lunes, mayo 02, 2011

ALL BOYS // El trabajo como castigo



Un duelo esperado por los hinchas de All Boys, especialmente para los más chicos que crecieron entre alegrías continuas y los dictados nocivos del aguante, se jugó un sábado. Y el sábado, en otra época, era el día reservado al fútbol del ascenso, ámbito de pasiones profundas y personajes secundarios en el cual -como se dijo- el cuadro de Floresta atravesó momentos de prosperidad y decadencia durante la mayor parte de sus 97 años de despareja trayectoria. Casualidad o no aparte, el llamado clásico no podría haberse jugado el domingo dado que en Argentina, y con buen tino, se paralizó la actividad futbolística al conmemorarse el Día del Trabajador, muy especial en nuestro país por los datos actuales que indican una cifra bajísima de personas sin empleo (oscila entre el 7 y 9 por ciento según mediciones oficiales y consultoras privadas) pero también por la persistencia del trabajo informal y, más grave aún, por los casos de personas sometidas a condiciones de esclavitud, como salió a la luz en distintas provincias.

Menos grave en sus efectos e importancia, el tema del trabajo y sus significados tiene relación directa con el pasado y presente de All Boys. Porque a partir de reivindicar esa cultura donde caben esfuerzos grupales, tenaces y solitarias batallas, solidaridad entre compañeros, el cuadro de Floresta llegó a la Primera División. Impensadamente, sin dudas, aunque lejos de remitir al azar o la bendición de alguien, entre otras razones por la tarea responsable, sostenida, asentada en roles repartidos y reglas claras, y por el orgullo de constituir un colectivo donde las fotos del éxito y del fracaso pertenecen a todos. Ya en la máxima categoría, si bien subsiste cierta comunión en base a premisas de cooperación y humildad, aparecieron elementos extraños y perjudiciales en el itinerario de este ciclo debido al encandilamiento ante las cámaras de algunos protagonistas y el perfil psicológico de determinadas incorporaciones. Que no son la única explicación de un equipo que viene cumpliendo una actuación desteñida en el Clausura pero sí transmiten confusión. Para los hinchas, fundamentalmente, y para los jugadores y cuerpo técnico que hace un lustro visitaban estadios destemplados y praderas de confines bien ajenos y bien difíciles.



No es otra cosa que la confusión, de hecho, lo que motivó el fastidio de uno de los jugadores más representativos de este plantel, Ariel Zárate, figura del equipo hasta el momento de su insólito reemplazo en el partido con Argentinos Juniors. Sin omitir ciertos vicios de Zárate expresado en su malhumor y privilegios que reclama, se comprende la actitud del diez dado que desde su inclusión como titular ante Lanús, All Boys mejoró mucho su juego producto de la inteligencia del Chino, del compromiso para ofrecer una alternativa en momentos de sosiego y del recorrido que lleva en el club al cual conoce como otro puñado de futbolistas que desde hace 4 años o más arribaron a Floresta. Llaman la atención, en ese sentido, las opiniones del relator y comentarista de la Televisión Pública, Rodolfo De Paoli y Oscar Martínez, quienes se enojaron por la reacción de Zárate ante el cambio, revelando su escasa concentración en el partido (el Chino era el mejor de All Boys) y el desconocimiento del devenir del cuadro de Romero en los últimas temporadas. "Por favor Zárate, el que te reemplaza es un chico llamado Ortega, no sé si te suena", dijo el relator y ex técnico de Argentino de Merlo. Viene bien decir algo, entonces, para evitar nuevas confusiones: Ortega es a All Boys lo mismo que Bieler a Racing.

Sorprende más, de cualquier manera, el cambio de José Romero. Otra vez se premia al que parte de atrás por errores propios, desatenciones, falta de profesionalismo y solidaridad con los compañeros. No es caerle a Ortega porque sí, no existe ningún encono especial con el jujeño, pero negar la ayuda para tratarse desde repentinos cambios de conducta que lo muestran "compenetrado" y "con mejor ánimo" parecería una treta que el técnico, tal vez, no advierte. O sí: la recurrente postergación de Agustín Torassa es otro ejemplo contundente, del cual ya comentamos sus implicancias: castigo al que trabaja, dádivas para los que siguen en sus giras desvariadas de entresemana. Allí está otra vez Fabbiani, ocupando espacios en los nuevos diarios del show tras una denuncia de abuso deshonesto que lo involucra, desde ya, a raíz de su condición de habitué de pomposos boliches.

He ahí una causa de este All Boys inestable y desprolijo que aburre y emociona, afortunadamente. Y que parece enfocado a conseguir el objetivo, como quedó demostrado en el deslucido encuentro con Argentinos. Partido que no jugó bien, sobre todo por la inviabilidad de apostar a dos nueves de área y la ausencia del promisorio Víctor López en la franja izquierda. Partido vacío, sin público visitante y con el fondo gris de un sábado parecido a los días del ascenso. Olvidable, ciertamente, como los nombres y situaciones extrañas que deambulan por Floresta, impropios para un club que celebra el 1º de mayo desde los sudores y luchas que signan su historia.

P.P.

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