jueves, octubre 13, 2005

Ay Academia, por Pablo

Me toca opinar sobre un candidato que señalé en su momento, hoy abatido tras otro año de penas y triunfos escasos. En aquél anuncio había una presunción o una ilusión por el rutilante plantel albiceleste: el Pipa Estévez, el Mago Capria, Matute, el burrimín Moralez, todos nombres de fantasía, apoyados por una tropa de jóvenes y viejos experimentados (Crosa, Simeone, Chirola Romero, Chaco Torres, Campagnuolo).

Hubo victorias que encendieron la esperanza (Arsenal y Estudiantes) y derrrotas que sepultaron definitivamente la ilusión de los hinchas. Especialmente por la altura del rival (Independiente y Boca) y el rendimiento que tuvo el equipo en esos dos partidos, tal vez los más importantes del año. Para conjeturar sobre el futuro de Racing, uno debiera tomar en cuenta dos cuestiones enlazadas directamente: la conducción futbolística del club (Blanquiceleste SA) y el fervor de una hinchada que no se apaga y derrocha pasión pese a la adversidad y el escarnio de siempre.

En primer orden, ahí están Ardiles, Fillol, Rivarola, Cappa, los nombres elegidos por Marín y severamente cuestionados por los hinchas quienes, erróneamente, apuntaron contra la empresa "por traer técnicos baratos". Vale decir que Marín juega en el pantano de una gerenciadora que terminó con la sequía de 35 años sin títulos (las sospechas crecen con los años) y el aval político que aún lo respalda: Racing debió haber descendido como otros prestigiosos equipos que quebraron (Atlanta, Temperley). Sin embargo, el supuesto éxito deportivo no es perdurable en una sociedad que necesita convivir con el triunfo. Más si está cimentada sobre el apuro, el oportunismo y el riesgo de una aventura solo para pocos. Hay un debate ideológico que el socio de Racing, tarde o temprano, deberá encarar con franqueza: el club no puede estar en manos de una empresa que se guía, como toda empresa, con criterios de rentabilidad y eficiencia. Que puede traer a un desconocido goleador del ascenso como Penco y vender sin reparos a las estrellas más queridas por el hincha (Lisandro López, Marcelo Guerrero, Falcón), que tiene atributos para hacer y deshacer a su antojo sin la aprobación popular, que funciona -como cualquier organización industrial- con empleadores y empleados, que tiene inmunidad para arrebatarle el técnico a desvencijados competidores y que, fundamentalmente, gira en torno a un negocio: el hincha no debiera olvidar que cuando la cosa anda mal, el dueño y la empresa se van. Así de sencillo.
En ese marco, la elección del entrenador tras la partida de Rivarola resultó previsible: Racing tiene un entrenador acorde a los lineamientos de Blanquiceleste, inescrupoloso y desafectivizado, rapaz y servil a los "empleadores" que lo arrancaron de Instituto y que, más temprano que tarde, no les temblará para el pulso para buscar a su sucesor, en caso que los de Teté pierdan y pierdan..

La segunda cuestión, claro, es el fervor de una hinchada abnegada y pasional, sudorosa en cuanto a resultados y títulos, severamente castigada por dirigencias incapaces, mafias empresarias, corruptelas del poder político y escándalos de todo calibre. Hinchas no alineados en las otras capas de negocio, las barrabravas, verdaderos parásitos de las gradas, benefactores de los planes sociales del fútbol, dueños ellos también del derrumbe albiceleste. Frente a ese panorama, la empresa y su guardia violenta, la inspiración y el aliento genuino, Racing debate su futuro. O se consolidan los condicionamientos de Blanquiceleste SA, su poder inmoral, la búsqueda desenfrenada de capital, el destino popular atrapado en pocas manos; o la Academia vuelve a discutir nuevamente, con sus socios y simpatizantes, el patrimonio real que es propio y nada más que de Racing: su función social hacia la comunidad.

Por ahora, habrá que contentarse con unas pocas armas de resistencia: los desbordes del Pipa Estévez, la magia incomparable de Rubén Capria, la gambeta irreverente de Matute y todo ese puñado de sueños que trae Maxi Moralez. Pequeños actos de rebeldía, desobediencias necesarias que trascienden a Marín, Fanesi, Quiroz y que, no olvidarlo nunca, retumban en la dulce y única melodía que tiene el fútbol: el eco de la tribuna.

P.P

1 comentario:

Anónimo dijo...

De arriba no se mueve...
Clásico en Nuñez


Desanda mi equipo por este campeonato rumbo a su 21ª estrella...y salvo Vélez con su juego equilibrado y aceitado nada parece detener el avance xeneize hacia otra conquista.
11º fecha , clásico, día del Padre, perdón de la Madre...
12:30 pm. Llego a retiro, saco boleto, compro el Ole y subo al tren fantasma. Al pasar por las inmediaciones del estadio Liberti ya se ven grupos cacareando, perdón charlando aquí y alla. Obvio mi cabeza deja todo y empieza por centésima vez a jugar el partido. Ganaremos?...se mueren todos, Perderemos?...un bajón, pero q no gane Vélez!!! Empataremos? ...y de ultima seguimos en la punta, nos olvidamos de las gallinas y a otra cosa...
Llego a Ing. Pablo Nogues, camino a lo de mi abuela. Entro, en una mesa tíos primos ,padre y algún vecino han improvisado una polémica en el fútbol total...saco la cuenta rápido 5 de Racing (o 4, mi tío mayor ya esta bastante machado y solo se mofa de la estatua de Bochini y amenaza con una siesta pre asado), 3 bosteros y una gallina.
Después de saludar a las mamás me meto de lleno en la discusión...Todos auguran un empate (supuestamente pactado en un café entre Mostaza y el Coco)...yo solo pienso en el sufrimiento porque el partido solo será escuchado por radio. Luego se habla del partidazo del sábado entre lobos y cuervos, se alaba al Mono pero nadie da dos pesos por una convocatoria a la selección. En fin...
En el auge del asado pido permiso “para ir al baño”, paso por el comedor y prendo la tele. 42 m ST Arsenal-Vélez...ah listo digo...cierro la puerta del baño y escucho...goool... el filisteo de Gracian la clava. Mierda Carajo!!
Empieza el partido, emocionante, a cara de perro pero divertido con corajeadas de ambos equipos....perdón, hablaba del partido de truco que junto a mi abuelo y mi viejo les ganamos a mis 3 tíos.
Del otro partido...no se cuanto critica uno puede llegar a hacer. Demasiadas mezquindades y miedos. Empezó bien River? Si lo reconozco; termino mejor Boca? Es cierto. Fue un partido Horrible? Si señores, de los peores clásicos que he sufrido. Dos penales? Personalmente disiento con el de pechofriomontenegro...me parece más penal el q le hicieron al pibe cafetero. No se generó fútbol en ningún momento del partido, solo se vieron especulaciones y miedo a perder...ademas de ir pasando de a uno e ir firmando el empate que conformaba a todos, menos a nosotros claro... 2 situaciones en 45’, fricción, la doce a full,, mucho nerviosismo en algunos jugadores ademas de notarse q a Falcao y a Palacio para mi se los comió el miedo escénico.
Por lo tanto amigos solo fuimos espectadores de una falta de respeto al hincha y una distribución salomónica de los puntos para conformar a todos...a todos?

Eduardo Chueco Aguirre