que decíamos al comienzo, y habrá que enfatizarlo una y otra vez, se celebra que el mundial pueda observarse por televisión abierta en cada pueblo, barrio, ciudad y localidad de nuestro país. Porque es un derecho y los derechos son conquistas del pueblo. Podemos decir, concluyendo, que el mundial del próximo año en la grilla del canal público constituye una alentadora señal, más allá de los reparos aquí consignados. Fánaticos y convencidos, arribistas y neutros, pobres y ricos podrán ver sin aranceles ni condicionamientos la copa del mundo. En un país que -siempre habrá que recodarlo- se pretende moldeado a imagen y semejanza de sus propios dueños.

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